Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 5

Capitulo 16: Quizás nos volvamos a encontrar

Una vez que la canción terminó, el vagón se quedó en silencio. El mensaje de la letra era tan claro que los oyentes se sonrojaron. Nadie dijo una palabra. Sus ojos estaban puestos en una chica ciega, esperando lo que vendría después.

La voz de Lianna, tranquila y tensa, surgió por fin. “Yo…”

Consiguió decir antes de quedarse sin palabras.

“Lianna, te amo. ¿Quieres casarte conmigo?” Emilio lo dijo sin rodeos.

“Yo… también quiero estar contigo. Lo quiero.” Gritó las palabras, como si desterrara todas sus inseguridades, frustraciones reprimidas y sentimientos de impotencia a la vez.

Emilio tiró de ella para abrazarla. Como imanes atraídos, la frontera entre ellos se rompió y finalmente sus labios se rozaron. Las bendiciones y los aplausos llenaron el vagón.

Al darse cuenta de que habían conseguido un público mucho mayor, Lianna se sonrojó y bajó la mirada. Emilio le tomó la mano con firmeza, aunque con suavidad, y gritó su agradecimiento a la multitud.

***

“El tren llegará a la estación de Campo de Roca en treinta minutos. Por favor, asegúrense de tener todas sus pertenencias.”

El anuncio resonó en el vagón. Tomando eso como señal, todos dejaron a la pareja con algunas palabras de aliento y se dispersaron.

Muchos les bendijeron y muchos les envidiaron. Todos parecían haber disfrutado del espectáculo.

“Pues bien. Gracias por tu ayuda.”

Mientras Mira intentaba despedir a Leticia después de un trabajo bien hecho, la cantante pateó las piernas en señal de protesta.

“¡Ama, no! ¡Tengo muchas más canciones para ti!”

“¡Ahora no hay tiempo! Quizás más tarde.”

“¡Aww. ¡Será mejor que me dejes la próxima vez!” Leticia hinchó las mejillas mientras la luz la envolvía. Al despedirla, varias personas —la mayoría hombres— suspiraron decepcionados.

Emilio finalmente encontró un momento para respirar y se dirigió a Mira. “Por cierto, Mira… ¿debes ser una practicante de la invocación?”

Entre los bardos, el Espíritu de la Canción era igual a un dios. Mira se dio cuenta de que era una buena oportunidad. Se recostó contra la ventana y apoyó un brazo en ella, luego apoyó la barbilla en su mano.

Abrió las piernas a la altura de los hombros y puso la otra mano en el regazo. Entrecerró los ojos con una expresión solemne para completar la pose.

“En efecto.”

“¿Y convocaste al Espíritu de la Canción… un espíritu mayor? Eso es increíble.”Emilio recordólas perfectas melodías deLeticia mientras alababa a Mira.

La suficiencia se desprendía de Mira en oleadas. La invocación, estaba segura, estaba un paso más cerca de su glorioso resurgimiento.

“Había más música junto a tu laúd, ¿no?” Preguntó Lianna. “Fue hermoso, aunque sigo prefiriendo tu laúd.”

“Lianna… Gracias. Yo también te quiero.”

Los dos se tomaron de las manos. Emilio miró a Lianna, y Lianna volvió sus ojos sin ver hacia él. Estaban perdidos en su propio mundo.

Mira se desinfló. No queriendo interrumpir su momento de amor, mantuvo su pose tonta y dio un sorbo a un au lait de bayas dulces.

¡Los jóvenes de hoy en día! ¡¿Demostraciones públicas de afecto?! ¡Desgraciados! ¡Sinvergüenzas!

No podía negar que sentía un poco de envidia al verlos completamente envueltos el uno en la otra.

***

Finalmente, Emilio y Lianna consiguieron volver al mundo real. A partir de ahí, el trío charló sobre las comidas que les gustaban, las mejores posadas y otros temas de este tipo comunes a los viajeros.

“Discúlpenos. Tenemos que comprobar sus billetes.”

Tres miembros del personal del tren aparecieron en el vagón de pasajeros y comenzaron a hacer las rondas. Los billetes llevaban un sello con un símbolo único de la estación en cada viaje, por lo que si los pasajeros querían seguir viajando, debían presentar un nuevo billete o pagar una tasa.

El equipo realizó su trabajo con gran eficacia. Al poco tiempo, uno de ellos llegó a la cabina de Mira. “¿Puedo comprobar sus billetes, por favor?” Pidió el hombre con una sonrisa.

Emilio ofreció primero su billete y el de Lianna y declaró: “Nos bajaremos en la próxima parada.” El empleado le dio las gracias y aceptó los billetes antes de ver a Mira.

“Seguiré viajando.” Mira imitó a los otros pasajeros que había visto y entregó su antiguo billete sellado y uno nuevo.

“Gracias. Por favor, disfrute del resto del viaje.” Respondió el empleado. Selló el billete nuevo de Mira y se lo devolvió antes de continuar con el siguiente pasajero.

“Mira, ¿a dónde vas a ir?” Preguntó Emilio, manteniendo la conversación.

“Me dirijo a Silverside.” Mira comparó el patrón del nuevo sello con el anterior y colocó el billete en su bolsa de la cintura. Parecía que estos billetes estaban hechos para evitarla estafa de los viajes gratuitos.

“Entonces, ¿ambos desembarcaran?”

“Así es. Y esta vez con más pena de la habitual.” Estaba acostumbrado a despedirse incluso después de haberse involucrado en la vida de las personas, pero era agridulce dejar a un nuevo amigo que les había hecho un regalo tan valioso.

“Quizás nos volvamos a encontrar.” Dijo Mira de forma apaciguadora, tratando de animar a Emilio Lianna se volvió hacia ella. Sus ojos, que no veían, parecían buscar

algo en el rostro de Mira mientras asentía. “Por alguna razón, siento que lo haremos, Mira.” Sonrió suavemente.

“Yo también lo creo. Algún día lo haremos.” Aceptó finalmente Emilio. Observó a Mira, como si quisiera memorizar su aspecto para un futuro reencuentro. Mientras lo hacía, sus dedos rasgaron con naturalidad su laúd. La melodía que brotó fue un poco solitaria, pero teñida de esperanza.

Al cabo de un rato, el tren fue disminuyendo su velocidad. Habían llegado a la frontera de Alisfarius, la estación de Campo de Roca.

“Gracias por todo, Mira. Tu Espíritu me dio el valor para hacer lo que siempre soñé hacer.”

“Me alegro de haber podido ayudar. Pero en realidad, lo hiciste tú mismo con todo lo que han pasado juntos. Atesora tu amor.”

“Por supuesto.”

“Gracias, Mira.”

Los dos comenzaron a bajar. Al bajar las escaleras, el rostro de Emilio brillaba de pura alegría. Lianna también parecía diferente hora; las nubes sombrías habían sido ahuyentadas por una sonrisa verdaderamente radiante.

Las cosas han cambiado mucho en sólo unas horas.

Los dos se tomaron de la mano mientras iban. Sin duda, en el futuro marcarían el día de hoy como un aniversario. Mira los vio partir, mientras pensaba en algunas cosas bastante perversas sobre cómo podrían estar en camino a una posada en este momento.

Al volver a su asiento, ahora mucho más tranquilo, Mira miró fijamente por la ventana. La confesión de Emilio, el momento en el que ambos se unieron finalmente por amor, volvió a sonar en su mente.

La verdad podía ser más dramática que la ficción, al parecer. Pensando en ello, consideró que la realidad no era más que una historia hilvanada por todos los seres vivos. Mira observó sus pequeñas manos.

Se dio cuenta de que estaba viva. Este mundo y la gente que había en él eran verdaderamente reales.

A medida que se acercaba la hora de la salida, entraron en el vagón nuevos pasajeros, y nuevas personas compartieron la cabina con ella.

Uno de ellos era un aventurero veterano y el otro un novato. El novato se regocijaba con la elevada vista que ofrecía la ventanilla, pero el otro le reprendió.

“Me disculpo por él.” Se disculpó el veterano.

“No hay de que preocuparse.” Respondió Mira antes de entablar una pequeña charla con la pareja.

El tren se puso en marcha y el paisaje volvió a fluir. Las llanuras verdes se extendían en la distancia, fundiéndose con el cielo azul en el horizonte. En el punto en el que se encontraron, Mira pudo ver un arco iris que se extendía en el cielo.