Bungo Stray Dogs (NL)

Volumen 5

Interludio 1: Jazz clásico

Jazz clásico sonaba suavemente de fondo.

Este bar de sótano sin ventanas tenía una atmósfera apacible. La lúgubre luz naranja pálida iluminaba las botellas vacías alineadas contra la pared. El mostrador antiguo y los taburetes habían envejecido hasta un marrón caramelo oscuro, y la veta de la madera había adquirido una textura agradable. En medio de la agradable música había un vaso lleno de hielo adornado con alisos de mar blancas.

El hielo del interior golpeó levemente el vaso, creando un agradable tintineo. Un hombre llamado Sakunosuke Oda solía sentarse en ese asiento. La bebida del mostrador era de la misma marca de licor que solía pedir siempre. Pero ya no había mano para tomar esa bebida, ni siquiera un alma en ese asiento.

El vaso y las flores se asentaron en soledad ante el asiento vacío. Dazai los miró por el rabillo del ojo mientras tomaba su bebida. Estaba en su lugar habitual —el asiento junto al de Odasaku— y estaba hablando con el espacio vacío junto a él como si Odasaku todavía estuviera allí.

—¿Por qué brindaremos hoy?

“¿No vas a esperar a que Ango llegue?”

Dazai prácticamente podía escuchar la voz de su amigo.

—…

Lentamente levantó su copa en medio del silencio, recordando una conversación de un tiempo pasado. Fue hace unos años. Sentado en el mismo asiento en el mismo bar, Dazai le dedicó una sonrisa a Odasaku.

“Sé de lo que podríamos hablar”

***

—Escuché algo interesante el otro día —dijo Dazai bajo la pálida luz. Su expresión estaba escondida debajo de las vendas envueltas alrededor de un lado de su rostro, tal vez por lastimarse en una pelea o por probar un nuevo método de suicidio— ¿Has oído hablar del suicidio de la manzana? —preguntó.

—…¿suicidio de la manzana? —Odasaku le lanzó una mirada burlona. Estaban charlando y pensando sobre nada, como lo hacían siempre en su bar habitual.

Dazai asintió en silencio.

—Sí. El suicidio de la manzana.

—Oh… —Odasaku parecía haber pensado en algo. Luego bajó la mirada y tomó un sorbo de su bebida de color ámbar— Como Cenicienta, ¿eh?

Clink. El hielo golpeó el vaso de manera refrescante.

—Cenicienta… —Sorprendido, Dazai repitió el nombre— Hmm… —murmuró de una manera preocupada mientras se tocaba la frente con el dedo medio— Ni siquiera yo podría haber predicho que dirías eso. En serio, nunca me canso de hablar contigo, Odasaku —dijo alegremente Dazai mientras miraba hacia el techo. Odasaku, por otro lado, no tenía idea de qué era tan divertido para él, lo que parecía hacer que Dazai se divirtiera aún más.

Dazai se volvió hacia Odasaku sonriendo radiantemente

Permíteme explicarte —Dijo mientras se inclinaba para verlo más de cerca— Blancanieves es la que se comió la manzana envenenada, y no fue para suicidarse.

—Oh. Me equivoqué —Odasaku se disculpó. El humor jocoso de Dazai no le molestaba en lo más mínimo. Sin embargo…

—¿Mmm? Espera… —Dazai colocó un pulgar en su barbilla y de repente se perdió en sus pensamientos. Curioso, Odasaku lo miró, y entonces…

—… Tal vez Blancanieves se suicidó —murmuró Dazai en voz baja— Tal vez le dio un mordisco a la manzana envenenada sabiendo que estaba envenenada.

—¿Por qué haría eso? —Odasaku miró a su amigo, inseguro de lo que quería decir.

—Desesperación —respondió Dazai con una sonrisa burlona— Había perdido toda esperanza cuando su propia madre le dio esa manzana envenenada… No. —Hizo una pausa, luego miró distraídamente hacia el techo como si estuviera pensando en esto más que un pensamiento pasajero. Con una voz clara como el cristal, luego dijo— Quizás fue una forma más difusa de desesperación. Quizás había perdido toda esperanza en el mundo mismo…

Dazai sonaba como si estuviera en trance. Era como si estuviera ignorando todo lo que este mundo tenía para ofrecer mientras buscaba algo más. Era una vista alarmante.

Odasaku miró en silencio a su amigo, quien anhelaba algo más allá de su alcance. Entonces, Dazai se rió brevemente —¿No sería eso interesante? —Aún riendo, continuó— Recientemente conocí a un usuario de habilidades interesante.

Lentamente bajó la mirada y sus labios se curvaron divertidos. Quizás estaba pensando en esta persona o en su habilidad. Sus labios se distorsionaron en una sonrisa torcida.

—Puede hacer que la gente haga el suicidio de la manzana —dijo Dazai. Había algo peculiar en su sonrisa—Tal vez se vuelva popular en Yokohama algún día.

—¿Suicidarse, quieres decir? —preguntó Odasaku, todavía mirando a su amigo.

—Sí —Dazai asintió antes de volverse hacia Odasaku— ¿No sería maravilloso?

Cuando Odasaku finalmente vio la sonrisa en el rostro de Dazai, le recordó a un niño joven e inocente. Continuó mirando, tratando de escudriñar lo que realmente quería decir, pero nunca lo sabría, no importa cuánto tiempo mirara. Después de todo, Dazai era un maestro en mantener ocultas sus verdaderas intenciones. Es por eso que Odasaku simplemente negó con la cabeza, se rindió y tomó otro sorbo de su bebida antes de simplemente ofrecer un pensamiento propio.

—Eres un tipo interesante. Tu mente nunca deja de funcionar.

Pero la respuesta de Dazai lo sorprendió.

—No soy tan interesante como tú, Odasaku —dijo con una sonrisa.

Odasaku estaba intrigado por esas palabras. Nunca se había encontrado a sí mismo como un hombre interesante, razón por la cual no tenía idea de lo que quería decir, así que decidió ignorarlo, convenciéndose a sí mismo de que Dazai simplemente estaba bromeando. Él siempre estaba bromeando, después de todo. Ya no estaba en trance como antes, y tampoco actuaba de manera extraña. Así que Odasaku miró hacia la entrada del bar y mencionó casualmente que “Ango seguro que hoy llega tarde”, como siempre lo hacía.

Eso solía ser una rutina, pero ahora todo estaba en el pasado, para nunca volver.

***

—… Ango no vendrá —respondió Dazai al comentario casual de Odasaku de hace años.

Tantas cosas habían cambiado desde entonces. Odasaku ya no estaba a su lado y Ango ya no venía a este bar. Dazai ahora estaba sentado solo en el mostrador. No esperaba a nadie. Simplemente miró el líquido ámbar en su vaso. El hielo tintineó en el vaso de licor adornado, como si Odasaku hubiera respondido.

Dazai  luego  susurró  en  voz  baja:  “Tenías  razón,  Odasaku”,  y  tomó  su  vaso.

“Ciertamente es maravilloso estar del lado que salva a otros”.

Junto al vaso había una pastilla blanca y roja.

—…Si planeas vivir, claro está —agregó.

Luego, Dazai observó la pastilla con la mano vendada, la tomó con cuidado y se la llevó lentamente a los labios, al igual que Blancanieves y la dulce manzana envenenada. La venenosa pastilla de color rojo y blanco puro desapareció dentro de su boca.

Dazai se levantó a regañadientes de su silla.

—Nos vemos, Odasaku.

Después de despedirse, sacó algo del bolsillo de su abrigo y lo colocó sobre el mostrador. Y así, se retiró del bar sin mirar atrás. Sus pasos se mezclaron con el jazz clásico que sonaba de fondo hasta que no se pudieron escuchar más. Todo lo que quedó en el mostrador antes de su asiento fue su copa…

…Y una manzana roja ensartada con un cuchillo.

El dulce aroma de la fruta prohibida de la muerte llenó la habitación.

***

Afuera, la brisa nocturna rozó la piel de Dazai. El timbre sonó cuando la puerta se cerró lentamente. Dazai pasó junto al cartel del bar. La farola parpadeó y el asfalto estaba frío. Dazai puso un pie en un mundo menos ordenado.

—Dazai —lo llamó una voz monótona desde atrás. Era un joven con gafas y un traje de aspecto académico.

Ango Sakaguchi: un hombre que solía trabajar y beber al lado de Dazai y Odasaku como informante de la Mafia Port. Resultó ser un agente doble que había estado trabajando para la División Especial para Poderes Inusuales todo el tiempo.

—Oh, Ango. No sabía que estabas aquí —afirmó Dazai sin siquiera mirar atrás— ¿Pasaste por una copa?

Dazai ni siquiera pareció sorprendido por la aparición de un viejo amigo. Su sonrisa era tranquila y sin afectación. Ango, por otro lado, tenía una expresión rígida cuando respondió:

—No, estoy aquí por negocios.

—¿Negocios?

—Por esto.

Inmediatamente, más de una docena de soldados de las Fuerzas Especiales vestidos de negro aparecieron sin decir palabra y apuntaron sus ametralladoras silenciadas directamente al pecho de Dazai. Sin embargo, esto no era un engaño. Los seguros estaban quitados. Sus dedos descansaban sobre los gatillos, listos para disparar si Dazai intentaba algo divertido.

—Tú eres quien trajo a Tatsuhiko Shibusawa a Yokohama, ¿no es así? —preguntó Ango con voz severa.

Dazai reaccionó a la acusación volviéndose lentamente hacia Ango y lo miró con una mirada gélida. Estaba extremadamente tranquilo a pesar de no tener adónde correr, era casi antinatural. Miraba a Ango como si se mirara una basura. Sin embargo, Ango preguntó de nuevo nerviosamente —¿Planeas iniciar un suicidio masivo de usuarios de habilidades aquí en Yokohama?

Lo que Ango no se dio cuenta, sin embargo, fue que había una sombra acercándose lentamente a él por detrás. Los agentes de la División Especial tampoco se dieron cuenta mientras rodeaban a Dazai. Los labios de Dazai se torcieron en una sonrisa como si todo esto fuera simplemente un juego de niños para él.

Al instante siguiente, Dazai parecía una persona completamente diferente.

—¿De verdad pensaste que podrías atraparme? —preguntó.

—…!

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Ango debido a un terror absoluto que no pudo identificar. Era la malicia presentada por un bello rostro, la sensación de que había un monstruo cerca. Eran las profundidades de la oscuridad y un aire dominante e intimidante. Ango sintió como si hubiera vislumbrado algo que no debería existir en este mundo. La sonrisa de sangre fría no se parecía a nada que hubiera visto nunca. No conocía a este Dazai. Parecía demasiado cruel. Pero cuando Ango se dio cuenta de esto, ya era demasiado tarde.

Una neblina blanca siniestra se había deslizado lentamente detrás de Ango.