Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“En ese caso, ¿todavía te acuerdas de cómo fue la Fiesta de la Nochebuena del año pasado?”, preguntó Rafina.

“Desde luego que sí.”

Mia asintió mientras repasaba sus recuerdos de la ocasión.

La Fiesta de la Nochebuena era el mayor evento anual de Saint-Noel. Basado en la historia de la Deidad Sagrada que desciende al reino de los mortales y otorga la luz de la esperanza al hombre, el propósito del festival era expresar la gratitud de ese año por Su Santidad. Se celebraba la primera semana del último mes de cada año y consistía en una misa solemne a la luz de las velas, seguida de una animada celebración. Durante la misa, todos se reunían en el altar, cada uno con una lámpara de madera. Se cantaba una lista tradicional de himnos antes de que Rafina pronunciara un sermón. Al final, todos salían al exterior y arrojaban sus lámparas a una hoguera, haciendo que ésta pasara de ser una brasa a una gran llama ardiente. El ritual representaba la luz de la esperanza de Dios iluminando la tierra. A continuación, comenzaba la fiesta, que se prolongaba durante toda la noche. El evento no se limitaba a la academia, sino que abarcaba toda la isla, y los estudiantes se desparramaban por la ciudad en bandas itinerantes que contagiaban su entusiasmo y alegría. El año anterior, Mia y sus amigas habían disfrutado de un largo recorrido por los puestos de los vendedores antes de retirarse a la habitación de Chloe y charlar toda la noche.

…En caso de que alguien se pregunte cómo le fue a Mia en el pasado, el festival fue tan malo como cabía esperar. Estaba sentada en su habitación esperando que Sion viniera a invitarla a salir. Esmeralda pasó por allí con un grupo de amigos durante la fiesta y la invitó a unirse a ellos, pero ella se negó, pensando que no podía permitirse el lujo de marcharse en caso de que Sion apareciera mientras ella no estaba. Eso sí, no estaba esperando una hora concreta; no le habían hecho ninguna promesa. Simplemente esperó, y esperó… y lo siguiente que supo fue que se había despertado con el sonido de los pájaros.

Sí, fue uno de esos episodios.

Sin embargo, sus solitarios recuerdos acabaron sirviendo de combustible yuxtapuesto para el festival del año pasado, mejorando en gran medida una experiencia ya agradable y convirtiéndola en una noche que recordaría el resto de su vida.

“Entiendo”, dijo Rafina. “Conoces el desarrollo general del festival, ¿verdad? Las responsabilidades del consejo estudiantil se encuentran principalmente en la segunda mitad, durante la fiesta. Habrá mucho tráfico dentro y fuera de la academia durante ese tiempo. Los comerciantes, por ejemplo, a los que normalmente no se les permite el paso, tendrán que ser inspeccionados de antemano. También habrá que modificar las rutinas de seguridad. Dicho esto, el consejo estudiantil no va a microgestionar todo esto. Más bien, recibiremos informes de los responsables de las distintas funciones y nuestro trabajo será comprobarlos y asegurarnos de que no hay deficiencias ni problemas.”

“Hmm… Parece que hay mucho trabajo que hacer por adelantado. ¿Qué pasa con el día de?”

“El festival propiamente dicho es un día bastante ligero para el consejo estudiantil. No habrá mucho trabajo que hacer. Parte de la planificación que hacemos de antemano es poner en marcha sistemas que permitan al personal de las instalaciones trabajar con flexibilidad sin tener que informar de cada pequeño problema.”

Mmm… Eso tiene sentido. Después de todo, la señorita Rafina no puede moverse libremente ese día.

Como hija del Duque Belluga, Rafina era también una santa de la Iglesia Ortodoxa Central. El día de la Fiesta de la Nochebuena, actuaba como capellán de la academia. Esta función la mantenía muy ocupada, ya que debía asistir a la misa con velas y luego ir de invitado en invitado saludando y hablando con ellos. Por eso hubo que diseñar sistemas preventivos para que el festival pudiera seguir funcionando incluso en su ausencia.

“Sé que suena bastante abrumador, pero es un evento anual, y tanto el jefe de seguridad como el mayordomo jefe que se encarga de las operaciones están familiarizados con el funcionamiento. Sospecho que no será una tarea tan onerosa como podría parecer”, dijo Rafina con una sonrisa suave y tranquilizadora.

Mia, por supuesto, no encontró este comentario especialmente reconfortante. En todo caso, la puso aún más nerviosa, ya que tener poco o nada de trabajo el día del festival significaba que…

Básicamente no hay nada que me impida salir y dejar la isla.

Sería mejor que le dijeran que tenía que correr una maratón por la academia apagando incendios operativos, o que tenía que quedarse encerrada en la oficina del consejo estudiantil para lidiar con un flujo constante de trabajo. Así sería casi imposible escabullirse y dejarse atacar por los bandidos. La perspectiva de persuadir a Rafina y al resto de los miembros para que la dejaran abandonar un montón de trabajo y salir de la isla por su cuenta era prácticamente impensable. El hecho de poder deambular libremente rebajaba mucho el obstáculo para salir de la isla, añadiendo una gran dosis de ominosa legitimidad a la profecía de las Crónicas.

Oh, pero, de nuevo, el yo de las Crónicas no sabía que me matarían si salía de la isla, así que tal vez en ese momento, sólo tenía ganas de tomar aire fresco y no lo pensó mucho…

Intentó imaginarse a sí misma decidiendo dar un largo paseo por capricho y paseando despreocupadamente fuera de la isla con un caballo. Lo consiguió.

De acuerdo, sí, me veo haciendo eso.

Reflexionó sobre las implicaciones de este pensamiento. Por ejemplo, todo el trabajo que supuso la preparación previa del festival podría haberla dejado reprimida. Tal vez buscaba un desahogo para sus frustraciones, esperando desahogarse con un largo galope. Naturalmente, con la isla ocupada por los festejos, cualquier paseo a caballo tendría que tener lugar en otro lugar; tendría que salir de la isla. Cuanto más pensaba en esta posibilidad, más alarmante le parecía su probabilidad.

Pero en ese caso, la solución es sencilla. No importa lo ocupado que esté, incluso si me siento encerrada y frustrada, sólo tengo que asegurarme de no hacer la estupidez de abandonar Saint-Noel. Eso es todo. Podría quedarme en mi habitación todo el tiempo. Incluso podría organizar una especie de fiesta de agradecimiento del consejo estudiantil en la oficina y pasar toda la noche de fiesta allí… Me gusta cómo suena eso. Quizá la fiesta podría incluir un guiso de hongos…

Aunque su mente encontraba este acuerdo totalmente razonable, su estómago no parecía estar convencida, y algo en él seguía revoloteando. Le molestaba y, por alguna razón, no conseguía que desapareciera.

De todos modos, hasta que llegue el día, debería aprovechar este tiempo para hacer todo lo que pueda para prepararme. ¡Eso, al menos, es algo útil que sé que puedo hacer!

Donde va el descuido, la muerte le sigue de cerca. Así que Mia iba a dar esquinazo a ambas cosas sin bajar la guardia. Así era como pensaba librar esta batalla — evitar a su enemigo como la peste. Como dice el refrán, si eres una gallina, haz lo que hacen las gallinas; emplea la Táctica de Gallina.