Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

El tiempo que quedaba pasó rápidamente, y antes de que se diera cuenta, había llegado el día del Torneo de Equitación. El evento tendría lugar en los mismos terrenos de equitación que Mia había utilizado siempre para practicar. El cielo estaba despejado y el suave viento otoñal era fresco y refrescante.

Mia levantó los brazos y se estiró. Luego echó un vistazo al recinto.

“Tengo que decir…”

El hipódromo que serviría de escenario para el torneo ocupaba una gran extensión de terreno. Era tan grande que probablemente Mia tardaría medio día en recorrer todo el perímetro. Y eso suponiendo que no se rindiera a mitad de camino. Según Malong, cada vuelta de la pista de carreras tenía una longitud de mil moontales, y el primero en terminar dos vueltas ganaba. A cierta distancia de la pista había un anillo circundante de innumerables tiendas. También se habían instalado varios puestos de venta, de los que salían aromas apetitosos que hacían que la nariz de Mia se moviera con inquietud. Tampoco eran todos puestos de comida. Algunos vendían ropa ecuestre. Uno de los más extraños que había visto vendía juguetes de peluche para caballos.

“Vaya, esto está muy animado…”

El entusiasmo que se respiraba era contagioso y no pudo evitar sonreír. Sin embargo, se quedó perpleja con un pensamiento.

Es muy extraño. ¿Cómo es que no recuerdo nada de esto? pensó mientras ojeaba los informes enviados al consejo estudiantil por los organizadores del torneo. ¿Esto… siempre fue así?

Se rascó la cabeza. Durante su vida en la línea temporal anterior, debería haber presenciado este torneo en al menos dos ocasiones distintas. Claro, puede que se cancelara más tarde, cuando el imperio empezó a desmoronarse, pero en esos dos primeros años debería haberse celebrado. En cambio, se quedó completamente en blanco; no había ningún recuerdo de este evento. Perpleja, pinchó a Anne, que estaba a su lado. Como no podía hacer la pregunta directamente, ya que se trataba de una línea temporal diferente, la formuló de forma indirecta.

“Dime, Anne, ¿este torneo también se celebró el año pasado por estas fechas?”

“El año pasado, creo que estabas ocupada con los problemas de Remno por estas fechas.”

“Ah”. Mia asintió. “Entiendo. Me fui a Remno justo después de que terminaran las vacaciones de verano, así que supongo que el calendario se alinea… El torneo probablemente tuvo lugar cuando volví y estaba lidiando con las secuelas.”

Más concretamente, habría tenido lugar mientras ella se revolcaba en la cama todo el día, al estar agotada por la prueba y haber delegado todo el trabajo de limpieza en Ludwig.

Apenas pude reunir la energía para ir a clase, así que supongo que tiene sentido que me perdiera el torneo. Abel y Sion estaban ocupados con las consecuencias en sus respectivos reinos, así que probablemente tampoco participaron.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz familiar.

“Esa no es la única razón por la que se siente diferente. Este año está más animado, y es nada menos que por usted, señorita.”

“Vaya, Malong”, dijo ella, volviéndose para encontrarlo de pie detrás de ella. “Tú — Eh. Vas muy bien vestida hoy.”

Dando un paso atrás para ver mejor todo su atuendo, se cruzó de brazos y tarareó en apreciación durante un rato. El elemento más destacado de su ropa era un gran caballo, bordado con una deslumbrante gama de colores. Hilos de tonos naturalmente puros se entrecruzaban de forma intrincada, negros, dorados y rojos entrelazados con azules, amarillos y verdes. Llevaba una camisa en forma de túnica doblada sobre sí misma en la parte delantera, al estilo oriental, con unos pantalones largos que les llegaban a los tobillos. En la cabeza llevaba un pequeño sombrero redondo. Era, con toda seguridad, una forma de vestir tradicional del Reino Ecuestre.

“Esta es la vestimenta formal de nuestro clan”, dijo con una risa sincera. “De todos los días, éste es uno en el que definitivamente tengo que vestirme bien.”

Miró a través de la gran arena, con los ojos llenos de emoción.

“Mira esta multitud… Es como si toda la academia estuviera aquí. ¿Y para qué? Un torneo de equitación. Nunca pensé que vería el día… Hablando de listas de deseos…”

“Um, no estoy seguro de seguir. Dijiste que esto era… ¿por mí?”

Él sonrió ante su cara de desconcierto.

“¿Qué, no lo sabías? Últimamente ha habido un poco de auge de la equitación en Saint-Noel.”

Ella parpadeó.

“¿De verdad? No tenía ni idea.”

Si bien es cierto que últimamente había notado algunas caras nuevas en el club de equitación y que el tema de los caballos había surgido con más frecuencia en las conversaciones de clase, ella había supuesto que era el efecto de la proximidad del torneo.

“¿Pero por qué es por mí?”

“¿No te acuerdas? Cuando hacías campaña para ser presidente del consejo estudiantil, ibas por ahí montado en un caballo.”

“Ah, es cierto. Recuerdo haber hecho eso.”

Había sucedido hace demasiado tiempo como para que su memoria de pez dorado pudiera recordarlo sin una indicación externa.

Recuerdo haber pensado “¿Qué demonios estoy haciendo con mi vida?” mientras cabalgaba por la academia…

El pensamiento hizo que sus ojos se volvieran distantes.

“Hay gente que dice que se ha unido porque la nueva presidente monta a caballo como afición”, continuó Malong, “así que querían probarlo ellos mismos. Las chicas, sobre todo, parecen haberle cogido cariño. Muchas me dicen que admiran el modo en que te mantienes fiel a ti misma a pesar de las presiones de la campaña.”

No mintió. La visión de Mia sentada alta y orgullosa a caballo había dejado una fuerte impresión en sus compañeros.

“Huh. Así que eso es lo que pasa…”, dijo en tono contemplativo.

La influencia hasta ahora desconocida que había tenido sin querer en la academia era sin duda motivo de reflexión.

“Esos pasteles con pinchos atravesados… Tienen tan buena pinta…”

…Por supuesto, la comida para pensar no era tan interesante como los pensamientos sobre la comida, y como Mia siempre se mantenía fiel a sí misma, era esto último lo que ocupaba su mente.