Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 2

Capitulo 9: La Princesa Con la Mirada De Alto Poder

“Eso es… todo es culpa de este árbol… Este árbol tiene la culpa…”

“¿Su Alteza?”

Dion frunció el ceño sospechosamente a la princesa murmurando.

¡Cómo te atreves a poner tu raíz delante de mí pierna! ¡Qué árbol tan descarado! ella de repente gritó en un tono histérico. Entonces…

¡Thunk!

Ella pateó el tronco. Fue una patada muy ingrata, del tipo que esperarías ver no de una princesa sino de un matón callejero. Inmediatamente, una sacudida subió por la columna de Dion y él se tensó, sintiendo malicia de las miradas invisibles que se enfocaban en Mia.

“Maldito Infierno”.

Escupió molesto, se lanzó hacia adelante y desenvainó su espada todo en un solo movimiento. Aterrizando directamente en frente de Mia. Se concentró en escuchar el bosque. Allí estaba. El inconfundible silbido de madera que rasga el aire. Entonces otra vez. Y otra vez. Y otra vez.

Cuatro flechas.

Todos muy acertados. Supongo que es una tribu de cazadores para ti. Pero gracias a eso…

Su brazo espada se empañó. Tres destellos arqueados lo rodearon como un proyectil, apareciendo y desvaneciéndose casi simultáneamente. Un segundo después, tres flechas yacían en pedazos a sus pies. En cuanto a la flecha final…

“…¿Eh? ¿UH… Huh?”

Mia parpadeó un par de veces. Entonces ella levantó la vista. Un eje estaba incrustado en el tronco del árbol, apenas una pulgada por encima de su cabeza pequeña y frágil. Dion lo había dejado pasar a propósito, después de haber leído con precisión el curso de la flecha. Ella continuó mirándolo, sus ojos se cruzaron un poco.

“¡H-Hyaaaaaaah!”

Soltó un chillido penetrante y cayó de espaldas. El impacto desalojó su horquilla y aterrizó en el suelo a su lado. Antes de que pudiera hacer otra cosa, Dion la recogió, quien cortó otra flecha mientras la llevaba bajo su brazo.

“¡Capitán!”

El Vicecapitán, con su espada desenvainada, apareció un poco tarde en la escena. Fue seguido rápidamente por los guardias de Mia. Dion los miró y ladró una orden cortante.

“¡Retrocedan! ¡Fuera del bosque!”

Luego comenzó a correr; mirando furiosamente a Mia a quien todavía llevaba como un bulto debajo del brazo.

“Con el debido respeto, alteza, voy a matarla por esto”.

“¡E-Eeeek!”

Mia volvió a gritar aterrorizada. En el fondo de su mente, notó con voz apagada que una mirada asesina de Dion era aún más aterradora que ser disparada por flechas.

“Lo juro, solo te dije que mantuvieras tus ‘manos lejos’ de cualquier cosa en el bosque… ¡En caso de que te lo estés preguntando, eso incluye los pies!”

Las lágrimas brotaron de los ojos de Mia mientras se retorcía de terror absoluto. Se las arregló para gruñir con voz ronca, “¡H-Huyamos!”

“¿Qué crees que estoy haciendo, maldición? Está bien. Te llevaré de vuelta al campamento”.

“¡No más lejos! ¡De vuelta a la ciudad del vizconde! ¡No me sentiré segura hasta que hayamos regresado a la mansión del vizconde!”

Dion miró hacia abajo para encontrarla mirándolo con los ojos firmes. Todo lo demás era un desastre tembloroso, pero su mirada no titubeó. Levantó una ceja y asintió. Dio la casualidad de que él prefería que ella se quedara también en la ciudad.

“Lo suficientemente justo. En ese caso, siéntase libre de regresar a la mansión con sus dos guardias. Enviaré a unos cuantos hombres más como acompañante”.

Él exhaló. Al final del día, la princesa todavía era una niña. Solo una niña egoísta que solo pensaba en sí misma.

“¡E-Eso no es suficiente!”

Él la miró de nuevo. Ella aún mantenía su mirada, y por un momento, él pensó que vio un destello de algo en sus pupilas ensanchadas. Él frunció el ceño. ¿Fue eso… determinación?

“¿Qué no es suficiente?”

“¿Unos pocos hombres? ¿Sabes quién normalmente tiene la tarea de protegerme? ¡La guardia de la princesa! ¡La élite de la élite! ¿De verdad crees que unos pocos hombres serán suficientes para garantizar mi seguridad?”

“…¿Y qué quieres decir exactamente con eso, alteza?”

“¡Mándelos a todos! ¡Quiero que cada uno de tus hombres me proteja en mi camino de regreso a la ciudad vizconde!”

“Ahora espera, princesa”. La voz del Vicecapitán se podía escuchar incluso sobre sus pasos frenéticos. “Sé que estás molesta, pero eso va un poco demasiado lejos. ¿Verdad, capitán?”

En cualquier otra situación, Dion habría aceptado de inmediato. En cambio, no dijo nada. Sus ojos se entrecerraron, pero permanecieron fijos en Mia. ¿Qué fue ese brillo que vio? Necesitaba estar seguro.

“Mover un ejército lleva tiempo, su alteza… El campamento necesita ser derribado. Carpas desmanteladas. Cercas removidas. Los suministros también deben transportarse… ”

“¿Estás insinuando que hay algo más importante que mi seguridad personal?”

Se miraron el uno al otro por un rato, sin ceder ni un parpadeo. Finalmente, Dion dejó escapar un suspiro. Luego la giró y movió ambos brazos debajo de ella, llevándola ya no como un manojo de sábanas sino como una verdadera princesa.

“¿Sabes qué? Tienes toda la razón… Vicecapitán, escuchaste a Su Alteza. Una vez que regresemos al campamento, preparen a los hombres y sus caballos para que se muevan lo antes posible”.

“¿C-Capitán?”

“No depende de nosotros”, dijo Dion. “Acabamos de recibir un pedido directo. Parece que Su Alteza no tiene muy buena opinión de la competencia de nuestros hombres. Deberíamos, por lo tanto, rectificar este desafortunado concepto erróneo. Dígales a los hombres que esta es su oportunidad de demostrar su valía. Quiero ver formación y bloqueo. Estamos marchando de regreso en forma ceremonial”. Luego miró a Mia, que inexplicablemente había cerrado los ojos y tenía una expresión de profundo alivio, y dijo: “Mis más sinceras disculpas por la incomodidad, Su Alteza, pero por favor tenga paciencia con nosotros. Saldremos del bosque antes de que te des cuenta”.

¡E-Eso fue absolutamente aterrador!

Incluso mientras se relajaba en los brazos de Dion, Mia aún podía sentir el sudor frío gotear por su cuello. Su plan había funcionado incluso mejor de lo que había pensado, pero…

¡Dulces lunas! ¡No pensé que realmente me dispararían!

De vuelta durante la guerra revolucionaria siempre había muchos gritos primero, que luego seguían algunos disparos de advertencia. Ella pensó que sería lo mismo esta vez. Peor aún fue la forma en que Dion había reaccionado. Por la forma en que la miraba, ella lo sabía sin ninguna duda — si se atrevía a mirar hacia otro lado, la mataría allí mismo. Por lo tanto, ella seguía mirando hacia atrás. ¡Ella concentró desesperadamente toda su energía en obligar a sus ojos a permanecer abiertos mientras lo miraba por su querida vida!

¡E-Estoy tan agotada! ¡Siento que me voy a desmayar!

Superada por el cansancio, dejó que sus párpados se cerraran. Arriba, todavía podía escuchar a Dion hablando de algo u otro, pero no le prestó más atención. Le dolían los ojos por todas las miradas, y decidió que merecían un merecido descanso.