Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“…Ugh, qué día tan terrible.”

Con pasos cansados y blandos, Mia se dirigió a los baños comunes. Anne caminó junto a ella.

“Estará bien, mi lady. Se lo quitaremos enseguida”, dijo la doncella en tono reconfortante. “¡En poco tiempo volverás a ser la misma de siempre!”

Mientras se arremangaba, sus ojos adquirieron el brillo ardiente de alguien que se levanta para afrontar un reto. Afortunadamente, los baños comunales de Saint-Noel procedían de manantiales naturales y siempre tenían agua en abundancia y podían utilizarse en cualquier momento.

“Hnnngh, estoy chorreando mocos…”

Mia se quitó la ropa mojada, pero una asquerosa pegajosidad le quedó en la cara y en el pelo, empañando su estado de ánimo. Con una cara excepcionalmente larga, entró en la sala de baño…

“¿Oh?”

Su curiosidad fue despertada por el olor de la habitación. Entre el vapor flotaba la fragancia de algún tipo de hierba. Era un aroma agradable y calmante que parecía perfecto para adormecer a la gente.

“Mmm… Huele tan bien.”

Miró a su alrededor, buscando el origen del nuevo olor.

“Buenos días, Su Alteza.”

“¿Eh? ¿Señorita Mia? ¿Por qué está aquí?”

Las voces sonaron desde la piscina. Cuando entornó los ojos a través del vapor, notó un par de figuras familiares.

“Esa es mi pregunta, Bel. Y Citrina también. ¿Qué estáis haciendo aquí?”

Miró a su nieta y a su nueva amiga.

Hmm… Parece un poco inusual estar tomando un baño juntas a esta hora del día.

Con una ceja alzada, Mia se dirigió a la zona de lavado y se sentó en uno de los taburetes de madera. Enseguida apareció Anne y comenzó a enjuagarle el pelo. La sensación de los dedos de la doncella recorriendo su cabello y rascando su cuero cabelludo era maravillosa, y Mia cerró los ojos para disfrutar del proceso. Poco a poco sintió que la sedosidad habitual de su cabello volvía a aparecer a medida que el agua eliminaba la baba.

Cuando Anne casi había terminado con su cabello, Mia se dirigió a Citrina.

“Es raro verte aquí. Creía que a los nobles de Tearmoon no les gustaban mucho los baños comunitarios”, dijo, mirando en dirección a la muchacha.

¡Quizá creas que me has conquistado, pero tengo los ojos puestos en ti!

Mia resopló con fuerza. Los Yellowmoons seguían estando en lo alto de la lista de enemigos potenciales, y Citrina era la hija de su Duque. De ninguna manera iba a bajar la guardia ante ellos. Agudizó la mirada, dispuesta a denunciar enérgicamente cualquier comportamiento sospechoso que percibiera.

Citrina se sentó en el borde de la piscina, sus esbeltos miembros y su delicado torso desprendían un aura de elegancia a pesar de su juventud. Vestida o no, seguía pareciendo una muñeca, y de una calidad excepcional. La piel de sus delicados brazos y piernas era de un blanco pálido. La chica, pensó Mia, debía estar diciendo la verdad cuando dijo que había nacido con mala salud. Desde luego, parecía débil.

Estoy segura de que incluso yo puedo vencerla en una pelea…

Después de dar a su oponente el patentado repaso de Mia y analizar su potencial en la batalla, Mia se sintió imbuida de una extraña confianza. Citrina, por su parte, respondió con una dulce sonrisa.

“De hecho, le estaba diciendo a Bel que deberíamos pedirle a Su Alteza que se uniera a nosotras.”

“¿Oh? ¿Unirse aquí, quieres decir?”

“Sí. Sé un poco de hierbas, así que le pedí a la señorita Rafina y recibí permiso para añadir algunas perfumadas al baño”, dijo Citrina, ahuecando demostrativamente un puñado de agua de la piscina.

“Huh, ahora sí…”

A Mia se le ocurrió que las hierbas debían ser la fuente de la agradable fragancia que había notado al entrar en la habitación. Una vez terminada su sesión de lavado y aclarado, se levantó de su asiento y se acercó a la piscina. Al mirar más de cerca, se dio cuenta de que una bolsa de flores secas se balanceaba en la superficie del agua.

“¿Qué tipo de planta es ésta?”

“Es un tipo de hierba llamada moonbead. Se dice que la moonbead es buena para aliviar la rigidez muscular. Por favor, entre y vea si le funciona a Su Alteza.”

Atraída por la acogedora sonrisa de Citrina, Mia se metió en el agua. Cuando el cálido líquido envolvió su cuerpo, dejó escapar un suspiro de alivio.

“Esto… se siente muy bien. Es como si la tensión se me escapara. Tan agradable y cálido…”

Lentamente, se hundió más y más en la piscina hasta que sólo su cabeza quedó por encima del agua. Con un gruñido perezoso, estiró sus extremidades al máximo, sintiendo cómo el calor se colaba en sus poros desde los dedos de los pies hasta el cuello. El “Uf…” que soltó fue, quizás, demasiado gutural para ser del todo apropiado para su imagen real, pero nadie lo comentó.

Citrina se metió en la piscina junto a Mia.

“Me he enterado por Bel de que últimamente Su Alteza ha pasado mucho tiempo practicando la equitación, así que he buscado formas de aliviar la fatiga. Espero que esto ayude.”

Ante este gesto tan considerado, Mia…

“¡Vaya! ¡Es muy amable de tu parte!”

… ¡Se sintió muy conmovida! Se emocionó tanto que casi se le saltan las lágrimas. Mia era, en general, bastante crédula y propensa a gustar a cualquiera que mostrara interés en bañarse. Además, la comodidad de estar en su hábitat natural — la casa de baños — le había hecho bajar la guardia. Estos dos factores combinados la habían convertido en una piñata de puntos de afecto, que Citrina acababa de romper al transmitir su consideración a través del baño, reclamando todos esos preciosos puntos de afecto para ella. Si luego hubiera presentado algún tipo de dulce apto para el baño para que Mia lo disfrutara, probablemente sería el alma gemela oficial de la princesa para cuando salieran de la casa de baños.

“Veo que has hecho una amiga maravillosa”, dijo Mia, volviéndose hacia Bel.

Las dos intercambiaron sonrisas.

“Ejeje, me alegra que piense así, señorita Mia. A mí también me gusta mucho Rina.”

Abuela y nieta procedieron a reírse al unísono, compartiendo un momento de armonía familiar.

“Aaaah… esto sí que es un baño de calidad…” comentó Mia.

Levantó el brazo derecho por encima del agua, apreciando la forma en que las gotas de agua rodaban por su piel lisa y sin manchas. Cogió un puñado de agua y se lo echó en la cara. La sensación de calor que se extendía por sus mejillas era simplemente sublime. Como conocedora de los baños, la abuela Mia prefería los más calientes. Estos infundían a su cuerpo el calor suficiente para que disfrutara de una sensación de calor persistente durante algún tiempo, incluso después de salir.

“Por cierto, Alteza”, dijo Citrina bruscamente, “ya que está practicando tanto, ¿significa que se presentará al Torneo de Equitación en otoño?”

“Ah, supongo que no puedo culpar a nadie por pensar eso. La verdad es que nunca tuve la intención de hacerlo, pero tal y como van las cosas, creo que tendré que hacerlo…”, respondió, suspirando al recordar los acontecimientos del día.

“En ese caso, ¿te parece bien que Rina vaya a verte practicar?”

“Vaya, ¿también te interesa la equitación, Citrina?”. La mirada de sorpresa de Mia se transformó rápidamente en una sonrisa. “Por supuesto entonces. Ven y echa un vistazo. Los caballos son adorables. Bueno, la mayoría de ellos, al menos…”

Una visión de cierto estornudo equino sonriente surgió en su mente.

Nunca perdonaré a ese caballo… ¡Absolutamente nunca! ¡Me las pagarás por esto, imbécil engreído! ¡Recuerda mis palabras!

Apretó el puño mientras juraba igualar el marcador con el caballo que tanto la había perjudicado. No descansaría hasta vengarse.

La próxima vez, me comeré una tarta de zanahoria entera delante de tu cara. ¡Ya veremos cómo te sientes, estúpido caballo!

En una nota no relacionada, dicho pastel de zanahoria era, de hecho, uno de los postres vegetales inventados por el jefe de cocina de Tearmoon. Había enviado la receta, y pronto se incorporaría al menú de la cafetería de la academia.