Shin no nakama janai to Yuusha (NL)

Volumen 6

Interludio 2: La Historia De La Reina Exiliada Misphia

Hace cincuenta años, en el palacio real de Veronian, una joven Mistorm, la princesa Misphia, vestía un hermoso vestido y bailaba en el centro del salón. Su escolta era un joven rubio vestido con un atuendo aristocrático resplandeciente. Su manera elegante atrajo la atención de todos a su alrededor.

Cuando el baile llegó a su fin, el joven desapareció, llamado por un mayordomo.

“Oh, hermana”.

Ahora que el baile de Misphia había concluido, otra chica se le acercaba. Había un parecido entre los dos, pero los ojos de la otra joven eran más amables. La belleza de Misphia era del tipo de ser famosa en todas partes, pero la de la otra chica era más la belleza de una flor amada por todos.

“Leonor” saludó Misphia.

“Lord Pietro es un bailarín maravilloso, ¿no crees? Siempre es un placer bailar con él”, dijo Leonor.

“Seguramente lo es, aunque le falta un poco de resolución. Como miembro de una rama secundaria de la familia real, sería mejor para él mantener un poco más de seriedad al tratar con otros nobles”.

“Incluso en días como este, nunca te olvidas de ti mismo. El papel de una mujer es criar a su hombre, ¿no es así?”

“Si un sucesor no nace del Padre, entonces Lord Pietro ascenderá al trono. Lo que Veronia necesita ahora es un rey fuerte. ¿No es el trabajo de una buena esposa apoyar y guiar a su esposo?””

“¡Oh vaya! ¡Imaginar a tu esposo convirtiéndose en rey! Qué ambición, hermana.” Leonor levantó un poco la voz mientras hablaba, lo que provocó que los aristócratas cercanos la miraran. “Ah, mis disculpas” dijo Leonor en voz baja, pero su expresión estaba torcida por una satisfacción maliciosa. “Supongo que esa aspiración le conviene a un Archimago poderoso. Un simple luchador como yo nunca podría esperar compararse. Sin embargo, estoy bastante contento con mi bendición. Después de todo, las flores existen para ser admiradas. Las habilidades inherentes de Peleador son simples mejoras físicas y sus impulsos son menores. Pocas bendiciones le permitirían a uno dedicarse a la belleza con tanto entusiasmo”.

“Preferiría ser una simple hierba que cura enfermedades que una flor de invernadero que se come con los ojos”, respondió resueltamente Misphia.

Leonor sonrió tras el abanico que sostenía en la mano.

“Qué espléndido. Realmente es un placer charlar contigo, hermana mayor. La idea de que abandones el palacio es tan desgarradora”.

“Me hubiera gustado poder compartir muchas más cosas contigo también”, respondió Misphia.

El rey de Veronia subió al escenario. Aparentemente, había un anuncio que hacer. Pietro estaba de pie junto a él. Los nobles alrededor de la plataforma aplaudieron.

“Como rey de Veronia y como su líder soberano, me complace celebrar este feliz día con ustedes”, comenzó el rey, y hubo otra ronda de aplausos.

Misphia observaba con una mezcla de alegría y melancolía. Sin embargo, las cosas rápidamente tomaron un giro inesperado.

“Tú que apoyas a nuestra amada Veronia, te pedí aquí en este día que des testimonio de los votos que unen a nuestro amado y fiel servidor, Pietro de Zaqui, y a mi amada hija Leonor de Veronia”.

El silencio llenó la habitación, pero fue rápidamente roto por muchos susurros preocupados.

“M-Mi señor… ¿Lady Leonor? ¿No es Lady Misphia? “Sí. No me equivoqué. Pietro y Leonor.”

Misphia miró, incapaz de creer lo que estaba sucediendo, pero cuando vio la sonrisa inocente de Pietro mientras subía al escenario, se dio cuenta de lo que había sucedido. Su rostro palideció y apretó los puños.

“Y…”

Un hombre llamado Duque Oslo subió a la plataforma y los nobles Veronianos miraron hacia otro lado.

“Vaya m-mi Duque Oslo de más confianza tiene un gran respeto por el talento de mi hija Misphia”.

La voz del rey temblaba de mortificación que no podía ocultar por completo. Se le formó sudor en la frente y sus ojos estaban inyectados en sangre. Como gobernante del Reino de Veronia, eso fue todo lo que se le permitió en protesta mientras los elogios para el duque de Oslo brotaban de su boca. “Pido que todos puedan compartir mi alegría por el hecho de que el duque de Oslo haya tomado a mi hija Misphia como su esposa. Hoy es verdaderamente bendecido”.

“P-Pero, Su Alteza, el duque de Oslo ya tiene una esposa”, intervino nerviosamente un noble mayor.

Todos los que lo rodeaban asintieron.

El duque de Oslo respondió en lugar del rey, mostrando sus dientes ennegrecidos debajo de su sonrisa.

“Estoy encantado de dar la bienvenida a Lady Misphia como concubina”.

No dispuesto a esperar, el noble mayor objetó en voz alta. “¡Eso es absurdo! ¡Lady Misphia es la primera princesa de la familia real de Veronian! I-Incluso para un duque, eso es un ultraje…”

“¿Cuál es el problema?”

El duque de Oslo asintió con satisfacción, sin siquiera molestarse en dar una excusa, dejando al viejo noble estupefacto.

Otros aristócratas fueron golpeados por un sentimiento de hundimiento de que esto significaba el fin de su reino. En la actualidad, Veronia era un país razonablemente poderoso, pero ese no había sido el caso solo cincuenta años antes.

Más tarde, Misphia se sentó derrotada y sola en su habitación cuando pasó Leonor. Sus ojos brillaban con la emoción de la victoria.

“Felicitaciones por tu compromiso. Que tu matrimonio sea largo y feliz, joven”.

Las gaviotas chillaban mientras pasaban junto al barco.

El barco utilizado para la procesión nupcial de Misphia era un velero de estilo antiguo de un solo mástil. El emisario del duque de Oslo había subido al tosco y humilde barco para saludar a la princesa Misphia. El bote crujió mientras se balanceaba con las olas, meciendo suavemente la habitación.

Misphia vestía un costoso vestido blanco y miraba hacia el suelo de su camarote de invitados con tristeza.

Nada mitigó la humillación de convertirse en la concubina del duque Oslo. Si hubiera sido por el bien de su país, Misphia lo habría soportado. Pero esta decisión solo había estropeado la reputación de Veronia. No había hecho más que revelar al mundo lo débil que se había vuelto la nación.

La gran Veronia, una vez rival de Avalonia, no estuvo mucho tiempo en este mundo. Seguramente, ese pensamiento estaba en la mente de todos. Misphia hizo todo lo posible por no llorar, mordiéndose el labio para evitar que se le rompiera el corazón.

“Por favor… Que alguien nos salve”.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, un repentino clamor estalló afuera. Gritos venían de todas partes, acompañados por el sonido metálico. Sintiendo que algo andaba mal, Misphia agarró su bastón, que estaba en la esquina de la habitación. No mucho después, la puerta se abrió de golpe.

“Hohhh.”

Entró un hombre. Su rostro estaba cubierto de cicatrices, su mirada aguda y penetrante. Una expresión de confianza floreció en su rostro. Era un hombre de un tipo completamente diferente de los nobles Veronianos con los que Misphia estaba familiarizada.

“Parece que he encontrado el mayor tesoro en el barco”.

“¿Qué negocio tienes aquí, pirata? ¡¿Te atreves a perpetrar esta villanía sabiendo que un miembro de la familia real estaba en este barco?!”

“Familia real, ¿eh? Ha, ¿qué poder hay en una familia real que vendería a su princesa como concubina a un simple duque?” el pirata escupió, burlándose.

“¡Silencio!” El rostro de Misphia se puso rojo de humillación. “Regresaré a Veronia a sus días de gloria. Si debo mancharme de vergüenza para hacerlo, ¡bien! La herencia del Duque Oslo es poderosa. Si él se interesa por mí y algunos de mis hijos pueden heredar algo de esa tierra…”

“No hay posibilidad de eso para una concubina. Es solo un viejo lujurioso. Al Duque Oslo no le importa una mierda ese tipo de galantería. Todo lo que le importa es…” El pirata se acercó a Misphia y le tocó el pecho.

“¡Eeek!” Misphia cubrió su pecho con ambas manos. “Esto.”

Misphia miró al hombre. Él silbó en respuesta.

“¿Es realmente tan malo ser una concubina? Puedes vivir en el lujo”. “Soy una princesa. Vivo y muero por el bien de mi país. ¡Para eso nací!” “Esa es una forma bastante audaz de decirlo”.

“Como si un ladrón pudiera comprender”.

El pirata sonrió. “Bueno, da la casualidad de que tengo interés en cómo vive la realeza. Entonces, ¿qué tal? ¿Por qué no me enseñas sobre tu forma de vida?”

“¿Qué…?”

“Eres el mayor tesoro de todos los que he visto. Devolverte a un duque sería un desperdicio.”

“¡Eeek!”

“Te llevaré. Después de todo, soy un pirata. “¡S-Suéltame!”

“No te preocupes, no tendrás que renunciar a tu sueño… porque me convertiré en rey”.

“¿Rey…? ¿De qué estás hablando…?”

“Tengo la Bendición Divina del Emperador. Se dice que la más rara de las bendiciones que tuvo el primer rey de Avalonian.”

Geizeric tomó la mano de Misphia y abrió la puerta de la habitación. La brisa marina llenó sus pulmones.

“¡Mi nombre es Geizeric! No tengo apellido, y nunca conocí a mis padres.

¡Soy Geizeric y nada más! ¡Pero me convertiré en el rey de Veronia!”

“Eh…”

“¡Princesa! ¡Quiero que seas mi mano derecha! ¡Enséñale a este pirata lo que significa ser un rey! A cambio, ¡criaré a Veronia de tal manera que ningún noble sin valor pueda robar sus princesas nunca más!”

El emperador pirata Geizeric, el futuro rey de Veronia, tomó el brazo de Misphia con fuerza y comenzó a caminar. Al principio, Misphia se tambaleó un poco, pero pronto pudo seguirlo detrás con pasos seguros sobre sus propios pies. La pareja salió de la pequeña habitación del barco y salió al espacio abierto.

La Bendición Divina del Emperador. La bendición que supuestamente poseía el primer gobernante de Avalonia. Era incluso más raro que el Héroe.

Se decía que los Avalonianos descendían de vasallos de aristócratas que habían sido expulsados por el gobernante de Gaiapolis, hijo de un héroe anterior.

En ese momento, la tierra que se convertiría en Avalonia no estaba desarrollada y era salvaje. El primer rey fue un campeón que reunió gente, desarrolló la región indómita, luchó contra monstruos y estableció un nuevo reino.

En un mundo donde la bendición de uno determinaba la vida de uno, Geizeric había nacido para el trono.

“¡Lo dividiré en partes iguales, así que no robes nada!” “¡Sí, sí, señorita!”

Misphia había cambiado de un vestido a un traje de bucanero que era más fácil de mover. Bastón mágico en mano, estaba dando órdenes a los piratas. Su bastón era diferente del anterior que había manejado. Esta nueva vara tenía una punta de metal estrecha y afilada, lo que permitía manejarla como una lanza. Incluso llevaba una vaina en la cadera para envainar el bastón.

A las órdenes de Misphia, los piratas comenzaron a llevarse su botín del barco enemigo.

“Se ha vuelto muy cómoda con las cosas”, comentó una alta elfa tuerta de pie junto a Geizeric.

“Esta es la Sra. Lilinrala”, presentó Geizeric a Misphia. “Déjate de gilipolleces de ‘señorita’. Solo soy Lilinrala”.

Misphia contempló a la pareja sonriente, y la joven bronceada rápidamente se encontró sonriendo también.

La tripulación de Geizeric había atacado un puerto occidental en el continente oscuro que estaba lleno de enanos y orcos. El área estaba plagada de armaduras, armas y monstruos que no se conocían en el continente de Avalon.

Armas extrañas como una espada de hoja delgada con forma de látigo, un martillo mecánico que funcionaba haciendo estallar un polvo explosivo alquímico para disparar un perno de ancla, el cráneo de un gigante sujeto a una cadena o un arco mecánico enano que disparaba flechas una tras otra. otros simplemente apretando un gatillo.

Los piratas se saciaban de combate, corriendo y vitoreando mientras se llevaban tesoros.

Y mientras Geizeric escapaba a los mares en su bote, varias sombras saltaron en el aire para seguirlo.

“¡Todo a estribor y a toda velocidad adelante!” Geizeric gritó.

Los caballeros wyvern de élite de Gandor del Viento volaban por los cielos.

“¡Capitán! ¡Tal vez no deberíamos haber tratado de robar el botín del ejército del señor de los demonios!”

“¡Qué hace un pirata asustado de un señor demonio!”

Hubo un destello brillante y un estallido atronador a sus espaldas. “¡Uwaaaah!”

Un pirata gritó cuando otro barco fue enviado al fondo del océano por un rayo.

“¡¿Un hechizo Jabalina de Tormenta?! ¡¿Quién hizo eso?!”

“Yo.”

Un demonio del viento de cabello blanco a horcajadas sobre un wyvern miró a los piratas con un rayo de electricidad en sus manos.

“¡Uno de los parientes de Gandor! ¡Creamos suficientes problemas para que apareciera un general demonio de nivel superior!” gritó Lilinrala.

Había perdido su propio barco durante la lucha, por lo que había subido a bordo del de Geizeric.

El demonio invocó otra lanza crepitante.

“Tu barco es toda una reliquia. ¿Lo robaste de un museo? ¿Eres un marginado de la gente de las llanuras? ¿Qué podría haberte poseído para atacar nuestro almacén?”

“¡¿Quién te preguntó?! ¡Ningún pirata que se precie daría la espalda al botín sentado allí frente a ellos!” Geizeric respondió.

“¿Te llamas a ti mismo un pirata con un barco como ese? Incomprensible. No importa. Te morirás aquí.”

“¡M-Maldita sea! ¡Deja de flotar ahí arriba! ¡Baja aquí y enfréntame como un hombre!” Geizeric gritó, agitando su sable.

El demonio del viento no mostró signos de consentimiento. En cambio, arrojó más Jabalinas de Tormentas hacia abajo.

“¡Control de Viento!”

Misphia formó un sello y activó su magia. El aire que envolvía a la Jabalina de Tormenta se disipó de forma antinatural y se convirtió en un poderoso viento de cola en las velas del barco.

“¡¿Qué?!” Por primera vez, la expresión de confianza del demonio se quebró.

Una Jabalina de Tormenta siguió a su objetivo, y el hechizo mágico arcano intermedio de Misphia, Control de Viento, no fue suficiente para detenerlo. Sabiendo esto, había usado su poder para empujar el bote.

A medida que la lanza del rayo se acercaba, la nave aceleraría en respuesta. El bote y las jabalinas se movieron en tándem, dejando rápidamente atrás a los demonios.

“¡Yahooo!” Geizeric vitoreó. Desafortunadamente, el vendaval que arrastraba el bote se estaba volviendo demasiado intenso rápidamente. Los mástiles estaban empezando a doblarse y crujir.

“¡Capitán! ¡El barco no puede soportarlo! ¡Se va a romper!” gritó uno de los piratas, al borde de las lágrimas.

Sin embargo, Geizeric solo sonrió y pateó el mástil, riéndose de las preocupaciones de su tripulación.

“¡Ella no se va a romper! ¡Si quiere llamarse a sí misma mi nave, mostrará sus agallas!”

“No seas absurdo”, respondió Misphia, asombrada.

“¡Ser un pirata significa hacer el absurdo día tras día! ¡Ga-ha-ha-ha!” “Yo… no puedo discutir con eso”.

A pesar de la peligrosa situación, o tal vez por eso, Misphia y Geizeric se rieron juntos.

“Estaba planeando que me enseñaras cómo actuar como un rey adecuado,

¡pero parece que primero aprendiste a ser un bucanero adecuado!”

“¿Y de quién crees que es la culpa? Será mejor que asumas la responsabilidad.”

La sonrisa de Geizeric se amplió ante ese comentario.