Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 2: Descanzando Tras La Fuga

Parte 1

 

 

Hacía medio día que habían cruzado el desierto central para abordar el tren. Cuando llegaron al punto escogido por Momo,Akarise mostróextrañamente ansiosa.

—Realmente eres una desvergonzada, Momo. ¡Y lo digo en serio!


Alzando la voz una octava más alta de lo habitual, Akari palmeo con fuerza la espalda a Momo; sin embargo, sus insultos carecían de la habitual mordacidad—

—Quiero decir, sabía que eras una gran pelmaza. Por supuesto que soy consciente–¡¡PERO ESTO ES PASARSEDE LARAYA!!¡¿Por quéno lo mencionasteantes?!

—¿Mmm? Declaraciones fuertes viniendo de quién abandono su acto de chica inocente, maldita dos caras.

—¡Venga ya!— Akariseñaló con un gesto dramático a la ciudad a la que habían llegado y levantó todavía más la voz. —¡Deberías haberme dicho que nos detendríamos en una posada con aguas termales!

…y prácticamente estaba dando saltitos de alegría. Momo la miró con ojos fríos, como si profiriera que su entusiasmo en sí mismo era insoportablemente irritante, pero el particular amor que todos los japoneses guardaban por las aguas termales no era algo que pudiera enfriarse mediante la palabra.


—¡¡ES UNA SORPRESA TAN MARAVILLOSA QUE AHORA SIENTO QUE ME DESAGRADAS UN POQUITÍN MENOS!!

—De saber que estas mierdas te gustan, habría elegido cualquier otro lugar.

Como habían cambiado tan drásticamente la ruta habitual, ésta era la primera vez que Akari visitaba esta ciudad. En otras palabras, de todos los bucles temporales que había experimentado hasta ahora, nunca antes había visto el famoso local de aguas termales en medio de la montaña.

Los hombros de Momo se desplomaron con evidente arrepentimiento tras haber hecho feliz a su mal recibida acompañante.

—He cometido un grave error de cálculo… de todas formas, ¿por qué te emocionas tanto por lo que equivale a unos estúpidos galones de agua caliente brotando de la tierra?

—¡No seas ridícula! ¡¿No se supone que te enseñaron todo sobre  la cultura  japonesa  en  tu entrenamiento?! ¡Tienes que saber algo así de básico, caramba!

Akari prácticamente echaba espuma por la boca cuando empezó a ensalzar las virtudes de las aguas termales.

Al fin y al cabo, desde que llegó a este mundo, había pasado casi todos sus días viajando de un lugar a otro, por lo que hasta la posibilidad de una ducha tibia era un lujo exquisito. Tampoco había disfrutado de un baño caliente desde aquella lamentable parada en la ciudad portuaria de Libelle.

—Estás tan desinteresada porque no sabes lo maravillosasque son lasaguastermales, Momo. ¡Oh,el puro deleite de sumergirse en agua caliente y humeante…! Y las aguas termales naturales tienen aún más beneficios, como el rejuvenecimiento mental, una piel clara, la juventud eterna…¡Incluso puedeshervir un huevo en ellaspara hacer onsen tamago1! ¡Las aguas termales no sólo son saludables, sino también son deliciosas!

—Siento interrumpirte cuando tu cerebro está borbotando, pero ya imaginaras no hemos venido a bañarnos.

—¿Eh?— se paralizo de golpe.

Sus ojos de se abrieron de par en par en estado de shock, todavía brillando ante la idea de las aguas termales.

—¿Qu-qué quieres decir? Ya que estamos aquí, lo normal es que nos relajemos con un buen y largo baño para afianzar lasos. Cualquier otra cosa sería un insulto a las aguas termales de todo el mundo… no, a los propios dioses que las crearon, que seguramente nos castigarían. Lo único que se puede hacer en una ciudad onsen, aparte de tomar un baño, es degustar un sabroso tamago onsen, ¿sabes?

1 Es una receta japonesa que consiste en cocinar huevos en manantiales de aguas termales.

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—No, ¡desde luego que no! Mira, idiota, estamos en medio de una fuga, y no podemos perder más tiempo del necesario entrenando este inútil bulto de grasa que llevas por cuerpo. Me importa un bledo tu estúpido baño termal.

—¿Entrenar?

Mientras las aguas termales seguían burbujeando en el cerebro de Akari, Momo descartó sus ideas por considerarlas   totalmente   inútiles y  le  explicó sus intenciones tras esta parada. Evidentemente, el descanso no estaba en el menú.

—Tenía un montón de preguntas después de escuchar lo de tus bucles temporales, pero me he dado cuenta de algo… no importa la línea temporal, no has peleado mucho, ¿o sí?

—¿Eh? Bueno, no. No me gusta mucho pelear…

—Jajaja. No me extraña que seas tan absurdamente débil pese a controlar una Pureza Conceptual.

Akari se sumió en un silencio depresivo.

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Momo y Akari se habían enfrentado una vez antes de iniciar esta fuga. Akari poseía el elemento sorpresa, pero aun así no pudo con la asistente de Verdugo. De haber continuado, Momo probablemente se habría acostumbrado a losencantamientosde Akari ypara luegotomar laventaja.

Simplemente sucedía que Akari no era del tipo violenta. Aparte de eso, depositaba una fe absoluta en que Menou la protegería si se metía en problemas, por no cual del Tiempo. La verdad, ¿por qué necesitaría luchar?

No podía morir y tenía la opción de iniciar de cero. Estas cualidades habían fomentado una actitud demasiado laxa en Akari que impedía se hiciera más fuerte.

—Así que por eso siempre estás arrastrando a mi senpai… perdona si soy demasiado suave, ¿pero no estaríamos mejor si tan solo te murieras?


—¿…por qué tienes que ser tan hiriente, Momo? Si vas a ser cruel, al menos podrías aparentar.

—Porque te odio, y quiero hacerte sentir mal.

Las calumnias de Momo erantanligeras que apenas y sonaban ya como insultos. Ella detestaba a Akari, y el sentimiento era reciproco. Eso era una verdad innegable; una comprensión mutua entre dispares.

Sin embargo, la que Akari le dirigió a Momo fue una expresión genuinamente herida.

—Ahora lo entiendo. Eres desagradable conmigo porque me desprecias…

—Seguro eras la luz más brillante de tu mundo.

—…lo que significa que, como Menou siempre fue amable y dulce conmigo, debe quererme de verdad.

—¿Estás familiarizada con el término ‘servicio al cliente’?

Mientras  Akari se dejaba llevar por una interpretación interesada de la realidad, Momo la agarró de los hombros y planto sus pies de vuelta a la tierra.

—Cuando estás en este trabajo, tienes que ser educada con todo el mundo, por muy idiotas que seantodos. Seguro que mi senpai la ha pasado mal al tratar contigo durante los dos últimos meses.

—¿…ah, sí? Entonces, como eres mala conmigo en el trabajo, supongo que sigues siendo una niña inexperta, ¿eh, Momo?

—…supongo, sí. Como vez, soy una sacerdotisa asistente, así que todavía no alcanzo el nivel de profesionalismo de mi senpai. Cuando veo a un idiota, no puedo evitar tratarlo como… bueno, un idiota.

Como se había vuelto típico, la pareja estaba comenzando otra batalla verbal; cada una buscando los puntosdébilesde la otra para hacer daño siempre que fuera posible. Ninguna de las dos ganaba nada, pero seguían puliendo sus técnicas, lo que hacía que cualquier reconciliación entre el dúo fuera aún más desesperada.

No tendría sentido seguir con esta disputa irresoluble, así que Akari planteó de mala gana otra pregunta a Momo. —¿A qué te refieres exactamente con lo de entrenarme?

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—Es sencillo. Sólo tienes que acostumbrarte a utilizar tu Pureza Conceptual en combate. También deberíamos pensar en las formas más efectivas de usarla.

Akari parpadeó, sorprendida por la sugerencia de Momo.

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—Pero Menou me dijo que nunca usara mi Pureza Conceptual a menos que fuera necesario.

—Es un poco tarde para eso—. Momo lanzó una mirada    divertida   a  la   otra  chica.  —Las     Purezas Conceptuales conllevan el riesgo de que su portador se convierta en un Error Humano–y, aun así, henos aquí. ¿La has estado utilizando todo este tiempo, no?

—Bueno, sí, supongo… pero como ya la he usado demasiado, ¿no significa que no debería tentar a la suerte?

—Bueno, en cuanto a eso. Tu Pureza Conceptual no parece erosionar tu mente tan rápidamente como lo hace con cualquier otro Errante del que haya oído hablar.

—¿De verdad?

—Sí, de verdad. Es una diferencia muy dramática en comparación con cualquier ejemplo que conozca. ¿Tal vez sea porque de igual forma no había mucho que dañar?

Cuando los  Errantes  conjuraban algún encantamiento  utilizando  sus Purezas Conceptuales, consumían sus propios recuerdos.

Por ejemplo, el chico Nuloquehabía sido convocado junto a Akari tan solo utilizo su Pureza Conceptual una sola vez, y aun con esas su personalidad cambio de forma drástica. Pero Akari, pese haber conjurado montones de veces un encantamiento de escala global, seguía teniendo un claro control sobre sí misma.

¿Cuál sería la razón?

—Las Purezas Conceptuales permiten a sus portadores conjurar  encantamientos   mucho  más poderosos que cualquier otro en su tipo. Por favor, aprende a utilizarlos también en batalla. Si consigues dominar adecuadamente tu Pureza Conceptual, la mayoría de los humanos no tendrán ninguna oportunidad contra ti.

—Aja, puede ser… pero sabes bien que hay un costo. ¡Pierdo mis recuerdos!

—Bueno, tenemos un claro punto de referencia para eso. Los recuerdos de tu mundo, de Japón, deberían desaparecer primero. Según una estimación aproximada, mientras no hayas olvidado Japón por completo, deberías estar bien, y tus recuerdos con mi senpai tampoco se verán afectados.

—Mmn, supongo que sí… ¿Estás segura de que no estás tramando algo, Momo?

—¿Hmmm?

Akari era muy reacia a utilizar sus poderes más de lo necesario,sobre todo despuésde que Menou le advirtiera reiteradas veces que no lo hiciera. No obstante, mientras dudaba, Momo la miró con total engreimiento.

—Te lo propongo por el bien de mi senpai, y aun así te niegas a intentarlo. Si tus recuerdos del otro mundo son más importantes para ti que mi senpai, supongo que está bien. Tal vez tu apego a ella no era tan fuerte como pensaba.

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—¡¿DISCULPAAAA–?!

Y así de fácil, cedió; la rabia se filtró de sus ojos como liquido fluyendo de las grietas de una pecera.

—No sé a qué te refieres, Momo. Mis sentimientos por Menou son cien vecesmás fuertes de lo que imaginarias.

—Adelante. Demuéstralo  entonces. ¡Porque escucha bien, inútil! ¡¡SI TE MOLESTARAS EN ENTRENAR UN POCO, SERÍAS CAPAZ DE SALVAR A MI SENPAI EN LUGAR DE DEJAR QUE TE RESCATE TODO EL TIEMPO!!

—¡Bien! ¡Lo haré! ¡¡CALLA Y OBSERVA!!

El cebo en forma de Menou funcionó a la perfección. La motivación de Akari se disparó por las nubes.

***

 

 

El aroma a azufre pegaba fuerte en el aire del pueblito montañés.

Entre las calles adornadas por posadas de madera, restaurantes y otras atracciones, el poblado destacaba por sus aguas termales naturales. Una estación de tren servía como punto de una línea que conectaba varias ciudades importantes, lo que ayudaba a la región a prosperar como zona turística. Había un puesto de avanzada ocupado por los caballeros de La Nobleza, encargados de mantener el orden en la zona, y una pequeña iglesia instalada con el fin de remarcar la presencia de Las Fausto. Por lo demás, estaba poblada en su mayoría por ciudadanos Comunes.

Al ser una combinación de balneario y un lugar de interés turístico, el asentamiento disfrutaba de un torrente constante de visitantes—lo que también significaba que a veces servía de escondite para criminales e infractores de tabúes buscando pasar desapercibidos.

El hombre conocido como Reclutador era uno de estos criminales.

De vez en cuando, los que trabajaban en negocios turbios se peleaban con algún grupo u organización. Ya sea un desdichado huyendo tras echar a perder un trabajo importante, o malvivientes viéndose en la necesidad de abandonar sus hogares al darse a la fuga, el objetivo del Reclutador era reunir a estos parias y proporcionarles trabajos que se adecuen a sus habilidades.

En un principio, este ‘reclutador’fue miembro de un movimiento ideológico que opero bajo el nombre de La Cuarta.

Todos los ciudadanos de este continente estaban separados en tres castas: Las Fausto, La Nobleza y Los Comunes. Los estamentos y sus reglas eran la base del orden mundial.

La Cuarta exacerbo las llamas del descontento producto del sistema de castas que había existido durante tanto tiempo.

Agitaron a Los Comunes insatisfechos; avivaron el complejo de inferioridad de los miembros de La Nobleza, y una vez reunieron a muchos, se enfrentaron a Las Fausto.

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Durante un tiempo, La Cuarta creció de forma tan explosiva que incluso amenazaron con apoderarse de la Tierra Santa, pero sus actividades se congelaron cuando su líder, el Director, fue capturado. Como resultado, muchos miembros cualificados se quedaron sin perspectivas de empleo.

Fue entonces cuando este hombre asumió el deber de albergar hombres de La Cuarta, y se lucró cobrando una cuota por ofrecer trabajadores temporales. Como tapadera puso     en     marcha     una     posada     termal     que     acabó convirtiéndose en un negocio legítimo, pero su profesión principal seguía siendo la de un reclutador.

La época actual era un reto para los antiguos miembros de La Cuarta. Aguantó en silencio sinrevelarse—hasta que un día, su paciencia fue recompensada con una buena noticia que pareció despejar la neblina.

El Director, el fundador de La Cuarta, había sido liberado.

Él había sido encerrado en el Reino de Grisarika, una gran potencia del este. Tras sembrar el caos en el continente, fue condenado a la ejecución, por lo que su liberación no pudo ser oficial. Corrió como la pólvora la noticia de que alguien le había ayudado a escapar.

Sin embargo, el Reclutador seguía siendo escéptico sobre si el Director había sido realmente liberado. La información era demasiado oportuna para La Cuarta.

De lasnacionesdispersaspor el continente, el Reino de Grisarika era particularmente infame en el bajo mundo. Corrían los rumores de que su arzobispa, Orwell, fue descubierta cometiendo activadas tabú y, como resultado, acabo siendo ejecutada formalmente por una Verdugo.

No queriendo hacerse ilusiones antes de tiempo, el Reclutador fue recopilando información con cautela— hasta que le llego una solicitud de visita del propio Director.

La mensajera fue una joven vestida con un kimono blanco.

Llevaba el cabello teñido de añil oscuro amarrado en una larga trenza. Hablando con un tono desenfadado, informó al hombre de que el Director estaba a salvo y que pronto haría una visita personal.

¡Al Reclutador se le saltaron las lágrimas de alegría! Ahora podía comenzar la restauración de La Cuarta. Se preparó con entusiasmo para recibir al Director.

Y entonces llegó al poblado una sacerdotisa de túnica blanca y una joven de cabello negro.

Al haber trabajado en el bajo mundo durante tantos años, el hombre sospechó inmediatamente.

Sería demasiado optimista suponer que estaban allí sólo para hacer turismo; demasiado llamativo para ser una coincidencia. Las miembros de Las Fausto, que practicaban una pobreza honorable, difícilmente se darían el lujo de realizar un viaje turístico frívolo, a menos que fuera parte de una peregrinación.

No, tenían que estar allí por el Director.

El hombre no podía solo hacer la vista gorda. Utilizando sus conexiones como Reclutador, reunió a unos cuantos combatientes y emitió una orden:

Desháganse de la sacerdotisa que vino a investigar.

***

 

 

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Al recibir la orden, los combatientes formaron rápidamente un plan. Eran activos en el campo y estaban bien familiarizados con toda clase de trabajos deshonestos.

Aventureros que sucumbieron ante empeños más sombríos, investigadores hundidos por su propia sed de conocimiento; una cosa que todos estos parias tenían en común era que hacía tiempo habían abandonado cualquier pretensión de decencia que les hiciera dudar a la hora de matar a jóvenes, y en especial si una de ellas era una sacerdotisa.

No tenían por qué desafiarla de frente. Contaban con el lujo de conocer los terrenos, así que optaron por esperar a que ella bajara la guardia. Como el objetivo había entrado en una posada de aguas termales, atacar mientras se bañaba parecía perfecto.

Eso sí, la chica de cabello negro que viajaba junto a la sacerdotisa no paraba de exclamar alegremente “¡Manantial termal! ¡Aguas termales!”. Tal parece que su actitud hacia esta había sido, en el mejor de los casos, hosca, pero ahora se veía animada por alguna razón.

La susodicha era de estatura pequeña y rasgos infantiles. No podía tener más de catorce años. El hecho de que, a pesar de su juventud, llevara una túnica de sacerdotisa en lugar de un hábito de monja daba a suponer que era un prodigio natural. Pero como la túnica era blanca, claro estaba que todavía le quedaba mucho por aprender.

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