Mezametara Saikyou (NL)

Volumen 4

Prologo: Conde Dalenwald

Me desperté al sentir el aliento de alguien sobre mí. Estaba medio dormido, pero podía sentir varias cosas: una cama suave, sábanas y la mano de alguien acariciando mi mejilla. Suspiré satisfecho y acerqué la mano.

“Ah…” Se oyó una voz nerviosa, pero la ignoré y abracé a quienquiera que fuera. El cuerpo estaba caliente y olía dulce, como a leche.

Pensé por un momento en la persona silenciosa y dócil que estaba a mi lado. Debía de ser una chica, porque yo era el único hombre de los alrededores. Definitivamente no era Mimi: esta persona no tenía sus maravillosos pechos. Probablemente tampoco Elma: era delgada, pero ciertamente no tan delicada. Naturalmente, tampoco era nuestra Maidroid, Mei. Así que ¿quién estaba en la cama conmigo, entonces?

Cuando abrí los ojos, vi a una chica de pelo negro que se sonrojaba locamente. Sus ojos, como dos brillantes piezas de ónix, me miraban apasionadamente.

“Buenos días, Chris”, dije.

“…Buenos días, Hiro”.

Nos quedamos en la cama y nos miramos durante un buen rato, ambos con dificultad para apartar la mirada.

***

“¿De verdad, Hiro? ¿De verdad?” Elma me amonestó, tirando de su cabello plateado hasta los hombros en señal de irritación. Sus ojos color jade se entrecerraron con rabia hacia nosotros dos, y sus juveniles labios estaban curvados en un ceño fruncido.

“¡Sólo acavamos de dormir uno al lado del otro!” Le expliqué. “¡¡¡Nada más!!!”

“¡¡Sí, es cierto!!! Chris me apoyó.

No sabía si se debía a la mala suerte o a mi descuido, pero de cualquier manera, Elma me estaba sermoneando a primera hora de la mañana -aunque “la mañana” realmente no existe como concepto en el espacio exterior- Ella se dio cuenta en el mismo momento en que Chris y yo salimos juntos de mi habitación.

“Si tú lo dices, Chris, supongo que debe ser cierto…” Elma nos miró a ambos de pies a cabeza. Sus orejas de elfa, que sobresalían de su cabello plateado como flechas, se movían hacia arriba y hacia abajo como si estuvieran buscando algo.

¡No soy un delincuente! Soy inocente. No es por presumir, pero si hubiéramos hecho algo, Chris necesitaría una silla de ruedas. Estoy bastante bien dotado, después de todo.

“Ambos deberían ser más responsables”, continuó Elma, “pero Chris, eso va doblemente para ti. Cada una de tus acciones puede afectar a un montón de gente. Eso es lo que significa tener tu sangre, ¿verdad?”.

“Sí, señora…” Chris bajó la mirada con desánimo.

Elma se refería a la sangre de la familia del Conde Dalenwald que corría por las venas de Christina Dalenwald: la sangre de una noble.

Los padres de Chris habían sido trágicamente asesinados por su tío, que quería el título de Conde para sí mismo. Y había tenido intenciones de acabar con Chris, también. Habíamos lidiado con algunos asesinos, pero no era el momento de relajarse todavía. Serena me debía un favor, así que me uní a su Unidad de Caza de Piratas para usarlos como camuflaje. Nuestro problema actual era cómo reaccionaría el tío de Chris ahora que estaba acorralado.

“Está bien, Elma, creo que es suficiente…” Nuestra encantadora y bronceada Mimi nos cubrió. Pero ella también fue víctima de las miradas asesinas de Elma.

“¿Disculpa, Mimi? ¿No se suponía que iba a dormir contigo anoche?”

“¡Waaaah! Lo siento mucho!!!”

Elma pellizcó las mejillas regordetas de Mimi y empezó a tirar de ellas. Así que la estancia de Chris en mi habitación durante la noche debe haber sido culpa de Mimi, después de todo.

“Eh, eh, ya está bien”, declaré. “Al final no ha pasado nada, así que ¿por qué no dejamos el pasado en el olvido?”

Elma me miró como si exigiera: “¿Estás en condiciones de decir eso?” Pero no me importaba. Ni un poco. ¡Ahora deja que Mimi se vaya! La pobre chica está a punto de llorar.

“Uf, da igual”, suspiró. “No voy a seguir insistiendo en ello, pero sólo ten cuidado”.

“¡Sí, sí!” Respondí.

“Sí, señora”, asintió Chris mansamente.

Será mejor que nos arreglemos y desayunemos. ¿Qué hay para la comida de hoy?, me pregunto.