Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 1

Capitulo 6: La Decisión De Kaito

Parte 1

 

 

Kaito reflexionó sobre cuán miserable había sido su vida.

Las personas seguían llamándolo Alma Libre de Pecado, pero él ciertamente no se sentía como una. Al contrario, ya que había acabado de cometer su primer asesinato en este mundo. Aunque había sido cómplice en asesinatos antes, tales como ayudar a limpiar cuerpos, esta fue la primera vez que había apuñalado a alguien con una espada.

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Su nueva vida había sido un caos. Había atestiguado espectáculos horrorosamente horribles y sido torturado por razones sin sentido. Había sido obligado a cortar su propia mano y esculpir profundas heridas en su propio pecho. Pero a pesar de todo eso, también tuvo algunas experiencias que no quería olvidar.

Alguien le había deseado felicidad. Alguien había prometido protegerlo.

Él había tenido que escarbar en el barro metafórico, trozos de metal arrancando su carne, pero al final había recibido esas bendiciones.

Para la mayoría de las personas, pequeños consuelos como esos eran una constante en su vida diaria, motas triviales de calor que apenas tenían mención. Pero le había tomado a Kaito hasta después de su muerte recibirlos.

Por eso, Kaito pensó algo por primera vez.

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Definitivamente no era un Alma Libre de Pecado, y las cosas que había visto habían sido horribles. Pero aun así… A pesar de todo eso…

Esta segunda vida que se le había impuesto no era mala.

Quizás había significado en la resurrección de una lamentable criatura como él después de todo.

Por supuesto, nunca compartiría estos pensamientos con nadie.

***

 

 

Cuando abrió sus ojos, Kaito se encontró sentado en una silla extravagante. Sus alrededores estaban tenuemente iluminados, y los bordes de su visión se sumían en la oscuridad. Rozó los brazos elaborados con destreza mientras inspeccionaba la habitación.

Espera, ¿dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo aquí?

Un mantel gris perla se extendía ante él. En la mesa estaba una diversidad de comidas en bandejas de buffet plateadas. La comida era tan colorida, casi parecía que estaba hecha de cera.

Había varios entremeses, desde un plato de ostra gelificado translúcida y un salmón marinado vívidamente naranja hasta una amplia selección de patés. Como platos fuertes, había un cerdo marrón dorado rostizado, una tarta a base de vegetales, y una aromática sopa de langosta. También había frutas rociadas con miel, un pastel cubierto de almendras trituradas, y un pudín marrón oliva adornado con bayas.


La mesa estaba absolutamente llena de fragantes comidas. Las llamas las iluminaban desde lo alto de los candelabros rojos, titilando mientras emitían su luz sobre el banquete que parecía demasiado bueno para ser verdad. Pero a pesar del esplendor de la comida, nadie estaba compartiendo el banquete.

La silueta de un hombre sentado en el centro de la mesa.

Llevaba una camisa de seda con un pañuelo de cuello. Su abrigo estaba decorado con hilo plateado, y se negó a quitárselo mientras comía. El hombre ignoró las bandejas de buffet, en cambio comía de un solo plato llano* de color blanco puro.

[Nt: Plato grande para el plato principal.]

Sobre el plato de porcelana estaba un trozo de carne con sangre goteando de él. El hígado crudo no parecía siquiera sazonado. El hombre cortó finos pedazos de carne y se los llevó a la boca con su tenedor.

La oscuridad se deshizo sólo por la luz de las velas y el suave sonido de los platos tintineando.

Kaito inmediatamente reconoció los ojos carmesíes, el sedoso cabello negro, y los hermosos y andróginos rasgos del hombre.

El hombre, Vlad, tenía un notable parecido a Elisabeth.

Pero… ¿por qué? ¿Por qué me trajeron directamente al jefe final, de todas las personas?

Confundido, Kaito evaluó su cuerpo. El dolor en su abdomen no se había ido, pero podía mover sus manos y sus piernas libremente. No estaba atado, ni parecía haber algún tipo de restricciones mágicas.

Kaito miró a Vlad, esperando que bajara su guardia. Vlad simplemente siguió comiendo en silencio. Parecía absorto en la carne, como si fuera la única cosa en su mente. No estaba claro si su guardia estaba baja o no. Kaito entonces apartó la vista de la mesa para revisar la habitación. Sin embargo, no podía distinguir muchos detalles. Cualquier parte de la habitación que estaba fuera de la luz de las velas estaba envuelta en oscuridad.

Ni siquiera puedo decir dónde está la entrada. Eso no es bueno.

Kaito se tragó su impaciencia y frustración calmó su respiración. Tenía que mantener la calma. Pero el aroma silvestre que el humo de las velas emitía le puso los nervios de punta. Evocaba la imagen de ese perro negro, sus ojos ardiendo con el fuego del infierno.

Eso me recuerda—¿Elisabeth y Hina están bien?

“¿Hmm? Llamó tu atención, ¿no es así?”

Kaito levantó la mirada con un sobresalto. Vlad, ya no comiendo, tenía una expresión sorprendida en su rostro. Kaito no había esperado que sonara tan joven. Inseguro de cómo responder, Kaito eligió permanecer en silencio.

“Mi invitación fue bastante brusca, lo admitiré. Sin duda estás bastante confundido en este momento. Mis disculpas.”

Vlad asintió con la cabeza, luego chasqueó sus dedos. Oscuridad y pétalos de flor cerúleo giraron en espiral delante de Kaito, y un tazón de agua apareció. La superficie del agua formó un espejo, luego proyectó una escena distante.

Los ojos de Kaito se ampliaron cuando lo vio.

Elisabeth y Hina subían la pendiente hacia el castillo, luchando contra un gigantesco perro negro mientras corrían.

Hina balanceo su alabarda, tirando al perro al suelo. Sin embargo, su hoja no pudo atravesar el abundante pelaje del perro. Elisabeth envió incontables estacas volando hacia su espalda, pero todas simplemente rebotaron. La mandíbula del perro se le echó encima, y ella lo ató con cadenas conjuradas. Pero, aunque lo refrenó, no pudo asestar un golpe decisivo.

“Maldito. Pensar que te resistirías a mis dispositivos de tortura tan bien. De verdad, llevas bien el nombre del Káiser.”

Elisabeth escupió un trago de sangre sobre el costado de la calle. Su afilada intención de matar no había sido apagada. Pero sin importar cuanto lo oculte, sus ojos carmesíes estaban manchados con frustración.

Colocando ambas manos sobre la mesa, Kaito instintivamente gritó:

“¡Elisabeth!”

“¿No crees que ella está siendo un poco impaciente? Como yo lo veo, Elisabeth es más volátil que un barril de pólvora. Sólo un tonto intentaría usar la fuerza bruta para vencer al Káiser. Aunque en ese sentido, supongo que intentar pelear con él en primer lugar fue un error de por sí.”

Vlad se encogió de hombros, su voz llena de la intimidad de alguien describiendo a su hijo terco. Se llevó con gracia el último trozo de carne a su boca. Después de limpiar sus labios manchados de sangre, hizo un gesto con su tenedor al tazón que Kaito estaba mirando.

“El Káiser es el rango más alto entre todos los demonios que convocamos, la cúspide de lo que un hombre puede invocar. Ni siquiera Elisabeth, la afamada Torture Princess, será capaz de asesinarlo tan fácilmente. Repercutiría bastante mal sobre el nombre del Káiser si pudiera. Y él tiene su orgullo como un perro de caza de primera clase a considerar, también. El líder de los catorce está en su propia liga.”

Ese era el tipo de enemigo que Elisabeth y Hina estaban enfrentando. Kaito apretó su puño con fuerza. Pero entonces notó algo fuera de lugar.

“Espera, aguarda un minuto. El demonio está allí, pero tú estás justo aquí. ¿Eso significa que convocaste al Káiser, pero no te fusionaste con él?”

“Precisamente. Probablemente ya lo escuchaste de Elisabeth, pero actué como el intermediario para materializar al Káiser en este mundo. En cierto modo, los dos somos como uno. Normalmente, habría sido prudente fusionarse con él por el bien de mi propia seguridad. Pero prefiero no abandonar el placer que viene de tener un cuerpo humano, ni tengo muchas ganas de tener mi forma reducida a tan horrible estado—son ridículamente horribles, ¿no es así?”

Vlad se rio entre dientes. Con una franqueza que rozaba la crueldad, se burló de sus compañeros demonios. Kaito trajo el recuerdo de la vez que Elisabeth le había dicho que se burlara de un subordinado.

Kaito sacudió su cabeza, luego siguió haciendo preguntas.

“Así que eso significa que eres de carne y hueso, ¿verdad? Y si te mato, el Káiser morirá contigo.”

“¡Exacto! Una cosa bastante estúpida para preguntarme, sin embargo, ¿no lo crees? Pareces sorpresivamente temerario, así que te daré una pequeña advertencia—no puedes matarme.”

Vlad dio esta declaración con total apatía. Tomó su servilleta y limpió más de la sangre de sus labios.

“Elisabeth podría tener una posibilidad, pero… Al igual que ella, no soy un humano ordinario.”

Pétalos de flor cerúleos y oscuridad se reunieron alrededor de las puntas de sus dedos. Soltó su servilleta, y se deshizo. El hilo dibujó una espiral en el aire, luego de repente estalló en llamas. Ceniza blanca ondeó gentilmente hacia la mesa.

Viéndolo manejar la oscuridad y los pétalos azules, Kaito se dio cuenta de algo. Este hombre estaba cerca a lo que Elisabeth sería si ella hiciera un contrato con un demonio, justo como en el ejemplo de Clueless.

“Entonces, ¿por qué me trajiste aquí? ¿Vas a usarme como rehén?”

“…Perdóname. No pareces estar bromeando sino más bien estar convencido de un malentendido… Dime, ¿honestamente crees que tendrías algún valor como rehén?”

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“Oh, ni loco*. Solo soy un calientasillas*. Dudo que a Elisabeth le importe un bledo si vivo o muero.”

[Nt: *Lo niega de manera enfática. **Alguien que no participa en lo más mínimo, como un jugador que sólo está en la banca.]

“Estoy de acuerdo. Te invité aquí porque tengo cierta propuesta para ti.”

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Vlad asintió de nuevo en una muestra de casi franqueza. Pero su rostro luego se puso serio, y cruzó sus manos mientras miraba a Kaito.

“Deseo adoptarte como mi hijo y moldearte en una segunda Elisabeth.”

“Me niego.”





Kaito inmediatamente se negó, sin esperar a descubrir lo que Vlad quería decir con “una segunda Elisabeth.”

A pesar de su confusión, estaba seguro de su respuesta. Al instante de en qué la idea de ser el hijo adoptivo del contratista del Káiser surgió, negarse era la única opción razonable. Vlad tenía una expresión confundida, pero continuó.

“Oh, Elisabeth. Mi querida y amada Elisabeth. Fue mi primera hija, y fue mi obra maestra. Su único defecto fue que superó la perfección. Maduró aún más rápido de lo que esperé pero al final, cortó todos los lazos conmigo. Quiero reemplazarla. Por todo lo que he conseguido, por todo lo que aún no he conseguido, necesito un sucesor.”

“Pero, ¿por qué me elegirías a mí de todas las personas? Realmente no tiene sentido.”

“Lo que veo en ti es el potencial que superar incluso el suyo. Escuché un poco de Clueless, pero tu muerte fue horrorosamente cruel a pesar de no haber cometido ningún pecado digno de tal destino, ¿correcto? Entiendes el dolor, sin embargo, mantienes la calma ante él. Por otro lado, reacciones fuertemente hacia aquellos que odias. Tu pasión y tu compostura se contrarrestan entre sí.”

“No sé si iría tan lejos. Siento que hay una brecha bastante grande entre la realidad y lo que piensas de mí.”

“¿La hay? Me atrevo a decir que la brecha es bastante pequeña—creo que puedo esperar grandes cosas de aquellos que conocen el dolor pero que aún pueden asesinar a otros si cubre sus necesidades.”

Vlad chasqueó sus dedos. Las criadas rubias de antes aparecieron detrás de él. Parpadearon sus ojos púrpuras raspados, luego se inclinaron con gracia. Kaito, sorprendido, las miró a las dos.

Vlad, sin mostrar ninguna indicación de si se había percatado de la hostilidad de Kaito, continuó, su voz casi musical.

“Ante todo, fuiste asesinado y te lo quitaron todo. Y hacia aquellos a los que les quitaron todo tienen el derecho de quitarle a los otros a su vez. Están, si no hay otra opción, preparados para aceptar que tienen ese derecho. Un hambre profunda se requiere si uno desea aprovechar el dolor de los demás. Porque si el hambre de uno—el deseo de uno—es superficial, eventualmente será consumido por él. Necesidad cierta capacidad—la capacidad de llevar el manto del tirano como si fuera el papel para el que naciste.”

La actuación fue la de un poeta, y su análisis de Kaito fue el de un académico.

Kaito luchó desesperadamente para no dejarse engañar por las palabras de Vlad. Las velas parpadearon, y las declaraciones de Vlad hicieron eco como un mantra. Si seguía escuchando, Kaito sentía que su conciencia podría alejarse. Necesitaba evitar perderse de vista. Kaito no tenía ningún deseo de ser como Elisabeth. Dudaba que siquiera fue capaz de hacerlo.

Las palabras viniendo del hombre delante de él no eran nada más que los desvaríos de un lunático.

“Desde que era una niña, Elisabeth estuvo expuesta a un irrazonable miedo a la muerte. Su dolor y su miedo la moldearon en la más fina obra de arte. Deseo convertirte en mi segunda obra, en mi sucesor. Admito que querer un hijo por perder a una hija es una concepción bastante simple, pero que así sea. ¿Qué dices?”

“Me niego. Y para tu balbuceo; me enfermas.”

“¡Ah, una vivas respuesta! Pero escucha solo un rato más. No te arrepentirás.”

Vlad estaba impasible. Miró a Kaito de la manera en que alguien inspeccionaría a un niño travieso. O quizás estaba más cerca a un criador, impresionado por la fuerza del ladrido de un cachorro.

“No tengo la intención de menospreciar como lo hizo Clueless. Y no estoy intentado simplemente tomar tu futuro de forma gratuita. Eso no estaría bien… Aunque ahora que lo digo en voz alta, supongo que es un poco raro que esté hablando sobre el bien y el mal.”

“¿Qué ofrecerás? ¿La seguridad de Hina y Elisabeth?”

“¡Cielos no! ¿Qué te hace pensar que te daría algo que decir respecto a mi hija? El Káiser y yo arreglaremos las cosas con mi amada hija, con mi amada, adorable, tonta y repugnante Elisabeth. Porque eso es lo que es el amor. Conoce tu lugar, niño—esa niña es mía, la amada hija de Vlad Le Fanu.”

Por un segundo, una luz fría ardió en los ojos carmesí de Vlad. Dio zancadas hacia el lado de Kaito, luego pasó una de sus uñas negras por el tazón de agua. La figura de Elisabeth se hizo borrosa.

“No pienses ni por un momento que tienes un lugar en nuestra relación.”

La mirada dirigida a Kaito duró sólo un instante. Luego Vlad sonrió de nuevo.

“¡Además! Lo que tengo para ofrecerte es algo mucho más maravilloso, algo que creo encontrarás mucho más importante. Verás, mi habilidad en la magia supera la de Elisabeth, y conectar con otros mundos es difícilmente un desafío para mí.”

Vlad hinchó su pecho con orgullo. Su rostro estaba tan contento, se parecía a un niño invitando a un amigo a para venir a jugar con él. A pesar de hablar de adoptar a otros, Vlad mismo poseía una cierta infantilidad para él. Pero de repente, una sonrisa cruel se abrió camino a lo largo del rostro de Vlad. Viendo esa expresión, Kaito se dio cuenta.

Fusionado o no, este hombre sin lugar a dudas era un demonio.

Y los demonios se abrían paso entre las grietas en los corazones de los hombres.

“Parece que tu padre se encontró con algunos problemas triviales el otro día y se ahogó en el mar. Puedo convocarlo y dártelo como un juguete.”

Cuando escuchó esas palabras, el corazón de Kaito se detuvo.

***

 

 

“…Espera, me estás diciendo… ¿Me estás diciendo que ese imbécil murió?”

Antes de que se diera cuenta, Kaito estaba de pie. Su silla se cayó detrás de él con un estruendo. El tazón tembló, y la imagen en el agua se nubló. Pero Kaito no tenía la compostura para prestar atención a algo de eso.

Sentía como si alguien hubiera dado con un martillo en su cráneo. Un momento más tarde, una sensación de vacío se apoderó de él. Era casi como si su pecho se hubiera vuelto hueco y su corazón se hubiera hecho añicos.

Así de sorprendido y estupefacto estaba ante la declaración de Vlad.

Eso hombre había muerto. Ese hombre que parecía que sin importar qué pasara, viviría para siempre. Mierda.

“Oh, eso hizo. Felicidades—¡tu padre murió! Quizás esto es obra del karma… Heh, como la auténtica personificación del mal, ¿es contradictorio de mi parte decir eso? Bueno, ¿a quién le importa si es contradictorio? ¡Qué agradable resultado! Ahora entonces, ¿qué harás?”

“¿Qué haré…? Quiero decir, está muerto, así que…”

“¿Qué acabo de decir? ¡Puedo traerlo de vuelta y dárselo como un juguete! Si deseas venganza por tu prematuro deceso, te recomiendo que asientas con la cabeza. Después de todo, no tienes ninguna necesidad de ocultar eso de mí o estar avergonzado.”

Vlad asintió con la cabeza repetidamente para demostrar su comprensión y afecto. Le mostró a Kaito una sonrisa inocente.

Tenía una expresión de uno invitando a otro a jugar un juego cruel mientras continuaba.

“¿No se sentiría bien derramar sus intestinos, raspar sus pulmones, y estrujar su cuello?”

No podía permitirse prestarle atención al engatusamiento de Vlad. Esas eran las palabras de un demonio. Pero incluso sabiendo eso, Kaito podía sentir algo burbujeando desde las agrietadas profundidades de su corazón. No podía negar esas sublimes pizcas de emoción.

Podría arrancar las vísceras de su padre, luego ignorar sus súplicas por misericordia mientras lo golpeaba sin compasión hasta la muerte. Solo imaginarlo lo llenó de satisfacción. Seguramente, ponerlo en acción sería aún más estimulante.

Si hiciera eso, finalmente podría desechar el miedo y el odio que lo ataban como grilletes.

Seguramente eso valía la pena tirar el resto de su vida.

“Dame…algo de tiempo para pensarlo.”

Kaito finalmente logró sofocar esas palabras. Se sintió como escupir sangre. Estaba temblando por completo, su vértigo tan fuerte, se asemejaba al terror. Vlad asintió con la cabeza magnánimamente.

“Toma tu tiempo. Tenemos tiempo de sobra. Bueno, al menos tú lo tienes.”

Al escuchar eso, Kaito giró sus vacíos ojos hacia la superficie del agua. Un nítido destello plateado cruzó diagonalmente la vista.

“… ¡Tch!”

La hoz de un enorme verdugo se balanceo hacia abajo sobre el cuello del perro. Pero el perro la bloqueó con su mandíbula y la mordió lo suficientemente fuerte para romperla. La criada todavía estaba balanceando su alabarda, pero su ropa estaba cubierta de rasgaduras y lágrimas.

“¡Amo_Amo_Amo_Amo_ ¿dónde estás?!”

Sin preocuparse por sus propias heridas o condición, gritaba frenéticamente por alguien más.

Eso es… Yo soy…

Mirándola, Kaito se dio cuenta que había una emoción que se suponía sentía. Pero, aunque entendía esta necesidad, no sabía qué emoción era. Estaba en un estado de shock, y su mente no era capaz de analizar la escena ante sus ojos.

La escena que estaba presenciando se sentía como si estuviera teniendo lugar en otro mundo. Era como si su alma sola hubiera regresado a esa habitación en la que fue estrangulado, esa habitación en la que murió.

Inseguro respecto a qué hacer, Kaito estiró su mano hacia el agua como un bebé.

El agua sepultó las puntas de sus temblorosos dedos.

La superficie, similar a un espejo, del agua se rompió, y no proyectó nada más.

***

 

 

“Esta será su habitación, Amo Kaito. Por favor siéntase como en casa mientras piensa en su decisión.”

La oradora era una nueva y tercera criada llevando una linterna en una mano. Hizo una reverencia.

Cuando alzó la vista, sus hundidos ojos de perla brillaron. Parecía ser de una marca más antigua, ya que su mejilla estaba empezando a desmoronarse. Kaito asintió con la cabeza, y la criada se dio la vuelta y se fue por el oscuro corredor. El chirrido de su tobillo izquierdo suelto se desvaneció en la distancia.

Ahora solo, Kaito examinó la sucia habitación sorprendido.

“…Espera, ¿esta es la misma habitación?”

Esta debería ser su primera vez aquí, sin embargo, recordaba esta habitación.

Sobre los muros de la habitación cuadrada colgaba un papel tapiz, tan degradado que apenas podía ver el diseño floral. Las lindas esculturas de yeso junto a la ventana estaban cubiertas de polvo y los muebles una vez blanco estaba sucios también. Sin embargo, las manijas de metal en la cómoda estaban tan brillantes como siempre. El baúl que antes había estado decorado con muñecas y peluches, pero quizás por respeto al hecho de que Kaito era un chico, ahora tenía un rifle de caza y un caballo oscilante en miniatura. Una alfombra aplastada estaba sobre la cama con dosel atestada de telarañas. El colchón estaba cubierto de un montón de cobijas sueltas*.

[Nt: Salía “flowing blankets”, se puede traducir como se me ocurrió, y alguien me dijo que son “Cobijas con peso de una pluma y fáciles de llevar o usar”; I don´t know.]

Manchas de sangre secas estaban salpicadas por todas partes sobre las suaves cobijas.

Después asimilar toda la escena, Kaito asintió con la cabeza.

“Sí, está realmente es la vieja habitación de Elisabeth.”

Esta era la equivalente de la vida real de la habitación espectral en la que había entrado tambaleándose cuando se perdió en la Tesorería.

La puerta que había encontrado en la Tesorería muy probablemente había usado los recuerdos de esta habitación y los materializó dentro de este espacio mágico. La habitación real estaba mucho más sucia que su equivalente espectral, pero su diseño era casi idéntico. Vlad debe haber recolocado las cosas que Elisabeth se había llevado de aquí, regresando la habitación sin amo cerca de su forma original. El hecho de que había tenido en cuenta a Kaito a pesar de eso y decoró la habitación para un chico era casi cómico.

“…Heh.”

De repente, todo lo que pareció hilarante a Kaito. Un espasmo de risa intensa sacudió su pecho. No podía evitarlo. Todo era tan gracioso. Abrió bien su boca y se rio tan duro como pudo.


“¡Ha-ha-ha, ha-ha-ha-ha, ah-ha-ha-ha-ha-ha!”

Su abdomen se acalambró, y lágrimas se derramaban de sus ojos. Pero sin importar cuánto dolía, siguió riendo. Todo, desde la patética muerte de su padre hasta su situación actual, era increíblemente cómico.

Y todo era tan estúpido.

¡Wham*!

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[Nt: Golpetazo.]

De repente Kaito dejó de reír y le dio un puñetazo a la pared. Su hueso se rompió, y un agudo dolor subió por su brazo. Aun así, volvió a apretar su puño. Sangre goteaba por la pared. Su dedo estaba roto, pero le pegó a la pared una y otra vez. Gritó, golpeando la pared como si estuviera poseído.

“Murió. Ese imbécil murió. Después de torturar a tantas personas hasta la muerte, terminó haciendo que lo mataran. Te lo mereces bastardo. ¡¿Pero qué, se supone que eso me haga sentir mejor?! ¡¿Se supone que eso me haga perdonarlo?! A la mierda—¡quiero asesinarlo yo mismo!”

Kaito golpeó la pared especialmente duro. Su meñique estaba en el exterior de su puño, y se rompió fuertemente. Aunque su mente estaba impregnada de venganza y odio, su habitual sentido de compostura fría no vino. Golpeó en lágrimas, como un niño haciendo un berrinche. Suspiró cansado, golpeó su frente contra la pared, y murmuró algo en una voz sorda.

“Pero una persona muerta matando a su asesino muerto… Hombre, ya nada tiene sentido…”

Su tono estaba lleno de autodesprecio. Sonrió una sonrisa vacía. Después de un rato, sacó su frente de la pared manchada de sangre. Miró a su alrededor, como si estuviera buscando a alguien que pudiera ayudarlo.

Su mirada se fijó en la cama.

“…Elisabeth.”

Una visión de Elisabeth en sus años de juventud flotó ante sus ojos.

La frágil y hermosa niña estaba medio enterrada bajo el mar de cobijas. Miró a Kaito, sus vacíos ojos desprovistos de vida. Esa belleza suya era la única cosa que nunca había cambiado.

Kaito hacía muecas como un niño mientras le hacía a la joven Elisabeth una pregunta.

“Hey, ¿qué diablos te pasó? ¿Qué fue lo que te hizo cómo eres?”

La visión no respondió. Pero Kaito siguió preguntando, prácticamente gritándole.

“¡Mierda, Elisabeth! ¡¿Por qué elegiste convertirte en la Torture Princess?!”

Era la pregunta sobre la que se había cuestionado a menudo y la pregunta que nunca le había preguntado a ella.

¿Por qué se había convertido en la Torture Princess? ¿Qué razones tuvo; qué odio guardaba? ¿O no tenía ninguna razón en absoluto? Como era de esperarse, la visión no explicó nada.

Después de todo, no era nada más que una Ilusión que la mente de Kaito había hecho aparecer debido al estrés. Kaito sabía eso. Pero le imploró, aun así, y luego simplemente se desvaneció.

“! Ha-ha-ha, ha-ha-ha-ha, ah-ha-ha-ha-ha-ha!”

Kaito comenzó a reírse de nuevo. Se rio como un demente, riendo y riendo y convulsionando con risa. Golpeó la pared. Sus dedos manchados de sangre hicieron horribles ruidos cuando los quitó de la pared, y se encontró parpadeando lágrimas negras.

Luego, de repente, su calmó. No brotaron más lágrimas en sus ojos. Su berrinche terminó abruptamente. Su mente tan clara como un lago en calma, llegó a una conclusión.

Sin importar cuánto se riera, este dolor nunca se desvanecería.

Había sido asesinado de la manera más repugnante.

Ese único hecho era su todo.

***

 

 

La criada con hundidos ojos de perla estaba junto al corredor.

“El Amo Vlad le está esperando en el comedor, sir.”

Siguiendo su ejemplo, Kaito se encontró en el comedor una vez más. Vlad seguía sentado solo en el centro de la mesa. A diferencia de Elisabeth, no parecía que tomara el postre, en cambio tomar a sorbos una copa de vino después de haber terminado su comida. Mirando a Vlad balancear su copa de un lado al otro, Kaito habló.

“Me decidí. Déjame asesinar a mi padre con mis propias manos. Incluso con él muerto, no puedo perdonarlo.”

“Una decisión espléndida, si lo digo yo mismo. Nadie negaría que tienes derecho a vengarte. Ejercerlo parece totalmente razonable.”

Vlad dejó su copa, y habló con una voz cálida cuidadosamente hecha para limpiar la culpa de Kaito. Su rostro no tenía signos de sorpresa. Esa era la respuesta que había estado esperando. ¿Y por qué no lo sería? La razón por la que quería a Kaito como un hijo era seguramente porque entendía que Kaito era prisionero de su propio odio.

Kaito apretó suavemente su dolorido puño. Vaciló un poco, luego hizo su solicitud posterior.

“Antes de eso, sin embargo, solo una vez… No te pediré que me dejes ver a tu hija, Elisabeth. Sino… ¿puedo al menos despedirme de Hina?”

“… ¿Hina? Ah, esa marioneta que dejé atrás sin encender. Me sorprende que te haya gustado tanto. ¿Te gusta jugar con muñecas? Si lo deseas, puedo tener una igual que ella preparada para ti… O más bien, una ajustada específicamente a tus gustos.”

“No es una marioneta. Y no puede reemplazarse. Hina es Hina.”

Kaito cerró sus ojos, recordando la cálida sensación de sus brazos abrazándolo con fuerza. Su cabello plateado y su ferviente sonrisa parpadeaban bajo sus párpados. Pero entonces abrió sus ojos, borrando la imagen.

“Sólo pasamos un poco de tiempo juntos, pero estoy en deuda con ella. Oh, y sólo otra cosa. Suspende el ataque del Káiser mientras me esté despidiendo de Hina. Parece injusto hacer que Elisabeth pelee contra él sola.”

“Debo admitir que tengo dificultades para comprender cómo uno se podría sentir en deuda con una muñeca. Y si deseabas traicionarme, este ciertamente sería un arreglo conveniente para ti… Pero esta es una ocasión especial. Como mi único sucesor, te concederé este exclusivo lujo.”

Vlad asintió con la cabeza y le dio al par de criadas de cabello dorado una orden. Llevaron el reloj con ellas mientras se dirigían hacia afuera. Vlad habló con fanfarronería mientras las veía irse.

“Ese reloj es un aparato mágico. Puede sacar a aquellos sin resistencia mágica del flujo del tiempo y el espacio. Tú mismo viste el espacio detenerse a tu alrededor, ¿no? Pero nadie más fue sacado del flujo correcto del tiempo. Las criadas, las que usan el dispositivo, podrían haberte asesinado siempre que quisieran dentro de ese espacio, pero serían incapaces de levantar siquiera un dedo contra Elisabeth fuera de él. Para ser franco, es una herramienta diseñada para los debiluchos. Pero me pregunto cómo le irá a esa autómata. Normalmente, tendría poco efecto, pero dado su herido estado, ¿quién sabe? Ahora entonces, ¿te gustaría un poco de vino mientras esperamos?”

“Estoy bien.”

“Qué frío. Yo mismo encuentro la vida más placentera cuando está acompañada por el licor.”

Rechazando la oferta de Vlad, Kaito se desplomó sobre un asiento cercano. Ignoró la comida ante él y estrechó sus ensangrentadas manos. Vlad dio un ligero encogimiento de hombros, luego alzó su copa.

Permanecieron así mientras esperaban, el tiempo pareciendo reducir su velocidad a un atormentador paso de tortuga. Con el tiempo, la puerta al comedor se abrió de golpe. Dos pares de pasos se acercaron, así como también el sonido de algo siendo arrastrado. Kaito miró en la dirección del ruido, y sus ojos se ampliaron.

“… ¡Hina!”

“No hubo ninguna necesidad de que la sometiéramos. Simplemente estaba tumbada en los escombros.”

“Parece que Elisabeth la juzgó un obstáculo y la dejó atrás.”

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“Esa chica, asegurándose de no pelear hasta el punto de romperse. Elisabeth siempre tuvo sus momentos dulces. Parece que la muñeca no será de mucha utilidad si tu plan era decirle que tomara a Elisabeth y huyera del Káiser.”

Al escuchar los reportes, Vlad le lanzó una mirada de reojo a Kaito y se rio de él. Kaito frenéticamente se levantó de su asiento.

Las criadas estaban sosteniendo a Hina de los hombros. Su ropa había sido hecha pedazos, al igual que su piel de humano. No parecía que tuviera problemas para caminar. Sin embargo, se negó a soltar su alabarda.

“…Amo…Kaito… Oh…Amo Kaito, ¿dónde…estás…?”

Mientras murmuraba la decidida frase, levantó la vista, su enredado cabello plateado meciéndose. Cuando sus vacíos ojos esmeralda aterrizaron sobre Kaito, se ampliaron, y una luz jovial destello dentro de ellos.

“… ¡Amo Kaito!”

Hina se libró de las criadas, luego dejó caer la alabarda a la que se había estado aferrando. Mientras extendía sus brazos, parecía haber olvidado su dolor por completo. Kaito se detuvo. Su plan de confiarle a Hina un mensaje y salvar a Elisabeth que había fracasado, pero todavía estaba planeando traicionarlos. No tenía derecho de ser abrazado por ella.

“¡Amo Kaito! Oh, estoy tan, tan contenta de que estés ileso.”

“Este es el adiós, Hina. Tienes que regresar al castillo.”

Hina había estado a punto de correr hacia él, pero al escuchar sus palabras, se detuvo en seco. Se veía como si la hubieran apuñalado en el corazón desde atrás. Después de unos segundos, se enderezó, luego miró directamente a Kaito.

Presionó suavemente su mano contra su pecho, estabilizó su respiración, luego habló.

“Amo Kaito, ¿encuentras algún aspecto de mí inadecuado, quizás?”

“Hina, ¿qué estás—?”

“Si lo hay, ¿me permitiría ser lo suficientemente irrespetuoso para preguntar qué es? Lo arreglaré. No soy nada más que una simple tonta, inconsciente de mi propia falla, pero si me das la oportunidad de arreglar mi error, nada podría hacerme más feliz. Te pido clemencia.”

“No, no, no es eso. No has hecho nada malo.”

Kaito no había esperado la reacción de Hina, y apresuradamente la corrigió. Ella parecía perpleja.

“Si ese es el caso…entonces quizás, ¿has llegado a odiarme? ¿Ya no puedes soportar la desagradable vista de mi rostro? ¿Ya no deseas tener a alguien más como yo a tu lado? Si ese es el problema, entonces tomaré mi rostro y, con la ayuda de Lady Elisabeth, lo reconstruiré con el fin de que cumpla con tu—”

“Te equivocas, Hina. No hay nada malo contigo, nada en absoluto. Simplemente elegí seguir a este tipo.”

“Amo Kaito… ¿Te refieres a…Vlad?”

Hina miró a la persona que Kaito estaba señalando perpleja. Kaito asintió con la cabeza.

“No puedo decir que es mi opción preferida. Pero, aunque tenga que estar del lado que hiere a los demás, hay algo que necesito hacer. Y él es el único que puede hacerlo realidad por mí.”

Kaito intentó explicarse. La expresión de Hina la hizo parecerse a un cachorro abandonado, él no quería ser la razón por la que ella tenía tan dolorida expresión. Pero no tenía el lujo de poder mantenerla a su lado.

Ahora mismo, era no apta para el combate. Si simplemente perdiera la fe en él, Vlad probablemente la dejaría ir.

Después de todo, su relación era el resultado de él encendiéndola accidentalmente. Si pudiera simplemente olvidarse acerca de él y encontrar un nuevo amo, debería al menos ser capaz de pasar sus días feliz y pacíficamente.

Al menos, eso es lo que él quería creer.

“Solo olvídate acerca de tu amante configurado, y después de que regreses, puede vivir tu vida libremente. Haré que Elisabeth…o, mejor dicho, Vlad lo arregle para que puedas olvidar y coloque una nueva config—”

“Por favor no me menosprecies, Amo Kaito.”

“¿Huh?”

Interrumpió a Kaito, su voz fría y punzante. Nunca había mostrado tanta indignación hacia él. Respiró brevemente, exhaló, y se enderezó de una manera digna.

“Puede que tenga el corazón preconfigurado de una autómata, pero aún es mío y sólo mío. En el momento en que te escogí como mi amo, y tú me escogiste, decidí dedicar mi vida y mi amor a ti. Vivo porque deseo vivir por tu beneficio, y me rompo porque deseo estar rota. No tengo ninguna intención de servirle a otro amo. Aunque mi noble amo me lo ordenara, no puedo permitirte negar ese hecho.”

“…Hina…”

“¿Por qué eliges servirle a un hombre como él?”

“Lo siento. Voy a seguirlo. Aunque tenga que darle a Vlad todo lo que me importa, ¡voy a matar a mi padre!”

Antes de que se diera cuenta de ello, Kaito estaba gritando. Como si fuera en respuesta a sus pensamientos inestables, ira y sed de sangre brotaron dentro de su corazón, y el sufrimiento que una vez había sentido regresó a él. Apretó sus dientes, jadeando como un animal.

La dureza inmediatamente se desvaneció del rostro de Hina y fue reemplazada, en un instante, por comprensión. No debió haber tenido manera de saber su pasado, pero parecía haber sentido algo, ya que le hizo una pregunta dulcemente.

“Eso te… ¿Eso te traerá felicidad?”

“¿Huh? … ¿Felicidad?”

“¿Lo hará?”

“Uh, bueno, probablemente.”

Abrumado por el muy sincero tono de Hina, Kaito asintió. Pero no tenía ni idea de si el acto le traería felicidad. Al contrario, el homicidio estaba más o menos tan apartado como un acto* podría estar de algo tan idílico como la “felicidad.” Pero todo lo que tenía que hacer era asesinar a su padre, y el torrente de odio confuso fluyendo a través de su corazón debería desaparecer.

Al escuchar su respuesta, Hina sonrió.

“Menos mal.”

“¿Huh?”

Kaito se sorprendió, una vez más, por su respuesta. Por alguna razón, Hina estaba asintiendo aliviada. Colocó sus manos en su pecho con una expresión satisfecha, como una madre entendiendo la felicidad de su hijo.

“Incluso en el castillo, nunca sonreíste de corazón, Amo Kaito… Estaba tan preocupada por ti. Si esta opción te dará felicidad, entonces no tengo nada más que decir. Con un corazón lleno de alegría, te apoyaré en tu camino.”

“Espera, Hina, ¿estuviste preocupada por mi todo este tiempo?”

“Tu felicidad es mi felicidad, Amo Kaito. Una sola y suprema felicidad… Entiendo. De acuerdo a tus deseos, suspenderé ahora todas las funciones.”

“¡¿Qu—?!”

Su inesperada proclamación hizo que los ojos de Kaito se abrieran de par en par. Eso para nada era lo que quería. Diablos, la única razón de esta despedida era porque quería que Hina viviera una larga vida.

Kaito agarró sus hombros. Ella tranquilamente le devolvió su mirada.

“¡Hina, deja de hablar tonterías! ¡¿Por qué tendrías que apagarte?!”

“Si dices que ya no me necesitas, Amo Kaito, entonces ¿por qué debería seguir viviendo? Lady Elisabeth no desea huir, y yo únicamente soy una carga. Por favor, tranquilízate. Si dices que esto te traerá felicidad, entonces gustosamente regresaré mi cuerpo al de una simple muñeca.”

“Basta—te lo ruego. Por favor. No quiero que mueras. ¿No puedes pensar en esto?”

“Qué amable eres… Qué hombre tan verdaderamente amable y compasivo eres. Aunque soy indigna de tal sentimiento, lo aceptaré, sin embargo. Pero mi vida está a tu lado, y en el momento en que ya no me necesitaste, llegó a su fin. No tienes que sentirte culpable por esto. Mi trabajo está completado, así que, en cambio, por favor envíame con una sonrisa.”

Hina sonrió. Su voz sonó con un resuelto sentido de orgullo, uno que superó con creces la capacidad de comprensión de Kaito. Sin qué dijera, dudaba de que su resolución vacilara. Cuando se dio cuenta de eso, sus manos se aflojaron. Hina dio un paso hacia atrás y agarró el dobladillo de su uniforme de criada. Su cabello plateado suavemente se balanceo mientras brillaba a la luz de las velas. Bajó su herida pierna y dio una encantadora reverencia.

“Y con eso, Amo Kaito, me despido. Dentro de una hora, a menos que te encuentres una vez más necesitándome, entraré sueño eterno. Tienes mi más sincero agradecimiento. El permitirme estar a tu lado…y el permitirme gentilmente ser tu amante me hizo más feliz de lo que posiblemente podrías imaginar.”

Cuando Hina expresó cuán feliz había sido en el breve tiempo que habían pasado juntos, su voz no contenía ningún vestigio de falsedad, solo ferviente gratitud. Se inclinó profundamente, luego continuó.

“Con un corazón lleno de amor y gratitud, le doy la bienvenida a la muerte… Por favor, disculpa.”

Terminó su reverencia, levantó su alabarda, y la usó para apoyar su cuerpo mientras caminaba. Las criadas fueron a echar un mano, pero las sacudió y salió del comedor sola. Su resuelta figura pronto se desvaneció en la oscuridad.

De pie congelado en el lugar, Kaito la vio irse.

Mientras lo hacía, recordó el intercambio de Marianne y Elisabeth.

“Una vez que me haya asesinado, imagino que no quedará nadie en este mundo que en verdad la ame.”

“Sí… No tendré a nadie. Ni una sola persona por el resto de la eternidad.”

Sentía como si hubiera perdido algo precioso sin nunca haberse dado cuenta de cuán importante era.

Permaneció quieto. Pero antes de que pudiera procesar su profunda sensación de pérdida, Vlad habló en voz alta.

“Tengo que preguntar, solo para que conste. ¿Presencié un milagro hace un momento? ¿Un milagro en el que las nobles palabras de tu juguete limpiaron tu antiguo resentimiento, dejándote con un espíritu purificado y listo para vivir feliz para siempre?”

“…No te preocupes por eso. Solo convoca a mi maldito padre ya.”

Kaito escupió sus palabras. Vlad asintió, luego chasqueó sus dedos.

Las criadas rápidamente llegaron con un carrito diseñado para llevar comida, como si hubieran estado esperando impacientemente por esto. La parte superior del carrito estaba cubierta con una tapa de plata, la cual las criadas rápidamente removieron.

Sobre el carrito estaba una muñeca vestida con ropa gris. No tenía cabello, ojos, o boca.

La piel de la muñeca con rótula* era pálida, y su construcción parecía tan simple que era difícil imaginar que almacenaba un alma. Vlad tomó un cuchillo de la mesa, lo hizo girar por su mango insignia de halcón, y lo detuvo bruscamente. Luego lo sumergió más que un poco por su muñeca.

[Nt: Conexión movible por si acaso.]

El corte cortó una arteria, y sangre brotaba a través del mantel y goteo en el suelo. La sangre se unió, pareciendo casi con vida, y comenzó a pintar un complicado diseño en el suelo, un diseño diferente al del círculo de teletransportación al que Kaito estaba familiarizado.

Mientras eso estaba pasando, Vlad frunció el ceño brevemente. Su brazo, oculto en su manga hasta entonces, brilló carmesí con glifos divinos. Los grilletes de la Iglesia se quemaron en su piel. Parecía que cuando usaba magia, le causaban aún más dolor. Sin embargo, su expresión rápidamente regresó a neutro.

“Mis palabras no llevan mentiras. Mis palabras no llevan falsedades. Mis palabras no contienen falsedades. Su alma se transporta entre los mundos. En la tierra grita, su cuerpo hecho pedazos. En el éter encuentra su forma una vez más.”

Vlad murmuró algo en voz baja. En sintonía con su cántico, el círculo de invocación en el suelo titileo.

Mientras la luz se hacía más fuerte, la atmósfera en la habitación comenzó a cambiar,

La (become)— La (traverse)— La (become)— La (return)— La (become)—”

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[Nt: Hacerse, atravesar, hacerse, regresar, hacerse. Suena mejor en inglés uwu.]

El aire se volvió seco y cortante, como si cientos de pedazos de vidrio estuvieran volando a través de él. Un resplandor sin forma bailó en la punta de la nariz de Kaito, y la siguió con su mirada. Los bordes de su visión estaban llenos de imágenes que definitivamente eran de otro mundo.

Carreteras, coches, multitudes, vallas publicitarias, ríos, escuelas. Todas esas escenas del mundo que había dejado atrás.

Se refractaron con un arcoíris de colores, llenando a la oscura habitación con una extraña luz.

“Deberías cerrar tus ojos para el resto. Mirar la luz durante demasiado tiempo llevaría a los hombres ordinarios a la locura. No querrías tener tu alma succionada, ¿verdad?”

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