Mezametara Saikyou (NL)

Volumen 2

Capítulo 5: Dos Imanes Problemáticos Se Atraen

 

 

El día siguiente marcó el comienzo de la prohibición de Elma.

–Ugh. Nnngh… Empezó a l orar nada más despertarse.

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Desplomada hacia delante en la cafetería, Elma miraba con tristeza una botel a sin abrir de whisky caro y sin tocar.

–¿Realmente vale la pena l orar por esto? pregunté.

–La acabo de comprar y ahora…. Las lágrimas se deslizaron por sus mejil as.

Estuve a punto de apiadarme de el a y levantar la prohibición de inmediato. ¿Podía realmente impedir que lo bebiera? Había comprado ese whisky con su propio dinero. ¿Quién era yo para decir que no podía tomarlo?

Suspiré. –Sólo bebe un poco menos, ¿de acuerdo?

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–¿De verdad puedo? dijo Elma.

–Si, pero la próxima vez que te emborraches a ciegas, te va a entrar por el culo.

–¡Urk! Tendré cuidado. Los ojos de Elma bril aron con esperanza.

Bril aba por todas partes con esa misteriosa y mal utilizada magia suya.

–Maestro Hiro… Mimi interrumpió.

–No me mires así. No pude soportar el reproche en su mirada. –De todos modos, Mimi, ¿qué planeas hacer?

–Estaba pensando en quedarme en el barco. Después de todo, necesito trabajar en mis estudios de operadora.

–Me parece bien. Hmm… ¿Qué debería hacer?

Todavía no había encontrado una consola de videojuegos en este universo, y nunca había sido muy lector. Sin embargo, tal vez en una colonia con tantas compras, podría conseguir algo divertido.

–Podría pasear por la ciudad un rato. Este lugar parece bastante seguro.

–¿Vas a ir solo? preguntó Mimi.

–Probablemente, sí. No hay nada malo en pasar un tiempo a solas de vez en cuando. Había tenido muy poca soledad desde que l egué a este universo e invité a Mimi y a Elma a unirse a mi tripulación. Volar en solitario por un tiempo podría permitirnos a todos relajarnos por un día.

–¿De verdad? Mimi miró a Elma.

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–No veo el problema de que ande solo, dijo Elma. –Sólo que no metas la cabeza en ningún problema, hombre.

–Haré lo que pueda.

Elma entrecerró los ojos hacia mí. ¿Qué podía decir? Ciertamente no buscaba problemas, pero si los problemas me buscaban a mí, bueno, todo lo que podía hacer era mi mejor esfuerzo.

***

 

 

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–Veamos… ¿A dónde ir? Pensé en el o.

¿En qué lugar de este gran universo podría encontrar una consola de videojuegos? A estas alturas, aceptaría casi cualquier cosa, incluso un libro.

–Pero los libros impresos son un poco… eh.


Los libros ocupan mucho espacio. Si empezaba a acumular libros impresos, el Krishna podría resultar estrecho.

–Nada de libros, entonces. De acuerdo. De todos modos, lo digital era probablemente una mejor opción para la lectura.

Me moví, golpeando mi terminal, tratando de encontrar algo que pudiera ser una tienda de videojuegos. De repente, las bril antes luces de la colonia se apagaron. Levanté la vista y me encontré solo en un cal ejón vacío.

«Eso me pasa por tener la nariz metida en el teléfono».





–¡Espera! , gritó una mujer.

–¡¿Por qué iba a esperar sólo porque tú me lo has dicho?!, contestó un hombre de voz ruda.

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Traducción: KanbaraL

Reborn as a Space Mercenary – Volumen 02

«Vaya, parece que esto ya ha ocurrido antes. Además, esa voz me resulta familiar. ¿Me lo estoy imaginando?»

Me asomé a la esquina del cal ejón y encontré a una mujer con una bata blanca desaliñada. Su trenza marrón le golpeaba la espalda mientras huía, y sus pechos rebotaban frenéticamente mientras avanzaba. Maldita sea. No podía dejarla. Suspiré, desenfundé mi pistola láser y me apresuré a doblar en la esquina. La mujer se detuvo a frenéticamente cuando aparecí. –¡Eep!

–¡¿Qué?! Su perseguidor se dejó caer en el momento en que vio mi pistola, metiendo la mano en los bolsillos. Era demasiado rápido y suave para ser un aficionado torpe.

Agarré a la mujer antes de que cayera y disparé un tiro de advertencia a su atacante. El proyectil le rozó la mejil a.

–Pon las manos detrás de la cabeza y ponte de rodil as, despacio, le dije. –Haz algo raro y no me contendré. El siguiente va a ir directo a tu frente.

El hombre se quedó helado antes de bajar lentamente a una rodilla y levantar las manos para sujetarlas detrás de la cabeza.

–Tú eres…

La mujer en mis brazos se retorció y nos miramos a los ojos. La reconocí al instante. La doctora Shouko parpadeó con una mezcla de asombro y miedo, y luego se relajó un poco.

–No sé qué está pasando, pero daté la vuelta y sal de aquí, le dije a su perseguidor. –Tampoco intentes nada raro. Recuerda tus modales y sé un buen chico ahora.

El hombre me dirigió una mirada de asesino, negándose a retroceder.

Entrecerró los ojos y me apuntó. Su mano se dobló en la dirección equivocada mientras el cañón de una pistola brotaba de su muñeca. « Una pistola láser en su brazo izquierdo, ¿eh? ¿Q ué es, un ciborg?»

Se puso en movimiento, rápido y fluido, pero yo fui más rápido. Le apunté con mi láser antes de que l egara muy lejos.

–¡¿Gah?!

Una explosión brotó de su muñeca mecánica cuando disparé a su brazo-arma. Se estrel ó contra la pared que tenía detrás y se Página | 103

Traducción: KanbaraL

Reborn as a Space Mercenary – Volumen 02

desplomó en el suelo. La Dra. Shouko jadeó, aferrándose a mí con miedo, empujando ese voluptuoso pecho contra mí. « ¡Oh! Esas son unas tetas al nivel de Mimi. ¡Fantástico!»

Mezametara Saikyou Volumen 2 Capitulo 5 Novela Ligera

 

–¿Acabas de matarlo?

–¿Quién sabe? Si tiene suerte, podría seguir vivo. Vivo o no, no saldría ileso de este encuentro. –¿Era la única persona que te seguía?

–No lo sé, logró decir. –Sólo corrí por mi vida…

–Ya veo. « ¿Y ahora qué? Quedarse aquí sería una mala jugada, pero no podemos dejar a ese tipo. Defensa propia o no, si lo dejamos, y muere, eso sería definitivamente un crimen».  Dr. Shouko, tenemos que hacer algo con ese tipo. ¿Deberíamos l amar a la policía?

–B-buena idea. Creo que deberíamos hacer eso. Desgraciadamente, se me ha caído el terminal.

–Yo me encargo.

Mantuve mi láser apuntando al atacante mientras l amaba a la policía a través de mi terminal. « Dr. Shouko, por favor. No eres una niña. No tienes que… Vale, bien, puedes aferrarte a mí. ¡No me importa!»

***

 

 

–Me quito el sombrero ante usted, señor imán de problemas, gimió cierta elfa.

–¿Qué puedo decir? Atraigo los problemas con la misma naturalidad con la que respiro.

Había enviado un mensaje a Elma y Mimi después de contactar con las autoridades. Habían l egado cuando todavía estaba explicando la situación a los policías. Las dos miraron a la doctora Shouko cuando vieron cómo se aferraba a mí.

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–Chicas, no es lo que están pensando, dije.

–Me estoy cansando de esa excusa. Elma me miró casi con tanta fuerza como lo había hecho el atacante.

Mimi sólo ofreció una risa tensa. –Ah, ja, ja…

La doctora Shouko miró entre los tres. –No, sinceramente no es su culpa. Es que lo he metido en esto… En realidad, ¿saben qué? Tal vez sea su culpa.

–¿Bwuh? Hey, ¡¿qué demonios?!


–Verás, estaba l evando tus datos genéticos a mi laboratorio para analizarlos, Dijo la Dr. Shouko. –Fue entonces cuando me atacaron.

En cierto modo, se podría decir que él causó esto indirectamente.

–Espera. ¿Robaron mis datos genéticos? Pregunté.


–Oh, sí, dijo la Dra. Shouko. –Pero los he puesto en un estuche de seguridad especial para que no puedan acceder a el os fácilmente.

También l eva un dispositivo de seguimiento. Podemos encontrarlo bastante rápido; no te preocupes.

–Eso es bueno, al menos. Sin embargo, ¿en serio los l evabas tu sola?

–Sí. Como me dirigía al laboratorio, decidí l evarlos conmigo.

Entonces esos hombres extraños me atacaron. Tomaron el maletín e intentaron secuestrarme, pero escapé por casi nada. Ese último era tan obstinado. Y justo cuando creía que estaba acabada, Hiro apareció y me salvó. La doctora Shouko me apretó con fuerza. Habría disfrutado si no fuera por las miradas deprimentes que Mimi y Elma lanzaron en mi dirección.

–Dr. Shouko, así es como te conquista, dijo Elma, pel izcando mi mejil a. –Las dos caímos en la trampa una vez.

–Elma, no… La reprendió Mimi.

No me importó esa insinuación en particular. Realmente no había orquestado ninguno de esos extraños rescates. Era sólo una extraña coincidencia que había tenido que salvar a tres mujeres diferentes de tres situaciones nefastas diferentes. Espera, ¿la teniente Serena también cuenta? Me había limpiado un poco en esa batalla en el Sistema Tarmein.

–Ah, ¿sí? dijo la Dra. Shouko, ladeando la cabeza. « ¡Qué fastidio!»

Los policías también empezaban a fijarse en la pantal a. No me gustó la forma en que estrecharon sus ojos hacia mí, mirándome fijamente.

Casi podía oír cómo me l amaban normie repugnante en sus cabezas y me decían que me quemara espontáneamente.

–¿Puedo decir que no era mi intención que nada de esto sucediera?

Dije. –Es decir, no podría causar todo esto ni, aunque lo intentara.

–Probablemente sea cierto, admitió la Dra. Shouko.

Quizá fuera suficiente para salvar mi reputación. Es decir, si alguien aquí estaba atrayendo problemas, era la propia sensual doctora.

Primero ese ataque pirata, ¿y ahora esto?

–¿Cómo debemos buscar mis datos? Pregunté.

–Probablemente la policía de la colonia y los especialistas de Inagawa Tech se encarguen de el o, dijo. –Inagawa podría incluso enviar una solicitud de recuperación al gremio de mercenarios.

–No seré yo quien acepte esa solicitud, para que lo sepas.

–Probablemente no te la envíen a ti, ya que es un conflicto de intereses. Si el caso de seguridad se abre y tus datos se filtran, Inagawa tiene que pagar las reparaciones a ti. No nos serviría de nada ofrecerte el trabajo y, al mismo tiempo, darte la oportunidad de beneficiarte de la situación.

–Eso tiene sentido, dije.

Si mis datos no se recuperaban, tenía derecho a 30.000.000 de Ener, después de todo. No podía culpar a Inagawa Technologies por dudar si realmente había puesto mi corazón en el trabajo.

–Supongo que se lo dejaré a ustedes, entonces, dije. –¿Te acompaño a casa? ¿Estarás bien?

–Vaya, vaya. ¿Vas a acompañarme a casa sólo para después hacerme algo sucio? La Dr. Shouko se burló.

–Sinceramente, estoy preocupado, ¿vale?

–¡Ja, ja, sólo estoy bromeando! Pero estaré bien. He hecho que la policía contactara con el departamento de seguridad de Inagawa, así que vendrán a recogerme pronto. Oh, hablando del diablo. Varias personas con armadura se acercaron a la policía, mostrando las credenciales en sus terminales de mano.

–¿Por qué no hiciste que vinieran contigo desde el principio?

–Hay que hacer un montón de procedimientos molestos para que hagan cosas dijo el a, “y toma mucho tiempo”. Se supone que nadie en ninguna parte debe saber sobre los datos, así que no pensé que nadie vendría a por mí.

–Dra. Shouko…

Sus hombros se desplomaron y soltó un suspiro. –Sí, lo sé. Me siento mal.

Casi la compadezco. Sin duda, su jefe le diría unas palabras muy duras al respecto. Además, si yo no hubiera estado cerca, ¿qué le habría pasado? Sin embargo, no hubo tiempo para pensar en el o; los técnicos de Inagawa se dirigieron hacia nosotros, interrumpiendo nuestra conversación.

–Doctora, los de arriba están furiosos, ¿sabe?, dijo uno de el os.

Llevaba un casco que le ocultaba toda la cara. Su voz surgió de algún lugar dentro de él, mecánica y metálica.

–Sí, sí, lo sé. Uf. Ah, e Hiro, gracias de nuevo.

–No hay problema. Ten cuidado ahí fuera, aunque estoy seguro de que no necesitas que te lo diga.

–Sí, sí, dijo el a, marchándose con su séquito blindado. La policía se l evó al atacante también, dejándonos sólo a mí, a Mimi y a Elma.

–Bueno, supongo que es hora de irme, dije, pero en el momento en que intenté hacerlo, las chicas me agarraron por los brazos.

–¿A dónde crees que vas?


–No sabemos en qué problemas se puede meter si está solo, Maestro Hiro. Vamos a ir con usted ahora.

–Ni siquiera puedes caminar solo en una colonia tan segura, dijo Elma, sacudiendo la cabeza. –Eso es una especie de talento.

–¡Soy inocente, lo juro!

Mis gritos no hicieron mel a en sus fríos corazones. Al final, mi día en solitario no fue tan solitario como hubiera esperado. Para empeorar las cosas, nunca encontré ningún tipo de consola de videojuegos. Por lo visto, hacía tiempo que habían caído en el olvido, eclipsadas en potencia por los terminales de sobremesa y otras tecnologías. Si quería jugar, tendría que acoplar un mando a una computadora de escritorio.

Así que mis grandes planes se esfumaron.

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