Bungo Stray Dogs (NL)

Volumen 4

Capitulo 1: 55 Minutos

Parte 6

 

 

—¡Atsushi!, ¡¿qué estás haciendo parado en la proa?! ¡Si te caes por la borda, te dejaremos atrás!

El corazón de Atsushi dio un vuelco ante la voz repentina. Sintió como si su respiración, su corazón, su sangre, como si todo se detuviera. No podía hablar. Tenía la cabeza en blanco y no tenía idea de lo que estaba pasando. Estaba de pie sobre el vasto océano. El ferry de alta velocidad atravesó las olas, salpicando a Atsushi con agua de mar.

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—Ah… mn…

Atsushi trató de hablar, pero su boca no hizo más que abrirse y cerrarse.

—¿Atsushi? Este no es el momento de perder el tiempo. ¿De verdad quieres caerte al océano con tantas ganas?

Podía escuchar la voz de Kunikida, pero no podía darse la vuelta.

—Kunikida…

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Eso fue lo único que pudo sacar de su temblorosa garganta. El océano era azul hasta donde alcanzaba la vista. Las gaviotas graznaban en el cielo. No había nada peligroso flotando sobre el mar. No había Shell. No había ola de calor.

—Hay un cero por ciento de probabilidad de lluvia hoy. Vientos del sur seguidos por vientos del sureste. Las olas oscilarán entre tres pies y cinco pies de altura. Además-

—Kunikida —dijo Atsushi después de finalmente darse la vuelta— ¿qué hora es?

—¿Qué? Son las 11:05. ¿Por qué?

Faltaban cincuenta y cinco minutos para el mediodía.

—En cualquier caso, te necesito dentro. Esto no son vacaciones, para que sepas. Estamos a punto de tener una reunión sobre nuestro último trabajo —ladró Kunikida mientras cerraba su cuaderno. Atsushi luego lo siguió vacilante al interior.

***

 

 

Después de seguir a Kunikida a la cabaña, Atsushi vio que los otros agentes ya estaban esperando adentro. Tanizaki, Naomi, Yosano, Kenji: cada uno de ellos estaba matando el tiempo a su manera. Atsushi no podía procesar lo que estaba sucediendo. Todo estaba en su campo de visión, pero la información se resbalaba de su cerebro, que se negaba a procesar nada.

Atsushi no estaba en la cabaña. Estaba dentro de recuerdos que no podría haber experimentado.

“Han muerto alrededor de cuatro millones de personas”

“Volverás al pasado, encontrarás a quien esté detrás de esto y robarás el arma”.

—¡Atención a todos! Es hora de comenzar la reunión —anunció Kunikida en voz alta. Sin embargo, ni un solo agente se molestó en siquiera mirarlo. Tanizaki estaba gimiendo, Yosano estaba absorto en la selección de sus fotos, Kenji dormía y Naomi ni siquiera reconocía a las personas que no eran su hermano. Ni siquiera Atsushi estaba prestando atención.

«Si esto no era un sueño, y si eso realmente iba a suceder…»

Faltaban cincuenta y cinco minutos para el mediodía. Solo cincuenta y cinco minutos.

—Atsushi. ¿Estás allí? —Las palabras de Kunikida de repente hicieron que Atsushi volviera a sus sentidos.

—Oh… lo siento —respondió Atsushi con nerviosismo— ¿De qué estábamos hablando de nuevo?

—¿En serio? —Kunikida frunció el ceño— Por favor concéntrate. No estamos de vacaciones.

—Lo siento —Atsushi se disculpó con una voz casi inaudible—Oye, Kunikida… de hecho…

“No le digas a nadie sobre el futuro que conoces”.

“Si tus amigos cambian sus acciones, es muy probable que el enemigo también cambie de opinión, detonando así el arma incluso antes.”.

—Yo, eh… —Atsushi se tragó sus palabras— No es nada.

Haah… Estos van a ser unos días muy largos. Nuestro trabajo es capturar a los ladrones en la isla a la que se dirige este ferry. Nuestro cliente nos estará esperando allí.

—Okey —asintió Atsushi. Por supuesto, él ya lo sabía, y ya sabía cómo resultó.

—La razón por la que nuestro cliente nos ha preguntado a nosotros, detectives privados, en lugar de a la policía, se debe principalmente al funcionamiento de la isla —reveló Kunikida mientras hojeaba su cuaderno— La ciudad flotante de Standard Island fue diseñada conjuntamente por Alemania, Inglaterra y Francia como una isla de navegación, y su territorio está gobernado por las tres naciones. La isla es completamente autosuficiente…

Atsushi ni siquiera pudo procesar la mayor parte de la explicación de Kunikida, a pesar de haberlo escuchado antes. Mientras pensaba, escuchó la información como escucharía el rugido del mar desde lejos. Detener la detonación de la bomba no sería tan fácil como había pensado anteriormente. Ni siquiera sabía dónde estaba el arma, para empezar. Wells dijo que estaba en la zona ultrasecreta, lo que significaba que necesitaría una moneda de oro para entrar. El problema era que no tenía una, por lo que no podría acercarse al arma. Se había vuelto dolorosamente consciente de lo difícil que era entrar en un área de monedas de oro la última vez cuando estaba persiguiendo a los ladrones. Atsushi ni siquiera tendría la oportunidad de buscar el arma si no hacía algo con los guardias completamente armados y las cámaras de vigilancia primero.

—Atsushi. ¿Estas escuchando?

Atsushi carecía de información, pero había demasiadas cosas que tenía que comprobar. Quizás ni siquiera sería posible mirar todo en solo cincuenta y cinco minutos. ¿Encontrarse con Wells era una posibilidad? Pero era considerada una terrorista, por lo que seguramente estaría actuando desde las sombras. Además, dijo que no podía enviarse al pasado. En otras palabras, no sabría que Atsushi vino del futuro incluso si se encontraran. Tratar de hacer contacto con ella sería una forma indirecta de hacer las cosas…

—Atsushi, ¿estás ahí? ¿Tan emocionado de hacer turismo que no puedes dejar de pensar en ello? —Atsushi se sorprendió por la voz cercana de Kunikida— Necesito que te concentres. ¿Escuchaste lo que dije sobre el trabajo? En esa isla-

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Pero antes de que Kunikida pudiera leer de su cuaderno, Atsushi interrumpió:

—Si bien es una isla turística, también fue diseñada conjuntamente por Alemania, Inglaterra y Francia, por lo que su territorio está gobernado por las tres naciones, ¿verdad?

Kunikida se estremeció al escuchar a Atsushi prácticamente recitar textualmente las notas que estaba a punto de leer.

—S-sí. Pero, además-

—Además, hay zonas en la isla a las que no se puede ingresar sin ciertas monedas con transmisores integrados. Los turistas pueden ingresar a las zonas de monedas de cobre, mientras que las zonas de monedas de plata son sólo para empleados, y las zonas de monedas de oro son áreas secretas a las que solo unos pocos pueden ingresar.

—¿Zonas de monedas de oro? —La mano de Kunikida se congeló en medio de pasar la página— ¡No hay nada en mi cuaderno sobre eso!

—Pero es verdad.

Kunikida miró fijamente su cuaderno por unos momentos, pero al poco tiempo, gimió.

—Bueno… Me hallo impresionado. Veo que viniste preparado y que estás muy entusiasmado con el trabajo. Sigue con el buen trabajo.

—Sí, señor.

Atsushi levantó la cabeza y notó que el ferry se acercaba a la isla. Quizás llamar al enorme trozo de metal una máquina flotante sería más apropiado. El puente volador en el centro de la isla y los molinos de viento eran visibles desde el barco.

—Ya casi llegamos… —le dijo Atsushi a Kunikida—¿Qué ocurre?

Kunikida estaba encorvado en su asiento, inclinando la cabeza como una espiga de arroz.

Desde el costado, parecía quemado, como ceniza sin vida.

—¿Había algo… no escrito en mi cuaderno…? ¿Que Atsushi sabía antes que yo…? Mi vida ha terminado… Solo mátenme…

Kunikida gimió como un moribundo y luego se dejó caer en su asiento.

***

 

 

Después de lograr que el cuerpo sin vida de Kunikida se pusiera de pie, el grupo se bajó del bote. En el momento en que pisaron la isla, fueron recibidos por una arquitectura antigua inspirada en Londres. Había casas de ladrillo y pavimento de adoquines, junto con carruajes que iban y venían. Pero la novedad ya se había desvanecido desde el punto de vista de Atsushi.

Aparentemente de vuelta de entre los muertos, Kunikida luego mencionó: —Déjenme darle a todos uno de estos antes de ir más lejos— Sacó algunas monedas de plata de su bolsillo y entregó una a todos, incluido Atsushi. La moneda de plata brillaba débilmente a la luz del sol.

¿No había forma de hacerse con una moneda de oro? No importaba si eso significaba siquiera usar un poco de fuerza. Quizás encontrar a alguien con una moneda de oro y robarla sería la forma más fácil de entrar en la zona secreta.

Atsushi negó con la cabeza. Eso no lo ayudaría a largo plazo. Necesitaba hacer algo con los soldados y las cámaras de vigilancia del interior si quería buscar el arma. Por lo tanto, su mejor opción era encontrar a alguien con una moneda de oro y pedirle ayuda, decirle que un arma estaba a punto de estallar y destruir la isla. Pero no tenía idea de quién tenía una moneda de oro. Incluso Dazai dijo que no pudo robar una. Y si Atsushi realmente lograra convencer a alguien para que ayudara, el futuro posiblemente podría cambiar dependiendo de lo que hicieran. Además, la situación empeoraría aún más si la persona a la que pidió ayuda resultara ser el criminal.

Si no hubiera este riesgo… Si no hubiera solo cincuenta y cinco minutos… Si Wells no le hubiera dicho que trabajara solo sin pedir la ayuda de sus amigos…

En ese momento, un carruaje cubierto traqueteó antes de detenerse frente a Atsushi y los demás.

Haah… ¿La Agencia Armada de Detectives, supongo?

Atsushi saltó ante el sonido de la voz mezclada con un suspiro exagerado. «Claro. ¿Como podría olvidarlo? Ya sabía que me encontraría con él aquí»

Era un joven vestido con ropa de trabajo azul. Parecía tener alrededor de treinta años, pero sus gestos aún lo hacían parecer mucho, mucho más mayor. Sin embargo, Atsushi vio algo completamente diferente.

La pistola en las imágenes de vigilancia… La sangre rociándose contra la pared…

—Soy el capitán de… haah… Standard Island. Pueden llamarme Capitán Walston. Soy el cliente que… haah… pidió que vinieran todos. Es un placer conocerlos.

—Ah, entonces eres el capitán —Kunikida dio un paso adelante— Gracias por venir a recogernos. Por cierto… te ves extremadamente cansado. ¿Estás bien?

Haah… Gracias por tu preocupación. Sin embargo… haah… así es como soy normalmente, haah… Por favor, no te preocupes por eso.

—En cualquier caso, Capitán Walston, ¿podría darnos los detalles de la misión ahora?

De repente, hubo un apagado tono electrónico. Sonaba como una chirimía, una especie de flauta que suelen tocar los vendedores ambulantes que sirven ramen.

—¿Hola? ¡Ah, sí! ¡Lo siento mucho! ¡La encontraré…! ¡Si, absolutamente! ¡Me aseguraré de que nadie sufra molestias! ¡Tiene mi palabra!

El capitán colgó después de disculparse profusamente. Atsushi reflexionó un poco mientras observaba al capitán. Nunca antes había pensado mucho en ello, pero ¿por qué habían matado al capitán? Un terrorista vestido con traje le disparó. En otras palabras, Wells lo mató. ¿Pero por qué? Su trabajo era encontrar el arma y recuperarla, no matar a los trabajadores de la isla.

Los ojos sin vida de Wells eran visibles en las imágenes de vigilancia. Atsushi inmediatamente tuvo una respuesta: el capitán era un sospechoso. Ella creía que él era una de las personas detrás de esto. De hecho, debió pensar, con absoluta certeza, que él tenía el arma. Debió haber pensado que podría evitar la muerte de millones matándolo. Pero ella estaba equivocada. Disparar al capitán no impidió que el arma detonase. Él no era el que estaba detrás de esto. Wells no podía enviarse al pasado para buscar al enemigo. En otras palabras, ese fue su primer y único intento, por lo que se podría inferir que no pudo obtener información detallada sobre el enemigo. Pero si uno viera esto desde un ángulo diferente…

—Por favor pasen. Este es en realidad el hotel más popular de la isla con una lista de espera extremadamente larga. Como sea, descansen de su viaje… ¡porque no hay nada que temer!

Justo cuando el capitán comenzó a llevarlos al hotel, Atsushi preguntó en voz baja:

—Capitán, no tendría usted… una moneda de oro, ¿verdad?

—¡¿Eh?! —El capitán quedó desconcertado— ¡¿D-dónde te enteraste de eso?!

—Atsushi, ¿vienes o no? —preguntó Kunikida mientras continuaba dirigiéndose hacia el hotel.

—Oh, lo siento. ¡Continúen sin mí! ¡Estaré allí! —Atsushi gritó en respuesta. Estaba tratando de evitar que Kunikida escuchara algo que no escuchó durante la primera línea de tiempo.

—Entonces… ¿dónde se enteró de la moneda de oro? —preguntó el capitán mientras se inquietaba.

—Oh, eh… —Atsushi usó la excusa que se le ocurrió antes— Algunos de nosotros con la agencia de detectives hicimos nuestra investigación antes de llegar aquí. Nos enteramos de que había una zona secreta en la isla, y que necesitaba una moneda de oro con un transmisor especial para entrar. De todos modos, ya que es el capitán de la isla, supuse que tendría una.

El capitán tenía que tener una moneda de oro. La razón por la que Wells asumió que probablemente tenía el arma fue porque al menos estaba en condiciones de tener una. No tener una moneda de oro lo separaría dramáticamente del perfil criminal que Wells había ideado.

—Oh, eh… Sí. Yo sí… tengo uno. Sí.

El capitán cometió un error al responder. De repente, Atsushi recordó la llamada telefónica del capitán “¡Lo siento mucho! ¡La encontraré!” La última vez, ni siquiera se fijó en la llamada telefónica del capitán, pero a juzgar por lo deprimido que parecía el capitán…

—Capitán… ¿perdió su moneda de oro, por casualidad?

—¡Eek! —El capitán saltó sorprendido— No, eh… —Miró a Atsushi, luego suspiró profundamente con resignación— Haah… Por favor, no se lo digas a ninguno de los otros trabajadores. Es una moneda de oro extremadamente valiosa, y se suponía que nadie lo sabía, pero… creo que alguien la robó.

—¿Se la robaron?

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—Siempre fui muy cuidadoso cada vez que la tenía conmigo, pero… Haah… Sería afortunado si todo lo que obtuviera fuera una degradación… ¿Por qué me pasa esto a mí…? Rezo al ángel de la guarda de la isla todos los días…

—¿Ángel guardián?

—Hay un guardián legendario que se dice que ha estado cuidando a la gente de la isla desde sus inicios. Cuenta la leyenda que su poder puede cambiar libremente la forma de la isla y la ha estado protegiendo de enemigos extranjeros durante todos estos años. Haah… tengo una estatua del guardián decorada en mi habitación junto a una cruz a la que rezo todos los días, así que todo lo que pido es que me ayude esta vez…

—Ya veo…

Parecía que cada lugar tenía sus leyendas. ¿Pero realmente tenía sentido tener una deidad local en una isla repleta de tecnología de vanguardia? Además, ¿no se enojaría el verdadero dios porque le estaba rezando a la leyenda de una isla y a la cruz…? De todos modos, ahora estaba claro por qué el capitán no podía dejar de suspirar.

—Eso suena duro —Atsushi le dio una sonrisa comprensiva— Una moneda de oro es muy valiosa, por lo que quienquiera que la robó podría colarse en la zona secreta y…

Atsushi hizo una pausa, porque de repente se había dado cuenta de que esto significaba que el enemigo no era necesariamente alguien que trabajaba en la isla. Originalmente pensó que, si el arma se detonó en un área de monedas de oro, entonces el enemigo tenía que ser alguien que tuviera permiso para entrar. Pero si le robaban la moneda de oro del capitán y si dicha persona se había infiltrado en el área donde se guardaba el arma, entonces la lista de posibles sospechosos aumentaría exponencialmente.

—¿Sabes exactamente cuándo te robaron la moneda de oro?

Haah… la tenía conmigo esta mañana cuando me vestí, así que probablemente fue durante uno de mis informes periódicos… o cuando estaba caminando por la zona turística… Haah

Después de dejar escapar un profundo suspiro con la mirada baja, el capitán bajó aún más la cabeza hacia Atsushi.

—Por favor, avíseme si la encuentra. Se lo ruego.

***

 

 

Después de escuchar los detalles sobre los ladrones que se suponía que atraparían, la segunda explicación de este tipo para Atsushi, los miembros de la agencia de detectives se dirigieron al interior del hotel que el capitán había organizado para ellos. Atsushi entró en su habitación, pero no dio un paso más.

—Atsushi, ¿qué pasa? —preguntó Kunikida— Date prisa y desempaca.

Atsushi miró a Kunikida, pero no supo qué decir. Sabía lo que se suponía que debía hacer:

encontrar y recuperar el arma. Pero, ¿cómo se suponía que iba a hacer eso?

—Yo… iré a dar una vuelta.

—Hey, es para ahora. Entiendo que estés emocionado de que estemos en un centro turístico, pero necesito que sigas el horario en mi cuaderno. Después de desempacar nuestras maletas, vamos a tener una reunión con los guardias —explicó Kunikida mientras miraba su cuaderno— Así que primero haz algo con esa maleta gigante tuya.

Atsushi miró el equipaje a sus pies. En el momento en que escuchó que venía a esta isla, estaba tan emocionado que llenó su bolsa con comida y juegos, pero ahora se sintió avergonzado.

—No necesito desempacar — sonrió Atsushi— No voy a usar nada allí, después de todo.

—¿Qué? —Kunikida estaba desconcertado.

—Lo siento, pero tengo prisa.

Atsushi comenzó a caminar hacia la puerta.

—Atsushi —llamó Kunikida desde atrás— ¿Te sucedió algo? —Atsushi se detuvo instintivamente— Has estado actuando raro desde que tuvimos la reunión en el barco. Kunikida entrecerró sus ojos.

—¿…De verdad? —Atsushi preguntó con calma. Pero no podía mirar atrás. Wells le dijo que no le contara a nadie sobre el futuro que vivía, pero…

—Kunikida —Atsushi se dio la vuelta— ¿Alguna vez has tenido un secreto que no pudiste contarle a nadie?

—¿Qué? —Una mirada inquisitiva se apoderó de la cara de Kunikida— ¿A qué viene eso?

—Oh, eh…

Era información que tenía que decirles a todos, pero también información que los pondría en peligro. Este secreto estaba atando a Atsushi.

—A decir verdad… —contempló Atsushi.

«¿Debería decirle? ¿No debería? No sé qué hacer. En el momento en que tome una decisión, millones de vidas podrían salvarse o quitarse. No hay forma de que pueda tomar una decisión tan importante en este momento»

—No es nada.

—¡H-hey! ¡Atsushi!

Atsushi salió corriendo por la puerta, ignorando la llamada de Kunikida.

***

 

 

Atsushi corrió por la pasarela de adoquines. Innumerables imágenes destellaban y desaparecían ante sus ojos: la cúpula gigante, el capitán asesinado, Wells disparando una pistola, la luz de la cámara…

Atsushi era miembro de la agencia de detectives. No sería apto para el trabajo si fuera y llorara pidiendo ayuda cada vez que las cosas se pusieran difíciles. Pero incluso entonces… podría averiguar algo si pudiera encontrar a Wells. Estaba muy bien informada sobre cómo regresar al pasado, tenía bastante información sobre la isla y, lo más importante, no quedaba mucho tiempo hasta que matara al capitán debido a un malentendido. El capitán iba a ser hombre muerto a este ritmo.

Atsushi corrió por todo el lugar en busca de Wells, pero dondequiera que fuera era un callejón sin salida. No dejó ninguna señal de que alguna vez estuvo allí, y pronto quedó claro por qué se la conocía como una terrorista esquiva.

La ansiedad de Atsushi se disparó por las nubes. Aferrándose a su último rayo de esperanza, se dirigió a la habitación subterránea en el bosque. Las puertas de hierro estaban cerradas con llave, así que rompió la cadena y se asomó al interior… pero era solo una habitación normal. Wells no estaba, ni tampoco la cámara. Solo había una fría oscuridad con un aire de soledad. Atsushi miró hacia la torre del reloj y miró la hora. Eran las 11:21. Por lo que recordaba, eran las 11:28 en las imágenes de vigilancia del asesinato del capitán. Solo quedaban siete minutos. No podía contarle a nadie lo que había aprendido la última vez, pero si no actuaba, el capitán iba a morir. Atsushi sacó su teléfono sin siquiera pensarlo y marcó el número del capitán.

—¿Sí…? ¿Hola? —dijo el capitán con cansancio.

—Capitán, es la agencia de detectives. ¿Dónde está?

—¿Ahora mismo? Me dirijo a la zona de máquinas para que me vuelvan a emitir mi identificación. ¿Por qué?

«¿Qué debo decirle? ¿Cómo puedo hacer que se detenga? No puedo pensar en nada»

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—¿Podría esperar un poco antes de ir? —Atsushi respondió reflexivamente— No puedo decirle por qué, pero es extremadamente importante que haga lo que le digo.

Pido disculpas, pero en realidad tengo prisa —respondió el capitán en tono de disculpa— Seguridad se hará cargo del asunto de la moneda de oro por mí, pero… el anciano a cargo es un gran dolor en el… ejem, un hombre muy serio, así que, si llego un minuto tarde, se enojará. y me dará el castigo silencioso… Ah, nunca he sido más infeliz en mi vida. Siento que últimamente me están sucediendo muchas cosas importantes todos los meses. Haah… De todos modos, hablaré contigo más tarde.

—¡E-espera! —gritó Atsushi, deteniendo al capitán antes de que pudiera colgar— ¡Esto es muy, muy importante! ¡La vida de una persona depende de ello!

—Estaré más que dispuesto a escucharlo más tarde, ya llegué a la sala de seguridad —respondió el capitán con aire agotado— Cuando vuelvan a emitir mi moneda de oro, me van a dar un teléfono nuevo por razones de seguridad, así que tendré que volver a llamarte en unos diez minutos. Cuídate.

—¡Espera-!

Pero colgó antes de que Atsushi pudiera decir algo. Atsushi intentó llamar de nuevo, pero no pudo comunicarse. Después de llamar unas cuantas veces más, escuchó un pitido y una grabación que le decía que el número que estaba marcando no existía. El número de teléfono debe haber sido eliminado en la sala de seguridad.

No había tiempo. No iba a poder salvar al capitán ni a la isla a este ritmo. Pensó en ir tras el capitán y dirigirse a la llamada sala de seguridad, pero no sabía dónde estaba, y no había garantía de que pudiera frenar al capitán incluso si iba. Sobre todo… no había una correlación directa entre salvar al capitán y evitar que el arma fuera detonada. A Atsushi se le acabaría el tiempo antes de poder encontrar el arma si iba a salvar al capitán, lo que anularía todo el propósito.

Atsushi no estaba completamente sin opciones, pero no sabía cuál era la decisión correcta. Había docenas, cientos, de cosas que podía intentar, pero solo una o dos de ellas probablemente funcionarían. Solo haría falta una elección equivocada para perderlo todo.

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—Tal vez debería ir a buscar al llamado guardián de esta isla y… —murmuró para sí mismo, pero casi de inmediato negó con la cabeza. «¿Qué está mal conmigo? No puedo perder un tiempo precioso recurriendo a una criatura legendaria que ni siquiera existe. Pero entonces, ¿qué debería hacer?»

—Así que aquí es donde has estado.

Atsushi se dio la vuelta ante la voz repentina.

—Kunikida…

—Que uno o dos agentes desaparezcan al azar ya no me sorprende —Kunikida se cruzó de brazos y se acercó— Te diré un secreto: soy un detective. Por eso me doy cuenta de inmediato cuando uno de mis hombres está actuando de forma extraña… Sabes algo, ¿no es así?

Kunikida lo presionó con fuerza para que respondiera, pero Atsushi no pudo decir una palabra.

—Lo sabía —afirmó Kunikida mientras se rascaba la cabeza— Haah… sentí que había algo más pasando aquí, pero no puedo creer que fueras el primero en averiguarlo. Sé que no te quedas callado sin una buena razón, pero tu rostro me dice que estás en problemas.

Las palabras intentaron salir de la garganta de Atsushi, presionándolo para que se rindiera.

—¿Es algo que no puedes decirle a nadie?

Atsushi asintió levemente.

—¿Y tampoco puedes decirle a nadie por qué no puedes?

Asintió débilmente una vez más, luego susurró con voz débil: —¿Qué debo hacer?

—¿No es obvio? —respondió Kunikida sin perder el ritmo— Háblale a él

—¿Él…?

—Sí, él. El hombre en el que estás pensando en este momento —continuó Kunikida como si la respuesta estuviera frente a su rostro— Empieza diciéndole que no puede decirle lo que está a punto de decirle y pídele ayuda. Estoy seguro de que está en algún lugar de esta isla.

Es un hombre repelente. Lo peor de lo peor. Pero si hay vidas en riesgo y le dices que realmente necesitas su ayuda… —Kunikida hizo una pausa, luego suspiró profundamente como si no quisiera decirlo— Déjalo en sus manos y todo estará bien.

Atsushi asintió. No le pidió a Kunikida que le aclarara porque estaba claro a quién se refería.

—Kunikida —La voz de Atsushi estaba llena de determinación sombría— ¿Puedo pedirte que vengas conmigo sin hacer ninguna pregunta?

***

 

 

Atsushi y Kunikida terminaron yendo a la zona de almacenamiento. Cada paso que daba Atsushi estaba lleno de determinación mientras se dirigía directamente hacia el lugar de sus recuerdos. Mientras caminaba por la zona con almacenes de ladrillos a cada lado, un grupo de trabajadores llegó corriendo frenéticamente.

—Oye, ¿viste a un tipo alto con cabello negro por aquí?

—¿Mmm? —Kunikida inclinó la cabeza con curiosidad.

Atsushi, sin embargo, señaló el camino por el que habían venido sin dudar ni un segundo

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—Lo vi corriendo hacia el oeste.

—¿De verdad? ¡Gracias!

Los trabajadores compartieron información mientras se apresuraban en la dirección que señalaba Atsushi.

—¿Qué fue todo eso? —Kunikida miró a los trabajadores desde atrás— ¿Viste realmente a un hombre alto con cabello negro?


—Estoy a punto de.

Atsushi caminó directamente a través del camino de piedra, luego de repente comenzó a caminar de puntillas.

—¿Oh…? ¿Qué vas a…?

Atsushi puso un dedo en sus labios, indicándole a Kunikida que mantuviera la voz baja. Después de eso, se acercó en silencio a un bote de basura gris en la esquina de la calle antes de quitar la tapa de repente.

—¡Boo!

—¡Eep!

Atsushi gritó, haciendo que el bote de basura volara por el aire junto con la persona que estaba adentro.

—¡¿Dazai?! —Kunikida se quedó estupefacto— ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

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Después de aterrizar de costado en la basura, Dazai simplemente parpadeó.

—Lo siento mucho, Dazai —Atsushi bajó la cabeza en una reverencia— Sé que no debería haberlo hecho, pero probablemente nunca tendré otra oportunidad, así que no pude evitarlo.

Los ojos de Dazai estaban muy abiertos del asombro.

—¿Estás enojado…? —Atsushi preguntó tímidamente— Um… ¡lo siento mucho! Yo, bueno…

solo actué por impulso, y…

Dazai siguió sin decir una palabra. Él tampoco se movía. De hecho, ni siquiera parecía estar respirando.

—¿D-Dazai…? ¿Dazai?

Atsushi corrió hacia Dazai y trató de ayudarlo a levantarse, pero en el momento en que lo tocó, saltó hacia atrás con incredulidad.

—¡E-está helado! —dijo Atsushi temblorosamente—¡No tiene pulso! ¡Está muerto!

Con el rostro pálido, Atsushi miró a Kunikida cuando de repente…

—¡Boo!

—¡Ahhh!

Ser asustado tan de cerca hizo que Atsushi se tambaleara hacia atrás y rodara por el suelo.

—¡Jajaja! ¡Nunca pensé que serías capaz de asustarme así! ¡Has crecido, Atsushi! La única forma en que supe cómo recompensarte fue mostrándote mi técnica secreta: Paro Cardíaco. Debe estar honrado.

—Así que finalmente has dejado de ser humano —murmuró Kunikida. Sonaba completamente disgustado— ¿Cómo sobrevive alguien incluso después de detener su propio corazón?

—Aprendí cómo hacerlo durante mi búsqueda para dominar las artes secretas del suicidio, naturalmente. Los corazones no tardan en volver a arrancar; no es la gran cosa.

—Nada de lo que digas tiene sentido.

Mientras estaba acostado en el pavimento y escuchaba su conversación, Atsushi miró hacia el cielo. «Ni en un millón de años seré rival para él» pensó. Pero, extrañamente, era casi como si ese pensamiento despejara la niebla ante sus ojos.

—Dazai —dijo Atsushi, todavía tendido en el suelo— hay algo que necesito decirte— No hubo más vacilación en su voz.

«Tenía miedo de tomar una decisión porque mi decisión podría terminar matando a millones. Pero no lo dudaré más. Si tengo que tomar una decisión para seguir adelante, esto es lo que elijo»

—Entonces, escuchémoslo —Dazai se encogió de hombros alegremente— Pero antes de que digas otra palabra, noté algo.

Dazai se puso de pie y miró a Atsushi. Su abrigo marrón ondeaba con la ligera brisa del océano. Luego dijo:

—Eres el Foreseer, el hombre que puede ver el futuro, ¿no es así?

Atsushi cerró los ojos y sonrió.

«Sí, tenía razón, simplemente no hay forma de vencer a este tipo»

***

 

 

Atsushi le contó todo a Dazai y Kunikida: lo que sucedió con los ladrones, la muerte del capitán, el cautiverio y la fuga, el encuentro con Wells, la detonación del arma. No sabía qué podría ayudar, simplemente trató de ser lo más detallado posible sobre lo que recordaba, incluidas las personas con las que habló y las acciones que tomaron. Dazai y Kunikida escucharon en silencio hasta el final.

Después de terminar su historia, Atsushi dejó escapar un profundo suspiro. Kunikida luego dijo:

—Si eso es cierto, entonces nos enfrentamos a una crisis sin precedentes —Entre las cejas de Kunikida había incluso más arrugas de lo habitual— ¿Pero podemos realmente decir con certeza que esto no es algo que Atsushi haya soñado o alguna habilidad que lo hizo alucinar?

—Lo dudo —interrumpió Dazai inmediatamente— Porque Atsushi sabía cosas sobre el arma que se suponía que solo yo sabía.

—Pero entonces… ¿qué debemos hacer? —preguntó Kunikida— Esa tal Wells dijo: “Si tus amigos cambian sus acciones, entonces es muy probable que el enemigo también cambie de opinión, detonando así el arma incluso antes del mediodía”. Ella tiene razón. Si armamos una escena, es muy posible que el enemigo decida detonar el arma de inmediato.

—Lo harán. Estoy seguro —asintió Dazai— No es necesario que lo pienses tanto. Esta es una misión suicida. La persona detrás de esto tiene la intención de morir junto con otras cuatro millones de víctimas. Para el terrorista, el mediodía probablemente sonaba como un buen momento para emitir el juicio final, por lo que avanzar en el plan sería lógico si fuera necesario.

—Además, ni siquiera sabemos quién es esta persona o dónde está el arma —Ver a Kunikida y Dazai perdidos hizo que Atsushi se preocupara un poco. ¿Fueron las condiciones demasiado extenuantes esta vez? ¿Incluso Dazai tendría que darlo por perdido?

—Oye, Dazai… Entonces… ¿tienes un plan?

Habiendo escuchado su nombre, Dazai miró hacia arriba.

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—¿De verdad pensaste que no lo tendría?

Después de que Dazai miró a lo lejos con una mirada fría, sonrió levemente y admitió:

—Ya tenemos la ventaja de conocer el futuro. Para mí, este trabajo es más fácil que un pastel. No importa si no sabemos quién está detrás de esto o si hay un límite de tiempo. Tenemos tantas pistas de las que podemos partir.

Después de que Dazai comenzara a caminar hacia el oeste, Atsushi se apresuró a seguirlo hasta que Dazai de repente se detuvo y volvió su mirada hacia el paisaje urbano.

—Bueno, siempre y cuando no surjan nuevas incertidumbres en ningún lugar que Atsushi ni siquiera sepa, claro.

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