Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Ahora bien… Después de charlar a gritos con Citrina sobre los hongos y profundizar en su amistad, Mia fue a ver a Rafina a su habitación.

“Hola, señorita Rafina. Ha pasado mucho tiempo.”

La expresión de Rafina cambió a una sonrisa radiante al ver a Mia en la puerta.

“Caramba, señorita Mia. Sí que ha pasado, ¿verdad? Pase, por favor.”

“…Bien. Entonces, paso.”

La expresión de Mia, mientras tanto, estaba rígida como una roca. No era de extrañar, ya que tenía que informar a Rafina de que el primer emperador de Tearmoon había estado confabulado con sus enemigos mortales, las Serpientes del Caos, y era cómplice de su conspiración.

Está bien, esta es la señorita Rafina. Seguramente, ella más que nadie insistirá en la idea de que los pecados ancestrales son heredables…

Aun así, el informe no era divertido de hacer. Peor aún, ese no sería el tema principal de discusión del día.

Necesito toda la información que pueda conseguir sobre el Festival de la Víspera Sagrada para poder prepararme. El destino me ha dado otra sentencia de muerte, y necesito salir de ella de alguna manera…

Su mórbida determinación debió mostrarse, porque Rafina se quedó en silencio durante unos segundos mientras estudiaba su rostro.

“Déjame ir a preparar un poco de té. También tengo una tarta de bayas que he guardado para una ocasión así. Me encantaría que tomaras té un poco conmigo.”

“¿Lo tienes? Me encantaría.”

Con eso, el humor de Mia experimentó una recuperación en forma de V. Mientras mordisqueaba la corteza deliciosamente crujiente, disfrutando del sabor que le hacía cosquillas en la lengua, dejó escapar un suspiro de placer.

“Aaah, la suave dulzura de esta corteza… va perfectamente con la acidez de las stellaberries. Un emparejamiento maravilloso. Esto es la felicidad en forma de pastel.”

Al verla sonreír de oreja a oreja, Rafina también sonrió.

“Jaja, me alegro de que te sientas mejor. Entonces, ¿has tenido unas buenas vacaciones de verano?”

La pregunta sacó a Mia de su ensueño epicúreo y le recordó por qué estaba allí en primer lugar.

“Ah, bueno, fueron… unas vacaciones de verano muy significativas. Al menos diré eso.”

Procedió a contar la historia de su verano, la isla y lo que encontró allí. Lo que aparentemente había comenzado como una historia de aventuras en una isla tropical se desvió con un latigazo narrativo en la aparición del primer emperador. Al final, ni siquiera Rafina pudo ocultar su asombro.

“Vaya… Entiendo… Quién iba a pensar que el Imperio Tearmoon tenía un secreto así…”, murmuró una Rafina pensativa. Dejó escapar un breve suspiro. “A ver si lo entiendo. Básicamente, hace mucho, mucho tiempo, hubo un culto maligno que fue desterrado del continente. Eran los que más tarde se convertirían en las Serpientes del Caos, y se escondieron en una pequeña isla del mar de Galilea, donde vivían en secreto.”

“Ese santuario subterráneo que construyeron era realmente algo.”

El trabajo que debe haber ido en esa iluminación misteriosa, lo que les permite trabajar en la oscuridad… Es una muestra de la habilidad tecnológica de los que vivían allí.

“Investigar ese lugar podría revelar alguna información sobre las raíces de las Serpientes. Merece la pena echar un vistazo a ese santuario en particular. Podemos aprender mucho, como en qué época se construyó basándonos en su estilo arquitectónico, por ejemplo…” Tras otro periodo de tranquila contemplación, Rafina continuó. “Entonces se produjo un punto de inflexión para los habitantes de la isla, que fue la llegada de la tribu de cazadores. Eran los antepasados de los modernos habitantes de Tearmoon. Bajo el liderazgo del primer emperador, conocieron a las Serpientes del Caos y, al compartir una situación similar de exilio de su tierra natal, encontraron resonancia en sus sentimientos y creencias…”

“Sin embargo, no estoy segura de si fue sólo el primer emperador el que se hizo Serpiente, o si los otros nobles también fueron influenciados…”

“También está la cuestión del grado de influencia. ¿El primer emperador se tomó realmente a pecho las enseñanzas de las Serpientes? ¿Era un verdadero creyente? ¿O simplemente las utilizó para promover sus propios fines?”

Ni Mia ni Rafina eran ajenas a la conspiración, y esta experiencia compartida dejaba claro que, en términos de complicidad, el espectro podía ir desde los Cuervos Blancos en un extremo hasta Jem en el otro.

“No es difícil imaginar que alguien con la brillantez y la capacidad de crear un imperio del tamaño de Tearmoon pudiera simplemente aprovecharse de las Serpientes, empleando su doctrina, su lógica y sus creyentes por igual para sus propios fines. Por otro lado, teniendo en cuenta que llegó a construir un imperio entero para satisfacer sus propios deseos, también se podría decir que es obsesivo hasta el punto de ser delirante, lo que sugiere que una adoración profundamente arraigada de los ideales de las Serpientes tampoco es exactamente impensable.”

En ese momento, Rafina hizo una pausa y frunció el ceño.

“Se me acaba de ocurrir algo. ¿Qué pasa con tu padre? ¿Está el actual emperador de Tearmoon al tanto de esto?”

“¿Mi padre?” Mia se imaginó la cara de su padre. “Definitivamente no.”

Su respuesta fue rápida y segura. Su fe en su padre era inquebrantable. Confiaba en él con todo su corazón.

“Lo único en lo que piensa papá es en cómo conseguir que me guste más.”

Más específicamente, ella confiaba en que su naturaleza molesta lo consumía todo. Alguien que utilizaría un decreto imperial para que su hija le llamara “papá” nunca participaría en una conspiración que pudiera ponerla en peligro.

“Jaja, veo que ninguno de los dos lo tiene fácil. La familia imperial ciertamente echó un órdago al primer emperador con, erm, cómo acabaron algunos de sus descendientes. Por supuesto, es gracias a la excentricidad de tu padre que podemos reírnos de este descubrimiento ahora mismo.”

Rafina sonrió, aunque la expresión era un poco irónica. No dijo nada más, sus cejas se fruncieron mientras se sumía en un silencio contemplativo, como si una nueva preocupación acabara de hacerse evidente para ella.

“¿Te molesta algo?”

“No, no tanto molestar como… Bueno, me preguntaba si alguien con la competencia necesaria para crear una nación desde cero habría estado ciego ante la posibilidad de que sus descendientes se desviaran de su plan original…”

Tomó un sorbo de té, haciendo una pausa con los ojos cerrados para ordenar sus pensamientos. Luego continuó.

“La felicidad, señorita Mia, borra los rencores. El resentimiento se marchita cuando crece la felicidad. Tal es la naturaleza de estas cosas. Cuando la gente se convierta en emperador, ¿seguirá albergando el rencor de sus antepasados y satisfará ese antiguo deseo de venganza?”

Era una pregunta muy acertada. Por ejemplo, un hijo podría buscar venganza por el agravio de su padre. Eso era plausible. Un nieto podría incluso intentar vengar a su abuelo. ¿Pero qué hay de un bisabuelo? ¿O un tatarabuelo? ¿Hasta dónde se podía llegar? ¿Era realmente posible que la gente siguiera albergando el deseo de vengar a unos antepasados que ni siquiera habían conocido?

“El acto de construir una nación requiere inevitablemente que uno gobierne sobre un pueblo. Requiere su ascenso al más alto puesto de poder. El hombre en cuestión lo logró y se convirtió en el primer emperador, asegurando que su posición imperial pasaría a sus descendientes, como les ha pasado a tu padre y a ti. Pero, ¿podrían esos descendientes, después de ascender al trono ellos mismos, mantener su misión? ¿Aprovecharían el segundo y tercer emperador el poder de su imperio para arruinar el mundo? ¿Su mundo? ¿Cuándo ellos viven una vida feliz? ¿Lo destruirían todo sólo para resolver el rencor de su antepasado?”

Era muy probable que, en algún momento, dijeran “¡Al diablo con la venganza!” y decidieran simplemente disfrutar de sus vidas. El gran plan del primer emperador estaba condenado al fracaso desde el principio.

“Parece un defecto terriblemente crítico… ¿Un punto ciego, quizás? ¿O incluso eso formaba parte de su plan?”

Mientras Rafina contemplaba el alcance de las maquinaciones del primer emperador, Mia estaba ocupada albergando su propio rencor.

¡Sea lo que sea lo que hayan pensado, son todos, un dolor de cabeza! ¡El primer emperador, padre, todos ellos! ¿Por qué mi familia está tan llena de locos? ¡Soy la única que es sensata y competente! Uf, por eso nunca puedo tener un respiro…

Se estremeció de indignación por ser el caballo de batalla infravalorado de su linaje, ilustrando inadvertidamente la situación de todos los caballos de batalla realmente sensatos, competentes y subestimados que la rodeaban. Ludwig y Keithwood, aguanten. De todos modos…

“Uh, señorita Rafina, ¿podría… pedirle que envíe a algunas personas de Belluga a investigar esa isla?”

Normalmente, ella hubiera preferido enviar a su propio equipo de investigadores de Tearmoon a rastrear el lugar, pero con la conspiración del primer emperador habiendo salido a la luz, esa opción estaba fuera de la mesa.

“No puede ser un descendiente del conspirador quien se haga cargo, después de todo…”

“Es cierto… Esa isla podría contener información valiosa sobre los orígenes de las Serpientes del Caos. Esto no es algo que Belluga pueda permitirse dejar pasar.”

La pronta aceptación de la tarea por parte de Rafina hizo que Mia se sintiera un poco mejor.

“Muchas gracias. Le pediré a Esmeralda que me envíe algunas cartas náuticas. Ah, también, ¿podría preguntarte una cosa más?”

“¿Hm?” Las cejas de Rafina se alzaron. “Claro, ¿de qué se trata?”

“Sobre el Festival de la Víspera Sagrada de este próximo invierno…” dijo Mia nerviosa. “¿Podrías… decirme de antemano cómo prepararme para ello y qué tendré que hacer?”

Su pregunta hizo que Rafina le sonriera.

“Dios… Está pasando todo esto, ¿y todavía estás pensando en tus deberes como presidenta del consejo estudiantil?”

“¡Claro que sí! ¡Después de todo, me has confiado el trabajo!” Mia le devolvió la sonrisa, fingiendo que eso era lo que había querido decir todo el tiempo.