Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Ugh… Estoy tan cansada…”

Con el cansancio escrito en su cara, Mia salió tambaleándose del establo. Antes de que pudiera salir, un caballo se acercó a ella. Era su viejo compañero de entrenamiento.

“Ah… Kuolan…”

Relinchó. El sonido carecía de su energía habitual. De hecho, el caballo parecía un poco marchito de espíritu.

“Mi Dios… ¿Has venido porque estás preocupado por tu líder? Vaya, eres un subalterno muy considerado. Estoy un poco impresionada.”

Acarició el cuello de Kuolan con una suave sonrisa.

“Mmhmhm, relájate. Tu líder está bien. Tanto la madre como el hijo están sanos y salvos.”

Mia no tenía ninguna consideración por los que se comportaban de forma servil a su alrededor. La línea de tiempo anterior le había enseñado con qué facilidad ese tipo de congraciación servil se transformaba en fría indiferencia en el momento en que perdía su posición y su poder. No había peso para ello. No hay coherencia. Se negaba a reconocer cualquier valor en algo tan etéreo. ¿Y si, por ejemplo, la persona a la que abandonaban acababa recuperando el poder? Era fácil ver cómo serían vistos de forma aún peor que las personas que habían sido enemigas desde el principio. A Mia no le interesaba ni necesitaba ese comportamiento caprichoso. Después de todo, en este mundo era posible rebobinar el tiempo milagrosamente después de morir. Ese tipo de lamebotas condicional no era suficiente. Necesitaba una lealtad real.

Por supuesto, entendía el deseo de poner la lengua en la bota ante una figura de autoridad abrumadora. Lo entendía muy bien. De hecho, ella misma se dedicaba con frecuencia a pulir el calzado con la saliva. Y como lo hacía, tenía un profundo aprecio por el compromiso. Mientras que despreciaba a los aduladores de medio pelo que cambiaban de opinión en un momento dado, consideraba a aquellos cuyos labios permanecían firmes en los poderosos traseros como camaradas afines. Para ello…

“A pesar de que tu líder está debilitada por el parto, sigue viva y podras verla como siempre. Manteniendo una actitud respetuosa a pesar de su vulnerabilidad… Es una muestra admirable, si lo digo yo. Sabes, creo que he sido demasiado dura contigo, Kuolan.”

Sintió una profunda conexión con el caballo y vio en él un alma gemela. Dada esta nueva simpatía…

“Para que sepas, Kuolan, mis amigos y yo estuvimos todo el tiempo ayudando a tu querida líder a dar a luz. Puedes ir a preguntarle directamente después, pero estuvo muy cerca. El bebé casi no llegó a nacer. Sin embargo, gracias a la rapidez de mi amiga, conseguimos salvar la vida del pequeño.”

…Decidió sacar todo el provecho posible del evento, señalando a Kuolan que no sólo gozaba de los favores de su líder, sino que había hecho un gran favor a la siguiente en la línea de sucesión al trono equino. Ya se había ganado el favor de la siguiente generación de líderes equinos.

“Así que”, dijo mientras Kuolan la miraba con sus grandes y brillantes ojos de caballo, “agradecería algo de ayuda durante el Torneo de Equitación, si sabes a lo que me refiero.”

Con la sonrisa cómplice de los políticos que aceptan sobornos, le dio una palmadita en el cuello al caballo. Kuolan, por su parte, seguía mirándola dócilmente, con su larga cara inmóvil. Si la entendía o no era una incógnita. En ese momento, sus orejas se movieron antes de levantar la cabeza y mirar a su alrededor.

“¿Qué? ¿Qué pasa?” dijo Mia con el ceño fruncido.

Por muy inteligente que fuera Kuolan, seguía siendo un caballo, así que no había respuesta verbal. La respuesta llegó en forma de un constante repiqueteo seguido de un saludo.

“Bueno, pero si es Su Alteza. Saludos.”

Se volvió hacia la enérgica voz.

“Mi Dios, Ruby. Saludos.”

Ruby Etoile Redmoon saltó de su caballo y se acercó antes de hacer una reverencia formal.

“¿Vas a los terrenos de equitación?”, preguntó Mia. “Además, ese es… un caballo bastante impresionante el que tienes ahí…”

Estudió el corcel de Ruby. Parecía terriblemente rápido. Unos suaves arcos de músculos sobresalientes recorrían sus fornidas patas traseras, insinuando la fuerza con la que podía patear el suelo. Su torso también era imponente. Esbelto pero firme, soportaba a Ruby sin el menor atisbo de tensión. Sin embargo, su característica más llamativa era otra.

“No sabía que los caballos pudieran tener el pelo tan rojo.”

Cada mechón parecía arder con la luz bermellón del sol del atardecer. El aleteo de su lustrosa crin se asemejaba a las brillantes brumas de calor del verano, como si su cuerpo ardiera lo suficiente como para distorsionar el aire circundante. Se erigió con el aire de un monarca.

“Agradezco el cumplido, Su Alteza. Es un honor. Este caballo es especial, incluso para nosotros. El más rápido y fino de todos los moonhares”. Ruby pasó su mano por su melena carmesí. “Es el único Skyred Hare (Liebre Roja del Cielo), de la que se dice que es capaz de seguir el ritmo de la luna y lanzarse al filo del anochecer, con el cielo rojo persiguiéndola pero sin alcanzarla.”

“Skyred Hare…”

El caballo miró a Mia, con la inteligencia que irradiaban sus ojos, y dejó escapar un breve relincho como si reconociera su nombre.

Vaya, hay casi una elegancia en sus rasgos. Si los caballos tuvieran nobleza, éste sería uno de ellos.

Luego, desvió la mirada hacia su propio corcel.

…De alguna manera, no veo que Kuolan vaya a presentar mucha batalla. Este caballo está fuera de su alcance, pensó con un suspiro.

Justo en ese momento, notó un curioso gesto de Skyred Hare. Mientras que se había comportado con delicadeza con Mia y la trataba con respeto, cuando miró a Kuolan… ¡resopló! Mia se dio cuenta por puro instinto reflejo.

¡Ah, este caballo es definitivamente un imbécil!

“Ahora bien, debo disculparme”, dijo Ruby mientras montaba de nuevo. “Nos vemos en el torneo. Espero con ansias nuestro evento.”

Haciendo honor a sus nombres, se convirtieron en un torbellino de color rojo mientras se alejaban al galope hacia el picadero, dejando a Mia y a Kuolan observando sus formas encogidas a través de la nube de polvo que había a su paso. Tras haber presenciado la velocidad de Skyred Hare, Mia estaba segura de su destino.

Bueno, ya está. He perdido. Practicar más, acostumbrarse a montar a Kuolan… nada de eso importa. Están a otro nivel.

Miró a su caballo, que no parecía ni enfadado ni hosco. Simplemente observaba con perfecta placidez cómo Skyred Hare desaparecía en la distancia.

Ah, así que tú también te has dado cuenta. Así es. No tienes ninguna posibilidad. Ninguno de nosotros la tiene…

Dejó escapar un suspiro descorazonado, sintiendo que su ánimo se hundía. Sólo faltaban tres días para el torneo.