Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

En medio de una masa de escombros rocosos, Mia seguía cayendo, acunada en los brazos de Abel y embelesada por su calor.

Aaah… Voy a morir… de sobrecarga de felicidad…

Un traumatismo severo era un sospechoso más probable, pero, en cualquier caso, su fantasioso análisis de la causa de la muerte se vio interrumpido por la repentina sensación de que le echaban agua en la cabeza.

¡Splash!

Más bien, el suceso se describiría mejor como su zambullida en el agua de cabeza. Intentó gritar, pero el agua le llenó la boca. Sólo consiguió dar unos cuantos golpes de pánico y empezaba a agitarse cuando un apretón de los brazos de Abel la calmó. Se calmó y se entregó a él.

Dejaré que Abel se encargue de esto. Estaremos bien…

El amor y la confianza se unieron en una mezcla narcótica de sentimientos que relajó su mente y sus músculos. Se dejó llevar, sin ofrecer resistencia, mientras él la arrastraba con él. Unos segundos después…

“¡Bwaaah!”

Sintiendo que su cara rompía la superficie del agua, abrió la boca y tomó una bocanada de aire.

“¡Augh! ¿Qué es esto? ¡Ow, ow, ow! M-Mis ojos… ¡Me pica! Y mi boca sabe salada… ¿Esto es… agua de mar?”

Se frotó enérgicamente los ojos con una mano mientras miraba a Abel. Su cabeza estaba girada hacia arriba y tenía el ceño fruncido. Siguió su mirada para descubrir un techo de roca. Un techo rocoso muy alto. La abertura por la que habían caído parecía diminuta desde donde ella estaba ahora.

“W-Wow… ¿Nos hemos caído desde ahí arriba? Es bueno que haya agua aquí abajo. No creo que lo hubiéramos logrado de otra manera.”

“Sí, tuvimos suerte. Aun así, el agua está demasiado fría para que nos quedemos dentro. Salgamos y secémonos”, dijo, señalando hacia una de las paredes de la caverna donde el suelo se elevaba fuera del agua, formando un banco. “¿Sabes nadar?”

“Mmhmhm, por supuesto que sé. He estado practicando. Mira y sorpréndete.”

Enseguida demostró lo que consideraba el mejor estilo de natación — uno que avergonzaba a todos los demás — girando y… cayendo en un flotador trasero. Esto, ella había decidido, era realmente la mejor manera de nadar. No había necesidad de contener la respiración. Ni siquiera se mojaría la cara. Lo único que tenía que hacer era flotar como un tronco. Lo que más le gustaba era la falta de esfuerzo. Tras un breve momento de quietud, empezó a dar patadas con las piernas, sus pequeñas salpicaduras de remo crearon un mínimo de impulso hacia delante.

“Oh, hazme saber si estoy a punto de chocar con algo, ¿vale?”

“Claro, te avisaré cuando estemos cerca. Vamos.”

Abel se lanzó también hacia delante y los dos comenzaron a nadar hacia tierra firme.

Tras salir del agua, Mia dejó escapar un suspiro de alivio.

“¿Te duele algo?”

“No, creo que estoy bien. Gracias a ti, por supuesto. ¿Y tú?”

“Yo también estoy bien. Esta agua nos ha salvado la vida.”

Mia asintió, con la mente lo suficientemente compuesta como para apreciar plenamente su buena suerte. Su mirada se desplazó por la superficie del agua hasta una pared de roca adyacente y la siguió hacia arriba. Era alta, alcanzaba unos tres pisos si hubiera sido la pared de un castillo. Un fino cono de luz solar brillaba desde la grieta del techo, lo que sugería que no habían sido encerrados. Sin embargo…

“Eso… no parece escalable”, murmuró.

La superficie de la pared rocosa era lisa y resbaladiza. Escalarla estaba más allá de las capacidades del humano medio.

Puedo ver a Dion escalando esto; y haciéndolo parecer fácil. Pero él no cuenta. Ese hombre es apenas humano, no importa el promedio.

Como mínimo, estaba más allá de sus capacidades. Eso significaba que, si bien el agua había evitado su muerte inmediata, sus posibilidades de salir vivo o muerto de este aprieto no eran del todo optimistas.

“Lo siento, Abel. Te he metido en un lío terrible.”

Sus hombros cayeron en una rara muestra de arrepentimiento. Abel, sin embargo, negó con la cabeza.

“No lo sientas. En realidad, me alegro de estar aquí.”

“¿Hm? ¿Qué quieres decir?”

“Si alguien querido está en peligro, quieres estar con ellos. Para protegerlos. No puedo soportar la idea de que estés aquí abajo sin mí.”

“Mi Dios…”

Mia se llevó la mano a la boca y le miró con los ojos abiertos. Él arrastró un poco los pies y se dio la vuelta, sin encontrar su mirada. En cambio, se limitó a sonrojarse.

Oh, Abel, pensó Mia con diversión, ¿por qué sigues diciendo cosas así si te avergüenza tanto?

Sus mejillas también se habían calentado, pero siendo una mujer madura de veinte años, se las arregló para abstenerse de cualquier muestra externa de torpeza. La había pillado desprevenida al principio, pero rápidamente había recuperado la compostura. De hecho, Mia ya había captado las peculiaridades de la personalidad de Abel. Era franco y serio, lo que a menudo le llevaba a decir lo que pensaba. Este conocimiento le permitía mantener un cierto grado de preparación mental, que suavizaba el impacto de sus repentinos ataques a su corazón.

La hermana mayor Mia seguía teniendo la sartén por el mango.

Sin embargo, con o sin ventaja, no era inmune a la incomodidad inherente a la situación, y dejar que el silencio se produjera parecía una buena manera de hacer las cosas aún más incómodas. Así que habló.

“De todos modos, parece que estamos en un aprieto, ¿no? Podemos esperar a que llegue la ayuda, o esperar a ver si la situación cambia… En cualquier caso, probablemente sea una buena idea quedarnos aquí para — ¡Ah-choo!”

Estornudó y se estremeció. Hacía más frío de lo que había pensado, lo que se evidenciaba en la piel de gallina que tenía.

“¿Mia? ¿Estás bien?”

“S-Sí, estoy bastante bien. Sólo estoy mojada, así que hace un poco de frío.”

Ligeramente avergonzada por el estornudo, intentó quitárselo de encima con una sonrisa despreocupada, pero la expresión de Abel seguía siendo grave.

“Entiendo. Si te quedas con frío, te va a quitar la resistencia…” Dudó brevemente antes de decir: “Lo siento, Mia.”

“¿Eh? ¿Lo siento? Por qué —”

En cambio, le robó la voz. Confundida y nerviosa, se congeló en su abrazo.

¿Eh? ¿Qué? ¿Eh?

La hermana mayor que llevaba dentro sufrió un decisivo KO, dejándola a su aire. Empezó a marearse cuando la suave voz de Abel entró en su oído.

“Lo siento. Sé que esto es inapropiado… pero necesitamos usar nuestro calor corporal para mantenernos calientes en este momento.”

A pesar de su disculpa, su tono era firme, y la acercó.

Ah, entiendo lo que pasa aquí… Aunque me resista, no me dejará ir porque ha decidido que es necesario… Es por eso que sigue sujetándome más y más fuerte… Para que no pueda escapar…

Huyó hacia el lado lógico de su mente, analizando la situación a distancia para no perder la calma. No funcionó por mucho tiempo, ya que su calor reconfortante se filtró a través de su cuerpo e impregnó su mente. Su abrazo, tan apretado como para doler un poco, le otorgaba una ingenua torpeza. Todo estaba en silencio, salvo su respiración y la de ella. Ella se esforzó por exhalar suavemente para que una bocanada de aire inestable que golpeara su oído no delatara su agitación interior. Mientras tanto, su corazón traidor latía cada vez más fuerte y más rápido. Mientras la fiebre envolvía su mente, puso en marcha las facultades que seguían siendo funcionales en un intento desesperado por pensar con claridad.

¿E-Esto es real? Tal vez haya muerto después de todo. Este debe ser ese lugar paradisíaco del que hablan. ¡Tiene que ser eso! ¡No se puede explicar de otra manera! ¡¿Cómo es posible que ocurra una situación tan soñada?!

¡La vida que comenzó en la guillotina había llegado ahora a su cima indiscutible!

Bueno, eso es lo que pensaba Mia al menos.