Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¡Eeeeeeeeek!”

El estridente grito de Mia se escuchó en todo el recinto de la cabalgata. El aire, implacable y poderoso, se abalanzó sobre ella como un muro, amenazando con aplastar su cuerpo. Era como galopar hacia un huracán. Afortunadamente, la gran estructura de Malong estaba detrás de ella, asegurándose de que no saliera despedida por el aire. El coste de esta seguridad era la sensación de estar aplastada en una fina pasta entre dos enormes losas, una gaseosa y otra pectoral. El constante vendaval hizo que su pelo se arremolinara salvajemente en pequeños tornados capilares, y temió que todos los mechones se desprendieran. Se aferró desesperadamente a las riendas, forzó su cuerpo hacia delante y se tensó, tratando de mantenerse sentada en el caballo. El mundo que la rodeaba pasaba en forma de rayas borrosas, difuminadas por las lágrimas de sus ojos. Todo, desde la valla que rodeaba el terreno y la vegetación circundante hasta la gente que los observaba, se había reducido a manchas de color, cada una de las cuales duraba sólo un breve segundo antes de desaparecer de su vista. Distinguió vagamente algunas hojas caídas que giraban en el aire en la distancia. Lo siguiente que supo fue que le habían pasado por el pelo con un alarmante estruendoooo y habían desaparecido. Ya había oído el sonido antes. Era el mismo ruido estridente que hacían las flechas que la tribu Lulu le había lanzado.

“¡Fwaaaaaaaah! ¡Gyaaaaaaah!”

Gritó mientras empezaba a arrepentirse del comentario que había hecho hace unos minutos.

Aaaah, ¿por qué tenía que ir a decir algo así? Por qué…

Retrocediendo unos minutos…

Después de llegar a los terrenos de equitación, Mia comenzó rápidamente su paseo de prueba en el moonhare con Malong. Dieron dos vueltas al terreno, yendo más rápido que incluso aquella vez que Mia había impulsado a su corcel a un galope descontrolado. La sensación de velocidad era casi violenta en su intensidad, y no tardó en soltar un chillido ahogado de lágrimas. Al notar su malestar, Malong le preguntó: “Bueno, ha sido un buen calentamiento. ¿Quieres dar por terminado el día por ahora? No hay prisa después de todo. Puedes tomarte tu tiempo para acostumbrarte.”

Con gran esfuerzo, Mia inclinó la cabeza hacia él y sonrió. Era, por supuesto, una sonrisa muy forzada.

¿Acostumbrarse? ¿Me estás diciendo que esto es sólo un calentamiento? pensó, secretamente aterrada por las implicaciones.

Debería haber escuchado a su gallina interior. Si hubiera sido sincera y hubiera dicho que ya había tenido suficiente por hoy. Podría haberse conformado con el calentamiento… Pero no lo hizo.

“H-Hah, puedo manejar esto sin problema. ¿Dijiste que esto era un calentamiento? Pues más vale que lo sea, porque sólo estoy empezando.”

Su maldito ego no la dejó. No después de decir un montón de grandes palabras sobre cómo podría manejar el caballo incluso si Malong no montaba con ella. Era demasiado tarde para echarse atrás. Peor era el hecho de que su boca no dejaba de agitarse.

“E-Esto no es tan malo como esperaba. Es fácil. Parece que la velocidad de los moonhares es pura palabrería”, dijo jactanciosamente antes de poner cara de suficiencia y añadir: “Pues bien. Ahora que he visto lo que puede hacer este caballo, creo que te dejaré libre por hoy.”

Lo había dicho como excusa para terminar y bajarse de este demonio cuadrúpedo de la velocidad, pero antes de que pudiera pedir el fin del paseo, notó algo extraño. Las orejas del caballo estaban dobladas en un ángulo extraño, casi como si estuviera escuchando su conversación. Instantes después, Kuolan soltó un relincho creciente, un grito parecido al que podría emitir un artilugio giratorio cuando coge velocidad. Detrás de ella, escuchó a Malong emitir dos sonidos muy preocupantes.

“Uh oh —”

Antes de que ella pudiera pedir una aclaración, él gritó: “¡Agárrese bien, señorita! Y no hable o se morderá la lengua.”

“…¿Eh?”

Su advertencia coincidió con un segundo relincho más potente. Una fracción de segundo después, Kuolan estalló en movimiento. El aire que se movía rápidamente golpeó sus tímpanos con un boom ensordecedor, y se convirtió en viento.

Tengo que dejar de ser arrogante. Es definitivamente uno de mis peores hábitos…

Kuolan giró en una esquina. El movimiento casi la arroja directamente de su espalda. Luchó desesperadamente por mantenerse en pie, manteniendo el agarre de las riendas por pura voluntad. Con un gran esfuerzo, consiguió abrir los ojos. Lo primero que vio fue la cara de Kuolan, que se había inclinado brevemente en su dirección para mostrar la separación de sus grandes labios de caballo en una amplia sonrisa.

Este caballo… ¡¿Se está burlando de mí ahora mismo?! ¿En serio? ¿Se burla de mí un caballo? La indignación se encendió, reprimiendo su terror. Sus ojos tenían el brillo ardiente de alguien que se levanta para enfrentar un desafío. Muy bien, estúpido animal, si crees que esto es todo lo que hace falta para que admita la derrota, entonces estás muy equivocado. Comparado con la guillotina, esto… ¡Esto no es nada! ¡Tener a Dion buscando tu sangre es mucho más aterrador! Después de pasar por eso, P… P-Puedo… ¡No, no puedo! ¡Lo siento! ¡Mentí! ¡Por favor, para! ¡Eeeeek! ¡Déjame bajar! ¡No puedo soportar esto!

Sólo después de haber vivido la experiencia de montar en una liebre, los pies de Mia volvieron a encontrar un suelo firme. Sus piernas temblorosas se esforzaron por soportar su peso y se tambaleó.

“¿Está bien, señorita?”

Malong se apresuró a echarle una mano, pero se le adelantó.

“Cuidado, Mia. Cuidado con los pies.”

“Eso me pareció inusualmente imprudente por tu parte.”

“…¿Eh?”

Al encontrar un par de brazos que sostenían cada uno de los suyos, levantó la vista aturdida para encontrar los rostros de un par de príncipes.

“M-Mi Dios… Abel y Sion… ¿Qué están haciendo aquí?”

“Practicando la equitación, por supuesto… pero como les hemos encontrado montando a toda velocidad, hemos decidido ser espectadores”, respondió Sion en tono despreocupado.

“Me alegro de que hayamos pillado tu debut en el moonhare”, añadió Abel. “¿Qué tal el paseo? Pareces un poco inestable. ¿Estás bien?”

Ella estuvo a punto de derretirse ante su amable sonrisa, pero obligó a sus piernas a seguir siendo materia sólida y puso la cara más valiente que pudo reunir.

“H-Hah, como si algo así pudiera hacerme tambalear. Ha sido un… u-un auténtico juego de niños.”

Agradeció a los dos príncipes su ayuda. Luego, con pasos lentos y elegantes, se acercó a Kuolan y le acarició suavemente la punta de la nariz. Mientras lo hacía, susurró: “Te estabas riendo de mí, ¿verdad? Tienes mucho valor, estúpido caballo. ¿Tienes idea de quién soy — Hm?”

Kuolan tomó una gran bocanada de aire, giró un poco la cabeza para apuntar el hocico a su cabeza y, con un poderoso estornudo – a – choo, descargó el contenido de su nariz.

“¡Gyaaaah!”

Una tormenta de aire, mocos y babas pasó por delante de ella, haciéndola caer de espaldas. Aturdida, miró al caballo con estupor y luego se miró a sí misma para ver las consecuencias del estornudo. Podía sentir su pelo pegado a las mejillas, cubierto de la sustancia viscosa de la nariz del caballo. Su camisa estaba húmeda y viscosa. Todo era muy desagradable.

“Oh, sólo un aviso, señorita. Kuolan puede entender las palabras humanas hasta cierto punto, así que sería mejor que tuviera cuidado con lo que dice a su alrededor. No querrás que piense que eres una pusilánime.”

Casi en consonancia con la advertencia de Malong, Kuolan sonrió y miró por debajo de su nariz a Mia.

¡Él… Él lo hace totalmente! ¡Este maldito caballo cree que soy una broma!