Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 1

Capítulo 6: Felicidad Enfrascada

 

 

El viento soplaba sobre un prado ligeramente inclinado teñido de un verde brillante. Las flores silvestres brillaban a la luz del sol similar a la superficie de unas aguas calmas, balanceándose con el viento.

Al alzar mi vista, vi una pequeña nube nadando tranquilamente en el cielo, y sentí que podía alcanzarla y tocarla.

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Una bruja solitaria volaba a través de esta vista cautivadora en su escoba. Era una adolescente, llevaba un sombrero puntiagudo y una túnica negra con un broche en forma de estrella sobre su pecho. ¿No hay necesidad de decirles quien es, verdad? En Efecto. Soy yo.

Poder tomarse el tiempo para apreciar realmente este increíble paisaje, es agradable, pero avancemos con la historia…

Vi a una persona parada en medio del prado. Cuando esa persona me vio, saludó.

No se ve hostil. Le devolveré el saludo—lo más elegante posible, por supuesto.

“¡Oyeeeee! ¡Eeeeey!” La persona estaba saltando, agitando los brazos y haciendo todo lo posible para llamar mi atención… Creo que realmente quiere que baje.

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Cambié un poco el rumbo de mi escoba y me dirigí hacia la persona.

“¡Hurra! ¡Viniste!”

Al llegar, encontré a un niño abrazando un frasco.

“Hola”. Me bajé de mi escoba y me incliné ligeramente.

“¡Hiya! ¡Wow, señorita, eres una verdadera bruja!” El chico miró mi broche y luego sonrió.

“¿Qué haces?” Pregunté.

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“¡Estoy en búsqueda de felicidad!”

“¿Oh? ¿A qué te refieres con eso?”

“Una búsqueda de la felicidad es una búsqueda de la felicidad”, dijo el chico. “Por cierto, señorita, ¿estás ocupada?”

¿Será que… me pedirá una cita? No, no, seguramente no.

“Supongo que se podría decir que estoy libre, pero también se podría decir que estoy ocupada”.

“¡Entonces estás libre!”

……

“Por cierto, ¿hay alguna aldea o pueblo cerca de aquí?” Si no encuentro un lugar para quedarme, me tocaría acampar en este prado, y no puedo decir que sea una opción muy convincente.

“Si buscas una aldea, hay una por allí”. Señaló, y de hecho había una pequeña aldea… o algo parecido a una. Parecía muy aislado.

“Uh-huh.”

“A decir verdad, esa es mi aldea”.

“Ah, ¿entonces tú eres el jefe de la aldea? Encantada de conocerte. Me llamo Elaina. Soy una viajera”.

“Oh, encantado de conocerte. Soy Emil—¡Espera, no, eso no es lo que quise decir! Me refería a que esa es la aldea donde vivo”. Emil hizo un puchero.

“Ya lo sé, solo bromeaba”, dije sonriendo.

Emil se puso de mal humor y abrazó su frasco en lugar de responder.

Al mirar más de cerca el frasco, apenas pude distinguir la forma de algo retorciéndose en su interior—una especie de niebla blanca flotante que se movía como un ser vivo.

“¿Qué es eso?” Pregunté señalando el frasco.

Probablemente quería que preguntara. Con un resoplido orgulloso, Emil me dio una respuesta. “¡Este es el frasco donde estoy recogiendo la felicidad! En el instante en que una persona o animal siente felicidad, lo transformo con un hechizo y lo guardo en este frasco”.

“Eh…”

La magia puede mover objetos, transformar cosas en llamas o hielo o.… puede hacer varias cosas, y duplicar cosas justo ante tus

ojos. Puedes usarla para volar sobre una escoba, hacer que sople el viento o convertirte en un ratón. Pero reunir la felicidad en el momento en que se siente significa transformar la emoción usando un hechizo.

Esto puede ser interesante.

“¿Puedo abrirlo y mirar?”

“¡P-por supuesto que no!”

Al extender mi mano, Emil apretó el frasco aún más fuerte con sus brazos y se alejó un poco. Con una mirada hostil, proclamó. “Hago esto para la chica que me gusta, ¡así que no dejaré que lo toques!”

“Uh-huh.”

“Um, ¿estás molesta?”

“No, en realidad estoy un poco impresionada”.

Recordé un libro que leí hace mucho tiempo. Era la historia de un esposo que salía a pasear, duplicaba mágicamente las bellas escenas en el instante que las observaba y se las llevaba casa para mostrárselas a su esposa enferma que no podía salir de la casa. Bien, ¿cómo terminó esa historia? Era una historia que leí hace mucho, mucho tiempo, así que lo he olvidado por completo.

“¿Hay una chica que te gusta?”

“¿Hmm? Sí, es una criada llamada Nino que trabaja en mi casa.

Siempre se le ve muy triste, así que voy a darle algo de felicidad”.

Así que por eso guarda la felicidad en un frasco.


Sostuvo el frasco en alto para que yo lo vea y lo miré con cariño. Él se veía bastante satisfecho; si realmente se pudiera transformar la expresión que tenía ahora mismo, podrías enfrascarla de mucha felicidad.

Después de eso, volamos en nuestras escobas y nos dirigimos a la aldea. En efecto, Emil era un mago, pero ya que había mencionado hechizos mágicos antes, no había necesidad de preguntar. Dejando eso de lado, me sentía muy curiosa sobre lo que el chico había estado haciendo en la pradera.

“Estuve probando si en verdad podía tomar la felicidad de las plantas”. Emil dijo, volando detrás de mí.

“¿Qué tal salió?” Pregunté.

“Mas o menos. El hechizo me permite transformar algo parecido a la emoción, pero era algo brumoso y su color estaba nublado. Así que lo deje ir”.

“Cielo santo”.

Bueno, son plantas, después de todo. Si le preguntaras a alguien si las plantas tienen distintas emociones, simplemente se reirían de ti. Además, si supieran que la respuesta es sí, es posible que no puedas volver a comer una ensalada nunca más. Quizás sea mejor dejar que algunos misterios sigan siendo misterios.

“Ah, ahí está”. Dijo señalando la aldea que se avistaba.





Era una aldea pequeña, lo suficientemente pequeña como para que pudieran recorrer la circunferencia de la valla perimetral en menos de una hora. Solo había unas diez casas dispersas en la zona, todas construidas de madera. Algunos pequeños campos y pozos estaban intercalados entre ellos, como para llenar los vacíos.

Oh, wow. “Qué aldea tan pacífica”.

“¿Verdad que sí?”

Bajamos de altura y pasamos entre dos árboles que servían como entrada a la aldea. Justo delante de nosotros se encontraba una casa que era una mansión grande y espléndida en comparación con las demás. Me refiero a—bueno, era aproximadamente del mismo tamaño que la mayoría de las casas normales en otros países.

“¿Es esa la casa del jefe de la aldea?”

Señalando el lugar, Emil asintió. “Así es. Y también es mi casa”.

“¿Oh?” Entonces no me equivoqué al decir que esta era la aldea de Emil.

“…No pareces muy impresionada, señorita”.

“Oh, ¿debí sorprenderme más? ¡Wow, debes ser muy rico!”

“Um… bueno, no me refería a eso…” una expresión oscura cubrió el rostro de Emil.

“En fin, Emil, ¿cuándo vas a darle ese frasco a la chica?” Pregunté, y una vez más, se animó. Sus altibajos emocionales eran entretenidamente extremos.

“¡Hoy! Se lo daré después del almuerzo. ¡Oh sí, deberías comer con nosotros! ¡La cocina de Nino es la mejor!”

“Me alegra que quieras invitarme, pero acabo de comer”.

“En ese caso, ¡haré que Nino te prepare un plato pequeño! ¿Hay algún alimento que no puedas comer? ¡Le pediré que no lo use!”

Parecía que quería que me quedara a almorzar sin importar qué. Bueno, no tengo ningún motivo para rechazarlo, ¿verdad?

“No, estoy bien con cualquier cosa, pero realmente acabo de comer, así que pídele que no haga demasiado, ¿Bien?”

“¡Déjalo en mis manos! ¡Te prepararé algo realmente delicioso!” Pero no eres tú quien hará la comida. Es Nino.

***

 

 

Y así es como terminé siendo una invitada en la casa del jefe de la aldea.

A pesar de la apariencia exterior lujosamente grande de la casa, el interior era completamente normal. El comedor estaba decorado con muebles viejos, y la casa del jefe parecía ser modesta como el resto de la aldea. En realidad, tenía la impresión de que la mansión era solo una gran parcela de tierra con la que no sabían qué hacer.

“Bien, toma asiento”. Emil sacó una silla y me indicó que me acercara para sentarme.

“Gracias, por cierto, ¿en dónde está la criada?” “Quién sabe… Probablemente la veamos pronto”.

“¿Y el jefe de la aldea?”

“Debería llegar pronto”.

“¿Qué pasa con esa actitud despreocupada?”

Luego de pasar un rato conversando con Emil, sentí que alguien se aproximaba detrás de mí. Sin embargo, no como una especie de sexto sentido; acabo de escuchar los pasos. De todos modos, me di la vuelta.

“…Ah”.

Había una niña. Al cruzar miradas, dio un pequeño saltó sorprendida y luego hizo una pequeña reverencia asustada. Fue un poco patético.

A juzgar por su ropa, esta es la criada. Llevaba un vestido con delantal (el clásico traje de criada) que era demasiado grande para su pequeño cuerpo.

“¿Cómo estás? ¿Acaso eres del Este?”

Tenía un brillante cabello liso, y sus ojos eran de un profundo color marrón oscuro. Se parecía a cierta bruja aprendiz que conocí en un país del Este. Sin embargo, el cabello de esa aprendiz era un poco más corto.

“¿Ah? Uh, um…”

Tal vez fue muy grosero preguntar su país de origen tan abruptamente. La niña desconcertada miró a Emil en busca de ayuda.

“Sí, eso es cierto. Mi padre encontró a Nino en un país oriental”. “¿Escuché que eres la criada de esta casa?”

La niña llamada Nino asintió levemente. “S-sí… el jefe de la aldea es muy amable conmigo”.

Su respuesta fue mecánica, como si la obligaran a leer un guion. “¿Dónde se encuentra el jefe de la aldea?”

“Ah, um… Él está en su estudio, trabajando…” dijo, agarrando el borde de su vestido. “Um, ¿tienes planes con él?”

“No en realidad”. Dije moviendo mi cabeza.

Probablemente lo vea a la hora de comer, así que no hay necesidad de apresurar las cosas.

Al terminar esta pequeña charla, Nino bajó su mirada, evitando que nuestras miradas se encontraran. No parece que sea particularmente buena hablando con otras personas.

Pero el chico que la amaba no le importó en absoluto acercarse a ella e inclinarse para ver sus ojos. “Oye, Oye, Nino, ¿qué hay para almorzar hoy?” Debido a que estaba de espaldas no pude ver su expresión, pero estoy segura de que era una amplia sonrisa.

“Ah, hoy tendremos… pescado a la parrilla, a petición del jefe de la aldea”.

“¡Hurra! Dime, si te parece bien, ¿puedo hacer que cocines algo para esa chica también?” Emil me señaló. Nino me miró por un momento y asintió levemente.

“Ya lo ve, señorita”.

“Lo aprecio mucho. Gracias en verdad, pero no tengo mucha hambre, así que, por favor, haz una pequeña porción.”

“…S-sí, señorita”. Justo como Emil había dicho, Nino se miraba triste. Si alguien entrara en ese momento y viera su rostro, podría suponer que la estábamos intimidando.

“¡Oh cierto! Oye, Nino, después de almorzar hoy, tengo un regalo para ti”.

“Ah, ¿p-para mí…?”

“Sí. ¡Espero que estés emocionada!”

“N-no… está bien. Si le das algo a una criada como yo… el jefe de la aldea se enfadará…” Incluso más allá de la frase humilde, fue algo particularmente servil de decir.

“Está bien, está bien. Se lo explicaré todo a mi padre”.

“Oh, pero…”

Impacientemente, Emil jugó su carta de triunfo contra la mansa niña. “Bien, entonces, es una orden mía. ¿Qué te parece?”

“……”

Sus sentimientos deben haber llegado a ella; después de todo, fue muy directo, tal vez exagerado. Nino asintió. “Si es una orden…” dijo, luego sonrió débilmente.

El chico le devolvió una sonrisa.

Me la pasé un poco aburrida por un rato después de eso.

Emil diligentemente fue ayudar a Nino, dejando a la invitada (O sea yo) sola en el comedor. Fui a la cocina para dar una mano, pero Emil me rechazó con una sonrisa deslumbrante. “¡Ve a sentarte señorita! ¡Nosotros dos nos haremos cargo de la cocina!”

No había con quién hablar y nada que hacer aparte de esperar que el tiempo pasara, extremadamente improductivo. No lo soporto. Quisiera leer un libro. Pero no cargo libros conmigo…

Me la pasé sentada haciendo nada.

Varios minutos después de estar aburrida, un señor regordete se sentó frente a mí.

“Ah, una invitada peculiar”.

No era especialmente viejo o joven, posiblemente terminaba su treintena o iniciaba sus cuarentas. ¿Creo?

“Buenas tardes. ¿Será que usted es el jefe de la aldea?” Pregunté, convencida que lo era.

“En efecto”. ¿Vieron?

“Mi nombre es Elaina, soy amiga de su hijo. Soy una viajera. Un gusto en conocerlo”.

“Un placer conocerte. Soy el padre de Emil”.

Ya lo sé. Y llegó en un momento perfecto. Justo cuando necesitaba distraerme con algo.

“Señor jefe de la aldea, ¿cuánto tiempo llevas a cargo de este lugar?”

“Desde el principio”.

“¿En serio?”

“Mm”.

“Es una aldea encantadora”.

“Mm”.

“¿Tienes alguna habilidad culinaria por lo que seas conocido?”

“No”.

“¿En serio?”

“Mm”.

“¿…Estás seguro?”

Siento que continué con este intento de conversación con el jefe en varias fases, pero no recuerdo para nada lo que hablamos.

Para decirlo sin rodeos, no aprendí nada.

Después de un rato, Nino y Emil trajeron la comida. Mientras los dos preparaban la mesa, mis débiles sentimientos de hambre fueron acompañados por una indescriptible inquietud.

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“……”

Podría haber jurado que solo les pedí una pequeña porción.

***

 

 

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“¿Eh? ¡Pero lo hicimos como lo pediste!” Respondió Emil, con una mirada perpleja. “Mira, el pescado es pequeño y agregamos poca ensalada”.

Bien, ahora que lo mencionas, veo que me serviste un tantito menos, pero hubiera sido mejor que me sirvieras la mitad de lo que me preparaste.

“Um…  ¿t-tal vez realmente es demasiado…? Si no puede terminarlo, siéntase libre de dejarlo”.

“……”

Me silenciaron antes de que pudiera decir algo.

De pie junto a Nino, Emil me observaba. Y su mirada decía, “no te atrevas a dejar comida”.

Me comí todo. Dejé limpito mi plato, de hecho. En verdad fue una comida muy deliciosa, pero solo probé los primeros bocados. Lo demás, se convirtió en una tarea de meter el resto en mi estómago. Qué desperdicio.

“¡Gracias por la comida! Eso estuvo realmente delicioso, Nino”.

“G-Gracias…” Nino hizo una pequeña reverencia avergonzada.

“Recogeré los platos…” Ella puso de pie y recogió los platos y vasos.

Emil le echó una mano, como si fuera algo normal.

En ese caso, yo también ayudaré. Empecé a levantarme, pero nuevamente Emil se volvió a mí con una sonrisa y dijo, “Oh, no te preocupes, señorita”.

Luego que se marcharan a la cocina, hice una pregunta al jefe de la aldea. “¿Dónde conoció a Nino?”

Luego de vaciar el resto del agua en su vaso, el jefe de la aldea me respondió. “La compré en Oriente”, dijo, como si fuera la cosa más común del mundo.

¿Compró? En otras palabras… “¿Es una esclava?”

“Mm. Fue hace varios años. Mi esposa nos dejó y, por un tiempo, no pude hacer todo el trabajo de la casa”.

“……”

Había un sinfín de cosas que quería decir, pero me abstuve. En silencio, le pedí que continuara.

“En aquellos días, viajaba al Este de vez en cuando por trabajo, y ahí me la encontré. El precio era un poco más alto de lo que hubiera preferido, pero era perfecta para las tareas del hogar y, lo más importante, tenía un lindo rostro y parecía que se volvería una mujer hermosa al crecer. La compré sin pensarlo dos veces, y fue una buena decisión. Ha sido una buena criada”.

El jefe dejó escapar una risa vulgar.

“¿Emil lo sabe?”

“Creo que sí, pero no parece importarle mucho que su compañera de juegos sea una esclava”.

Emil había dicho que el jefe de la aldea ‘encontró’ a Nino, por lo que no debió comprender que era una esclava.

Pero incluso si Nino haya sido comprada, tenía la sensación de que Emil no cambiaría su comportamiento hacia ella en absoluto. Parecía tratar a todos por igual.

Nino volvió silenciosamente de la cocina justo en el momento que nuestra conversación fue interrumpida, miró nuestros vasos para asegurarse que estuvieran vacíos y luego los recogió uno por uno de la mesa. Mantuvo su cabeza baja en todo momento. Creo que había escuchado nuestra conversación.

“Oye, Nino, ¿dónde debería poner este plato grande?” “¡Eek…!”

Hubo un ruido que resonó hasta mis oídos.

Emil había salido repentinamente de la cocina y Nino había chocado con él, dejando caer los vasos en sus manos. Fragmentos de todos los tamaños se esparcieron cerca de sus pies.

“¡¿Qué demonios estás haciendo?!” Gritó el jefe desde el otro lado de la mesa. Se puso de pie furioso y agarró a la estupefacta Nino por las solapas de su delantal. “¡Limpia inmediatamente esto, mocosa inútil! ¡¿Cuánto más tendré que esperar hasta que puedas completar todas tus tareas perfectamente?!”

“Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento…”

“¡Basta, padre! Fue culpa mía. No culpe a Nino—”

“¡Cierra el pico, muchacho!” Emil se estremeció y bajó su cabeza.

Al parecer, decidió que ya había gritado lo suficiente, el jefe soltó a Nino y movió su barbilla apuntando los vidrios rotos. “Limpia ese desorden”.

Con lágrimas en sus ojos, Nino asintió y se inclinó una y otra vez hacia los dos ellos y hacia mí. “Lo siento, lo siento, lo siento…” repitió una y otra vez, como si las palabras fueran un hechizo para protegerse.

Esto es extremadamente desagradable. Realmente, esto es muy incómodo.

Aparté mi silla, me agaché sobre los restos de vidrio y saqué mi varita. “No te preocupes. Siempre y cuando estén todos los fragmentos, no habrá necesidad de limpiar”.

Usé un conveniente hechizo que revierte el tiempo, diseñado para curar heridas y reparar cosas. Una sustancia blanca como la niebla rozó los fragmentos transparentes. Al revertir el tiempo, las piezas se unieron y luego volvieron a su forma original.

Entregué los vasos restaurados a Nino. “La próxima vez, ten cuidado de no dejarlos caer, ¿Bien?”

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Me di cuenta de que no tenía idea de lo que acababa de suceder.

“Oh gracias. Arreglaste los vasos luego de presenciar esa desgracia”, dijo el jefe de la aldea a mi lado con voz tranquila. “Oye, tú también dale las gracias”.


Un momento, no deberías obligar a la gente a dar gracias.

“…Lo siento”. Como si todo fuera de maravilla, Nino no lo entendió y dio una respuesta errónea. Inclinó profundamente su cabeza.

“No te disculpes, sino di gracias, Nino”, le dije a la niña.

Nino levantó su cabeza y ahogó las palabras con voz llorosa. “Muchas… gracias.”

***

 

 

“Sabes, también puedo usar hechizos como ese”.

Luego que el jefe de la aldea se encerró en su estudio y Nino volviera a lavar los platos, Emil se resintió.

No tienes que ponerte así.

“Oh no, lo siento. En ese caso, no necesitabas de mi ayuda”.

“Claro que sí, ya que no pude hacer nada. Gracias señorita”.

“Ni lo menciones”.

“Pero para que lo sepas, puedo hacer eso”.

“…”

Debe ser vergonzoso que tu debilidad sea exhibida en frente de la chica que te gusta.

“Realmente no tienes nada de qué preocuparte.” Dije poniendo una mano en su hombro. “Además, en este momento, Nino debe estar muy triste. ¿No es esta tu mejor oportunidad para que le des tu regalo?”

“Señorita, eres una genio…”

“Oh-ho, ve”.

Sus esperanzas revivieron, el estado de ánimo de Emil mejoró de inmediato. Es un niño tan simple. Es muy adorable.

Escondiendo el frasco en su espalda, Emil esperó a que Nino terminara su trabajo.

“…Ah”. Nino salió de la cocina y se sorprendió al ver a Emil apareciendo repentinamente frente a ella, como un pequeño animal. Tal vez recordó el incidente de antes.

Emil dio un paso al frente. “Nino, recuerdas que te dije que tenía un regalo para ti, ¿no?”

“…S-sí,” respondió Nino vacilante.

“Toma, este es tu regalo”.

Emil le extendió el frasco. Nino miró desconcertada, la retorcida bruma blanca en su interior. Claramente no tenía idea de lo que era.

“Este es un frasco que he llenado de felicidad”. Emil puso su mano sobre la tapa. “Está lleno de felicidad. Fui por todas partes para recolectarlo de la gente”.

“… ¿La felicidad de la gente?”

Nino inclinó su cabeza confundida y Emil sonrió.

“Solo podrás verla una vez, así que observa de cerca, ¿Bien?”

Con un shunk, destapó el frasco. Ahora que estaba libre, la bruma blanca salió del frasco, hasta el techo. Cuando el techo estaba completamente cubierto de nubes blancas, pequeñas partículas comenzaron a girar lentamente en la bruma.

Como fragmentos de vidrio, las partículas brillaron con luz reflejada para crear una fantástica vista. Las partículas brillantes eran los fragmentos de felicidad que Emil había recogido, proyectando las escenas en que habían sido inspiradas.

La alegría del nacimiento de un niño. La satisfacción de ver un paisaje pintoresco. La sutil delicia de encontrar una bella flor. La satisfacción de superar una dificultad. El placer tranquilo de tumbarse a la luz del sol para leer un libro en un día libre, y dormir sin preocuparse.

“Ves, el mundo exterior está lleno de tanta felicidad”. Emil cogió la mano de Nino. “Así que no te pongas triste todo el tiempo. Yo también estaré aquí para hacerte feliz”.

En cuanto a Nino, observaba las brillantes luces con asombro, y en poco tiempo comenzó a llorar en silencio. Tapó su boca con la mano para reprimir el sonido mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Emil sonrió, un poco confundido, y la abrazó suavemente.

Las lágrimas que recorrían su rostro brillaban como fragmentos de felicidad.

***

 

 

“Deberías quedarte un poco más”.

Estábamos en los dos árboles que servían como entrada. Emil había llegado a la salida de la aldea para despedirse, y hacía pucheros como un cachorro abandonado. Junto a él estaba la criada, Nino. Ella nunca había sido muy expresiva, por lo que no podía saber si estaba triste por mi partida.

Sacudí mi cabeza. “Lo siento, pero no puedo tomármelo con calma”, dije, sacando mi escoba.

“…Ven a vernos de nuevo entonces, ¿Bien? Nino y yo cocinaremos para ti de nuevo, y será aún mejor la próxima vez”.

“S-sí… estaremos esperando”. Nino hizo una pequeña reverencia.

Me subí a mi escoba y me elevé en el aire. “Bien, los visitaré de nuevo. Algún día— definitivamente lo haré”.

Cuando mi viaje haya terminado, tal vez.

Los dos se despedían agitando sus manos mientras me alejaba— Emil agitaba los brazos con fuerza mientras que Nino lo hacía con calma y delicadeza.

“¿………?”

Accidentalmente hice contacto visual con Nino.

Su mirada era como la oscuridad de la noche, y me refiero a algo más que el color. Ansiosa, desesperada, como si estuviera en un estado de desesperación inimaginable. Como si ya estuviera muerta. No se parecía en nada a cuando nos conocimos en la mansión del jefe de la aldea.

…Me pregunto por qué.

Estaba a la vista del camino cuando recordé el final del libro que leí hace mucho tiempo.

La historia de un esposo que paseaba al aire libre, capturando mágicamente hermosos paisajes en el momento en que los veía, y llevándolos a casa para mostrárselos a su esposa enferma, que no podía salir de la casa.

Me preguntó por qué lo olvidé hasta ahora. Dejó un sabor tan horrible en mi boca.

La historia terminó cuando la esposa, que anhelaba ver el paisaje por sí misma, obligó a su cuerpo debilitado a moverse y murió incluso antes de lo que se esperaba. Era una fábula, y la moraleja era “las cosas que creemos que hacemos por el bien de los demás no siempre son lo mejor para ellos”.

En qué pensaría Nino después de ver el contenido de ese frasco. ¿Qué decisión habría tomado? Acaso, posiblemente—

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“…….”

No, de ninguna manera. No lo haría.

Al ver hacia atrás, el viento corría por la amplia pradera de color verde brillante. Las flores silvestres brillaban a la luz del sol, como la superficie del agua quieta meciéndose en el viento.

Realmente era un lugar hermoso. Pero no tenía ninguna razón para volver.

Si lo hiciera, terminaría sintiéndome triste.

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