Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Ludwig utilizó todos sus contactos para su investigación. Visitando en secreto a sus compañeros “discípulos”, recogió hasta el último trozo de información que le ofrecieron.

“Pensé que debía empezar por examinar más de cerca el papel que desempeñaban la Casa de Yellowmoon y sus asociados. En el proceso, recibí la noticia de que un alumno menor de mi maestro en el Ministerio de la Luna Azul desea hablar conmigo.”

“¿Otro? La escala de esta cábala de alumnos tuya nunca deja de sorprenderme”, dijo Dion.

Ludwig sonrió a su pesar.

“Son un grupo excéntrico, pero pueden ser bastante útiles en situaciones como ésta.”

Los dos esperaban en un salón privado de una gran taberna de las afueras de la capital. Pronto llegó su invitado.

“Ah, es un placer volver a verte, querido alumno mayor de nuestro maestro. Ha pasado demasiado tiempo.”

Un joven entró, saludando a Ludwig con una sonrisa afable.

“Veo que no tanto como para borrar esa mirada descarada de tu cara”, dijo Ludwig con una mueca. Era en broma, por supuesto. Sobre todo. “Es bueno ver que sigues siendo tan exasperantemente sociable como siempre.”

“Es una maldición que soporto con gran reticencia, se lo aseguro”, dijo, sonriendo aún más burlón que antes. “Y tú, oh, alumno mayor, pareces tan propenso a meter las narices en los asuntos pegajosos como siempre. ¿Oh? ¿Podría ser ese apuesto hombre detrás de ti la espada de Su Alteza? ¿La que ha estado haciendo las rondas en las fábricas de rumores estos días?”

El joven miró a Dion, que se encogió de hombros.

“No sé por cuánto tiempo, pero por ahora sigo colgado de su cinturón. Me llamo Dion Alaia”. Lanzó una mirada aguda y escrutadora al joven. “Todavía estoy averiguando si me complace conocerte.”

“¡Ja, ja, ja, eres exactamente tan intimidante como dicen! Ludwig, ¿cómo pasas tanto tiempo cerca de este buen tipo y no te ensucias cada dos por tres?”

Totalmente imperturbable por el aura amenazante de Dion, el joven extendió su mano.

“Gilbert Bouquet”, dijo con una acentuada floritura en la suave g. “Llámame Gil, si te complace. A mí me gustará, al menos.”

Dion lo estrechó, mirando a Ludwig mientras lo hacía.

“Hay que decir que Ludwig tiene algunos amigos interesantes. ¿Eres un joven talento tan prometedor como el resto?”

“Oh, me halagas. No soy más que un humilde funcionario del Ministerio de la Luna Azul.”

El Ministerio de la Luna Azul era una de las cinco ramas principales del gobierno de Tearmoon y se ocupaba principalmente de la administración de la capital imperial. Como cabría esperar de una descripción tan amplia de su propósito, los deberes de este ministerio eran bastante diversos. Uno de estos deberes era negociar con la nobleza central. Era sabido que, si uno deseaba obtener información sobre los nobles prominentes del imperio, preguntar a alguien del Ministerio de la Luna Azul era el camino más seguro.

“Hombre, tengo que decir que lo último que esperaba era que el mismísimo Gran Degradador de Todo lo que es el Imperio estuviera trabajando para Su Alteza. ¿Qué hay detrás del cambio de opinión, Ludwig?”

“Hah. Lo entenderías si la conocieras. Su Alteza es alguien que te hace sentir que cualquier cosa valdría la pena para seguir sirviéndola. Incluso nuestro maestro se ha comprometido firmemente a su empleo.”

“Sí, esa es la parte más loca. No sólo tú, sino también esa vieja roca de hombre. No creí que tuviera la capacidad de cambiar sus opiniones.”

Gilbert frunció los labios pensando y asintió, evidentemente intrigado por el tema. Y así, la Campaña de Adoctrinamiento de la Gran Sabia hundió sus garras en su siguiente víctima. Como su miembro más ardiente, Ludwig no conocía el descanso. Trabajaba cuando y donde fuera. Días de la semana y fines de semana, en horario de trabajo y fuera de él, siempre que hubiera una mente que convertir, él estaría allí convirtiéndola.

“En fin, volviendo al tema. ¿Querías saber más sobre los Yellowmoons?”, dijo Gilbert mientras llegaba un camarero con una ronda de bebidas.

“Así es. Si tienes alguna información interesante, me gustaría escucharla.”

“Bueno, sí tengo algo, pero no es tanto una información como… una advertencia.” Gilbert hizo una pausa para escudriñar la habitación antes de bajar la voz a un susurro. “Por cierto, muy inteligente lo de traer a ese tal Dion contigo. Si estás husmeando en el Duque Yellowmoon, literalmente no puedes ser demasiado cuidadoso.”

“Así de mal, ¿eh? Me imaginé que tendría que tomar más precauciones basándome en lo que he descubierto hasta ahora, pero…”

“…Para que quede claro, sé que tu definición de ‘extra’ está órdenes de magnitud por encima de la de la mayoría de la gente, pero, aun así, probablemente no estaría de más apretar un poco más”. Gilbert se inclinó hacia atrás y sacudió la cabeza. “Sinceramente, no puedo imaginarme por qué querrías pelearte con esta gente… En fin, ¿por dónde empiezo? Veamos… Por cierto, ¿sabes cómo el duque de Yellowmoon llegó a ser conocido como el noble ‘más débil’?”

“Por supuesto. El levantamiento de Lord Georgia. Ha sido así desde entonces.”

El evento del que hablaba había ocurrido hace casi doscientos años. Fue posiblemente la mayor insurrección en la historia del Imperio Tearmoon. En ese momento, el jefe de la casa había sido el duque Georgia Etoile Yellowmoon. Tras conspirar con varios nobles poderosos, se rebeló contra la familia imperial. La escala y el impulso de esta revuelta fueron tan formidables que amenazaron con partir el imperio en dos y sumirlo en una guerra civil. Sin embargo, a pesar de su estruendoso comienzo, el levantamiento terminó con un asombroso y patético gemido.

Lord Georgia fue asesinado por su hermano menor, Gardier, y el ejército rebelde se desmoronó poco después. Los nobles que habían conspirado en el levantamiento fueron condenados a muerte y la reputación de sus familias quedó arruinada. Cabe destacar que el hermano menor, Gardier, a pesar de su contribución decisiva para evitar una costosa rebelión, no fue colocado bajo un halo de gloria sino sobre un lecho de espinas. Muchos empezaron a hablar de él con desdén, señalando el hecho de que los Yellowmoon habían sido los causantes de la calamidad en primer lugar, y él simplemente había evitado que su propia familia traidora hiciera más daño. Añadiendo aceite al fuego fue su petición de perdonar las vidas de aquellos cuyas familias estaban involucradas en la conspiración, aunque el coste de la traición era ampliamente aceptado como la muerte de toda la casa y el clan de uno. Al defender a los culpables por asociación, Gardier se ganó no pocas censuras. Al final, la opinión pública sobre los dos hermanos difiere. El mayor llegó a ser visto como una figura temible y ambiciosa, con el corazón y el valor de desafiar al imperio para sus propios fines. El menor fue despreciado como un cobarde traidor, que traicionó a la nación y luego a su propia casa.

Aun así, la petición de Gardier salvó muchas vidas, y los agradecidos supervivientes de las casas implicadas se reunieron bajo el estandarte de Yellowmoon. Toda la facción de Yellowmoon llegó a ser conocida como una asamblea de perdedores cuyas filas estaban formadas por los derrotados en la lucha por el poder. Con el tiempo, se les unieron progresivamente otros nobles en posiciones igualmente alienadas, como los condes de las tierras exteriores que sufrían el frecuente desprecio de la nobleza central. Así nació una facción de inadaptados, que dio lugar a que los Yellowmoon fueran llamados “los más viejos y débiles de todos”.

“Y eso es lo esencial de la historia, que todo el mundo conoce. Pero, ¿y si te dijera que todo estaba planeado? ¿Que todo el levantamiento fue un movimiento calculado? ¿Qué pensarías entonces?” preguntó Gilbert con el tono divertido de un padre que acribilla a su hijo.

“Quieres decir que, si la sublevación no era una simple sublevación, sino un medio para algún otro fin…”, dijo Ludwig, cruzando los brazos de forma contemplativa. “Un señuelo, entonces… Una lámpara para las polillas…”

Gilbert chasqueó los dedos ante la respuesta de Ludwig.

“Bingo. Sabía que lo comprenderías. No es precisamente difícil averiguar esta información, pero algunos de estos nobles de la facción Yellowmoon ahora mismo… sus vínculos con el duque se remontan a mucho tiempo atrás. Incluso antes de que perdieran la lucha por el poder. Por ejemplo, alrededor de la época del levantamiento, había un marqués cuyo poder e influencia casi rivalizaba con el del emperador, pero por alguna razón, empezó a perder herederos a diestra y siniestra. Concretamente, sus hijos sucumbían a la enfermedad uno tras otro. Otros nobles empezaron a mirarlo con recelo, considerándolo una fuente de mala suerte, y finalmente fue condenado al ostracismo de la alta sociedad. Fue entonces cuando un viejo amigo suyo, el duque de Yellowmoon, apareció por casualidad y le invitó a unirse a su facción”. Gilbert tomó un trago de vino y sonrió. “¿No apesta eso a algo sospechoso?”

“Entiendo. Así que estás sugiriendo que los Yellowmoon asesinaron a los hijos del marqués para debilitar su influencia. Hm… Se acercan a aquellos que son una molestia para el imperio, se ganan su confianza, y luego paralizan su poder. El hecho de que no se dirigieran directamente al marqués, sino a sus hijos, junto con la ostensible ambivalencia de la familia imperial hacia ellos, les protegió de cualquier sospecha sustancial de delito.”

“Y encima, los Yellowmoon son expertos en botánica y herbología. Realmente hace que te preguntes, ¿sabes?”

“Tienen un interés de larga data en la horticultura medicinal… sería la explicación benigna. Pero no. Esto es probablemente un caso de medicina y veneno que son dos caras de la misma moneda.”

“Precisamente. La Casa de Yellowmoon es un clan de asesinos que utiliza el veneno para eliminar a aquellos que son una amenaza para el imperio. Esa es mi teoría”, declaró Gilbert con un tono despreocupado que no concuerda con la gravedad del asunto.

Su caída en desgracia era un camuflaje. Ser etiquetados como “los más débiles” escondía que cumplían una función especial para el emperador. Al mismo tiempo, seguían existiendo como facción, lo que hacía de su esfera de influencia un lugar atractivo para que se reunieran los que conspiraban contra el imperio. El papel de los Yellowmoon… era ser un señuelo. Eran a la vez la lámpara que atraía a las polillas nocivas del imperio y la llama que las exterminaba.

Todo emperador necesitaba a alguien que hiciera su trabajo sucio. No había gloria en ello, pero era un papel importante que había que desempeñar. Tenía mucho sentido… para un imperio normal. Pero Ludwig sabía que Tearmoon no era un imperio normal. Al tener en cuenta lo que había aprendido de las intenciones del primer emperador…

“Ser los más débiles y alejados de la nobleza central hace que los Yellowmoon sean un aliado atractivo… para los nuevos nobles. Aquellos que no están afectados por las creencias anti-agrícolas. Sería más fácil para, digamos, los condes foráneos acercarse a ellos. Y, si dicho recién llegado resultara problemático, asesinarlos. ¿Es ese su propósito?”

Si toda esta red de intrigas era un acuerdo deliberado para ayudar al imperio a propagar el antiagriculturalismo, entonces la Casa de Yellowmoon habría jugado un papel extremadamente vital. Y al hacerlo con éxito…

“Entiendo. Y de ahí viene la otra versión. El más viejo y débil de los leales…”

“La cuestión es que hay que vigilar las espaldas. Los Yellowmoons parecen tener, ya sabes, un poco de habilidad para el asesinato”, dijo Gilbert con la misma sonrisa fácil.