Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 4

Capítulo 4: El Asesino Da Advertencia

Al día siguiente, fuimos a la villa de la Casa Gephis en la capital real.

La fiesta del té se estaba celebrando en un gran patio. Posiblemente porque la Casa Gephis era conocida por su destreza militar, el área también funcionó como un campo de entrenamiento, y hubo personas en el evento cruzando espadas y sudando.

La mayoría de los asistentes eran nobles jóvenes y consumados. Ansiaban poder y atención, y probablemente no se habrían sentido satisfechos simplemente charlando mientras tomaban el té.

“¿Por qué no me despertaron ustedes dos hasta que era casi la hora de irnos? Tuve que apresurarme con mi maquillaje”, se quejó Dia mientras se arreglaba el vestido. Me miró con reproche.

“Me cautivó tu adorable rostro durmiente”, respondí.

“Um, ustedes dos durmieron juntos ayer, y pensé que podría estar mal que entrara en su habitación”, dijo Tarte.

“B-Bueno, no puedo estar enojado con ustedes dos si lo pones así”.

Satisfecha, Dia miró su reflejo en un espejo de mano. No solía usar maquillaje, pero esta era una ocasión especial.

“Eres tan hermosa, Lady Dia. Pareces un hada”, elogió Tarte, y me incliné a estar de acuerdo.

Llevaba un vestido azul cielo que no dejaba ver mucha piel, pero acentuaba maravillosamente su belleza. Su maquillaje también le dio un aspecto más maduro para su edad.

Muchos asistentes a la fiesta no pudieron quitarle los ojos de encima. Eso me enorgullecía como su novio, pero tenía que tener cuidado con cualquier asqueroso que pudiera intentar acercarse a ella.

“Gracias. Estoy segura de que tú también te verías preciosa con un vestido, Tarte. Estás ganando dinero del salario de tu Caballero Sagrado, ¿no es así, Lugh? Cómprale un vestido a Tarte” ordenó Dia.

“Lo hare. Estoy seguro de que te verías genial, Tarte” coincidí.

“N-No, no puedes. Soy una sirviente Y los vestidos no me quedan bien”, objetó Tarte, aturdida.

“No hay una regla que diga que los sirvientes no pueden hacer algo bueno de vez en cuando. Está bien, hagámoslo. Te haremos usar un vestido en la próxima fiesta. ¿Qué tal si le digo a Maha que prepare un vestido extravagante solo para ti?” Sugerí.

El atuendo que llevaba Dia también había sido arreglado por Maha. No veías vestidos tan bonitos muy a menudo, incluso en fiestas en el castillo real a las que asistían familias nobles destacadas. El dinero por sí solo no era suficiente para obtener una prenda como esta, también necesitaba conexiones y preparación adecuadas.

“Um, eso realmente sería un desperdicio. Los vestidos simplemente no me quedan bien”.

“Eres hermosa, Tarte. No he visto a un solo sirviente mejor parecido que tú en ninguna de las funciones sociales en las que hemos estado presentes en el castillo. Y más que nada, quiero ver cómo te verías con un vestido”, dije.

“Sí, deja la modestia, Tarte. Eres hermosa. Además, tienes pechos grandes. Realmente, realmente grandes tetas. Súper mega tetas. Te verías bien en algo revelador”, agregó Dia.

“Ah-ha-ha-ha, muchas gracias”, respondió Tarte con evidente malestar. Su rostro se crispó ante el uso repetitivo de las tetas.

Dia tenía un complejo sobre su pecho. La había visto mirando con nostalgia un vestido escotado cuando estaba eligiendo su atuendo.

Después de un rato, los tres llegamos al centro del patio donde estaban reunidos Naoise y sus seguidores.

“Gracias por venir, Lugh”, dijo Naoise.

“Estaba interesado en ver qué tipo de fiesta harías, Naoise”, respondí, solo diciendo lo mismo para ser cortés. Mi mayor preocupación no era Naoise; era la mujer voluptuosa y sonriente detrás de él. Actualmente estaba rodeada de jóvenes caballeros.

Los hombres de la fiesta ya se estaban perdiendo por el encanto seductor de Mina. Incluso aquellos que habían sido tomados por la belleza de Dia y nos acechaban desde la distancia ahora solo tenían ojos para el demonio.

La fuerza de sus feromonas realmente era algo.

Mina sonrió y saludó, y yo respondí con una ligera reverencia. El agarre de Dia en mi brazo se hizo más fuerte y Tarte tiró de mi manga.

“¿Te importa si te presento a todos?” preguntó Naoise.

“Supongo que estaría bien”, respondí vacilante.

Naoise me condujo hasta el punto más alto del patio.

“Atención, todos, tengo a alguien que me gustaría que conocieran. Este es Lugh Tuatha Dé, un amigo mío de la escuela, así como un Caballero Sagrado y asesino de demonios”.

Tras las palabras de Naoise, todos los presentes se volvieron para mirarme, con adoración en sus ojos. Debido a que aún eran jóvenes, no me miraron con codicia o interés propio, como lo haría la mayoría de los aristócratas. En cambio, parecían niños mirando boquiabiertos a un caballero en un libro ilustrado.

Juzgando que ese era el tipo de ambiente que se esperaba de mí, decidí complacerlos un poco.

“Sí, soy Lugh Tuatha Dé. He sido nombrado Caballero Sagrado y actualmente estoy luchando contra demonios”.

Todos los asistentes me superaban en la jerarquía social, pero todavía usaba mi tono informal para hablar. El público esperaba que yo fuera una leyenda viviente. La humildad no era lo que querían. Mi autopresentación fue breve, pero aun así envió una ola de emoción a través del lugar.

“Llamé a Lugh Tuatha Dé aquí hoy para que pudiera saber de nuestra existencia. ¡Orden Auguide, reúnanse!”

A la orden de Naoise, los jóvenes de la fiesta se reunieron en perfecta formación.

“¡Saquen sus espadas!”

Cada persona se presentó y desenvainó su espada, sosteniéndola inmóvil frente a su pecho. Las presentaciones se movieron de un lado del grupo al otro, viajando como una ola.

Fue una hermosa actuación, y la exhibición dejó en claro que la tropa había pasado por un intenso entrenamiento físico. Su falta total de movimiento extraño fue un testimonio de sus muchas horas de práctica.

No había duda de que todos aquí tenían una habilidad decente con la espada y tenían un buen maestro. Probablemente Naoise lo había arreglado.

“¡Somos los caballeros de la Orden Auguide! ¡Dedicamos nuestras espadas a la paz del reino!” Naoise exclamó al final de la demostración. Todos los jóvenes nobles parecían bastante orgullosos de sí mismos.

…Ah, ya veo. Eso es lo que está pasando aquí.

Auguide era una figura caballeresca de un viejo cuento de hadas. Que hubieran elegido ese nombre me dijo mucho sobre la mentalidad colectiva de los jóvenes que se habían unido a la liga de Naoise.

“Lugh, este es mi título de caballero, la Orden Auguide. Todos los reunidos aquí son hijos de familias destacadas que poseen villas aquí en la capital real o talentos capaces que encontré en la Real Academia. Los reuní, obtuve el patrocinio de la Casa Gephis y obtuve el reconocimiento oficial como la segunda compañía de caballeros mágicos de este país”.

Con el regreso de los demonios, los monstruos reaparecían a un ritmo mucho mayor. Por lo general, cada región se defendía de las criaturas por su cuenta, pero con el reciente aumento en el número, eso se había vuelto difícil. Muchas áreas pedían ayuda al reino, y la Orden Real se envió actualmente por todo el país.

Sin embargo, incluso los recursos de la Orden Real eran limitados y no había forma de que pudieran ayudar a todos. Eso debe haberle dado a Naoise su idea.

Había buscado potencial en los jóvenes aristocráticos que aún no habían heredado su casa y en los plebeyos que no tenían lazos de obligación, y había encontrado una manera de usarlos.

El gobierno central no tenía motivos para oponerse a una nueva compañía de caballeros si la Casa Gephis la financiaba. Además, la organización fue una creación de Naoise, una de las compañeras del héroe.

“Nuestro grupo aún es pequeño. Sin embargo, cada caballero aquí es fuerte y lleno de pasión. Ya tenemos algunos triunfos en nuestro haber, y eso solo continuará con el paso del tiempo. Un día, seremos más condecorados y respetados que incluso la Real Orden oficial”, alardeó Naoise.

Así es como pretende cambiar las cosas en Alvan.

Dudaba que Naoise simplemente se hubiera inspirado en un caballero de un viejo cuento de hadas como los demás. Era más probable que estuviera usando el nombre para manipular el sentido del honor que sentían estos jóvenes.

No importa la época, jugar con los sentimientos de rectitud era una herramienta eficaz para controlar las mentes impresionables.

“Entonces, ¿me estás invitando a unirme a la Orden Auguide también?” Yo pregunté.

“No, no lo estoy. Pero cuando aparezca el próximo demonio, lucharemos contigo. Es por eso que quería presentarles a todos hoy. Dado que el héroe no puede abandonar la capital real, eres la mayor esperanza del mundo y es nuestro deber apoyarte”.

Los miembros de la Orden Auguide asintieron con orgullo.

Desempeñar un papel en la derrota de un demonio sin duda impulsaría la reputación de la Orden Auguide. Si todo iba bien, podrían llegar a tener más influencia que la Real Orden. Entendí la línea de pensamiento de Naoise. Como pensaba en él como un amigo, elegí cuidadosamente mis siguientes palabras.

“No necesito tu ayuda. No te involucres en nuestra lucha contra los demonios. Te interpondrás en mi camino.”

Ante mi declaración, el patio se quedó en silencio y el rostro de Naoise se puso rígido.

Sabía que esto sucedería, pero no tuve más remedio que decirlo. Si no lo hubiera hecho, habría sido solo cuestión de tiempo antes de que estos hombres perdieran la vida. Puede que me odien por ello, pero al menos sobrevivirán. Ninguno de ellos entendió que estaban jugando a ser salvadores. La realidad no era un cuento de hadas.