Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 8

Capitulo 1: Una Navidad Perfecta Para La Editorial

En vísperas de Navidad mientras los novelistas Itsuki Hashima y Nayuta Kani estaban inmersos en una intensa sesión de amor, el equipo de su sello editorial, GF Bunko, seguía trabajando arduamente. Eran más de las once de la noche, pero todos los editores del equipo—incluso los que tenían pareja o familia—se saltaron las fiestas para seguir trabajando, todos con aspecto demacrado. Las Navidades nunca llegaban para los editores, porque entre terminar el trabajo restante antes de las vacaciones de Año Nuevo y la preparación para la Comic Market de invierno— más conocido como Comiket—resultaba la época más atareada del año.

En el escritorio junto al editor Kenjiro Toki, Kirara Yamagata acababa de dedicar la última media hora a negociar con la imprenta una extensión de una fecha límite. Mientras tanto, detrás de él, otro editor estaba realizando llamadas a un ilustrador cada quince minutos, rogándole por las páginas terminadas. A su alrededor, muchos otros se encontraban en una lucha similar, sin saber si terminarían llegando a cumplir la Fecha Límite Real o si la verían pasar sin poder hacer nada. Incluso su jefe, el editor en jefe Satoshi Godo, tenía un aspecto aún más siniestro de lo habitual mientras los miraba a todos con el ceño fruncido.

Afortunadamente para Toki, todos los lanzamientos de enero que supervisaba como editor ya habían sido enviados, lo que significaba que se le había quitado el trabajo de encima en comparación con sus compañeros. Pero todavía tenía que enviar unos setenta correos electrónicos antes de que acabara la noche, tanto a escritores como a personas relacionadas con el anime y el merchandising.

“Uf… Bueno, aquí vamos”.

Bebiendo su quinta bebida energética del día, Toki se centró en la tarea que tenía enfrente. Pero entonces:

“Señor Toki, el equipo de relaciones públicas quería que revisara esto. Dijeron que lo necesitan para mañana”.

La asistente de medio tiempo Miyako Shirakawa se acercó para entregarle un gran sobre. Llevaba trabajando de forma temporal para la editorial desde mediados de diciembre, ayudando también en la planificación de la Comiket.

“Ah, sí, entendido”, respondió Toki, con aspecto agotado, mientras se ocupaba de más trabajo.

“Luce agotado. ¿Debería preparar un poco de café?”

“No, estoy bien”, respondió a la preocupada Miyako. “Gracias por toda la ayuda de hoy, Señorita Shirakawa. Hmm… ¿Estás segura de que está bien que trabajes hasta tan tarde?”

El rostro de Miyako se congeló por un momento, pero rápidamente recuperó la sonrisa. “¡Oh, no pasa nada!” se apresuró a afirmar. “Todos mis amigos de la universidad— y también los ajenos a ella—tenían planes para esta noche, así que, de todos modos, yo era la única libre. En todo caso, el trabajo me ayuda a distraerme”.

Él podría haber notado que esa sonrisa era falsa desde kilómetros de distancia. Por “amigos ajenos a la universidad”, debía de referirse a Nayuta Kani. Aunque nunca lo había confirmado directamente, Toki tenía la vaga idea de que Miyako sentía algo por Itsuki Hashima.

“Ah”, respondió, sin insistir en el tema. “Bueno, los trenes están a punto de dejar de funcionar, así que puedes irte a casa, ¿de acuerdo?”

“Oh, um, claro. Buena suerte con el resto de esta noche”.

Miyako sonaba un poco apenada. Toki quería disculparse en cambio, por hacerla quedarse hasta tan tarde. Ella se tomaba en serio su trabajo, tenía buen ojo para los detalles, se preocupaba por los demás y nunca se quejaba de las tareas que le encomendaban, por muy triviales que fueran. Tener a Miyako cerca, mejoraba notablemente el ambiente en toda la editorial, sirviendo como un soplo de aire fresco en este paisaje infernal.

Satoshi Godo ya le había ofrecido un trabajo oficial en la editorial y por mucho que todos esperasen que saliese bien, al menos unos cuantos se preocupaban por si realmente estaba bien que una mujer como ella tuviese un puesto permanente en un lugar como este. Los horarios eran más que extraños (a veces se estaba fuera de casa durante días); constantemente surgían todo tipo de problemas inesperados; y tratar con los escritores, ilustradores y todos los demás implicados en tu trabajo era, como mínimo, estresante. Además, Gift Publishing no era una gran empresa como Shogakukan, así que el sueldo tampoco era tan bueno.

Toki no quería admitirlo, pero si alguien le preguntaba si su empresa era un entorno bueno u hostil para trabajar, absolutamente diría lo segundo. Era un trabajo que valía la pena y le generaba una verdadera sensación de logro, pero el hecho de tener que apelar a conceptos abstractos como “trabajo que vale la pena” y “sensación de logro” era en sí mismo un signo clásico de un lugar de trabajo insalubre.

No era el tipo de profesión que recomendaría a otras personas. De hecho, era incapaz de contar el número de veces que había pensado: ¡Dejaré este trabajo de mierda! Pero, de alguna manera, había seguido con él durante casi cinco años—más de siete, si se contaba su período de medio tiempo. Eso debía de reflejar lo mucho que le gustaba su trabajo, los productos que fabricaba la empresa y los autores y demás personas con las que trabajaba. Y aunque su salario y beneficios eran más estables para él que para los escritores, tal y como lo veía Toki, éste era el clásico ejemplo de un trabajo en el que nunca podrías sobrevivir si no te gustaba.

Si Miyako se convertía en editora, ¿llegaría a disfrutar de este trabajo? Ni siquiera estaba seguro de si él mismo seguiría disfrutándolo. No había manera de que pudiera visualizar el futuro de otra persona. Por ahora, todo lo que podía hacer era terminar el trabajo que tenía por delante.

Toki suspiró, abrió el sobre que le había dado Miyako y sacó los papeles que había dentro.