Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

La casa de Anne estaba ubicada a las afueras del centro de la ciudad que rodeaba el castillo. Era una casa de madera ordinaria, pequeña y sin pretensiones, escondida en hileras de viviendas similares. Pequeñas flores bonitas salpicaban el patio, sobre el cual colgaba una línea de ropa recién lavada que revoloteaba suavemente con la brisa. Era una vista humilde (no sofisticada en ninguna medida), pero irradiaba el calor del hogar.

—Princesa Mia, quédese aquí en el carruaje hasta que yo diga que está bien entrar— advirtió Anne, antes de precipitarse apresuradamente hacia la casa. Unos minutos más tarde, reapareció con una pareja de mediana edad, los cuales parecían un poco pálidos.

—Dios mío, podrían ustedes dos ser…

—E-Es un honor absoluto conocerla, S-Su Alteza. Soy el padre de Anne— dijo el hombre, con la voz quebrada nerviosamente. Luego presentó a la mujer a su lado como la madre de Anne.

En respuesta, Mia le dio un tirón rápido a su falda e hizo una reverencia.

—Es un placer de conocerlos, mi nombre es Mia Luna Tearmoon. Su hija Anne, ha sido una bendición absoluta. Estoy abrumadoramente feliz por su servicio — dijo con una dulce sonrisa.

—N-nos humillas con sus palabras, alteza. Acepte nuestra más profunda gratitud por agradar a nuestra hija con su favor real.

—M-Me temo que no tenemos nada que ofrecer a su alteza aquí, pero…

—Por favor, relájense, el servicio que brinda su hija es suficiente, no pido nada más. Estamos de visita hoy simplemente porque deseábamos traerles un regalo — Mia les dio su mejor sonrisa de princesa. Ella era muy buena para poner un dulce frente. — Ahora, Anne, ¿podrías presentarme a tus hermanas? Rápido por favor.

Quería comer dulces de hielo, y la idea de que se derritieran la estaba poniendo nerviosa. Afortunadamente, la taza de cerámica contenía ocho dulces en total (lo sabía porque había contado). Con tantos, debería haber suficiente para todos en la familia de Anne para tener uno y aún dejar algunos para ella.

¡Uf, lo suficiente! ¡Qué bueno que los Cuatro Duques no escatimen en sus regalos!

Se estremeció de emoción al imaginarse colocando una de las delicadas golosinas en su boca. Cuando entró en la habitación de invitados, sin embargo, se puso un poco preocupada. Reunidos en el espacio bastante pequeño había cuatro niños. El mayor era un niño, que parecía un poco mayor que Mia. Las otras tres chicas parecían más jóvenes que ella.

—… Supongo que el hermano y las hermanas de Anne.

Contando a Anne, había seis jóvenes aquí. Con sus padres, eso hizo… ¡Ocho!

«Uf. Qué llamada tan cercana…»

Eso significaba que después de hacer las rondas, habría una última pieza para ella. Al mismo tiempo, habría demostrado su generosidad ilimitada al compartir libremente sus obsequios con todos los presentes. No solo eso, sino que la impresión de Anne de ella como la princesa de buen corazón también permanecería ilesa.

Sintiéndose bastante orgullosa de sí misma por cómo todo había funcionado tan perfectamente (aunque no había tenido nada que ver con eso) Mia volvió a imaginarse alegremente comiendo caramelos de hielo. Como resultado, no prestó atención a las presentaciones de Anne de los miembros de su familia.

—Entonces, lo siento mucho, Princesa Mia, pero nuestra segunda hermana, Elise, tiene problemas de salud y siempre está descansando en su habitación en este momento. Sé que se supone que debe venir a saludarte, pero…

—… ¿Eh?

Mia se congeló. Había una persona más. No solo eso…

—¡Wow! ¿Realmente, es su alteza? ¿Estás seguro de que podemos tener esto?

—¡Gracias, alteza! ¡Vamos mamá y papá! ¡Probémoslo juntos!

—Ya, ya. Compórtate frente a la princesa… lo siento mucho, alteza.

Frente a los rostros sonrientes de la familia de Anne, Mia sabía que su destino estaba sellado. No tenía las agallas para exigir una pieza frente a Anne y arriesgarse a arruinar su imagen de princesa de buen corazón.

«¡E-estúpidas chicas! ¿Por qué no pudiste haber puesto diez, tacaños? ¡Tanto para los cuatro duques!»

Decidió dirigir su frustración hacia las hijas de los Duques. Después de someterlos a una buena ronda de abuso verbal en su cabeza, finalmente se calmó.

—Lo siento mucho, alteza. Sé que normalmente no hay excusa para su ausencia… Por favor, acepte mis más sinceras disculpas…

—¿Qué? O-Oh, eh, eso está bastante bien. No me importa Es mi culpa por venir con tan poca antelación. Además, si no se siente bien, no tiene sentido obligarla a venir. Más importante aún, Anne, por favor haga que todos prueben esto ya. Sería una lástima que se derritieran—. Echó una última mirada melancólica a los dulces de hielo antes de continuar: —Ah, sí, ¿Y por qué no le llevamos uno a su hermana en su habitación?

Para ser absolutamente claro, Mia no estaba diciendo eso por preocupación por los enfermos. Simplemente no podía soportar la idea de que algo sabroso entrara en la boca de otras personas y no en la de ella. Quedarse más tiempo significaba sentarse allí y ver a todos los demás comer. Ella necesitaría un corazón de oro para no considerar esa tortura, y el suyo solo tenía una fina capa de dorado. Había llegado el momento de escapar.

En cuanto a cómo Anne interpretó su declaración…

—Oh… Princesa Mia… — dijo tan conmovida, que tuvo que tomarse unos minutos para recuperarse antes de poder seguir hablando. —Eres muy considerada, aprecio su amabilidad. Realmente lo hago Y estoy seguro de que mi hermana también lo hará. ¡Ella estará muy feliz de verte!

—Ah… Bien. Es agradable escuchar eso.

En comparación con las sinceras palabras de agradecimiento de su joven doncella, la respuesta de Mia fue decididamente menos apasionada.