Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 2: Descanzando Tras La Fuga

Parte 2

Los luchadores sonrieron. Esto iba a ser fácil.

Uno de ellos, que trabajaba como empleado de la posada, sugirió que las dos chicas probaran el baño al aire libre durante la tarde. Estaba fuera del horario normal de funcionamiento, pero la sugerencia pretendía asegurar que la pareja estuviera sola.

Cuando las jóvenes siguieron esta recomendación y entraron en el baño, un hombre armado ingreso en el vestuario.

Las sacerdotisas eran hábiles conjuradoras, pero requerían recipientes de algún tipo para conjurar.

Ya fueran encantamientos mediante crestas o utilizando como médium un libro de Escrituras, la conjuración se basaba en la materialogía y la crestología. La Fuerza Guía era un gran poder que se extraía del alma, pero no era fácil producir todos sus efectos sin las herramientas para controlarlo apropiadamente. Cuanto más poderoso fuera el encantamiento, más grande u complejo necesitaría ser el médium requerido. Los Incrementos Guía era una excepción a la regla, dado que sus efectos se daban sobre el cuerpo     y     podían     implementarse     sin     ningún     tipo equipamiento, pero el hombre también era capaz de hacer eso por su cuenta.

Los humanos con armas eran inevitablemente más fuertes que los que no las tenían.

Por  muy  hábil sacerdotisa, estaría en completamente desnuda.

conjuradora  que  fuera  esta desventaja cuando estuviera

Esto era evidente, pero el asaltante aún sentía la necesidad de repetirse el porque estaba entrando en un baño de mujeres. Además, la sacerdotisa era una presunta adolescente. La conmocióny la vergüenza de ser atacada en el baño iban a ralentizar su reacción. El hombre calculó que la derrotaría antes de que ella pudiera lanzar un contraataque.

Habiendo entrado en el vestuario armado con un arma y con esta lógica impecable, el hombre se acordó de la cara de su objetivo. Estaba claro que la chica de cabello negro no podía luchar, aunque era un misterio por qué acompañaba a la sacerdotisa. El mejor enfoque sería tomarla como rehén para amenazar a la sacerdotisa.

Concluyo que lo mejor sería asegurarse de que la sacerdotisa no pudiera recuperar sus armas pasara lo que pasara, por lo que extrajo las ropa de las chicas del cubículo de su vestuario.

Justo en ese momento, la puerta del baño que conducía al aire libre se abrió de golpe.

—¿Por queeee tengo que bañarme contigo cuando podría hacerlo con mi senpai?

—Basta ya. Vas a arruinar una fuente termal perfectamente preparada si continuas con tus amarg–

Debieron entrar en la zona de baño habiendo olvidado algo y regresaron a buscarlo. Mientras la muchacha de cabello negro estaba de pie con el vapor emanado de su piel, clavó los ojos en el asaltante que se había infiltrado en el vestuario de mujeres.

—……

—……

Se produjo un silencio doloroso.

La chica de cabello negro estaba envuelta en una toalla desde el pecho hacia abajo.

Sus miembros desnudos eran lisos y suaves. La tela apenas podía ocultar el busto mientras absorbía una pequeña cantidad de sudor de su escote. Una sola gota de agua se deslizó por la línea curva de su muslo.

Un débil PLIP sonó cuando golpeó el suelo.

El hombre recuperó el sentido con un sobresalto. Su mente se había quedado enblanco durante un instante ante el inesperado acontecimiento. Se trataba de un guerrero que había ido a pisar la línea entre la vida y la muerte en innumerables ocasiones. Sus habilidades no eran tan escasas como para dejarse disuadir por la repentina aparición de una joven encantadora. No había previsto que su objetivo volviera a entrar en el camerino, pero tal vez ésta fuera la oportunidad perfecta.

Si tomaba a la muchacha de cabello negro como rehén, sería mucho más fácil capturar a la sacerdotisa que aún estaba en el baño. El hombre dio un paso adelante para agarrar a la chica.

—L…

Los ojos de la chica se nublaron de vergüenza y ardieron de rabia.

Apuntó con su dedo índice al asaltante como si se tratara de una pistola. Mientras el hombre observaba el extraño intento de amenaza, la Luz Guía se reunió en la punta de su dedo extendido y se formó un encantamiento.

Un asombro gélido invadió al hombre. ¿Cómo estaba conjurando un encantamiento sin ningún recipiente? Además, se trataba de una construcción de encantamiento jamás había visto. Su mente se esforzó por comprender lo que estaba sucediendo delante suyo, haciendo que su respuesta física llegara demasiado tarde.

—¡¡LADRÓN DE ROPA INTERIOOOOR!!

Mientras la joven de cabello negro chillaba, un encantamiento inusualmente poderoso brotó de su dedo.

Uno de los asaltantes había sido capturado por los caballeros.

Su intento de ataque sorpresa en el baño al aire libre fracaso. Acabo siendo sorprendido por uno de los objetivos en el vestuario y está consiguió incapacitarlo de alguna forma. Al final, fue detenido por los caballeros bajo la denuncia de intentar robar la ropa interior de una de las chicas…

Los hombres que el Reclutador había reunido formaban parte de La Cuarta. Se habían sometido a un riguroso entrenamiento para luchar algún día contra las sacerdotisas de la clase privilegiada. Fue doloroso para ellos imaginar que trataran a uno de sus compañeros como un delincuente desagradable, pero al menos significaba que la sacerdotisa seguía ignorando sus verdaderas intenciones.

Era mejor que las chicas creyeran que habían atrapado a un simple ofensor sexual en el acto que hacerles sospechar que sus vidas corrían peligro. Para mantener baja la guardia de los objetivos, el camarada capturado incluso tuvo que tragarse su orgullo y admitir con osadía: “Soy un ladrón de ropa interior” mientras los caballeros lo miraban asqueados…

En cuanto a las chicas que habían reducido al orgulloso guerrero a un vulgar pervertido, ahora paseaban juntas por la ciudad termal.

Vestían yukatas a juego mientras caminaban, quizá con la intención de hacer un recorrido completo por las aguas termales. Uno de los asesinos que se mezclaba como parte del personal les había sugerido que llevaran esas prendas tradicionales, citándolo como parte de la diversión de una ciudad termal.

—Este lugar transmite unas vibras súper-japonesas, especialmente con estos yukatas. El suelo de todas las habitaciones de la posada estaba empastado con esteras de tatami, y los edificios son de madera. Toda la ciudad es tan… rústica. ¡Tan  sorprendentemente  parecido   a un asentamiento japonés antiguo! Puede que sea la primera vez que estoy en un lugar tan familiar. En cierto modo, incluso se podría decir que es más japonés que el Japón moderno.

—Mm-hmm. ¿Así que esto es lo que tú llamarías ‘japonés’? A lo mejor la cultura local estuvo fuertemente influenciada por algunos Corderos Perdidos.Hay montañas a nuestro alrededor, ¿verdad? También puede ser que, hasta la construcción de laestaciónde tren,su comunidad debió estar aislada durante muchísimo tiempo. Los panfletos remarcan que se trata de una ciudad sorprendentemente rica en historia.

—Y todos los japoneses les gustan las aguas termales. Algunos son extra-entusiastas de ellas, así que no me sorprendería que una persona así tuviera algo que ver con esta ciudad.

—En ese caso, ¿entonces puede ser que toda esta región sea algún vestigio de la antigua

Las dos chicas charlaban distraídamente mientras caminaban.

Habían  esquivado  fácilmente   un  encuentro peligroso en el baño al aire libre de la posada, pero aún había más peligros que las rodeaban.

El primer ataque sorpresa había fracasado. Había sido imprudente atacar a las jóvenes solas, incluso si el atacante  esperaba atraparlas   cuando sus   guardias estuvieran bajas. Así pues, la siguiente emboscada se basaría en la fuerza del número.

Un ataque en la carretera principal llamaría demasiado la atención. Así que el grupo de asaltantes envió a un consorte que trabajaba en la zona. El joven, un conocido lujurioso, recibió la orden de atraer a las chicas y llevarlas a un callejón sin vigilancia.

El joven se acercó a la pareja, con su aire agradable y sus atractivos rasgos a la vista. Cerca de diez asesinos expertos esperaban en la estrecha calle adonde debía guiarlas. Aunque fuera inusualmente capaz, eso tenía que ser más que suficiente para deshacerse de una sola sacerdotisa.

—Que tal, señoritas–

—Muere.

—¡¿Que me muera?!

El apuesto hombre no pudo ocultar su sorpresa ante el inmediato rechazo.

Fue la chica sacerdotisa la que había respondido con tanta brusquedad que resulto dolorosamente obvio que no tenía intención de continuar la conversación. Puso una cara de asco y se echó la coleta rosa por encima del hombro.

—Sí,date prisaymuérete, porfavor.No me interesan las patatas fritas como tú. Tu sola existencia me irrita. Vete y diles que la próxima vez envíen a alguien que valga más la pena derrotar.

El joven, que creía que en general tenía facilidad para las mujeres, tuvo que luchar para evitar que su rostro se crispase ante un desagrado taninesperado.¿Qué clase de sociedad                      retorcida haría  que una   joven deseara fervientemente la muerte de otra persona simplemente por dirigirle la palabra?

El consorte se tragó el impulso de responder que no hablaría con una mocosa tan inmadura si no le pagaran por ello.

Entre tanto, la chica de cabello negro lo miraba con lástima.

—Vamos, Momo. Decirle que se muera es un poco exagerado…

—¡C-Cierto! Aj-ja-ja, su sentido del humor sí que es–

—Por lo menos di algo más suave como “A volar, arrastrado”.

—¡Uuf…!

La forma en la que lo llamo arrastrado fue un duro golpe para su relativamente alta confianza en asuntos de mujeres. Aun así, un hombre que se ganaba la vida como acompañante no dejaría que una leve herida en su orgullo aplastara su ánimo por completo.

El rechazo era una segunda naturaleza para un artista de la persuasión. Era perfectamente normal ser ignorado al principio. La prueba y el error formaban parte del proceso.

Sin embargo, en este caso concreto, le habían contratado para obtener resultados. La cantidad de dinero ofrecida era suficiente para que no se echara atrás fácilmente.

«Todavía no he fracasado». El joven hizo acopio de su fuerza interior.

La muchacha de pelo rosa ya se veía irritada porque él parecía tener la intención de volver a hablar con ellas, pero entonces su rostro se iluminó, como si le hubiera llegado una idea. El apuesto consorte esperó a ver si ofrecía un tema de conversación y se sorprendió cuando empujó a la chica de cabello negro hacia delante.

—Si quieres ligar con nosotras, toma, puedes quedarte con este saludable espécimen. No se me ocurre ningún otro uso para ella, así que siéntanse libres de irse juntos a algún callejón y hacer lo que quieran.

Incluso el veterano consorte nunca había experimentado que una mujer le vendiera descaradamente a su amiga. No tenía ni idea de cómo reaccionar.

La chica ofrecida fue igualmente descarada. En cuanto se dio cuenta de que su compañera la estaba traicionando, frunció los labios y miró con dureza a la joven de cabello rosa.

—Sólo porque seas pequeña, plana y antipática no significa que debas venderme así. Por lo que sabemos, ¡este tipo podría estar metido en eso! Seguramente tiene que estarlo, o no habría empezado contigo. ¡Oiga, señor! ¡Si tiene algo de orgullo como lolicon, te llevarás a esta chica en mi lugar!

La repentina acusación hizoquela cara del consorte se pusiera muy seria; resulta que prefería a las mujeres mayores.

—No soy un lolicon.

—¡Vamos, no hay que ser tímido!

«Nunca debí haber aceptado este trabajo».

Mientras el hombre se maldecía en silencio por sufrir la acusación sinnegarlo,cada chica seguíaintentando entregar a la otra. Por suerte, de alguna manera consiguió que le siguieran hasta el punto acordado, aunque requirió un esfuerzo increíble.

En cuanto llegaron al callejón sin salida, los diez hombres aparecieron y bloquearon la salida.

—Siiiip, justo a tiempo–

Unpuño se estrellóen la cara del consorte, cortando sus palabras.

—Dije que te murieras, ¿recuerdas?

Como estaban fuera de la vista, Momo optó inmediatamente por usar la violencia. Su primera víctima fue el apuesto hombre que les había conducido al callejón. Primero le golpeó directamente en la nariz. Le agarró de la manga y le tiró al suelo mientras él se tambaleaba hacia atrás. Luego, justo cuando se quedó sin aliento al caer al suelo, Momo le pisoteó la cara sin piedad sin contenerse.

El hombre gimió en agonía un par de veces, pero pronto dejó de hacerlo. La sacerdotisa miró fríamente el cuerpo inconsciente y dijo: —…ahora mis zapatos están sucios.

Después de arruinarle el rostro, eso era todo lo que tenía que ofrecer. El daño a sus apuestos rasgos seguramente perjudicaría su futuro como consorte.

Momo lo echó a un lado del callejón con una facilidad alarmantemente practicada, y luego miró a su alrededor con cuidado.

—Supuse que solo era un ligón de cuarta… pero esto no está nada mal—. Mientras hablaba, el resplandor luminoso de la Fuerza Guía rodeó su cuerpo.

Un escalofrío recorrió al grupo de asaltantes.

Incremento Guía. Una técnica de manipulación de la Fuerza Guía que aumentaba la destreza física del usuario.

Las sacerdotisas de Las Fausto eran fuertes. Por naturaleza, debían ser lo suficientemente hábiles en la manipulación de la Fuerza Guía como para manejar los complejos Recipientes Guía conocidos como Escrituras. Había rumores de que el camino para ser elegida como sacerdotisa oficial era aún más complicado, incluyendo el entrenamiento de combate en la Frontera Salvaje.

Los hombres del callejón eran conscientes de ello, pues los que trabajaban en el sub-mundo criminal estudiaban a sus enemigos mortales.

Pero la cantidad de Fuerza Guía que la chica que tenían delante utilizaba para mejorarse era visiblemente de otronivel.Era una señal de quetenía máspoder de combate que la sacerdotisa media.

«Esto no es bueno». Tomando una decisión rápida, los hombres intentaron huir. Habían llegado a la sabia conclusión de que su emboscada basada únicamente los números no sería suficiente.

Para su desgracia, Momo no los dejaría escapar.

Había sido un error elegirun callejón sinsalida para atrapar a su objetivo. Cuando Momo se acercó, golpeó el suelo con su puño.

Un golpe sordo resonó en la pequeña calle.