Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mientras el grupo de Mia estaba ocupado con su aventura subterránea, ¿qué demonios hacía el equipo de Sion? Retrocedamos un poco en el tiempo y comprobémoslo…

Sion y Nina recorrieron los alrededores del manantial en busca de Esmeralda. Al no encontrar rastro de ella, volvieron a la cueva, sólo para encontrarla también vacía. Anne, que debía estar de guardia, no estaba. Mia y Abel tampoco habían regresado.

“El sol abrasador… ¿Desaparecer en islas desiertas es una nueva moda entre las mujeres de Tearmoon?”

El tono frívolo de Sion no lograba ocultar su preocupación. Después de contactar con Keithwood, que regresó poco después, decidió ir en busca de la persona de cuyo paradero estaban más seguros — Anne. Los dos se adentraron en la cueva, pero descubrieron que el camino estaba bloqueado por el derrumbe. Dando marcha atrás, se dirigieron en la dirección que había tomado el equipo de Mia. Cuando se encontraron con un agujero en el suelo en el que la roca circundante se había derrumbado hacia abajo en un vacío negro, Sion se quedó realmente sin palabras.

Consciente de los nervios de su maestro, Keithwood habló en un tono tranquilo y comercial.

“Si cayeron… existe la posibilidad de que queden inmovilizados por sus heridas.”

“Sí, podrían estarlo.”

Las implicaciones de la declaración de Keithwood eran claras para Sion. Incluso si sus amigos seguían vivos allí abajo, volver a subirlos sería casi imposible. Era inútil.

No, no te rindas. Sigue pensando. Tiene que haber una manera.

Negándose a doblar la rodilla ante la desesperación, Sion pensó furiosamente. Para su consternación, la inspiración no llegó. En cambio, apareció en forma de Nina, que había estado en la playa vigilando. Se acercó corriendo y dijo: “La Estrella Esmeralda ha vuelto.”

“¿En serio? En ese caso, dile a la tripulación que necesitamos su ayuda ahora. Si tienen cuerda, tal vez podamos bajar por este agujero. Todavía hay esperanza —”

Sus pensamientos acelerados se detuvieron cuando ella le informó que no era necesario. Se quedó mirando, totalmente atónito.

“¿Qué? ¿Están… bien? ¿Y ya están a bordo?”

Siguió desconcertado mientras se dirigían al barco, murmurando frases como “¿Cómo en nombre del sol?” y “Maldita sea, Mia, ¿qué magia es esta?” durante todo el camino.

El miembro de la tripulación que tripulaba el bote de remos al que subieron describió con entusiasmo las hazañas de Mia. “¡Déjenme decirles que fue algo! Ha vencido a esa enorme cosa hasta someterla. Es increíble.”

Después de escuchar el relato, este sentimiento no cambió, como es lógico.

“¿Cómo, en nombre del sol? Maldita sea, Mia, ¿eres siquiera humana?”

En cualquier caso, el trío de Sion montó en su barco con los ánimos animados mientras regresaba al yate. El hecho de saber que sus amigos, cuya muerte parecía casi garantizada, no sólo habían sido rescatados, sino que estaban completamente ilesos, supuso un profundo alivio que aflojó los labios y dio paso a las bromas.

“Hablando de eso, señorita Nina, usted no lo tiene fácil, ¿verdad?”, bromeó Keithwood.

“No estoy segura de entender lo que quiere decir”, respondió Nina con una desconcertada inclinación de cabeza ante el abrupto comentario.

“Me refiero a su señora, Lady Esmeralda. Tratar con ella debe ser agotador.”

Frunció el ceño durante un segundo. Luego su mirada se desvió hacia arriba.

“No es así. Disfruto del trabajo que hago al servirla…”, dijo sin signos evidentes de alegría.

“¿Lo haces? ¿De verdad? Pero, quiero decir, ella ni siquiera te llama por tu nombre —”

“¡Eso es lo mejor!”

Keithwood retrocedió un poco ante la repentina exclamación y se tragó el resto de la frase. Nina, que se había lanzado ligeramente durante su respuesta, se enderezó y dejó escapar un pequeño suspiro. Luego habló en ese tono de voz que utilizan los profesores para explicar a un niño especialmente revoltoso por qué su comportamiento era inapropiado.

“No es pegajosa. Eso es lo que me gusta de ella. Mantenemos una distancia profesional. La naturaleza seca y profesional de nuestra relación es lo que más me atrae. Es muy buena y nunca me cansaré de ella.”

Tanto Keithwood como Sion escucharon con la expresión de alguien que intenta descifrar un idioma extranjero. Nina, sin inmutarse por su flagrante confusión, siguió adelante. El conocimiento de que Esmeralda estaba a salvo, junto con su ausencia actual, aparentemente había abierto una especie de compuerta conversacional en Nina. Habló con creciente entusiasmo.

“Y a veces, se olvida y casi dice mi nombre antes de corregirse. La forma en que entra en pánico y tartamudea un poco mientras vuelve a actuar es algo que me gusta saborear. El hecho de que adore a Su Alteza y quiera pasar tiempo con ella, pero que nunca se atreva a pedírselo, también es delicioso. Y ver cómo urde un elaborado plan en el que se pone un traje de baño revelador para seducir a los príncipes visitantes, para luego acobardarse en el último momento… La forma en que se vuelve tan tímida, es tan buena…”

Para Keithwood, Nina sonaba como una especie de aspirante a artista insistiendo en que había un mérito artístico en un guijarro que acababa de recoger.

Esto… está definitivamente más allá de mí. Está viviendo en otro mundo.

Como si hubiera leído su mente, Nina le dio una palmadita en el hombro a Keithwood y dijo: “Pensar que no puedes apreciar el atractivo de mi lady… Me da pena tu gusto por las mujeres, Keithwood. Además, ¿el placer de servir no reside en la constante lucha por seguir los caprichos de tu maestro?”

“Ah. Bueno, debo discrepar respetuosamente con tu primer punto, pero concedo cierta resonancia con el segundo.”

Los dos compartieron una risa cómplice y conspiradora. Aunque ambos servían a maestros difíciles, parecía que se sentían satisfechos al hacerlo. Las molestias merecían la pena, porque formaban parte de la diversión…

Sion, por su parte, miraba de un asistente a otro, la fuente de su alegría era un completo misterio para él.

Tras ser arrastrada a la cubierta del Estrella Esmeralda, Mia celebró su rescate con sus compañeros de aventura, Abel, Esmeralda y Anne. Al parecer, el yate había zarpado para refugiarse, pero de todos modos resultó dañado durante la tormenta y quedó a la deriva. Las reparaciones habían llevado algún tiempo, por lo que el capitán se disculpó profusamente, pero como habían sido necesarias, no hubo castigos. No mucho después, Sion, Keithwood y Nina regresaron con el grupo de búsqueda que había sido enviado a la isla. Nada más subir al barco y confirmar que todos estaban bien, Sion se dirigió a Mia y le dijo: “Tienes que dejar de intentar provocarme un infarto, Mia. Es bueno que Esmeralda haya sido localizada en una pieza, pero… sinceramente, ¿qué ha pasado?”

“Es una larga historia, pero no vas a creer lo que encontramos bajo tierra. Seguro que no.”

“Pruébanos”. Sion logró una sonrisa irónica. “El hecho de que hayamos conseguido que todos vuelvan al barco de una pieza ya es una locura. ¿Cuánto más loco puede ser este día? Oh, he oído que has alejado de un puñetazo a un pez monstruoso. ¿Es aún más loco que eso?”

Nina miró de reojo a la pareja habladora antes de acercarse a Esmeralda. Después de asegurarse de que su maestra estaba efectivamente en buen estado, dejó escapar un suspiro de alivio.

“Mi lady, me alegro de que esté sana”, dijo en su habitual tono monótono.

“¿Hm? Ah, sí… Aunque me torcí un poco el tobillo…”

“Entiendo. Lamento que se haya lesionado durante mi guardia. Por favor, acepte mi más profunda disculpa por las molestias.”

“No, no es tu culpa… Fui yo… Me fui por mi cuenta…” Dijo Esmeralda de forma titubeante y entre dientes.

Miró a su alrededor con una mirada suplicante, que se posó junto a Mia en la figura de su doncella, Anne, que le devolvió la sonrisa y le hizo un sutil gesto de aprobación. Vigorizada por su compañera de espeleología, Esmeralda asintió con la cabeza y sacó su valor prestado.

“Yo… sé que debes haber estado preocupada… N-N-Ni… Nina…”

“…¿Qué?”

Su trascendental esfuerzo por decir el nombre de su doncella fue recompensado con una extraña expresión.

“Eh… ¿Qué le pasa, mi lady? ¿Por qué utiliza mi nombre de repente?”, preguntó Nina, mucho más nerviosa ahora que cuando se enteró de la lesión en el tobillo.

Esmeralda respondió con auténtico arrepentimiento.

“He reflexionado sobre mi propio comportamiento. He sido terriblemente grosera contigo todo este tiempo. Probablemente no te hayas dado cuenta, pero en realidad sé tu nombre. Siempre lo he sabido, y aún así… Siento cómo te he tratado.”

Después de esta sincera disculpa, Nina…

“Um, ¿en serio?”

…Estaba menos que impresionada. De hecho, parecía profundamente decepcionada.

“Uh, mi lady… Realmente no tienes que hacer eso. Sólo… sé tú misma. Como siempre lo has hecho, ¿de acuerdo? Siéntete libre de llamarme ‘tú’ o ‘esa criada de ahí’ o… lo que quieras.”

“Cielos, ¿qué quieres decir? ¿Hay algún problema con que te llame por tu nombre, Nina?”

“Es una cuestión de… imagen. Hay que mantener las apariencias. Uh… Oh, piensa en las orgullosas tradiciones de la Casa Greenmoon. O las normas de la nobleza. Llamar a las sirvientas por su nombre es inaceptable en cualquiera de esas medidas…”, respondió en rotundo rechazo a la incipiente metamorfosis de Esmeralda. “En cualquier caso, simplemente no hagas… lo que sea que estés tratando de hacer. De verdad. Está bien.”

Ante este imprevisto, la mirada de Esmeralda volvió a dirigirse a Anne. Esta vez, la otra joven no la recibió y prefirió mirar hacia el mar.

Ese día, Anne aprendió algo nuevo. Las lealtades son de todo tipo, y cada uno tiene sus propios gustos y preferencias.

“Muy bien, creo que ya estoy harta de esta isla. Volvamos a casa.”

No había nada que lograr quedándose más tiempo. A la orden de Mia, la Estrella Esmeralda comenzó a navegar de vuelta a Ganudos.