Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Esa… debe ser la primera vez que veo una sonrisa tan sincera de Esmeralda…” Mia susurró para sí misma después de que Esmeralda desapareciera en el agua.

Había sido una sonrisa auténtica, no marcada por la precaución o la mala voluntad. Pero, por alguna razón, hizo que Mia se sintiera incómoda. No sabía por qué, pero le recordaba incómodamente aquel día de hace mucho tiempo en que Esmeralda había prometido organizar otra fiesta del té… Cuando se separaron la última vez, ¿no llevaba la misma sonrisa entonces?

“Ese día parecía extrañamente confiable… Igual que hace un momento… La similitud es… un poco preocupante.”

Pasaron cinco minutos.

“Me pregunto si estará bien…” murmuró Mia ansiosa.

Anne le sonrió.

“Estará bien, mi lady. Sólo han pasado cinco minutos. Debemos creer en Lady Esmeralda.”

“S-Sí, supongo que tienes razón…”

Pasaron diez minutos.

“…¿Está realmente bien? Espero que no haya hecho algo imprudente y se haya hecho daño.”

“No te preocupes, Mia. Esmeralda puede nadar en círculos alrededor de todos nosotros. Puede arreglárselas sola”, dijo Abel con un tono alegre que pretendía tranquilizar.

Sin embargo, el lento y solemne movimiento de cabeza que recibió como respuesta sugería que la eficacia había sido limitada. A partir de ese momento, Mia se mostró cada vez menos comunicativa. Hacia la media hora, parecía estar al borde de las lágrimas, con los ojos atormentados fijos en la superficie inmóvil del agua. Cuanto más esperaba, más tiempo le daba para imaginar las innumerables formas en que las cosas podrían haber salido mal. ¿Qué significaba que alguien saliera a echar un vistazo en un lugar como éste… y no volviera? La respuesta era sencilla. Su mente ansiosa se llenó de imaginaciones mórbidas, agravadas por su yuxtaposición con el recuerdo de aquella amable sonrisa que Esmeralda había lucido antes de desaparecer…

Mia reflexionó sobre su relación con Esmeralda. Era cierto que no consideraba a la chica como su mejor amiga. Como mucho, entraba en la categoría de “somos amigas, supongo”. Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que las dos tenían una historia sincera. Habían pasado mucho tiempo juntas, ya que ella había sido la anfitriona del debut de Mia en la fiesta del té y de sus invitaciones anuales a la fiesta de cumpleaños. También se había asegurado de asistir a las fiestas de cumpleaños de Mia, y siempre celebraban estas ocasiones en presencia de la otra. De vez en cuando, incluso se hacían vestidos a juego, riendo mientras compartían atuendo y diversión, aunque esos momentos se habían convertido en una rareza con la agenda cada vez más ocupada de Mia. A fin de cuentas, aunque no consideraba a Esmeralda como su única alma gemela… eran, de hecho, buenas amigas. Lo suficientemente buenas como para que el dolor de perderla le hiciera llorar.

“Ooooh, Esmeralda, tú…” Mia dijo entre mocos: “Dijiste que volverías enseguida… ¿dónde estás? Ooooh, te odio. Eres una persona terrible… No puedo creer que… rompas tu promesa conmigo otra vez…”

Para cuando pasó una hora, Mia se había disuelto en un lío de lágrimas. Las lágrimas corrían libremente por su rostro, y sus rastros apenas se secaban antes de que nuevos arroyos ocuparan su lugar. Lloraba desconsoladamente mientras Anne la abrazaba y le acariciaba la espalda. Justo cuando las compuertas de Anne estaban a punto de ceder, un gran chapoteo sonó detrás de ellas, seguido de un fuerte jadeo. Todos se giraron para encontrar a Esmeralda, que había salido del agua.

“Vaya, me disculpo por la prolongada espera, pero ya estoy de vuelta”, dijo con verdadera despreocupación cómica por el estado de ánimo de la caverna.

El ejercicio acuático parecía haber mejorado su estado, y prácticamente brillaba, tanto en el tono de la piel como en el entusiasmo.

“Hay unos cinco minutos para llegar al exterior desde aquí. Hay un punto en el que tendremos que bucear un poco, pero no se preocupen. Es lo suficientemente corto como para que incluso la señorita Mia pueda hacerlo.”

Salió del agua y se acercó a ellos, las brillantes gotas que caían por su cara eran iguales en apariencia, pero de naturaleza opuesta a las de Mia. Cuando nadie se aventuró a responder, inclinó la cabeza.

“¿Qué?” Miró a su alrededor. “¿Pasa algo? ¿A qué se debe este extraño estado de ánimo?”

“…Realmente te tomaste tu tiempo, ¿no?” murmuró Mia mientras se acercaba arrastrando la cabeza para ocultar su expresión.

“Oh. Sí, bueno…” Esmeralda se llevó el colgante al pecho. “Estaba recogiendo un poco de luz solar en mi roca de lámpara lunar. El camino es un poco difícil sin algo de luz. Además, el agua estaba bastante fría, así que decidí calentarme en esta roca que estaba en la posición perfecta para un rápido baño de sol — ¿Hm? ¿Qué pasa, Señorita Mia — ¡¿Eeek?!”

Mia se abalanzó sobre Esmeralda, rodeándola con sus brazos y apretando como si fuera su vida.

“Estaba preocupada, ¿sabes? ¡Tan, tan preocupada! Pensé que no volvería a verte…”

“¿Señorita Mia?” Al principio, Esmeralda se quedó helada de sorpresa, pero su postura se suavizó rápidamente. “No pasa nada, señorita Mia. Nunca defraudaré a mi mejor amiga. Y esa es una promesa que no romperé. Nunca más…”

Ella le devolvió el abrazo con una tierna sonrisa.

Cuando todos se calmaron, Esmeralda procedió a detallar sus hallazgos.

“Como decía, no está tan lejos, y es un camino recto, así que no se puede perder. Hay uno o dos lugares en los que tendremos que estar bajo el agua durante un rato… pero si la señorita Mia puede pasar, creo que estaremos bien.”

Anne frunció el ceño. Siendo una plebeya, tenía aún menos experiencia en la natación que Mia.

“Hm, en ese caso, Anne puede venir conmigo. Iremos juntas”, dijo Esmeralda despreocupadamente.

Mia fue la siguiente en fruncir el ceño.

“Tú… eres Esmeralda, ¿verdad? ¿Estás bien? ¿Te has golpeado la cabeza en algún sitio?”

“¡Pues disculpe, señorita Mia! Sólo pensé que tal vez podría permitirme ser un poco más amable con la querida doncella de mi mejor amiga, eso es todo”, protestó antes de que su confianza se marchitara ligeramente y desviara la mirada. “Y, bueno… ella ha sido… bastante útil… Quiero decir, parte de ser de sangre noble es devolver los favores que te hacen, ¿no?”

Ah, Esmeralda, esa personalidad tuya… Siempre tan difícil. A veces, sinceramente, me cuesta creer que seamos parientes, pensó Mia antes de asentir para sí misma.

“Muy bien, haremos lo que dices, Esmeralda. Cuida de Anne por mí, ¿De acuerdo?”

Se colocaron en fila y se prepararon para salir. Al frente iba Esmeralda, seguida de cerca por Anne. Detrás de ellos iban Abel y luego Mia. Normalmente, Abel iría en la retaguardia como presentador, pero había una razón por la que tenía que quedarse delante de Mia.

“Está empezando a ser profundo aquí. Creo que tus pies ya no tocarán el fondo.”

“¡Entendido!”

Con eficiencia militar, asintió con la cabeza, giró y cayó de espaldas. Al igual que Esmeralda, llevaba su traje de baño bajo la ropa. Sin el estorbo de la ropa mojada, Mia podía realmente lograr una flotación de espalda impresionantemente competente. Abel, que caminaba por el agua delante de ella, la agarró por el cuello.

Así es, la razón por la que Abel se mantenía delante era porque tenía que nadar mientras tiraba de Mia con él.

A pesar de la desigual distribución del trabajo, avanzaron con paso firme siguiendo el resplandor del colgante de Esmeralda. El camino, como ella había dicho, era suficientemente transitable para todo el grupo. Tras pasar por algunos tramos en los que tuvieron que contener la respiración y sumergirse, la luz apareció en la distancia.

“¡Ya casi llegamos, todos! Sigan así”, gritó Esmeralda desde la primera fila.

Su aliento animó a Mia, que redobló sus esfuerzos… agitando los brazos y las piernas con más fuerza.

“Ah—”

Se protegió la cara cuando la luz inundó de repente su visión. Momentos después, un viento salado pasó por sus mejillas. El rumor ondulante de la marea empezó a resonar en sus oídos. Poco a poco, sus ojos se adaptaron a la deslumbrante luminosidad y apareció un cielo azul claro.

“Aaah… Lo hemos conseguido… Realmente lo hicimos. Hemos salido sanos y salvos.”

El alivio amenazaba con quitarle todas las fuerzas. O tal vez realmente lo hizo. Es difícil de decir cuando uno está flotando como un trapo de cocina. Lentamente, miró a cada uno de sus amigos. A lo lejos estaban Esmeralda y Anne. A su lado estaba Abel.

No puedo creerlo. Todos hemos salido vivos. Es como un sueño…

Esa constatación ya era bastante conmovedora, pero el destino no había terminado con sus desarrollos oníricos.

“¡Ah! ¡Mira! ¡Es la Estrella Esmeralda!”

Esmeralda gritó encantada mientras señalaba vigorosamente hacia la familiar figura de su nave.

“¿Estamos… salvados? ¿Significa esto que estamos salvados?”

Mia sonrió mientras respondía en silencio a su propia pregunta. Una sonrisa efímera, ya que no tardaría en recordar cierto pasaje de las Crónicas de la Princesa Mia… que detallaba los acontecimientos que le habían ocurrido durante sus aventuras en esta isla deshabitada y sus alrededores…

Una enorme sombra apareció justo debajo de la tranquila superficie del mar. Se acercó al desventurado grupo de nadadores por detrás, de forma rápida, silenciosa y completamente desapercibida…