Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 4

Capitulo 9: Hasta los Confines de la Tierra

Gracias a las instrucciones de Caith Sith, Mira ya había conseguido cinco de las deseadas Semillas de Solomon. Parecía que iba a terminar antes de lo previsto. Ahora con un humor alegre, Mira corrió entre los árboles con pasos ligeros.

Mientras localizaba la sexta Semilla Primordial, la vegetación comenzó a crujir y algo surgió del follaje.

“Cuidado, miau. Algo malvado viene hacia acá…” Caith Sith miró con odio en cierta dirección, totalmente en modo de peligro. Se mostró bastante valiente para ser un gato escondido detrás de la cabeza de Mira.

“Así que han venido.” Murmuró Mira, mirando a los que bloqueaban su camino.

Los hombres árbol no sólo existían en el Bosque Primitivo, sino en todas las zonas boscosas. Sus figuras eran humanoides, pero sus cuerpos estaban hechos de madera marchita. Al tratarse de un Laberinto del Demonio, todos los monstruos que aparecían eran subespecies de sus respectivas especies de monstruos del mundo exterior. Esta subespecie de hombres- árbol se llamaba Nildreants, le pareció recordar a Mira.

La corteza de los árboles cubría sus rostros y sus esqueletos falsos eran de madera. Unas enredaderas que se retorcían les daban forma humana, lo que les confería un aspecto aún más extraño que el de los hombres-árbol normales.

Cuando los Nildreant avanzaron, sus lianas se retorcieron con más agresividad y sus cuerpos se deformaron de forma inquietante. Su madera crujió al acercarse, con los brazos afilados como lanzas preparados.

“Quédate quieto un momento.” Ordenó Mira a Caith Sith, apartándolo de su cuello.

Utilizó su mano libre para bajar el escote de su vestido y empujó a Caith Sith.

“¡Entendido, Miauma!” Caith Sith se acomodó y saludó, asomando sólo su cabeza desde el interior.

“Y controla tu cola, por favor. Hace cosquillas.” Con eso, Mira empujó la cabeza de Caith Sith hacia abajo y se estremeció.

“¡Sí!” Contestó Caith Sith, enroscando su cola.

Mientras Mira estaba ocupada con Caith Sith, la situación evolucionaba. Uno de los tres enemigos que se enfrentaban a ella saltó al aire para atacar.

Al verlo descender, Mira saltó rápidamente hacia atrás. El Nildreant, centrado en la caza de su enemigo, atacó precisamente donde ella estaba. Su brazo en forma de lanza se clavó en el suelo.

Su brazo no se volvió a mover, porque de repente, una mano negra apareció detrás del monstruo e hizo caer sobre él una espada negra como el azabache. La hoja era pesada, y su impacto hizo volar cortezas, astillas, lianas y líquido verde. Aquel era sin duda el golpe de un Caballero Oscuro, aunque el Caballero Oscuro era sólo una invocación parcial.

Parece que el poder de la invocación no se resiente, pensó Mira. Había probado la estrategia en el gimnasio de la academia, pero ésta era la primera vez que lo hacía en una batalla real. Satisfecha con el resultado, empezó a pensar rápidamente en las aplicaciones.

Los otros dos Nildreants interrumpieron sus reflexiones. Apartaron de una patada el cadáver de su amigo caído y corrieron hacia Mira; sus pasos resonaron en el bosque. Uno saltó hacia arriba, doblando sus miembros en ángulos espantosos. El otro se precipitó hacia delante.

Un ataque en pinza desde arriba y adelante. Desafortunadamente para los Nildreants, terminó en fracaso. El que había saltado chocó en el aire con un gran escudo blanco, otra invocación parcial, esta vez un Caballero Sagrado.

Hrmm. Con el tiempo adecuado, esto podría ser muy útil.

Mientras sus engranajes mentales giraban, Mira se dio cuenta de que el enemigo seguía cargando contra ella. El brazo de lanza le dirigió cuidadosamente un golpe, que ella esquivó con facilidad, colocando una mano en el torso del monstruo al pasar.

[Artes Inmortales de Tierra: Ramo Carmesí]

El fuego brotó y convirtió al Nildreant en cenizas.

Sólo quedaba un Nildreant. El hombre-árbol bloqueado por el escudo se levantó torpemente, pero justo cuando se enderezó, otra espada negra lo partió en dos desde la parte superior. El brazo del verdugo desapareció en la nada, y un charco verde se extendió donde murió el monstruo.

Esto es sorprendentemente conveniente…

Todas las aplicaciones potenciales de las invocaciones parciales hacían cosquillas a la mente inquieta de Mira. Como las invocaciones parciales desaparecían inmediatamente después de su uso, no tenía que preocuparse de seguir la pista a una que pudiera estorbar más tarde. Una invocación parcial también aparecía sin hacer ruido, lo que la hacía útil para las emboscadas. La habilidad parecía especialmente útil para las batallas en espacios reducidos, como ésta.

“¡Esa es mi increíble Miauma!” Tras confirmar que los monstruos se habían ido, Caith Sith saltó del vestido de Mira e hinchó el pecho. Esta vez, en su cartel se leía ¡Vuelta a la acción!

“Bien, ¿dónde estaba la sexta Semilla?” Se preguntó Mira en voz alta. La emboscada la había desorientado y no podía distinguir una rama o una liana de otra.

El miembro de su grupo no contestó inmediatamente: estaba ocupado rebuscando entre los cadáveres de los Nildreants. Antes de que Mira pudiera preguntar qué buscaba, el Caith Sith sacó hábilmente un objeto de un cadáver.

“¡Te traje algo!” En las patas levantadas del Caith Sith había un trozo negro de hiedra enredada.

“Oho. ¿También puedes recuperar el botín?”

La hiedra enredada era un Corazón de Nild, un objeto que sólo se puede obtener de esta subespecie. El Caith Sith se lo ofreció a Mira y corrió hacia el siguiente cadáver. En total, recuperó dos corazones; el corazón del Nildreant que había explotado era insalvable.

Mira se echó al hombro al cada vez más útil Caith Sith y siguió su guía hasta la siguiente Semilla Primordial.

***

Tras poco más de una hora de incursión en el Bosque Primigenio, Mira había conseguido las diez Semillas Primigenias que Solomon había solicitado, gracias al Caith Sith. Después de abatir un sinnúmero de Nildreants más, sintió que también había profundizado su comprensión de la invocación parcial.

Existían tres tipos básicos de Nildreants: los que tenían brazos en forma de lanza, los que lanzaban fruta venenosa y los que lanzaban agujas de pino tóxicas. Innumerables manchas negras cubrían ahora la zona, los restos de fruta venenosa triturada que la segunda variedad de Nildreant había lanzado a Mira.

Mientras tanto, el Caith Sith recuperó otro Corazón de Nild y se lo ofreció a Mira. Ya estaba bastante acostumbrado a este trabajo.

Mira se encontraba en el límite exterior del Bosque Primigenio. Cuanto más se adentraba, más raros eran los objetos que le esperaban, y más raros también los monstruos. En las profundidades del bosque había bestias a las que incluso los sabios tendrían dificultades para enfrentarse en solitario. Esta vez, Mira no tuvo que ir tan lejos, ya que las Semillas Primigenias estaban repartidas uniformemente por todo el laberinto.

“Bueno, nuestro trabajo aquí está hecho. ¿Nos ponemos en marcha?” “¡Sí!” El Caith Sith se volvió a subir al hombro de Mira.

Los Laberintos del Diablo tenían entradas y salidas separadas, así que Mira tendría que buscar esta última en este bosque de ramas aleatorias. Cualquier persona normal habría perdido inmediatamente el sentido de la orientación, pero como Mira ya había estado aquí muchas veces, conocía una forma de encontrar la salida.

Forzó los ojos y miró a su alrededor antes de volver a colocarse al Caith Sith en la cabeza. “Mm… no lo veo. ¿Puedes ver alguna flor azul, Miembro Número Uno?”

“¿Flores azules? Hmm, tal vez.” Ensanchó los ojos y sostuvo un cartel en el que se leía

¡Buscando! Su mirada escaneó hasta la última rama, debajo de cada hoja y detrás de cada enredadera. Sólo diez segundos más tarde, el Caith Sith utilizó las luces de sus ojos de gato para apuntar hacia las flores. “¡Las encontré! ¡Justo ahí!”

Mira le dedicó unas palabras de elogio y luego se puso en marcha. Más allá de algunas ramas que podía utilizar como punto de apoyo, una liana especialmente gruesa tenía cuatro flores azules, cada una del tamaño de la palma de la mano de Mira. Era sólo cuestión de tiempo que ella y Caith Sith llegaran a la salida.

Mira encontró las siguientes flores azules; florecieron a intervalos fijos, como si la guiaran. Si seguía este rastro, saldría de aquí en un santiamén.

***

Mira y Caith Sith siguieron el rastro de las flores durante un rato; Mira utilizaba los Nildreants que encontraban como sujetos de prueba para la invocación parcial. Finalmente, divisaron un cofre desgastado al final de una rama.

“¡Miau, tenemos un tesoro!” Los ojos del Caith Sith brillaron. En una mano, el felino sostenía un cartel con una frase de suspenso: ¡¿La Caja de Pandora?! ¡Un antiguo cofre escondido en la frontera! ¡¿Contiene esperanza o desesperación?!

“¡Mm-hmm! Un cofre del tesoro.”

Frente al cofre, Mira recordó las palabras de Leoneil, el líder del Gremio de Magos. Concretamente, había dicho que la razón por la que el Bosque Primigenio estaba restringido no era otra que el cofre que tenía delante. Este extraño cofre del tesoro reaparecía incluso después de que uno tomara su contenido. En el juego, los cofres del tesoro que reaparecían eran la norma, pero ese tipo de comportamiento era una aberración en el mundo real.

Mira señaló con la palma de la mano hacia el cofre del tesoro.

[Artes Inmortales Celestiales: Pulso]

Los vientos rugientes chocaron con el cofre, abollándolo antes de dispersarse. “Hrmm. Parece bastante seguro.”

“¡Qué violencia, Miauma!” El Caith Sith bajó de un salto de su cabeza. Sin embargo, el impacto del aterrizaje le había entumecido las piernas, y se volcó. “Sabes, identificar cofres del tesoro es un poco lo mío.”

El Caith Sith consiguió levantar la parte superior de su cuerpo y miró el cofre del tesoro, con una luz roja brillando en sus ojos. Su cartel, que lo sostenía como un bastón, decía

¡Momento de la verdad!

Ahora, aparentemente recuperado, el Caith Sith se dio la vuelta y declaró con seguridad: “¡No hay miaublema!”

“Bueno, no. Acabo de probarlo.”

“¡Claro que sí!” Caith Sith se derrumbó dramáticamente ante la contundente respuesta de Mira. En su cartel ahora había un conjunto de líneas de velocidad alrededor de las palabras Totalmente superado…

“Sin embargo, entiendo tu punto de vista. Puedes ver dentro de los cofres, ¿eh? No tenía ni idea, pero eso es increíble.”

“¡Eso es lo que consiguen treinta años de entrenamiento!” El Caith Sith se puso de pie y giró su cartel, en el que se leía ¡Mucho mejor, más fuerte, más rápido y furioso! mientras corría hacia el cofre.

En los Laberintos del Diablo había dos tipos de cofres: los verdaderos cofres del tesoro y los imitadores. Para distinguirlos, sólo había que atacar el cofre, como había hecho Mira. Si era un cofre real, no pasaba nada; si era un monstruo, contraatacaba. El cofre del tesoro no reaccionó esta vez, así que era normal.

El Caith Sith abrió el cofre y le pasó a Mira el contenido, tras lo cual el cofre se convirtió en polvo y desapareció.

Mira observó el trozo de madera del tamaño de un puño que tenía en la mano. “Hrmm.

¿Para qué es esto?”

El gato se subió a su hombro y echó un vistazo a la madera antes de decir: “Miau, ¿qué tenemos aquí…? Hmm. Parece una astilla de Yggdrasil.”

Para Mira, parecía un simple bloque de madera, pero el Caith Sith sabía más. “Oho.

¿Ahora también puedes identificar objetos?”

“He visto un fragmento de Yggdrasil en una enciclopedia.” Se palmeó el pecho con orgullo, sosteniendo en alto su cartel actualizado: ¡Una máquina de evaluación gatuna!

Los fragmentos de Yggdrasil servían como material para poderosas pociones. También podían utilizarse para fabricar armas que aumentaban el poder de curación y daban a los usuarios la fuerza para curar dolencias como el veneno, la parálisis y las maldiciones. Las armas se vendían a precios elevados entre los aventureros veteranos.

¿Yggdrasil, hm? Ahora que lo pienso, Luminaria quería carbón de Yggdrasil como catalizador. Si quemara esto, ¿se convertiría en carbón?

Luminaria había pedido a Mira que le llevase ciertos catalizadores, por los que Mira recibiría la Enciclopedia de Habilidades, Edición 2146. Uno de esos catalizadores era un objeto llamado Carbón de Yggdrasil. El objeto era justo lo que decía su nombre, pero Mira no estaba segura de que al quemar una astilla de Yggdrasil se creara el carbón ‘correcto’.

Bueno, podría mostrárselo. Decidiendo dejar que Luminaria se encargase de ello, Mira arrojó el bloque en su Caja de Objetos.

***

La pareja no encontró ningún otro cofre del tesoro —pero sí muchos Nildreants— antes de llegar a la salida.

Al final de la cadena de flores azules había un gran agujero en la pared de roca. Mira y Caith Sith lo atravesaron y llegaron a una cámara con paredes de tierra. Unas enredaderas bioluminiscentes cubrían el techo, haciéndolo tan brillante como el mediodía. Un estanque ondulaba en la esquina; en su superficie flotaban hojas parecidas a las del loto. Toda la cámara parecía muy fuera de lugar, con un follaje distinto al que Mira había visto en el camino. Todo estaba cubierto de coloridas flores silvestres.

En el centro de la cámara había una guía para la salida del Bosque Primigenio, que hablaba. “La gente rara vez viene aquí. ¿Buscan algo?”

“¡Habla!” Caith Sith jadeó.

“Esperábamos irnos.” Respondió Mira, mirando la imponente flor azul que tenía ante sí.

Su compañero felino la observó con entusiasmo.

El guía era fácilmente tan grande como una casa. Era más azul que el cielo y emitía un aroma a hierbas. Floreciendo bajo los rayos de la luz de la vid, hacía notar su presencia con gran belleza.

“¡Ya veo, ya veo! Bueno, creo que puedo ayudarte con eso. Tráeme una fuente de energía y te enviaré a la superficie.” La flor, que tenía un tallo muchas veces más robusto que Mira, agitó sus inmensos pétalos mientras hablaba. Su voz parecía resonar desde abajo, reverberando por toda la habitación.

Todas las guías de los Laberintos del Diablo exigían una fuente de energía. Además de tener que encontrar la salida, también se necesitaba un objeto para salir. Eso no era demasiado difícil si uno tenía el poder de luchar contra los monstruos dentro del laberinto. Cualquier objeto que soltaran esos monstruos podía utilizarse para escapar.

“Esto debería servir.” Mira ofreció un Corazón de Nild.

“Perfecto. Lánzalo a la piscina de ahí, ¡y podré enviarte a la salida!”

Mira volvió a meter al Caith Sith en su vestido y lanzó el Corazón de Nild a la piscina, tal y como le había indicado el guía. Las ondas se extendieron por la superficie del estanque y el corazón emitió una luz pálida mientras se hundía.

“Fuente de energía recibida. Adelante.” La flor de tallo grueso envolvió sus pétalos alrededor de Mira como si la devorara.

“¡¿Miauqué?!” Presa del pánico ante la repentina oscuridad, el Caith Sith se aferró a lo que tenía más a mano: El sujetador de Mira.

“Relájate. Lo único que hace es llevarnos a la salida.” Mira mantuvo la calma y dejó que la flor hiciera lo suyo, aunque frunció el ceño al ver que le tiraban del sujetador.

La habitación retumbó, sacudiendo las luces de arriba y enviando ondas a través del agua. Finalmente, la flor azul con Mira en su “boca” fue absorbida por el suelo o, mejor dicho, cavó hacia abajo. Con Mira a cuestas, se sumergió en la tierra. Tras unos minutos de enervante vibración, se detuvo.

La flor escupió a Mira y ésta aterrizó de culo en el duro suelo de piedra.

“¿No podrías ser un poco más suave?” Refunfuñó ella, poniéndose de pie y frotándose el dolorido trasero.

La flor no le hizo caso. “Sigue ese río y estarás fuera. Adiós, extraña visitante.” Dijo antes de volver a bajar, volviendo a hacer temblar el suelo.

***

Estaban dentro de una pequeña caverna cerrada por paredes de roca. La luz que brillaba desde el río en el centro era lo único que sugería una conexión con el exterior.

“Supongo que es el final de nuestro viaje. Una verdadera lástima.” El Caith Sith saltó del vestido de Mira, mirando al río. Ahora, su cartel decía De regreso a casa.

“Habrá más por venir.” Mira sonrió. “Espero que me acompañes.”

“¡Sí!” El gato saltó de alegría. Parecía emocionado mientras hacía girar su cartel, que ahora decía ¡La aventura nunca termina!

Divertida por la excitación de Caith Sith, Mira comenzó a desvestirse. Se quitó la bata, el vestido e incluso la ropa interior, y lo echó todo en su Caja de objetos.

“Bien, Miembro Número Uno, vamos.” “¡Hasta los confines de la Tierraaaaa!”

Con eso, Caith Sith y Mira —que ni siquiera intentó ocultar un centímetro de su piel— se lanzaron juntos al río. Se encontraron arrastrados por la misma cascada que desembocaba en el lago junto a la entrada del laberinto. Lanzada por la corriente del río, Mira se zambulló en el lago.

“Um… ¡Emergencia! Yo… ¡no puedo nadar!” Gritó Caith Sith, aferrándose a su cartel — que decía ¡SOS!— como si fuera un salvavidas.

“Ya, ya. Cálmate.”

El lago no era especialmente profundo; Mira podía ponerse de pie en los bajíos. Levantó a Caith Sith por el cuello y lo colocó sobre su cabeza. Una vez hecho esto, salió del agua.

Era casi el atardecer y la oscuridad se extendía poco a poco por el bosque. Mira estaba desnuda en la orilla del lago, escurriendo el agua de su cabello. Las flores que florecían a su alrededor hacían que su atractivo fuera aún más mágico. Una vez que se escurrió el cabello, sacó de su Caja de Objetos la gran bolsa con su ropa.

Mientras trataba de recuperar una toalla, notó un sonido. Utilizando su escáner biométrico, confirmó que había algo inusual. Había innumerables sonidos en el bosque —probablemente de animales pequeños— pero sólo uno en el pico de la montaña. Este último estaba bien escondido e inmóvil.

Mira miró hacia la cumbre. “¿Quién eres?”

Al darse cuenta de que había sido derrotado, el acosador bajó de un salto a su encuentro. Iba vestido con un manto tan negro como la noche. Los tonificados brazos del hombre estaban tensos, y una tela negra envolvía sus manos. Llevaba unas gafas rectangulares y una máscara le cubría la mitad inferior de la cara; parecía un auténtico ninja.

Receloso de Mira, el hombre mantuvo sus ojos fijos en ella de forma escrutadora, sujetando algo a su espalda. “¿No eres… un espíritu?” Preguntó, mirando la bolsa a sus pies.

“¿Un espíritu? ¿Qué parte de mí parece incorpórea?” Mira lo fulminó con la mirada, molesta.

“¡Sí, no es un espíritu! ¡Ella es Miauma!”

Aparentemente bajando un poco la guardia, el hombre relajó los hombros y miró fijamente a Caith Sith, que se asomó por detrás de la pierna de Mira.

“¿Es un hada gato?” Preguntó.

“En efecto. Soy una invocadora, ya ves.” “¡Eso es! ¡Miauma es imbatible!”

La respuesta de Mira hizo que el hombre, que ahora había bajado totalmente la guardia, frunciera el ceño con culpabilidad y mirara hacia otro lado. “Ya veo. Er, me disculpo. Eres tan hermosa como un espíritu, así que estaba… equivocado.”

“¡Oh! ¿Así es?” El halago levantó un poco el ánimo de Mira; claramente, este hombre tenía lo que había que tener para notar los encantos de su forma actual. Entonces recordó lo sospechoso que era el sujeto. “Si me confundiste con un espíritu, ¿por qué actuaste con tanta cautela?”

“¡Sí! A diferencia de Miauma, ¡los espíritus son realmente agradables!”

El desconocido enarcó las cejas casi imperceptiblemente, y luego limpió su rostro de toda emoción. “Oh, bueno… una vez me metí en el territorio de un espíritu irritable y acabé siendo expulsado.” Puntuó esto con una carcajada. “Vaya, eso sí que fue un alboroto.”

“Hrmm, ya veo. Bueno, supongo que no tienes la culpa.” Dijo Mira. Abrió su bolso y sacó una toalla.

El Caith Sith se rió a costa del hombre. “¡Eres un gran tonto!” “Cállate.”

“Sí Miau…”

Después de secarse con la toalla, Mira la envolvió alrededor de Caith Sith.

Los espíritus son libres; no tienen territorio, reflexionó. Se está inventando excusas porque cree que soy una niña. ¿Qué podría estar ocultando?

Como invocadora, Mira se relacionaba a menudo con los espíritus, y su conocimiento de ellos era profundo. Algo en este hombre le hizo sospechar de forma increíble. “Entonces, ¿qué hacías en un lugar como éste?” Le preguntó.

“Sólo estoy recogiendo hierbas y frutas, ya sabes. Estaba a punto de volver a casa.” Acarició una bolsa en su cadera. Mira no sabía lo que había dentro, pero la bolsa no parecía muy llena para alguien que supuestamente estaba buscando comida.

“Hrmm, ya veo. Si has venido hasta aquí, seguro que has encontrado muchos artículos de calidad.”

“Sí, más o menos. ¡Oh! Por cierto, ¿has visto algún… espíritu rondando por ahí?”

“No, no lo he hecho. ¿Por qué lo preguntas?” Preguntó Mira, escudriñando su rostro.

“Sólo quiero evitarlos.” Dijo el hombre con naturalidad. A juzgar por sus palabras, debía de estar muy preocupado por los espíritus. “De todos modos, voy a volver al pueblo cercano. Nos vemos.”

Inmediatamente, se dio la vuelta y corrió hacia el bosque. Cuando le dio la espalda, Mira vio una espada corta negra con misteriosos emblemas en su cadera.

El hombre era demasiado sospechoso. Aparte de su aspecto, su extraña genialidad, su obsesión por los espíritus y sus flagrantes mentiras se sumaban a una actitud sospechosa.

“Hrmm. Tal vez debería investigar.”

Al seguir al hombre con su escáner biométrico, Mira observó que cambiaba bruscamente de dirección y aceleraba. Entonces guardó hábilmente su toalla y su bolsa, dio las gracias al Caith Sith y lo despidió. Los gritos de indignación del gato resonaron en el claro.