Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga

Volumen 15

Capitulo 1: Una Relación Padre-Hijo Es Molesta Para Todas Las Partes

Parte 2

Detrás del trono colgaban unas opresivas cortinas de terciopelo, y la abertura entre ellas mostraba señales de que allí había habido una vez algo parecido a un gran cuadro. Ya había desaparecido cuando Zagan se hizo cargo del lugar, pero probablemente había sido el retrato de alguien. El espacio era bastante lujoso en comparación con el castillo de Zagan.

Esto era simplemente una cuestión de gustos del dueño anterior. Nadie se había molestado en cambiar nada desde entonces.

Hacía tiempo que no podía sentarse y pasar un rato tranquilo con Nephy. Su relación al menos había progresado hasta el punto en que podían intercambiar besos, pero dado un corto período de separación, este hombre era de los que retrocedían a los días en que acababan de conocerse. Bueno, ella era igual en este sentido. Zagan la miró fugazmente justo cuando Nephy hacía lo mismo, y sus ojos se encontraron.

“Heh heh heh…”

Los dos sólo pudieron reírse de la situación. Zagan impedía desesperadamente que se le doblaran las rodillas, mientras Nephy se cubría las mejillas al enrojecerse las puntas de sus orejas puntiagudas. Al verla así, Foll tiró de su túnica.

“Nephy, parece que vamos a tener una conversación seria aquí…” dijo. “Aaugh… Lo sé. Lo sé, ¿vale?” Nephy respondió.

“Lo tiene difícil, señorita”, murmuró Shax con simpatía.

“Tú también deberías reflexionar sobre esto, Shax”, replicó Foll.

“¡Estoy bastante seguro de que he estado trabajando mucho en ese frente últimamente!” gritó Shax, intimidado por su fría mirada.

“¿Y?” Andrealphus interrumpió. “¿Podemos empezar ya?”

“Cierto. Estuviste a punto de suicidarte”, respondió Zagan. “Bueno, pasaré por alto algunas manchas en el suelo. Hazlo de una vez”.

“¡No voy a suicidarme!” Andrealphus gritó entre jadeos. “La ciudad para los seiscientos Nephilim supervivientes está lista”.

Esa era la propuesta que Andrealphus había hecho hacía algún tiempo con respecto a los Nephilim.

“¿Un pueblo?” preguntó Foll, con los ojos muy abiertos. “¿Hiciste una ciudad para los Nephilim?”

“Claro que sí. La mayoría de ellos son de hace cientos de años, o incluso mil”, dijo Andrealphus. “Se supone que los de nuestra era actual también están muertos, así que no podemos tenerlos vagando por todas partes”.

Por encima de todo, habían sido resucitados para destruir el mundo. Nadie vería con buenos ojos a los heraldos de la destrucción de Shere Khan.

Shax asintió. “Si van a vivir aquí, tenemos que llenar ese vacío de cognición que tienen entre el pasado y el presente”.

También necesitaban conocimientos para sobrevivir en el mundo moderno. Incluso teniendo en cuenta la educación que necesitaban en este sentido, era una idea bastante buena crear una ciudad para ellos.

“Para empezar, me sorprende que haya supervivientes, dado lo ocurrido”, comentó Alshiera con curiosidad.

“Son los que ni siquiera pudieron recuperar la consciencia usando las marionetas de Shere Khan”, respondió Zagan. “Específicamente, son los que estaban tan cerca de la muerte que los títeres no tenían sentido”.

Las Lluvias de Fósforo del Cielo de los Muertos Lamentables distinguían sus objetivos en función de la hostilidad. Esto incluía la hostilidad del titiritero, Shere Khan. No había otra forma de separar a los amigos de los enemigos en un campo de batalla donde diez mil cuerpos estaban amontonados. Como tal, no había golpeado a nadie que hubiera estado inconsciente en ese momento.

“También están los que Sir Zagan liberó de la marioneta”, añadió Kimaris. “Hmph.”

Esta era una de las razones por las que Zagan se había esforzado en golpearlos uno a uno. Con cada golpe, había roto la capacidad de la hechicería para transmitir órdenes.

Aquellos a los que se les había deshecho la marioneta seguramente habían perdido todo pensamiento de hostilidad al presenciar la cruel forma de Orobas y la manera en que el grupo de Foll había luchado contra él.

Bueno, eso no cambia el hecho de que destruí sus funciones corporales por la fuerza. También hubo quienes murieron por el shock. Los afortunados habían sobrevivido. Zagan sólo pudo burlarse del resultado.

“¿Tienes algo que decir?”, preguntó a Alshiera, que parecía bastante sorprendida.

“Tee hee hee. Simplemente me alegra ver que el Rey de los Ojos Plateados sigue siendo el Rey de los Ojos Plateados”, respondió con alivio y afecto en la voz.

Realmente es difícil manejar esto… Desconcertado por su declaración, Zagan volvió los ojos hacia Andrealphus.

“¿Y? Dudo que hayas venido hasta aquí sólo para dar un maldito informe.

¿Qué quieres?”

“Eso acelera las cosas”, dijo Andrealphus, sonriendo amargamente antes de ponerse serio. “Quiero un Archidemonio que los apoye”.

A todos, salvo a Zagan, les sorprendió su petición.

“¿No te tienen?” Shax preguntó. “Tú eras el Archidemonio Jefe”.

“No eran suficientes. Básicamente son refugiados de Shere Khan, y ese imbécil anduvo por ahí cabreando al mundo entero. Para colmo, hay un montón de especies raras entre ellos que se supone que están extintas. Eso los convierte en un gran blanco para los hechiceros”.

La mera existencia de los Nephilim ya los convertía en valiosos sujetos de investigación. Al fin y al cabo, podían considerarse versiones mejoradas de los preciados homúnculos.

Zagan asintió irritado. “Es más, los Caballeros Angélicos no pueden dejar a los supervivientes en libertad. Incluso si fue a pequeña escala, esta fue la primera guerra con un Archidemonio”.

La Iglesia había desplegado trescientos caballeros en la batalla. No era mucho comparado con el ejército de Shere Khan, pero sólo cien Caballeros Angélicos estaban estacionados en una sola ciudad-150 si se incluían los veteranos retirados y los jóvenes caballeros en entrenamiento que Chastille había reunido. Teniendo esto en cuenta, era impresionante que hubieran conseguido adaptarse en un solo día. Después de todo, no podían permitirse descuidar las defensas de otras ciudades.

En resumen, los Nephilim eran objetivos tanto para los hechiceros como para los Caballeros Angélicos. Andrealphus había hecho honor a su nombre—aunque ahora estuviera retirado—manteniendo las cosas hasta este punto. Pero ahora que estaba aquí, significaba que estaba al límite. Aun así, Zagan no estuvo de acuerdo de inmediato.

“Comprendo las circunstancias”, dijo Kimaris, con expresión sombría. “¿Pero no será difícil ponerlos bajo la protección de Sir Zagan?”.

“¿Qué quieres decir?” preguntó Foll, ladeando la cabeza.

“Independientemente de la situación”, respondió Gremory, “los Nephilim ven a nuestro señor como el enemigo jurado que masacró a muchos de sus hermanos. Dudo que muchos le acepten obedientemente como su protector”.

“¿A pesar de que Zagan les salvó la vida?”

“Piensa en lo molestos que nos sentimos cuando se trata de este tipo”, dijo Zagan, rozando la cabeza de Foll y señalando a Andrealphus. “¿Lo entiendes ahora?”

“Aah…”

Todos los presentes, incluido Andrealphus, asintieron. Andrealphus se había encargado de desafiar a Shere Khan, fracasando finalmente y convirtiéndose en la marioneta de Shere Khan. Esto no era digno de elogio, por supuesto, pero tampoco había razón para criticarle constantemente por ello. Sin embargo, irritarse por el resultado era otra cosa.

“Oye, ¿por qué estás asintiendo también?” dijo Shax, volviendo en sí.

“Quiero decir, me he estado preguntando por qué todo el mundo me odia tanto cuando he estado trabajando tanto…” Andrealphus respondió.

En cualquier caso, esto era un problema. Zagan no podía acogerlos como hacía habitualmente.

Orias ya está jubilada, y para empezar es antisocial… Cuando se trataba de sus hijas, su corazón latía lo bastante fuerte como para llevarla al borde de la muerte, pero ella era fundamentalmente una ermitaña. No había razón para acoger a extraños, y seiscientos de ellos, bajo su protección.

Furcas tampoco puede lograrlo. Tal y como estaba ahora, no era más que un hechicero novato. Además, podría convertirse en un enemigo si sus recuerdos regresaran. Confiarle los Nephilim podría hacer que los usara como armas. Incluso sin tener en cuenta eso, el chico se aferraba a la espalda de Lilith cada vez que Selphy lo miraba. La idea de dejar algo bajo su protección inquietaba a Zagan.

Naberius… está fuera de discusión. Ahora estaba cooperando con Zagan, pero eso era porque tenían un “contrato”. Una vez que eso terminara, no sería extraño que se volviera contra ellos. Es más, se confabulaba tranquilamente con el enemigo cuando no afectaba al contrato. No se podía confiar en él.

Eso nos deja… Alguien con poder y fama. Alguien que no se volviera contra Zagan. Además, alguien que tuviera una relación amistosa con los Caballeros Angélicos, o que al menos no fuera hostil hacia ellos. Además, tenía que ser un Archidemonio con el que los Nephilim no tuvieran resentimiento. ¿Existía alguien tan conveniente?

Zagan dejó escapar un suspiro. No era porque no se le ocurriera nadie. Era porque no había nadie más adecuado para la tarea.

¡No te acobardes, Zagan! ¡La convertiste en Archidemonio porque la reconociste como adulta!

Luego volvió los ojos hacia la persona en cuestión. “Foll. ¿Quieres intentarlo?”

Los ojos del pequeño dragón se abrieron de golpe. “¿Y-Yo?”

“Hmm, lo entiendo”, dijo Andrealphus. “La pequeña dama protegió tanto a los Caballeros Angélicos como a los Nephilim durante la batalla. Ser hija del Dragón Sabio Orobas también le da afinidad con ellos. Es más, ella es la Archidemonia que hizo el mayor despliegue de poder allí. No puedo quejarme con tu elección”.

Probablemente había venido con la intención de elegirla desde el principio. Zagan miró a Andrealphus con reproche.

“Por favor, espere un momento, maestro Zagan”, dijo Nephy alterada. “No creo que Foll esté completamente libre de la ira de los demás. No podemos permitir que vaya a un lugar tan peligroso…”

Zagan estuvo a punto de echarse atrás ante la súplica de su amada novia, pero enseguida fortaleció su espíritu y sacudió la cabeza.

“Sin duda es peligroso, pero creo que puede hacerlo”, dijo Zagan, y luego miró directamente a los ojos de su hija. “¿Qué te parece, Foll? Si no quieres molestarte, eres libre de negarte. Tal y como dijo Nephy, podría provocar problemas con los otros Archidemonios o Caballeros Angélicos”.

Sin embargo, Zagan creía que Foll era el mejor candidato. Apretó los puños frente al pecho y se lo pensó, pero no pasó mucho tiempo preocupándose por ello.

“Entendido. Lo intentaré”. “¡Foll!”

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Nephy levantó la voz sin querer, pero sabía que se estaba equivocando al culpar a su hija de esto. Nephy agonizaba pensando que era demasiado pronto para Foll, pero también quería reconocer que su hija era capaz de valerse por sí misma. Sus orejas puntiagudas temblaban mientras reflexionaba sobre su conflicto interior.

¡Es la primera vez que veo a Nephy así! El corazón de Zagan latió con fuerza al ver su expresión, y utilizó todo su poder como Archidemonio para mantenerlo bajo control.

“Hnnngh… ¡Qué poder de amor! ¡¿Se está acumulando incluso en tal situación?!”

“Señorita Gremory, por favor contrólese”.

Gremory se encogió hacia atrás, sobrecogida por lo que estaba ocurriendo, y Kimaris la mantuvo en su sitio.

Al poco rato, Nephy bajó los hombros con resignación. “Asegúrate de volver a tiempo para la cena, ¿okay…?”.

Ese era su punto de compromiso.

Foll esbozó una sonrisa. “Heh heh. Mmm. Volveré a tiempo”.

Nephy guardó en su corazón la espléndida figura de su hija y, de algún modo, logró esbozar su propia sonrisa.

“Lady Nephy, no hay por qué preocuparse”, dijo Alshiera, acercándose a ella. “Permaneceré al lado de Foll durante un tiempo. La mayoría son conocidos míos”.

“P-Por favor, cuide de Foll, Lady Alshi—” Nephy sacudió la cabeza como si de repente recordara algo, luego continuó con su sonrisa habitual. “Por favor, cuida de Foll, madre”.

Ahora fue el turno de Alshiera, que se quedó boquiabierta. Se cogió el dobladillo de la falda e hizo una reverencia.

“Por favor, déjamelo a mí”.

La mirada de Zagan también vagó torpemente, pero finalmente asintió.

No puedo dejar las cosas así para siempre. Se rindió a regañadientes cuando Andrealphus le dedicó una agradable sonrisa. Parecía que este

hombre también conocía la identidad de Alshiera. Zagan decidió descargar su ira contra el hombre y lo fulminó con la mirada.

“Esto me sienta mal”, dijo. “Pones cara de que te han quitado todas tus cargas, Andrealphus”.

“¿No lo han hecho? Nunca he sido apto para estas cosas. Ser el Archidemonio Jefe o un Arcángel o cualquier otra cosa donde esté a cargo de otros, quiero decir”.

Por eso se había conformado con ser el Arcángel número dos. Incluso si no hubiera perdido contra Shere Khan, Andrealphus probablemente lo habría considerado su último trabajo y habría cedido su Sello a otro. Sin embargo, fue inesperado que fuera Shax.

“El Caballero Angélico Michael está siendo tratado como KIA”, añadió Andrealphus. “Me gustaría pasar ya a la jubilación”.

“Haz lo que quieras… una vez que todo esté limpio”. “Hah, tan duro como siempre”.

Cuidar de los Nephilim no era un trabajo que acabara tan fácilmente. Andrealphus sonrió con amargura, por haberlo asumido él mismo, y luego sacó una caja de madera para fumar un cigarrillo.

Con esa pausa en la conversación, Gremory alzó mansamente la voz.

“¿Has terminado con este tema, entonces? Yo también tengo algo de qué hablar”.

“Ir a tener tus charlas en tus reuniones raras”, dijo Zagan. “¡Es grave!”

La abuelita trataba su “poder amoroso” como un asunto serio, por lo que era totalmente indigna de confianza en ese frente. Dicho esto, era deber de un rey escuchar a sus súbditos. Sin otra opción, Zagan esperó sus siguientes palabras.

“Se trata del pasado de Shere Khan”, comenzó Gremory con gravedad. “No podemos dejar la animosidad entre hechiceros y Caballeros Angélicos”.

Zagan ya había recibido su informe sobre los recuerdos de Shere Khan. La información también había sido compartida con todos los presentes. Podría decirse que el incidente en cuestión era la razón de toda la violencia de Shere Khan. La difunta maestra del Archidemonio, Lisette Dantalian, había mantenido una vez al mundo bajo control. Debido a la traición de Marchosias, hechiceros y Caballeros Angélicos habían tomado caminos decisivamente diferentes.

Shere Khan había saldado personalmente esa cuenta. Aquel contra el que había luchado—el conocido como “Marc”—había sido borrado del mundo. Los dos se habían eliminado mutuamente. Aunque la conclusión no fuera satisfactoria, Shere Khan tenía que saldar esa cuenta. Era absurdo que Zagan irrumpiera desde la barrera.

Shere Khan no había deseado que alguien vengara su muerte. Pero como amigo de Shere Khan, Zagan quería conceder el deseo que aquellos dos no habían visto cumplido.

“Incluso Chastille y yo conseguimos hacernos amigas”, dijo Nephy con expresión apenada. “Estoy segura de que los hechiceros y los Caballeros Angélicos pueden convivir”.

Kimaris asintió. “Tienes razón. Puede que sea difícil, pero no creo que sea imposible”.

Como antigua amiga de Shere Khan, Kimaris también quería salvar los sueños del difunto Archidemonio. Dejando a un lado si realmente había forma de conseguirlo, Kimaris era optimista.

“Opino lo mismo”, se unió Shax con una mueca, “pero el problema es cómo hacerlo. Hay Caballeros Angélicos que tomaron la espada por odio a los hechiceros, y los hechiceros tampoco son de los que se puedan dominar”.

“¿De verdad es tan difícil?” preguntó Foll con curiosidad.

“Bueno, puede que no lo entiendas muy bien merodeando por aquí, pero el mundo es bastante complicado”, le dijo Andrealphus.

“¿Por qué? Hay una manera de hacerlo”. “¿Hm…? ¿Qué quieres decir?”

Incluso la sonrisa de Andrealphus vaciló ante lo convencida que estaba. Foll se volvió hacia Zagan, que le devolvió el saludo con la cabeza.

“Tienes razón”, dijo. “Acaba de producirse el alboroto ideal. No tiene sentido dejarlo sin usar”. Con eso, se volvió hacia Gremory. “Puedes hacer lo que te dé la gana. Usa mi nombre y el de quien sea y lo que necesites”.