Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Ahora bien, tengo que salir de aquí, aunque sea para asistir a la fiesta del té de Esmeralda… Anne, ¿cómo han llegado hasta aquí? En realidad, ¿por qué estan aquí abajo en primer lugar?”

Después de ganarse a Esmeralda por la fuerza de la palabra, Mia comenzó a reevaluar su situación.

“Sí, sobre eso…”

Mia suspiró tras escuchar la historia de Anne.

“Así que eso es lo que ha pasado. ¿Y el camino de vuelta también está bloqueado?”

Se había animado al escuchar que Anne había llegado por una ruta diferente, sólo para desinflarse al saber del derrumbe.

“Sí. No creo que podamos quitar toda la roca. Además, tendremos que subir una pendiente bastante pronunciada”, dijo Anne con una rápida mirada al tobillo de Esmeralda. “Por desgracia, es poco probable que podamos volver por donde hemos venido. ¿Y usted, mi lady?”

“En realidad, nosotros también quedamos atrapados en algo parecido a un derrumbe. El suelo debajo de nosotros se derrumbó”. Mia pensó en el lugar donde habían aterrizado. “No me apetece pensar en volver a subir a esa abertura en el techo.”

“Estoy de acuerdo. No es realista, sobre todo cuando Esmeralda está herida”, añadió Abel.

“Esa caverna de ahí atrás también se extendía en la otra dirección…”

Por supuesto, a dónde conducía era una incógnita.

“De todos modos, primero vamos a comprobar si hay alguna salida alrededor de este santuario. Si no encontramos ninguna, creo que lo mejor es volver al lugar donde aterrizamos por primera vez. ¿Qué les parece?”

El grupo asintió ante la sugerencia de su “experta en supervivencia”, que sin duda podía interpretarse como un presagio ominoso, así que fue bueno que, tras un breve silencio, Anne levantara la mano.

“Mi lady, ¿podría sugerir que hagamos un pequeño descanso? A Lady Esmeralda aún le duele el pie, y usted misma parece un poco cansada.”

Casi en el momento oportuno, Mia soltó un bostezo.

“Uf. Creo que tienes razón. Entonces vamos a descansar un poco antes de ponernos en marcha de nuevo.”

Tras una breve siesta, el grupo comenzó a investigar los alrededores del santuario. Bueno, la siesta fue corta para todos los demás, que se dividieron y empezaron a explorar el recinto mientras Mia disfrutaba de una decididamente más larga. Al final, descubrieron que sólo había dos caminos que conducían aquí, uno tomado por Anne y otro por Mia.

“¿Me pregunto si ese otro camino de la caverna lleva a la salida? Espero que sí…”, dijo Mia después de despertarse y reunirse con el grupo.

Con sus opciones disminuyendo, el grupo regresó a la cueva en la que Mia y Abel habían caído, aferrándose a una pizca de esperanza de que aún mantuviera una ruta de escape. Nada más llegar, Abel señaló el agua.

“Mira. Ya estaba bastante alta cuando veníamos hacia aquí, pero ahora está aún más alta.”

Tenía razón. Lugares donde el agua antes sólo les llegaba a los tobillos ahora les sumergía las rodillas.

“Entiendo. Entonces todavía hay esperanza. Si sube y baja con la marea, entonces tiene que llevar al mar”, dijo Mia.

Esmeralda se puso en cuclillas y se llevó un puñado de agua a la boca.

“Sí, definitivamente es agua de mar. Es muy probable que esté conectada al exterior”. Miró hacia el techo y luego observó al grupo. “Creo que deberíamos esperar antes de intentar salir. Me han dicho que el mar de noche es muy peligroso.”

Siguiendo el consejo de Esmeralda, decidieron descansar de nuevo, acurrucándose para protegerse del frío de la caverna.

Este frío… me recuerda a la mazmorra. Jaja, qué raro. Esto parece divertido.

A pesar de su hambre, Mia descubrió que, de alguna manera, estaba empezando a disfrutar.

Que las lunas se apiaden… y que todos recordemos esto con cariño como una emocionante aventura de verano…

Finalmente, la luz del sol comenzó a filtrarse por la abertura del techo, indicando que era de día. Extrañamente, el brillo azul del agua desapareció poco después.

Hm, me pregunto si es de las pequeñas criaturas que sólo brillan por la noche.

Eso les dejó con un problema. Aunque la caverna estaba iluminada, el camino por delante estaba ahora envuelto en la oscuridad. Los rayos del sol no podían llegar más abajo en el túnel. Podían llevar una antorcha, pero sería de poca utilidad una vez que se sumergieran.

“¡Sabía que necesitaríamos esto en algún momento!”

Esmeralda sacó el colgante que colgaba de su cuello y lo levantó triunfante. La piedra engastada en él brillaba con una tenue luz.

“Esto nos permitirá ver durante un tiempo. Ninguno de nosotros sabe lo que nos espera, así que yo iré primero a explorar el camino. Ya que parece que tendremos que nadar, sin duda soy la más adecuada para la tarea.”

Se despojó de su ropa con una floritura, mostrando su traje de baño, que llevaba puesto desde que se bañó en primavera. Luego comenzó a meterse en el agua.

“Espera, déjame ir”. Abel se apresuró a detenerla. “Pueden descansar aquí un poco más, ladis.”

Esmeralda le miró, haciendo ademán de dirigir su mirada hacia la nariz.

“No lo creo, príncipe Abel. Déjeme decirlo de esta manera. ¿Dirías que eres un buen nadador?”

“Bueno, quizá no uno bueno, pero sé nadar…”, dijo él, evidentemente no convencido de su propio razonamiento.

Esmeralda rió victoriosamente.

“Así es. Así que quédate aquí como un buen principito y deja que yo me encargue de esto. Para que sepas, he ido a nadar todos los veranos desde que era pequeña.”

“Pero, aun así, no puedo dejar que una dama como tú se ponga en riesgo de esta manera.”

“Gracias por su preocupación, Príncipe Abel, pero tal vez desee adquirir una mejor apreciación de su posición.”

“¿Posición? ¿Qué posición?”

Ella se rió ante su desconcierto.

“¿Realmente necesita preguntar? Tu posición como futuro esposo de la señorita Mia, por supuesto.”

“Futuro espo— ¡¿Qué?!”

Él se puso rígido por la sorpresa, haciendo que ella estallara en una carcajada aún más fuerte.

“La señorita Mia es a la vez princesa y mi mejor amiga. Como orgullosa etoilina, no permitiré que su marido corra peligro. Eso está fuera de lugar. Además, este asunto es crítico para la propia seguridad de la señorita Mia también. El fracaso no es una opción, y, por lo tanto, la delegación sería inaceptable.”

Anne, que había estado escuchando el intercambio, fue la siguiente en levantar la mano en señal de preocupación.

“Pero, Lady Esmeralda, ¿qué pasa con su tobillo?”

“¿Eh? ¿Tobillo? Qué— Oh…” Esmeralda, aturdida, pareció encontrar de repente algo en el techo muy fascinante. “Yo, eh… ¡me había olvidado completamente de ello! ¡Qué raro! Su tratamiento, um, Anne, debe haber sido efectivo…”

Eso le valió una ceja levantada de Mia.

“¿Eh? ¿En serio?”

“¿Qué? ¿Tiene algún problema con eso, señorita Mia?”, preguntó a la defensiva.

Mia la miró por un segundo antes de sonreír.

“No, en absoluto”. Luego, tras una profunda reverencia, añadió: “Gracias, Esmeralda. Me alegro de ponerme en tus capaces manos.”

Eso ayudó a Esmeralda a volver a su ritmo habitual. Sonriendo, dijo: “Y no te decepcionará. Tienes mi garantía personal de que te traeré buenas noticias. Entonces, una vez que volvamos a casa sanos y salvos, podré invitarte por fin a esa extravagante fiesta de té que he estado esperando organizar durante tanto tiempo.”

Aunque generalmente es desaconsejable hacer declaraciones condicionales de cumplimiento de promesas largamente esperadas después de completar una tarea particularmente peligrosa, Esmeralda lo hizo con la cabeza alta, totalmente despreocupada por el tropo narrativo en el que acababa de adentrarse. Entonces hizo algo que probablemente nunca había hecho antes. Su expresión se suavizó en una sonrisa que, en lugar de ser astuta o altanera, era tierna y sincera…

“No te preocupes. Vuelvo enseguida.”

No lo hizo. Sus palabras sonaron tan huecas como la cámara vacía en la que esperaban, los ojos ansiosos mirando en vano la superficie no agitada del agua en la que se había sumergido.

…Bueno, al menos no volvió enseguida.