Ryuu to Sairei (NL)

Volumen 1

Capítulo 2: Cargando Libros

Parte 2

 

 

Había páginas y páginas de papel amarillo cubiertas con escritura negra. Para ser honesto, la vista hizo que Ix se sintiera incómodo. Los libros eran objetos extraños, y una biblioteca llena de ellos estaba más allá de su comprensión. ¿Por qué los que estaban en el poder admiraban tanto estos lugares? Él no podía entenderlo. O tal vez los admiraban porque tampoco los entendían…

Pasó la página y suspiró. Había tenido grandes esperanzas en los libros de historia, pero en su mayoría solo enumeraban los logros de los anteriores reyes. No había nada allí sobre dragones.

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El maestro de Ix le había enseñado a leer. Le había dicho “Te enseñaré un poco”, luego encerró a Ix en la sala de almacenamiento hasta que memorizó todos los caracteres. Parecía que el hombre no estaba versado en ningún método de enseñanza real. Munzil lo encerraba allí cada vez que podía, e Ix los estudiaba entre lágrimas.

“Traje más… Oof”.

Yuui había regresado, con tantos libros en sus brazos que él no podía ver su pequeño cuerpo. Los dejó con un ruido de un golpe sordo junto a la montaña de tomos que ya estaban allí.

Las pilas que rodeaban a Ix estaban lo suficientemente altas como para llegar a su cintura. Cerró el volumen que había terminado de leer y lo colocó en otra pila.

“Ya terminé estos. Llévalos de vuelta”, dijo él.

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“… Bueno”, respondió ella. Dejando caer los hombros, recogió esa pila de libros. Él observó cómo su melancólica figura se alejaba.

Ix tomó otro libro y barrió un pececillo de plata 3 que se arrastraba en este. Él no pensaba que este título se viera prometedor tampoco.

La posición de Yuui les había permitido entrar a la biblioteca, pero hasta ahora había ido así, por lo que no habían logrado mucho. En primer lugar, los libros más nuevos no mencionaban a los dragones en absoluto. Luego, Yuui e Ix centraron su atención en cosas como cuentos de hadas y leyendas, pero incluso cuando se mencionaban a las bestias, los tomos en los que aparecían no proporcionaban la información que Ix quería, como lugares, nombres y años específicos.

Por supuesto, así era como debía ser. Los dragones eran bestias mágicas legendarias, la última de las cuales había muerto hace mucho tiempo. ¿Por qué seguirían existiendo relatos detallados de ellos? Había sido un tonto por esperar encontrar información en un cuento de hadas.

  • El pececillo de plata (Lepisma saccharina), también conocido como cordón de plata, lepisma de la harina, lepisma del azúcar, traza, “come santos”, “cucaracha de agua”, tijereta o sardineta chiripa, es una especie cosmopolita de insecto tisanuro.

“… ¿Mmm?”.

El carácter de dragón de repente pasó volando por delante de sus ojos.

Pero perdió la esperanza tras leer el texto que lo acompañaba.

“La magia puede representar cualquier cosa que uno pueda imaginar”— Esta hipótesis fue refutada con el siguiente argumento. El volumen de maná dentro de una criatura está limitado por su cuerpo. Incluso entre razas como los elfos, quienes tienes estructuras internas especializadas, hay un límite de maná que pueden poseer. Es imposible tener magia ilimitada. Una vez que se alcanzó esta conclusión, el campo de investigación de la magia se dividió en dos campos primarios. Estos eran la magicología estándar, que investiga formas de economizar el maná de una persona, y magicología especial, o la tan llamada “magia de dragón”, que presupone un suministro ilimitado de maná.

Era una introducción a la magia, la que, por alguna razón, tenía la palabra dragón en su explicación. Eso era todo.

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“Qué demonios”.

Ix tocó el nombre del autor, Shigan Aym, con su dedo.

Aunque se trataba de una biblioteca, eso no significaba que tuvieran un sinfín de libros. Parecía que ya había pasado a los tomos que no estaban estrechamente relacionados con los dragones.

Ya había pasado bastante tiempo desde que comenzaron a venir a la biblioteca. La investigación que estaban haciendo podría haber sido temeraria, pero estaba ansioso por avanzar.

“¿Tampoco tuviste suerte hoy?”, vino una voz.

“¿Huh?”, Ix miró hacia arriba para verse reflejado en un par de ojos brillantes.

Era una mujer mayor, o eso parecía.

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En una inspección más cercana, parecía vieja, pero él no estaba del todo convencido de que ese fuera el caso. Su voz ronca, cuerpo pequeño y cabello largo y blanco eran signos reveladores de una persona mayor. Incluso su espalda estaba encorvada por la edad. Pero esos ojos que lo miraban… Esos platillos dorados estaban llenos de luz y brillaban con juventud, como si fueran los ojos de un niño de cinco años.

“Has estado aquí todos los días. Parece que estás buscando algo muy diligentemente. Mm, rara vez hay gente aquí que lea con tanto entusiasmo”, le dijo. Mientras Ix se sentó allí, desconcertado, la mujer continuó con su forma nítida de hablar. “Sin embargo, desearía que leyeras un poco más a fondo. Lo hojeas con tanta despreocupación que me siento mal por los libros”.

Ix esperaba un silencio en su hablar para que pudiera preguntarle quién era, y sus ojos brillaron de nuevo.

“Oh, ¿Te gustaría saber quién soy? Soy la jefa bibliotecaria. ¿No son maravillosas estas bibliotecas?”.

“…Sí”, se las arregló para decir, mirándola fijamente.

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Siempre había un hombre de mediana edad en la entrada, por lo que Ix había asumido que él era quien estaba a cargo. Había pensado que alguien que había perdido su lugar como cabeza de familia por otro pariente había tomado el puesto en esta ciudad, en lugar de un noble retirado.

Pero no estaba tan seguro acerca de la dama frente a él. Sus ropa eran— bueno, era lo que cabría esperar de un noble, pero no emitía una vibra de “retirada”. En cambio, parecía una matriarca, alguien que era el verdadero poder detrás de su casa, debido a su influencia sobre el cabeza de familia.

“Hace mucho tiempo, nunca podría haber imaginado que se recopilaran cantidades tan increíbles de información en cualquier lugar excepto en la cabeza de alguien. Sin embargo…”, señaló, sus palabras fluyendo como un río, “… parece que odias los tomos”.

Su tono no parecía exigir una explicación, como si simplemente estuviera declarando un hecho. Y ella estaba en lo correcto. Ix permaneció en silencio.

“Bueno, no sabría si los amas o los odias”, continuó ella, “pero realmente es bastante desafortunado. No tengo interés en lo que estás buscando o por qué, pero claramente estás buscando información, en lugar de libros. Por eso no encontrarás lo que buscas”.

“No entiendo…”.

“Mm, creo que sería más rápido para ti buscar algo diferente o traer a alguien que pueda investigar de una manera diferente”.

Con su conversación unilateral terminada, se alejó tambaleándose rápidamente con pies inquietos hasta que desapareció entre las estanterías.

Ix suspiró. Mientras pensaba en lo difícil que era ella como compañera de conversación, Yuui se acercó desde las estanterías del lado opuesto. Sus brazos se llenaron de nuevos volúmenes.

“Um, ¿De qué se trató eso? ¿Quién era ella…?”, ella preguntó.

“La jefa bibliotecaria, aparentemente”.

“Huh, ¿De verdad?”.

“Eso es lo que ella dijo”. Ix se encogió de hombros, con el ceño fruncido.

“Más importante, ¿Te estabas ocultando?”.

“P-por supuesto que me iba a esconder. No sabía que ella era la jefa bibliotecaria y… Bueno, tú eres quien me obligó a cargar todo. ¿Has encontrado algo sobre dragones?”.

“Nop”.

“Entonces, ¿Esos son inútiles?”

“Aparentemente, porque estamos buscando información”.

“… ¿Qué se supone que significa eso?”, preguntó Yuui, aturdida.

Al final, ese día también terminaron sin nada y regresaron a casa. Ambos estaban exhaustos— Ix por todas las lecturas a las que no estaba acostumbrado y Yuui por todos los libros que estaba cargando. Era apenas pasado el mediodía. Por lo general, lo hacían hasta la noche, pero tenían que irse temprano para ayudar a limpiar la tienda.

Ninguno tenía el dinero para alquilar un lugar para quedarse, por lo que ambos se estaban quedando en casa de Morna. No había camas, así que pasaban las noches durmiendo sobre montones de basura como su anfitriona. Sin embargo, se estaba volviendo cada vez más limpio gracias al trabajo de Yuui.

Súbitamente Ix se detuvo mientras caminaban de vuelta.

“¿Qué sucede?”, le preguntó ella, voltéandose porque lo había pasado.

“Recordé algo que debo hacer”.

“Pero íbamos a ir a ayudar a limpiar la tienda…”.

“No tomará tanto tiempo. Solo debo ver algo”.

“¿De verdad? Está bien, me adelantaré”.

“Ten cuidado”.


“Tú igual, Ix”.

Yuui se dirigió hacia la parte Antigua de la ciudad, e Ix regresó por donde ellos venían.

Regresó a la zona alta de la ciudad, donde estaba la biblioteca. Los peatones abarrotaban las calles, ya que era mediodía, pero eventualmente la multitud se redujo lentamente. En su lugar, Ix comenzó a cruzarse con personas vestidas con ropa cara. En este caso, caro significaba innecesariamente decorativo. Ix no estaba acostumbrado a ropa de este tipo porque había crecido en un tranquilo pueblo de montaña. Y claro, a veces añadía accesorios a las varitas y bastones a pedido del cliente, pero nunca nada que ignorara por completo la practicidad tanto como esas prendas. A pesar de lo diferentes que eran las varitas y la ropa, Ix todavía se encontraba tan interesado en lo que vestían estas personas que no pudo evitar quedarse boquiabierto.

Su primer destino fue el Gremio de los Fabricantes de Varitas.

El Gremio de Fabricantes de Varitas era una organización que reunía a todos los involucrados en la venta de varitas y bastones, comenzando con los fabricantes de varitas. Necesitabas su aprobación para recolectar la madera o los materiales del núcleo para fabricar varitas o para operar una tienda que las vendiera. Era raro que una organización regulara un campo que abarcaba un solo producto a una escala tan grande, pero eso era testimonio de su alto precio y nivel de penetración en el mercado. Actualmente, sin embargo, el Gremio de Aventureros era el más grande de estos grupos.

Como le había mencionado a Morna antes, Ix necesitaba registrarse como miembro del Gremio de Fabricantes de Varitas. Si no lo aceptaran en las áreas de “realización de varitas inferiores”, entonces no podría fabricar ni vender los productos en el campo en el que había sido entrenado. Aunque lo había olvidado momentáneamente porque estaba muy centrado en el corazón de dragón, Ix necesitaba convertirse pronto en artesano, tanto para ganarse la vida haciendo varitas como para cumplir con la petición de Yuui. Hasta ahora, había estado registrado como aprendiz en la tienda de Munzil.

Pero el Gremio rechazó inmediatamente la solicitud de Ix.

No sabía que necesitaba tener un edificio que le sirviera como tienda para convertirse en artesano. Además de eso, recientemente se introdujo una nueva regla que establecía que, en general, cada tienda solo podía tener un solo artesano. Los grandes proveedores necesitarían un permiso especial para emplear a varios artesanos. Aparentemente, esta estipulación se había implementado para reducir la producción de productos inferiores, lo que podría suceder cuando una tienda empleaba muchos “artesanos” sin habilidad.

El trabajador del Gremio repasó cuidadosamente todo con Ix, y luego Ix se fue deprimido.

“Una tienda…”.

No tenía suficiente dinero para tener una tienda. Todo lo que su maestro le había dejado era suficiente dinero en efectivo para cubrir los gastos de manutención durante unos meses. Sin embargo, no podía pensar en nada más que en hacer varitas, para ahorrar.

Una opción era trabajar en una tienda de varitas como aprendiz. De lo contrario, podría ser contratado en una de las grandes tiendas de varitas que tenían permiso, y luego ser registrado como artesano.

Él suspiró. Era como su maestro había dicho. Era solo la mitad de un artesano si no podía registrarse. Parecía que pasaría un tiempo antes de que él pudiera pararse sobre sus propios pies.

Con los hombros caídos, Ix se dirigió a un distrito alejado del centro de la ciudad hacia un área que tenía filas de tiendas dirigidas a la clase media. Lo bueno del lugar era que estaba lleno de energía. Lo malo era que era mugriento.

Aunque Ix había estado nervioso, ya que no sabía la ubicación exacta del distrito, rápidamente encontró lo que estaba buscando mientras caminaba por la ancha calle. Todo lo que necesitó para llegar a su destino fue seguir un rastro de tiendas de armas y un grupo de personas que parecían listas para el combate.

Esta fue la primera vez que puso un pie en el Gremio de Aventureros.

El edificio era bastante grande, pero igualmente estaba repleto de aventureros. Dondequiera que miraba, veía armaduras de cuero, armaduras de acero, espadas, lanzas, arcos y, ocasionalmente, varitas o bastones. El lugar estaba tan ocupado como se puede estar.

Con cuidado de no tropezar con nadie para evitar ser aplastado, Ix se adentró más en el edificio. Allí, vio numerosos volantes pegados a una tabla de madera, cada uno impreso con una representación simplista de una bestia mágica, un precio y una ubicación.

¿Estos son los formularios de solicitudes? él reflexionó.

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Puso cierta distancia entre él y los aventureros nerviosos antes de mirar las solicitudes frente a ellos. Todas parecían recientes.

Como no le servirían de nada, decidió irse a otra parte. Hacia la pared más interna del edificio estaba el área de recepción, donde los trabajadores masculinos y femeninos ayudaban a los aventureros individuales. Se había formado una larga cola frente a cada uno de los empleados.

Ix los observó un rato; Parecía haber bastantes aventureros aquí para informar sobre la finalización de una solicitud, por lo que se preguntó si tenían que pedir una cita de antemano. Además, parecía que cada miembro del personal del Gremio manejaba solo un tipo de trabajo.

Resignándose al hecho de que esta diligencia iba a tomar un tiempo inesperadamente largo, se unió al final de una de las filas. Casi de inmediato, un aventurero se unió a la cola detrás de él. Ix realmente se destacó con su ropa normal y su complexión promedio.

La fila era larga, pero la trabajadora trataba con cada persona rápidamente, por lo que avanzaba sorprendentemente rápido.

Algo llamó su atención cuando solo quedaban un par de personas antes que él.

“¿A qué demonios va esto?”.

“A lo que me refiero es—”.

Una especie de discusión venía de la dirección de la recepcionista.





La habitación se calló de repente. Todos los aventureros miraron hacia allá.

Al frente de la línea de Ix se encontraban dos aventureros masculinos, con los brazos cruzados mientras regañaban a una recepcionista. Ambos eran corpulentos, con gruesas espadas atadas a la cintura.

“¿Tienes algún problema con esto?”, gritó uno de los hombres.

“Estos son los bienes para la petición, ¿No es así?”, gritó el otro, golpeando su puño en el escritorio.

Mientras tanto, la mujer con la que discutían se mantuvo desapasionada; ni siquiera se movieron sus cejas. Ella los miró con frialdad. Aunque parecía joven, claramente tenía agallas de sobra. Finalmente, en un tono uniforme, respondió “Eso está muy bien, pero no se sabe que los Enedo formen manadas. Todavía tenemos dudas sobre cómo reunieron tantos dientes en una sola expedición”.


“Entonces, ¿Cómo los explicas? No me importa si tienes preguntas o no—no cambia el hecho de que los dientes están aquí”.

“Y todo lo que les he pedido es que esperen. Estamos considerando cómo proceder”.

“Sí, pero tenemos planes después de esto. ¿Cómo vas a compensar eso?”.

“También les dije dije que no necesitan esperar. Les daré una prueba de confirmación para que no les resulte inconveniente regresar en una fecha posterior”.

“Eso es un inconveniente para nosotros. ¡Vivir el día a día es la mayor ventaja de ser un aventurero!”.

“Al Gremio no le preocupa cómo viven su vida”.

“¿Qué dices?”.

Mientras saltaban chispas entre los aventureros y la recepcionista, Ix notó una vieja bolsa entre ellos sobre el escritorio. Era tan grande que se necesitarían ambos brazos para llevarla. Objetos blancos asomaban por su parte superior abierta.

Según su conversación, esos eran dientes de Enedo. Ix los miró con confusión.


Los Enedo eran grandes bestias mágicas carnívoras que eran de color rojo y tenían disposiciones bastante violentas. Eran famosos por sus dientes grandes y curvos, que a la gente le gustaba usar como decoración.

Esos, sin embargo…

Eh, lo que sea, pensó Ix encogiéndose de hombros.

La discusión se prolongó eternamente sin una sola indicación de que terminaría pronto. Molestos, los aventureros de los alrededores comenzaron a armar un escándalo, gritándoles que ya lo olvidaran. El Gremio irradiaba hostilidad.

Justo cuando Ix pensó que su misión se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza, por lo que sería mejor rendirse por el día, el aventurero detrás de él en la fila de repente comenzó a charlar con él.

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