Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 5: La Chica Estrella Polar III

Capitulo 8: La Princesa Mia… Infla Su Estatus

“¿Esta… Esta historia es cierta?”

“…No sé si es verdad o no, pero es lo que dice la piedra.”

Esto era un infierno para encontrar. Mia se masajeó las sienes en un intento inútil de alejar el dolor de cabeza que se avecinaba. Como si quisiera darle un último golpe, la losa tenía una última línea de texto inscrita.

No olviden este deber, los de mi sangre. Asegúrense de que quede grabado en la memoria. Somos los detentores de todo lo que es. Somos vengadores, que empuñan el caos y la ruina. No olviden este deber, los de mi sangre, y sigan luchando. ¡Véngate del mundo!

Miró fijamente la fanática directiva de su antiguo antepasado.

¡No descargues en mí tus extrañas obsesiones, viejo fósil!

Un sentimiento de profunda exapersación surgió al saber que su bisabuelo había sentido la necesidad de cargar a sus descendientes con esta absurda misión. ¿Acaso el hecho de molestar a los jóvenes era algo que se daba en su familia o algo así? Sin embargo, por muy inoportuno que fuera este descubrimiento, le hizo encajar algunas piezas del rompecabezas. Durante la revolución de Tearmoon, por mucho que lo intentara, nada le había salido bien. Pensaba que la causa había sido la intromisión de los Cuervos del Viento — los espías de élite de Sunkland — que operaban en Tearmoon, pero su suposición había sido errónea. El imperio había albergado a ruines agentes de las Serpientes del Caos desde el principio. De hecho, había surgido de uno de ellos.

Dudo que todos los nobles sean conscientes de los objetivos del primer emperador y que los hayan convertido en su misión personal, pero el imperio tiene una larga historia, y las creencias pueden ganar mucho impulso con el tiempo. Ahora entiendo por qué era tan difícil cambiar el curso de los acontecimientos en aquella época. Especialmente si uno de los Cuatro Duques está confabulado con las Serpientes del Caos…

Su reacción inicial ante esta posibilidad había sido “¡¿Qué?! ¿Se han infiltrado tan arriba?” Este nuevo descubrimiento, sin embargo, había puesto todo en perspectiva. No era que uno de los duques hubiera sido captado por las Serpientes del Caos. El primer emperador fue el que cayó bajo su hechizo, y esa ardiente ambición inicial no había hecho más que menguar a lo largo de las sucesivas generaciones. La familia imperial simplemente había olvidado el credo de su padre fundador.

Y también se olvidó. Me alegro de que lo hayamos hecho. ¿Por qué no íbamos a olvidarlo?

Era un ideal sin valor. Nada bueno podía salir de él, y mucho daño. Desperdiciar un ápice de espacio cerebral en él sería absurdo.

De hecho, tal vez deberíamos fingir que nunca vimos esto… Creo que un buen número de personas armaría un escándalo si se supiera esto. Una vez que los rumores extraños comienzan a extenderse, no hay forma de detenerlos…

Para los nobles regulares, la ambición del primer emperador era, francamente, un gran dolor de cabeza. Ellos eran los que se beneficiaban del sistema, así que eran comprensiblemente propensos a ataques de amnesia voluntaria cuando se trataba de directivas para poner en marcha los establecimientos existentes. Con el tiempo, era natural que el aspecto voluntario se desvaneciera.

Estoy bastante segura de que ni siquiera Padre sabe esto. Es difícil pensar en algo menos propicio para disfrutar de la vida que lleva actualmente.

Olvidado… pero no irrelevante. Aunque antiguo, un decreto como este todavía tenía poder. Un noble en decadencia podría utilizarlo como forraje para montar un ataque político y denunciar el sistema existente. Sería un choque irreconciliable para aquellos que nunca habían cuestionado su historia o su cultura, aceptando su propia rectitud al pie de la letra.

Esmeralda, por ejemplo, es un ejemplo de persona a la que nunca debería mostrar esto…

“Q-Qué demonios… ¿Es usted, mi lady?”

Mia casi saltó de sus zapatos al oír la repentina voz detrás de ella. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que otra persona entraba en el santuario.

“Mi lady…”

Mirando a Mia con ojos preocupados estaba su leal doncella, que sostenía con su hombro a una segunda figura que se levantaba con cierta dificultad.

“¿Anne… y Esmeralda? ¿Qué demonios hacen aquí?”

“Eso no importa. ¿Qué hay de la historia? ¿Es verdad?” presionó Esmeralda.

Mia la miró y chasqueó la lengua.

Uf, literalmente la última persona a la que quería oír hablar de esto…

Con respecto a Alexis, la sincera opinión de Mia era que él y su voluntad podían irse de rositas. Incluso si el relato de la losa de piedra era cierto, y el primer emperador había fundado efectivamente Tearmoon con la intención descrita, ella no tenía ninguna obligación de obedecer su mandato.

Si sigo ciegamente las instrucciones de este lunático antepasado mío, ¡me enviara directamente a la guillotina! ¡De ninguna manera voy a hacer eso!

Si hubiera una competición por el “objeto más inútil que existe”, esta losa de piedra sería la ganadora indiscutible. Sintió un fuerte impulso de arrojar esa cosa al mar. Y luego arrojar un ancla sobre ella.

¿Por qué la aborrecía tanto? ¿Era por los efectos insidiosos que podría tener en su pueblo? ¿Por las vidas de los soldados que podría costar la guerra civil? Por supuesto que no. Era porque siempre fue una defensora del principio de Primero Mia. Quería comer dulces y estar en la cama todo el día. Un imperio estable era necesario para que ella pudiera disfrutar de esa vida. Por lo tanto, no deseaba verlo sufrir una revolución o un colapso. Frente a sus ideales de indolencia, los de sus antepasados no eran más que una tontería. ¡No, peor que una tontería! Eran una amenaza. Lo último que le importaba eran las razones de su antiguo antepasado para fundar el imperio. ¡Al infierno con su venganza! ¡Al diablo con las ejecuciones! Si alguien le trajera hoy una guillotina nueva, seguro que no cortaría ninguna cabeza con ella. La usaría para abrir algunas frutas de piel dura para obtener sus dulces jugos. Como guillotina, como imperio.

No se trata de por qué se hizo algo. Se trata de lo que se hace con ello.

Por supuesto, había quienes no querían ni podían entender esas cosas, y el ejemplo más atroz de esa gente estaba delante de ella ahora mismo.

¿Ugh, por qué tenía que aparecer Esmeralda precisamente ahora? Lo juro, tiene la peor sincronización.

Mia conocía bien a su “amiga”. Esmeralda tenía una fuerte tendencia a conformarse con las tradiciones de la nobleza y las enseñanzas de sus padres.

A diferencia de mí, puede ser bastante ingenua. Es muy fácil influenciarla.

“Cómo… Cómo puede ser esto… El primer emperador…”, susurró Esmeralda, con voz temblorosa, mientras pasaba la mano por la pétrea inscripción.

“M-Mira, Esmeralda, no tienes que tomarte esto tan en serio. Está bien…”

Mia se interrumpió al darse cuenta de que no la escuchaban.

“Nuestro glorioso imperio… ¿se fundó para esto? Para cumplir con las órdenes del primer emperador…”

Uh oh, esto es malo. ¡No estoy consiguiendo que me escuche! ¡Está en su propio mundo!

La visión de Esmeralda y su mirada hueca hizo que Mia entrara en pánico.

¡Aaah! ¡Dulces lunas! ¡Y ella también es un poco loca por la autoridad! Un mensaje del primer emperador va a tener mucho peso para ella. ¡Definitivamente estoy en desventaja aquí!

Después de todo, Mia no era el gobernante reinante, sino su hija. Además, ella y Esmeralda eran parientes, y se tenían tanta reverencia como, por ejemplo, primos lejanos. En términos de peso real, las palabras del primer emperador superaban claramente las suyas.

Hnnnngh… ¡Tengo que hacer algo, o Esmeralda también se convertirá en una Serpiente!

Actualmente, Mia no creía que Esmeralda o la Casa de Greenmoon tuvieran nada que ver con las Serpientes del Caos. Tenía que ser alguna otra casa que siguiera al pie de la letra la filosofía desquiciada del primer emperador.

Quiero decir, papá y yo no heredamos ninguna de estas tonterías. ¡Y somos la familia imperial! ¿Podrían dejar de intentar alcanzar algún objetivo loco de hace generaciones que ni siquiera nos preocupa?

El mayor problema era que las palabras del primer emperador podían convertir a Esmeralda, que ahora mismo era inofensiva, en alguien mucho menos inocuo. Mia tenía que evitar que eso sucediera. Tras un momento de reflexión, le llegó la inspiración.

…¡Eso es! Si mi palabra de princesa no tiene suficiente peso… ¡Simplemente inflaré mi estatus!

No podía vencer al primer emperador en autoridad, pero la autoridad no era la forma de librar esta batalla. ¡Cambia las reglas del combate y tendrá la ventaja!

“Escucha, Esmeralda…” Mia se puso delante de su amiga y la miró suavemente a los ojos. “Sé que las palabras del primer emperador tienen mucho peso para ti. Mucho más de lo que mi propio rango jamás tendrá. Por eso… Voy a decirlo de otra manera. ¿Estarías dispuesto a escuchar un consejo mío? No de la princesa, sino de tu mejor amiga Mia.”

Sabiendo que la “princesa” que sostenía era una apuesta perdida, vio la “autoridad” del primer emperador y le planteó la “amistad”. Aunque Esmeralda afirmaba frecuente y públicamente ser la mejor amiga de Mia, la propia Mia rara vez le había correspondido. ¿Por qué iba a hacerlo si sinceramente no compartía el sentimiento? Ahora, sin embargo, lo estaba haciendo oficial.

“Estoy dispuesta a reconocer formalmente tu posición como mi mejor amiga, ¿sabes? ¿Qué te parece?”

Por muy antiguo que fuera, un edicto del primer emperador seguía teniendo mucho peso. No había ninguna duda al respecto. Era ciertamente discutible, si no inequívoco, que todos los nobles de Tearmoon debían tenerlo en la más alta consideración y enorgullecerse de respetar sus deseos. La actitud de Esmeralda no era única; ante las palabras del primer emperador, muchos nobles hacían lo mismo, aceptando las palabras del primer emperador al por mayor por fidelidad al trono. En pocas palabras, ser “leal al primer emperador” no era un estatus único. De hecho, era bastante común. Sin embargo, “la mejor amiga de la princesa” … Eso sí que tenía un toque especial. Era un estatus muy escaso, sobre todo por limitaciones logísticas; sólo podía haber una persona que llevara ese título. Mia podía tener cien compañeros de té, pero no podía tener cien mejores amigos. Entre los dos títulos, había un claro ganador.

Con la gravedad de su nuevo estatus totalmente establecida, Mia dio su golpe final.

“No importa qué motivos tuviera el primer emperador cuando fundó el imperio, ahora significan poco… porque hay una cosa mucho más importante.”

“¿Más importante?”

“Gobernar en paz sobre un pueblo satisfecho.”

Esa era la regla de oro para llevar una vida dorada. La forma de mantener un entorno en el que cada antojo de azúcar pudiera saciarse inmediatamente con un sabroso manjar. El camino hacia una utopía de revolcarse en la cama todo el día sin recibir una buena reprimenda por ello. Ese era un futuro al que valía la pena aspirar.

“Si el Imperio Tearmoon realmente fue creado para un objetivo tan perverso… entonces a partir de este momento, declaro oficialmente anulado el mandato”. Después de que su voz de eco se desvaneciera en las paredes de la caverna, sonrió. “Entonces, Esmeralda, ¿qué dices? En lugar del primer emperador, ¿qué tal si sigues mi ejemplo? Libérate de las cadenas que te atan a un antiguo juramento de lealtad a él… y forja un vínculo más fuerte de compañerismo conmigo, tu mejor amiga”, dijo con el tipo de sonrisa congraciada que suelen emplear los vendedores de mala muerte y los aduladores en serie.

Hizo hincapié en las tres últimas palabras, “tu mejor amiga”, como recordatorio de esta oportunidad única en la vida de hacer oficial el título.