Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

—Entiendo… Entonces, ¿Tu hermana se llama Elise? — Preguntó Mia mientras seguía a Anne hasta el segundo piso.

—Sí. Tiene la misma edad que usted Princesa Mia, pero siempre ha estado un poco enferma… solo desearía que estuviera tan sana como usted…

Anne dio una sonrisa triste.

—… Lamento escuchar que ella tiene tan mala salud.

—Oh, pero en realidad no está enferma ni nada. Solo un poco débil. Además, gracias a usted, mi salario ha subido. Ahora, puedo permitirme que coma muchas cosas nutritivas, y ella está empezando a verse más y más saludable— dijo mientras llamaba a la puerta frente a ellos. —Elise, ¿Estás despierta?

—Sí lo estoy. ¿Eres tú, Anne? Puedes entrar— respondió una voz tranquila.

Anne abrió la puerta de una habitación pequeña. Sus modestos muebles, nada más que un escritorio de madera y una cama, contrastaban con la propia habitación de Mia, que estaba llena de todo tipo de cosas. Sobre el escritorio había una fila de libros, todos los cuales mostraban signos de uso considerable. Los libros eran artículos costosos, por lo que era común que se volvieran a leer más de unas pocas veces. Lo que no era común era que fueran releídos hasta el punto de desmoronarse. Incluso menos común fue para cada libro que una persona poseía en ese estado.

—Lo siento, no pude ir por el saludo, hermana…

Una niña se sentó en la cama frotándose los ojos. Ella compartió muchas de las características de Anne, incluida una mata de cabello rojo desordenado que actualmente sobresalía en todas las direcciones. Evidentemente, ella acababa de despertarse.

—Supongo que la princesa ya se fue… Oh, desearía haberla visto… — dijo antes de alcanzar sus lentes junto a la almohada. Cuando se los puso y miró a través de sus lentes algo cómicamente grandes, se congeló.

—… ¿Eh?

Miró, boquiabierta, a la persona parada junto a su hermana.

—Hola. Mi nombre es Mia Luna Tearmoon, y me alegro de conocer a la hermana de mi maravillosa doncella, Anne.

—Q-Qué… Pero, um… H-Hola. Lo siento, ni siquiera estoy vestida… Su Alteza, yo…

—Está bastante bien. Tu nombre es Elise, ¿verdad? He escuchado sobre ti. Por favor relájate.

Mia sonrió mientras colocaba una mano sobre el hombro de Elise y le impedía intentar levantarse.

—P-Pero…

—¿No la escuchaste, Elise? Solo quédate ahí. La Princesa Mia tiene un corazón de oro. No le molestarán algunas fallas en el protocolo.

—En efecto. De hecho, ¿Había algo malo? Ni siquiera me di cuenta — dijo Mia, sin perder el ritmo. Después de todo, recibir elogios era su fuerte.

Durante un tiempo, se dedicaron a bromas agradables. Estaba particularmente encantada cuando Elise rechazó el dulce de hielo y dijo con una sincera disculpa: “Me duele tener que rechazar una oferta tan generosa de Su Alteza, pero tengo miedo de que me dé un escalofrío”.

Tan pronto como escuchó eso, Mia inmediatamente decidió que le gustaba esta chica. No por algún rasgo en particular, por supuesto, sino porque recuperó su dulce de hielo. Sonriendo ante la delicada golosina que, regresó a ella, estaba tan feliz que casi comenzó a saltar de un lado a otro.

—¿No es genial, Elise? Sé que dijiste cuánto querías conocer a la Princesa Mia— dijo Anne, mirando a su hermana con una sonrisa amable.

—Dios mío, ¿Querías conocerme tanto?

—¡Sí! Yo, um… Ya ves, estoy escribiendo una historia y… — Elise dijo, la emoción arrastrándose en su voz. Ella trajo un fajo de papeles de su escritorio. Escrito en la primera página había un título. Decía: —El pobre príncipe y el dragón de oro.

«Dios, recuerdo haber visto este título en alguna parte…»

Mientras miraba la fila de palabras, lentamente se perdió en sus recuerdos.

Sus días en el calabozo estuvieron llenos de tedio. Después de todo, había muy poco que hacer allí. Ser arrastrado a una cancha de canguros donde todos la azotaron con insultos fue, por supuesto, una experiencia desgarradora, pero estar atrapado en una celda sin nada que hacer fue igualmente angustioso.

Un día, para ayudar a pasar el tiempo, Anne comenzó a contarle una historia titulada “El pobre príncipe y el dragón de oro”. Comenzó con un príncipe que compartía su riqueza con los pobres y necesitados, solo para encontrarse en la pobreza después de dar demasiado. Muy lejos El príncipe luego salvó a un dragón de una lesión debilitante, y los dos se embarcaron en una serie de emocionantes aventuras.

Era una historia diferente a todo lo que había escuchado antes. Las novelas de fantasía eran raras en el Imperio Tearmoon, y a Mia le gustó de inmediato. Al final, ella nunca escuchó su final, y la razón no fue porque fue ejecutada antes de que tuviera la oportunidad.

Fue porque no tenía uno.

La autora (la hermana de Anne) murió en la hambruna antes de que pudiera terminar de escribir.

Cuando Mia se acercó a la guillotina, uno de los arrepentimientos más profundos que tuvo fue el hecho de que el final de la historia la eludiría para siempre.

«Casi lo había olvidado.»

Mia estaba inmersa en sus pensamientos… Lento pero seguro, su destino estaba cambiando. Ella no sabía si la hambruna seguiría afectando. Si lo hiciera, con los esfuerzos de Ludwig, sus efectos podrían no ser tan devastadores. Aún así…

Después de hojear el paquete de papeles, miró a Elise.

—Esta es una historia terriblemente interesante. Me gusta mucho.

—¿Huh?

Elise pareció desconcertada. No creía que Mia pudiera haberlo leído tan rápido.

—Elise— continuó Mia, sin preocuparse por la expresión de sorpresa en la niña. —Me gustaría que te convirtieras en mi artista de la corte.

—… ¡¿Eh?!