Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Cuando salió del dominio de Gildan y finalmente llegó de vuelta a la capital, Mia estaba visiblemente agotada.

“Aaah, para ser un viaje de placer, esto sí que me ha agotado…”.

Con esta y otras excusas, se las arregló para pasar diez días en la cama. Por desgracia, el mundo no fue lo suficientemente amable como para permitirle permanecer en modo holgazán sin ser molestada. A los dos días de estar en la cama, Ludwig empezó a aparecer para ponerla al día de la situación interna del imperio. Sin embargo, ella se negaba a dejar de holgazanear, deteniéndose sólo para escuchar sus informes. Después de todo, era una princesa, y las princesas tenían principios. Era una cuestión de orgullo. ¡Había decidido holgazanear, así que, por las lunas, iba a holgazanear, malditas sean las interrupciones!

“Tengo que decir… Quién iba a pensar que la baja tasa de autosuficiencia alimentaria del imperio era culpa del primer emperador…”, murmuró mientras hojeaba el informe más reciente de Ludwig. “Pero supongo que no todo es culpa suya. Las acciones de Gildan, al menos, son comprensibles dada su situación.”

El clima en sus dominios no era propicio para la agricultura. Había reflexionado sobre el problema y trataba de mejorar las condiciones de vida de su pueblo empobrecido. Su corazón estaba en el lugar correcto.

“¿Pero qué pasa con los otros nobles? ¿Cómo es que ven esta situación y siguen pensando en reducir sus tierras de cultivo? Parece bastante obvio que el imperio se derrumbará tarde o temprano si siguen así…”

“Lo que no quieren ver, al final dejan de verlo. Tal es la naturaleza del hombre, cuyos ojos sólo perciben las cosas que favorecen su situación”. Ludwig suspiró y sacudió la cabeza. “Si todo el mundo pudiera ser como Su Alteza y escuchar con una mente abierta, aceptando la información por lo que es…”

Mia también sacudió la cabeza, pero en suave refutación.

“Eso no es cierto… Hay veces que también miro para otro lado ante cosas que no deseo ver…”

Fue un reconocimiento sincero de un recuerdo amargo. Era dolorosamente consciente de que había sido culpable de esa misma ofensa. En su mente, entró en los archivos del recuerdo y alcanzó los archivos de la línea temporal anterior. Y luego siguió alcanzando. Y extendiendo la mano. Su mano metafórica se extendió hasta un archivo de hace sólo unos días, que detallaba una experiencia que había tenido en la isla desierta.

Yo… estaba demasiado avergonzada para leer las Crónicas de la Princesa Mia, así que no le presté la debida atención…

Se había distanciado de las cosas desfavorables. Había descartado el libro por considerarlo poco fiable, pensando que su excesiva exageración hacía que su contenido fuera más fantasía que realidad. La consecuencia de su negligencia había sido aquel episodio en el mar.

Nunca hubiera pensado que un pez monstruoso como ese pudiera existir realmente… ¡Era francamente aterrador! A juzgar por el tamaño de la aleta de su espalda, su boca debía ser lo suficientemente grande como para tragarse fácilmente a una persona entera…

En su mente apareció la imagen de un titán acuático con enormes dientes aserrados.

Había un pasaje sobre ese episodio. El libro me dijo que ocurriría. Podría haberlo sabido de antemano… Uf, qué terrible error. Debería haber estado mejor preparada. Tuve suerte de que viniera a por mí, para poder combatirlo con ese magnífico y decisivo golpe mío, pero si hubiera ido primero a por Anne o Esmeralda… O, lunas misericordiosas, si se hubiera comido a Abel…

La mera idea de que sus seres queridos sufrieran algún daño la hacía estremecerse.

Esto no se sostiene. Debo hacerlo mejor… Nunca más. No volveré a cometer un error así. ¡A partir de ahora, no importa lo incómoda que sea la verdad, juro que no miraré hacia otro lado!

…Sólo un rápido recordatorio para aquellos que se dejen llevar por la seriedad de la escena, el pez que Mia derrotó no era un coloso devorador de hombres, sino un moonbow, posiblemente una de las criaturas más dóciles que jamás haya adornado las aguas abiertas.

No obstante, Mia resolvió volver a visitar las Crónicas una vez que regresara a la academia y examinar debidamente su contenido.

Cuando las vacaciones de verano llegaban a su fin, Mia regresó a Saint-Noel. Al entrar en su habitación, fue recibida por una entusiasta Bel.

“¡Bienvenida, señorita Mia!”

Algo en la chica parecía un poco diferente. Había un brillo saludable en su piel. Tal vez demasiado saludable. Sus mejillas parecían más llenas. Su cara… más redonda. Mia dejó escapar un pequeño suspiro.

“Vaya, Bel. Te has puesto un poco gordita…”

“¿Hm? ¿Lo he hecho? Ejeje, ¿estás segura de eso? No creo que lo haya hecho.”

Bel sonrió. Mia suspiró.

Debe de haber pensado que podría salirse con la suya comiendo muchos más dulces mientras Anne no está. Sinceramente, Lynsha es demasiado blanda con ella…

Entonces, al recordar la imagen demacrada que tenía cuando se conocieron, Mia recapacitó. Tener algo de grasa extra era mucho mejor que estar en piel y huesos.

“Bel, deberías hacer algo de ejercicio. Será bueno para ti. Apúntate al club de equitación y montaremos juntas. También te enseñaré a bailar.”

“¿De verdad? ¿Me enseñarás tú misma?”

“Así es. Ahora que lo pienso, cuando llegue el invierno, habrá el Festival de la Víspera Sagrada, en el que habrá que bailar. Tengo la intención de asegurarme de que cuando mi nieta pise la pista de baile, no haga el ridículo.”

Al oír que recibiría instrucción personal de Mia, los ojos de Bel brillaron de emoción.

“¿De verdad? ¡Muchas gracias, abuela Mia! Me esforzaré al máximo.”

Mia le dedicó una pomposa inclinación de cabeza de profesora antes de añadir: “Ah, casi se me olvida. Bel, ¿podría pedirte que me enseñes tu ejemplar de Las crónicas de la princesa Mia?”

“¿Eh? Claro, por supuesto…”

Aunque desconcertada, Bel se dirigió rápidamente a su cama y sacó un libro de debajo de la almohada.

…¿Qué hacía allí? ¿Lo utilizaba para apoyar la almohada? ¿El venerado libro había sido relegado a la función de regulador de altura? Preguntas que quedarán sin respuesta…

Esta chica puede ser descuidada de las formas más extrañas a veces. Me pregunto de quién lo habrá sacado…

Mia ladeó la cabeza con auténtico desconcierto.

“Aquí tienes.”

Bel le tendió las Crónicas de la Princesa Mia.

“Gracias.”

En cuanto lo cogió en la mano, Mia frunció el ceño.

“Vaya, qué extraño… ¿Soy yo o este libro ha perdido algo de peso?”

Ella recordaba que era más pesado. Actualmente, sólo pesaba la mitad que su diario. Usó sus dedos para medir su grosor. Era definitivamente más delgado que antes.

“Qué raro. Dime, Bel, ¿estás segura de que a este libro no le faltan una o diez páginas?”, preguntó distraídamente mientras le daba la vuelta y seguía examinándolo con atención.

Hmm… No veo nada raro…

Había sospechado que alguien que conocía el secreto de las Crónicas había arrancado algunas de sus páginas, pero no había signos de vandalismo. En todo caso, parecía más bien un libro diferente, más delgado… como si hubiera sido hecho así, y esta versión de las Crónicas hubiera sido escrita como un volumen más corto para empezar.

Es muy extraño. Me pregunto qué habrá pasado para —

Sus pensamientos se interrumpieron cuando abrió el libro, pues inmediatamente se dio cuenta de la gravedad del problema. Las Crónicas de la Princesa Mia que tenía en la mano… eran una biografía completa, que relataba su vida desde el principio… hasta el final.

“Q-Q-Qué diab…”

Y si un libro que detallaba la totalidad de su vida era más delgado que antes, entonces inevitablemente, su vida era…

“¡¿Y-Y-Yo… voy a morir?! ¡¿E-Este invierno?!”

Mia Luna Tearmoon. Murió a la edad de trece años y once meses. Asesinada en la noche de la Fiesta de la Víspera Sagrada.