Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Una breve caminata después de salir de la academia llevó al grupo a su destino boscoso, donde todos dejaron escapar un suspiro de asombro. Un mar de follaje dorado los recibió. La luz del sol se filtraba a través de las hojas y se deslizaba por el camino de color ámbar. Todo el bosque estaba teñido de un amarillo brillante, brillantemente iluminado y deslumbrantemente vibrante.

“Qué bosque tan extraño…”, murmuró Mia.

Detrás de ella, Rafina se rió.

“Caramba, Mia. ¿Es la primera vez que ves el follaje de otoño?”

“¿Follaje otoñal? ¿Así es como se llaman estos árboles?”

En la línea de tiempo anterior Mia había tenido cero interés en los bosques. No había prestado atención al ciclo de vida de los árboles, y ahora se quedaba boquiabierta ante las extrañas y encantadoras tonalidades que se mostraban.

“No, no”, dijo Rafina, riendo. “Los colores del otoño se refieren al fenómeno de las hojas que cambian de color en otoño. Algunas especies de árboles acaban con hojas rojas, pero parece que las que crecen aquí se vuelven todas amarillas.”

“Cielos… Qué fenómeno tan misterioso…”

Mia procedió a dejarse llevar por un poco de fantasía.

Hm… Este bosque está bastante cerca de la academia… Tal vez pueda conseguir que Abel venga de nuevo más tarde… Estaremos los dos solos, y podremos pasear por este bosque… y tal vez incluso cogernos de la mano… ¡Mmm, qué excelente idea!

Justo entonces, escuchó un suave murmullo.

“Un bosque amarillo…”

Al volverse hacia la voz, encontró a Citrina mirando el bosque. Su habitual e impecable sonrisa había desaparecido, sustituida por… nada en absoluto. No había ninguna expresión discernible en su rostro.

“¿Rina? ¿Pasa algo?” preguntó Mia con el ceño fruncido por la curiosidad.

“¿Hm? Oh, no, no pasa nada. Simplemente sentí… una conexión con estos árboles, supongo que se podría decir. Quiero decir, soy una Yellowmoon, y estas hojas son todas amarillas, ¿ves?”, explicó con el tono apresurado de una excusa improvisada. Luego sus labios recuperaron su curva habitual.

“Mmm, entiendo lo que quieres decir. Si yo fuera un miembro de la Casa de Yellowmoon, probablemente también sentiría una conexión con un bosque totalmente amarillo.”

“Me alegra que esté de acuerdo, Su Alteza. Ahora bien, sigamos adelante. Seguid a Rina, por favor”, dijo Citrina mientras tomaba la delantera.

Los tonos dorados impregnaban el bosque. El resplandor del dosel amarillo se reflejaba en la alfombra de hojas de color ámbar que había bajo los pies, bañando los ojos en tonos dorados.

“¡Wow! ¡Increíble! ¡Este lugar es increíble!”

Miabel burbujeaba de emoción mientras corría entre los árboles con pasos agigantados.

“¡Ah! Ten cuidado, Bel. Estas hojas del suelo son resbaladizas.”

Citrina se apresuró a correr tras ella como una hermana mayor protectora, lo que hizo que Lynsha se encogiera de hombros sin poder evitarlo antes de salir corriendo también.

“Así que este es el aspecto del follaje de otoño. También es la primera vez que lo veo”, dijo Chloe, mirando inquisitivamente una hoja amarilla que había recogido.

“Sí, las hojas amarillas son un espectáculo bastante raro, ¿no?” dijo Tiona mientras recogía una del suelo. “Debería prensar unas cuantas y enviárselas a Cyril como recuerdo.”

“Aaah… Es tan bonito aquí… He echado de menos los bosques… No sabía que hubiera un lugar así en Saint-Noel…” dijo Liora, tarareando felizmente mientras seguía a Tiona.

Los chicos también miraban con curiosidad. Anne, de pie junto a Mia, miraba al grupo con una plácida sonrisa.

“Es un lugar muy hermoso, ¿verdad, mi lady?”, dijo, cerrando los ojos para disfrutar de los olores y los sonidos de la naturaleza. “Espero que nos divirtamos mucho hoy.”

Todo el mundo se deleitó con el ambiente tranquilo y agradable. Todos menos Mia, cuya respuesta al comentario de Anne fue un simple “Sí, diversión…”. La brevedad de su respuesta se debió a que apenas había oído hablar a Anne. A diferencia de los demás, Mia no estaba aquí para deleitarse con la gloria aureolada del otoño. No, era una chica con un objetivo. Era una cazadora, y mientras los ojos de su compañera se deslizaban por las ramas que se balanceaban y las hojas caídas, los suyos se fijaban en las bases de los árboles, barriendo de uno a otro en busca de su presa fúngica.

A partir de ese momento, el principio rector de Mia se había convertido en ¡Los hongos primero! Ahora es una extremista de los hongos que defiende los ideales de la supremacía de los hongos. Con la mirada aguda de un depredador, observó los alrededores. Luego, con las pupilas dilatadas, se abalanzó.

¡Allí! ¡Encontré algunos! ¡Hongos!

Mia, la cazadora de hongos, corrió por el frondoso suelo, con las garras y los colmillos desnudos, para descender sobre su premio. En ese momento, mujer y misión se habían convertido en uno. Ella era el hongo, y el hongo era ella. Nada más importaba. El mundo desapareció de la vista, dejándola sólo a ella y a los hongos que tanto ansiaba.

El problema, por supuesto, era que el mundo seguía ahí; no ver algo no hacía que dejara de existir. Por ejemplo, aquel montón de hojas de aspecto resbaladizo que se encontraba en su camino seguía siendo bastante resbaladizo, y cuando pisó en él las hojas cedieron de forma decididamente inconveniente, haciendo que su pie saliera disparado hacia fuera contra su voluntad.

“¿Eh?”

Su improvisada patada lanzó un géiser de hojas amarillas, y el impulso hizo girar su cuerpo hacia atrás. Para cuando su cerebro pudo empezar a procesar lo que había pasado, ya estaba a merced de la gravedad.

“…¿Eh?”

Su vista se inclinó sobre su eje hasta que lo único que pudo ver fue la copa de los árboles. Cerró los ojos, preparándose para el inevitable impacto.

“Whoa — Te tengo. Cuidado.”

Una voz tan suave y tan familiar sonó en sus oídos. Sintió que su cuerpo se hundía en la tierna cuna de otra persona.

“…¿Eh?”

Abrió los ojos para encontrar…

“¿Estás bien, Mia?”

La cara de Abel a centímetros de la suya. ¡Pero espera! Hoy, Mia estaba en modo cazadora de hongos. Por lo tanto, no se sentiría perturbada por el abrazo de Abel. Ella era el hongo y el hongo era ella. Nada podía hacer tambalear su compromiso con Los Hongos Primero —

Oh lunas… Es tan soñador… ¡y tan guapo! Estaba tan guapo con ese atuendo de delantal, y ahora — ¡Ah, la contradicción! ¡Es tan bueno!

…Tanto para los hongos primero.

“No estás herida, ¿verdad?”

“N-No, estoy bien. Perfectamente bien”. Ella se apartó apresuradamente de sus brazos. “Lunas misericordiosas, he hecho el ridículo…”

Mientras sus mejillas se llenaban de color, Abel negó con la cabeza.

“Eso no es cierto. De hecho…”

Con una sonrisa traviesa, se acercó a su pelo.

“¿Eh? Qué—”

Su mirada confusa siguió la mano de él, que volvió del lado de su cabeza con una hoja entre el pulgar y el índice.

“Me alegro un poco de que eso haya sucedido”, dijo él con una risa. “Ahora sé que te ves bien sin importar lo que lleves en el pelo.”

Con eso, se marchó. Mia, abandonada a su suerte, sólo pudo pronunciar un cuarto “…¿Eh?”

Y así se demostró que, a pesar de que defendía los principios de la supremacía de los hongos, un abrazo de Abel fue todo lo que necesitó para borrar de su mente todos los pensamientos relacionados con los hongos. ¡Mia era una falsa los Hongos Primero!