Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Así, Mia tenía por fin los ingredientes para su ansiada fiesta de hongos.

En la cafetería de la Academia Saint-Noel había unas cuantas salas privadas disponibles para cenas, en las que se entregaba la comida desde la cocina. Cualquier alumno podía reservarlas para su uso personal, y una de ellas estaba reservada por el consejo estudiantil.

Los hongos que Mia y sus amigos recogieron fueron llevadas a la cocina, donde, llegado el momento, el personal especializado las inspeccionaría para comprobar su comestibilidad antes de guisarlas. Al entrar, fueron recibidas por el jefe de seguridad de Saint-Noel, Santeri. Exudaba un aire de diligente pero obstinada dedicación a sus deberes, y tras mirar en su dirección, bajó la cabeza en una profunda reverencia.

“Bienvenido. Como supervisor de la isla, me complace mucho ver que han vuelto sanos y salvos. Espero que hayan disfrutado de su viaje de caza de hongos.”

“Gracias por su preocupación, y oh, fue muy agradable”, respondió Mia en nombre de todos.

“Me alegro de oírlo. Además, permítanme expresar mi más profundo agradecimiento por la invitación a esta fiesta del guiso del consejo estudiantil. Será un gran honor para mí asistir.”

“Por favor, eres demasiado modesto. Sin gente como usted, no podríamos disfrutar de nuestra vida escolar con la tranquilidad de saber que nuestra seguridad está en buenas manos. Es natural que les mostremos nuestro agradecimiento. Espero que disfruten de esta pequeña fiesta nuestra.”

Después de intercambiar una serie de formalidades con Santeri, Mia se adentró en la cocina, asegurándose de que la calidad de su locomoción era lo suficientemente despreocupada como para no traicionar ningún indicio de intención o motivo.

“Ah, bienvenida, princesa Mia.”

La saludó una de las cocineras que ya conocía.

“Sí, el viaje fue muy divertido. Siento que te hayamos traído más trabajo.”

Intercambiaron algunas palabras amistosas. Luego saludó cortésmente a cada una de las cocineras. Todos le devolvieron la sonrisa. Gracias a las frecuentes visitas de Mia a la cocina, ya era una cara familiar para todo el personal. Hay que decir que sus visitas siempre acababan con algo de comida, pero su costumbre de robar en la cocina era recibida con sorprendente calidez por las víctimas. Esto se debe a la amplia red de contactos que Anne había establecido incansablemente.

En general, Anne era la única persona con la que Mia no tenía intención de ser tacaña. Con regularidad, le daba a su doncella fuertes sumas de dinero para que pudiera hacer algún gasto terapéutico en la ciudad. Anne, sin embargo, utilizaba su asignación para un propósito diferente. Cada vez que recibía dinero, iba a la ciudad y recogía un montón de regalos, que luego hacía llegar a varios miembros del personal de la academia en nombre de Mia. Como resultado, Mia se había ganado una reputación de princesa benévola y popular entre la gente común.

En fin, volviendo a la cocina. Tras una ronda de saludos amistosos, Mia se dirigió a su abultada cesta de hongos en la encimera. La señora que la seguía hizo una mueca al verla.

“Nos has traído todo un reto, ¿verdad? Encajar esta montaña de hongos en un solo guiso va a ser difícil. Además, muchas de estos hongos son… un poco difíciles de preparar.”

“Sí, eso parece. Por cierto, y lo pregunto por pura curiosidad intelectual… ¿Cómo se puede preparar un hongo Belluga?”

“¿Eh? ¿También has traído hongos Belluga?”, preguntó la señora con voz sorprendida.

“No, por supuesto que no. Como he dicho, sólo tenía curiosidad. Lo llamaremos un punto de interés académico.”

“Ah, vale. Bueno… Hm…” La señora frunció los labios pensativa. “Los hongos Belluga saben muy bien, así que creo que, si les das un lavado rápido, luego las cortas en dos o tres trozos y las guisas un rato, estaría bien.”

“Hm, hm… Es así de fácil, eh… Eso es ciertamente una buena noticia. En, um, una especie de forma académica. ¡Oh!” Mia, como si de repente recordara algo, abrió los ojos de forma decididamente artificial. “¿Por casualidad sabes dónde puedo lavarme las manos? Están bastante sucias.”

Hizo un gesto para ilustrarlo.

“Ah, claro. Después de un viaje al bosque, deberían estarlo, ¿no? Puedes coger agua por ahí”, señaló la señora, tomando su pregunta al pie de la letra.

“Por cierto, ¿qué tan limpia es el agua? Tengo unas manos delicadas de princesa, y hay que lavarlas con agua limpia. En cuanto a lo limpia que está… digamos que es el tipo de agua con la que sueles lavar tus ingredientes.”

“Bueno, entonces puedes hacerlo. Esa es literalmente el agua con la que lavamos nuestra comida, así que no debería haber problema.”

“Ah, excelente. Gracias.”

Ella sonrió y deslizó una mano en su bolsillo.

Hm, lavarlo y limpiarlo, cortarlo en trozos grandes, y echarlos en la olla… Suena sencillo, pero es más fácil decirlo que hacerlo.

Escondiendo el hongo entre las palmas de las manos, la limpió en el agua mientras fingía lavarse las manos. Fregó con cuidado cada centímetro, con el objetivo de darle una limpieza tan completa que fuera segura para comer incluso si estaba cruda. Todo el tiempo lo mantuvo oculto. Era una hazaña de destreza manual que rivalizaba con los trucos de los ilusionistas veteranos. Mia solía ser un poco torpe, pero por alguna razón, cuando se trataba de hongos, sus dedos de mantequilla estaban dotados de una nueva destreza. Tal vez fuera una señal de que sus poderes como Princesa de los Hongos estaban despertando por fin.

…De nuevo, ¿qué es una princesa de los hongos?

Tras completar su exhaustivo procedimiento de desinfección acuática, echó unas cuantas miradas a derecha e izquierda antes de acercarse sigilosamente a la olla de guiso. De pie sobre ella, volvió a echar una mirada cautelosa.

De quien más cuidado tengo que tener es de ese tal Santeri. Mira hacia dónde mira… Hay que calcular el tiempo… Tres… Dos… Uno… ¡Ahora!

Se puso en movimiento, su forma se desdibujó por la velocidad. En el lapso de un suspiro, dividió el hongo en cuatro partes, las arrojó a la olla y abandonó la escena del crimen. Silbando despreocupadamente mientras caminaba — más bien, lanzando silbidos por la boca, porque no podía silbar realmente — sintió que una sensación de logro llenaba su ya palpitante corazón.

Una vez completada su misión, regresó a la sala privada, donde entabló un intervalo de conversación cuidadosamente programado antes de dirigirse de nuevo a la cocina. Había un último paso en su plan. Era el momento del golpe maestro.

Si lo encuentran antes, seguro que me impiden comerlo. Sé que es un auténtico hongo Belluga, pero dudo que me hagan caso. ¡Tengo que asegurarme de que eso no ocurra, y sólo hay una forma de hacerlo!

Se coló de nuevo y se acercó a la olla.

“¡Ah! No, princesa Mia. Todavía se está cocinando—”

“Oho ho, no te preocupes. Sólo estoy probando un poco. Un sorbo es todo. Sólo un sorbo”, dijo mientras levantaba la tapa de la olla.

Uno de los trozos de seta blanca saltó inmediatamente a su vista. Antes de que nadie pudiera detenerla, lo cogió rápidamente y se lo metió en la boca. Sus mejillas, ligeramente hinchadas, se movieron un par de veces. Luego, la expresión de su rostro se llenó de felicidad. La jugosa textura de la seta deleitó su lengua y su sabroso aroma agradó a su nariz.

“Mmmmm… Esto sí que es un buen sabor… Tiene una profundidad que ni siquiera puedo empezar a describir. Aaaah, es tan bueno — ¡¿Mm?!”

De repente, lo sintió — un trastorno gastrointestinal. Fue un golpe fuerte y rápido. Su barriga emitió un gorgoteo inquietante… antes de retorcerse sobre sí misma.

“Ow… ¡Ay, ay, ay! ¡Ah, mi estómago! ¡Me duele! ¡Augh! ¡Oooh!”

El dolor agudo la hizo caer de rodillas.

“¡Ay! ¡Ay! No puedo… Esto es… Uh oh—”

Su estómago se agitó, y sintió la clara sensación de que algo fluía de vuelta a su garganta.

“Voy a… U-Urp…”

El doble golpe de las náuseas y el dolor de estómago la dejó inconsciente.