Koujo Denka (NL)

Volumen 4

Capitulo 1: Onii-Sama

Parte 3

Eché un vistazo al lugar de prueba especial, que se encontraba a un lado, rodeado por enormes muros de piedra y barreras de grado militar de todos los elementos. Se había separado del campo de pruebas principal para el uso de estudiantes que demostraron “una gran diferencia en la capacidad”. Ese semestre, había ocho de esos estudiantes: tres de primer año, dos de segundo año y tres de tercer año. Los de segundo año aparentemente eran miembros del consejo estudiantil. Como examen práctico de los estudiantes, fue irregular. También estaba prohibido mirar.

Sentí débiles rastros de maná, y las barreras ocasionalmente gemían bajo la tensión. Las chicas deben haber estado en medio de su examen con el director.

“¡E-Escucha!”

Me llamó a través de un hechizo de viento inaudible para los estudiantes.

“¡V-Ven en mi ayuda de inmediato! En comparación con cuando te inscribieron, las tres se han convertido—”

El mensaje se interrumpió abruptamente, pero no tenía nada de qué preocuparme; El director era fuerte.

Apareció el último grupo de estudiantes a los que evaluaría: cuatro de primer año, a todos los cuales reconocí. El niño de cabello castaño oscuro era Fred Harclay, descendiente de una renombrada casa noble del este. La luz brilló en sus lentes tan pronto como puso sus ojos en mí.

“¡Allen-sensei! ¡Ármese antes de que empecemos!”

Gritó, provocando una conmoción en la audiencia.

Le siguió Patricia Lockhart, una chica de aspecto altivo cuya familia era famosa por sus proezas mágicas en el oeste.

Sus rizos rubios impecablemente peinados se mecían con la brisa mágica que no podía contener del todo.

“¡Precisamente!” declaró, igualando el tono de su compañero de clase.

“¡Sería demasiado arriesgado enfrentarnos con las manos vacías!”

Al menos estaba contento de verlos a ambos tan llenos de confianza.

“¡Ahora, Allen-sensei!” Fred golpeó el suelo con la culata de su alabarda.

“¡Elige tu arma! Espada, lanza, bastón, ¡nos da lo mismo!”

“¡No nos hagas esperar!” Patricia palmeó el látigo a su costado.

“¡No podemos comenzar el examen hasta que hagas tu elección!”

“Pero he realizado el examen desarmado hasta ahora”

Dije, permitiendo que mis ojos se desviaran de la pareja engreída a la encantadora niña elfa que agarraba un bastón y al niño enano con un hacha a dos manos de pie detrás de ellos.

“Me doy cuenta de que eres el último grupo, pero no sería justo si cambiara eso ahora”

“¡Eso no es cierto!” Fred exclamó.

“Quiero decir… sí, sería justo, sensei”

“¡Así es!” añadió Patricia.

“¡Excluyendo a las Tres Pequeñas Damas, somos las mejores de nuestro año!”

“¿Y quienes son ellos?”

Pregunté, dirigiéndome en particular al niño enano, Nori. Era el más bajo de los cuatro, pero también el más sensato.

“Es un apodo para Howard, Respondió, jugueteando con castaño rojizo.

Leinster y Walker” su rizado cabello

“La gente los llama las ‘Pequeñas Damas’ de hielo, fuego y viento. Sin embargo, no es algo formal”

“Ohh”

Respondí.

“¿De qué estás hablando, Nori?” Fred intervino.

“Esos apodos fueron idea tuya, ¿recuerdas?” añadió Patricia.

Nori se sonrojó.

“Sensei, comencemos”

Dijo, colgándose su enorme hacha de dos manos sobre un hombro y preparándose para cargar.

“¿Y a ti qué te gustaría hacer, Nanoa?”

Le pregunté a la nerviosa elfa, cuyo largo cabello verde pálido brillaba a la luz. La pregunta pareció tomarla por sorpresa.

“Oh, b-bueno”, tartamudeó.

“”Me… me gustaría lo que hacen los demás”

“Sensei”, dijo Nori, parándose frente a Nanoa para protegerla de la vista.

“Trate de no molestarla demasiado”.

Al parecer, los dos se conocen desde hace mucho tiempo, y me pareció detectar la dulzura agridulce del amor de los jóvenes. Dicho esto, el niño enano no era lo suficientemente alto como para esconder a su amiga.

“Allen-sensei”.

“¿Podrías por favor comenzar el examen?” me instó el niño y la niña humanos en la vanguardia.

“Oh, mis disculpas”, dije.

“Pero no traje un arma conmigo, y no creo que irme a tomar prestada una sea apropiado”.

¡No podemos pelear si estamos armados y tú no!” Fred protestó.

“¡Por mi nombre y el renombre de la Casa de Harclay!”

“Estoy de acuerdo con Fred”, agregó Patricia.

“¡Por mi nombre y el honor de la Casa de Lockhart!”

Me alegré de ver cuánto habían crecido mis alumnos, incluso si solo les había enseñado por un corto tiempo.

“Deben ser buenos amigos” Dije, un comentario que me valió miradas de sorpresa de ambos niños.

“Allen-sensei”, respondió Fred.

“No puedo estar de acuerdo. ¿Qué podría hacerte pensar que estoy en buenos términos con una rufián como ella? ¡No digas tonterías!”

“¿A-A quién llamas rufián?” espetó Patricia.

“¡Y-Y no quiero tener nada que ver con un tonto de mente estrecha como tú!”

“¿C-Cómo me llamaste?”

“Me escuchaste perfectamente bien”.

La pareja comenzó a discutir a la vista de la audiencia y sin tenerme en cuenta.

“Por favor, acaben con esto” Nori suplicaba detrás de ellos.

“Te lo ruego” Nanoa lo miraba feliz.

Antes de darme cuenta, el maná en la arena de al lado había disminuido.

“¿Cómo están las cosas de tu lado?” Le pregunté al director usando un hechizo de viento.

Su respuesta tardó mucho en llegar.

“Estoy acabado”, dijo al fin.

“Espero que te des cuenta de que incluso yo puedo morir”.

“Estarás bien. ¿Qué tiene que temer el Gran Archimago con más de tres siglos en su haber?”

“Bueno… Puedes acusarme de dar aires, pero en realidad no soy tan viejo como——”

“¿Qué pasa con las chicas?”

“¡Sensei!”

Una voz alegre gritó antes de que el director tuviera la oportunidad de responder. Tina estaba sentada en la primera fila de espectadores, agitando su mano derecha enérgicamente en mi dirección, su mano izquierda estaba sosteniendo su bastón. Ese mechón emotivo de su flequillo saltaba de alegría. Los estudiantes cercanos miraron de la chica a mí cuando algo pareció encajar para ellos, aunque no pude adivinar qué.

Lynne llegó poco después, su flequillo, como era de esperar, expresaba igual deleite.

“¿No tiene modales, señorita primer lugar?” dijo ella con un suspiro.

“¡Hmph! ¡Estabas corriendo tan rápido como yo!”

“Yo no estaba corriendo”

“¡Tú también lo estabas!”

El cabello de ambas chicas estaba erizado, su maná y poder eran incluso mayores de lo habitual.

“Ustedes dos, recuerden que hay un momento y un lugar para estas cosas”

Les advertí, disipando su magia con el movimiento de un dedo.

“¡Pero ella empezó!” llegaron dos respuestas simultáneas.

“¿Dónde está Ellie?” Yo pregunté.

“Oh, sobre ella…”

Está en el otro campo de pruebas, tratando a Felicia.

“¿Felicia?” repetí.

Este sería el último examen de la tímida chica con anteojos en  la  Royal  Academy, y estaba emocionada de ver a Karen, Stella y las chicas más jóvenes tomar el suyo también.

“No me digas que ustedes dos se excedieron”

“¡N-No en lo más mínimo!” Tina protestó.

“E-Éramos las mismos de siempre”, estuvo de acuerdo Lynne.

“Entonces quién——”

Un ángel rubio me vino a la mente.

No… Ellie, seguramente. ¿Cómo podría sospechar de ella? Debe haber algo mal conmigo. Tal vez estoy nervioso con mi viaje a casa tan cerca.

“Bueno, no es importante,” concedí.

“Me aseguraré de obtener la historia completa más tarde”

“¡Ooh! ¡Es demasiado blando con Ellie, sensei!”

“Ojalá fueras así de amable conmigo, Onii-sama”.

“¿Disfrutaste tu examen?” Pregunté a las chicas.

“¡Sí! ¡Dimos lo mejor de nosotras!” Dijeron al unísono.

Sus radiantes sonrisas transmitieron su sentido de logro. Una oleada de hielo, luz y relámpagos de la arena de al lado me dijo que Stella y Karen compartían su entusiasmo.

¡Pues bien, será mejor que yo tampoco holgazanee!

“Harclay-san, Lockhart-san”, llamé a los de primer año que se peleaban.

“¡¿Qué pasa?!” Llegaron dos respuestas cortantes.

“Entiendo su posición sobre las armas, y los enfrentare en sus términos”.

Los ojos de la pareja se abrieron.

“Tina, Lynne”

“¿Sensei?”

“¿Onii-sama?”

Los ojos de ambas jóvenes nobles estaban llenos de anticipación.

“¿Me prestarían su bastón y tu espada?” Les pregunte.

“¡Por supuesto!” fue su respuesta sorprendida.

Tina y Lynne arrojaron sus preciados bastón y espada desde los asientos de los espectadores sin dudarlo. Atrapé el bastón con mi mano derecha y luego giré en un círculo mientras desenvainaba la espada con la izquierda y le devolvía la vaina a la chica pelirroja en la audiencia.

Lynne atrapó la vaina con la mano izquierda y luego la abrazó.

“O-Onii-sama”, murmuró aturdida.

“E-Eso fue espectacular”.

Tina saltó de un lado a otro con vítores, mientras un revuelo recorría la multitud.

Preparé mis armas prestadas y sonreí a los cuatro de primer año, quienes se veían tensos.

“Ahora, por favor, muéstrenme de lo que son capaces”

***

Después del examen, entré a la oficina del director y encontré al viejo elfo tendido en un sofá. Una tela blanca le cubría la mitad de la cara y respiraba con dificultad.

Unos pasos ligeros y rápidos en el suelo presagiaron la llegada de un magnífico gato negro familiar, que saltó a mis brazos.

“Vaya, Anko,” dije.

“Ahora, ¿no hay algo que pueda hacer, profesor?”

“Desafortunadamente no”

Respondió mi antiguo maestro, recostándose en la silla del director como si estuviera en su propia oficina.

“Honestamente, desearía que cierto elfo viejo y malvado fuera más considerado. Le dijimos que lo llamaríamos después de los exámenes”

Levantó su taza y percibí un olorcillo a fragante té negro.

“Dicho eso, Allen”, agregó.

“Supongo que te has pasado de nuevo”

“¿Qué quieres decir con ‘de nuevo’? Ha sido como siempre”

“¿En serio? Bueno, supongo que eso es típico para tus estándares”

Vertí agua caliente en mi propia taza, acunando a Anko todo el tiempo.

“¿Así que?” Yo pregunté.

“¿Qué dejó a Rodde-sama, el famoso archimago y director de la Royal Academy, en este lamentable estado?”

“No me preguntes. Él estaba así cuando llegué aquí, y nada de lo que diga obtendrá una respuesta de— ¡Ah! ¿P-Podría ser? ¿Finalmente ha exhalado su último aliento?”

“No te hagas ilusiones, Jovencito”.

El viejo elfo, cuyos autoproclamados tres siglos aparentemente eran  un  farol, cobró  vida, quejándose.

“Fuiste tú quien me cubrió la cara con esta tela”

“¿Vaya?” el profesor replicó.

“¿Tienes alguna prueba de eso?”

“¿P-Prueba? P-Por supuesto que… no. Sin embargo—”

“¿Escuchaste eso, Allen?” dijo mi antiguo maestro.

“Él es tan rápido en culpar a los demás. Qué desperdicio de longevidad. Tengo amigos elfos, ¿sabes? Soy muy consciente de que no todos lanzan acusaciones falsas o desafían a los estudiantes a combatir, pregonando que les enseñarán a sus oponentes una lección”.

El director simplemente gruñó en respuesta. Se había desgastado bastante en el transcurso del día.

Vacié mi taza, la llené con la tetera y, después de pensarlo un momento, agregué azúcar.

“Peleó  tres  batallas  consecutivas  con  los estudiantes más brillantes de la academia”, dije.

“¿Podemos realmente culparlo por estar exhausto?”

“No debes mimarlo, Allen”, replicó el profesor.