Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 4

Capitulo 22: El Asesino Pone Una Trampa

Corrimos mientras el demonio corría hacia nosotros a una velocidad increíble. Nuestro destino era uno de los lugares donde habíamos tendido una trampa.

“Uh, es un poco tarde para decir esto ahora, pero creo que hubiera sido mejor continuar luchando contra ellos individualmente”, comentó Nevan, de alguna manera capaz de hablar normalmente mientras nos apresurábamos.

“Tú no estás equivocada. Definitivamente eran más débiles cuando se dispersaban. Sin embargo, hay dos razones por las que no me gustó esa opción”, respondí.

“Déjame escucharlos”.

“Primero, esperaba limitar el daño a la ciudad. No sabemos cuánto tiempo habría tomado acabar con todos los monstruos. Muchos inocentes podrían haber muerto”.

“Eres tan compasivo”.

“Te dije más temprano. No me dejo llevar por la emoción, pero prefiero salvar las vidas que pueda”.

Elegí no evacuar Jombull de antemano porque tenía miedo de que el demonio cambiara su objetivo. Aun así, estaba reuniendo a los monstruos, limitando así la destrucción potencial, y también había hecho preparativos usando la influencia política de Nevan y mi propia autoridad como Caballero Sagrado para que la población pudiera ser rápidamente conducida a un lugar seguro en caso de que algo saliera mal.

“¿Cuál es tu segunda razón?”

“Reunirlos de esta manera será mucho más rápido y seguro que matarlos a todos individualmente”.

Luchar contra las leonas me había hecho muy consciente de lo peligrosas que eran, así como de la mejor manera de combatirlas. Dia y Tarte habrían estado en problemas si la batalla se hubiera prolongado demasiado.

“Ya veo. Sabía que podía contar contigo.”

“Preferiría oírte decir eso después de que hayamos ganado”.

Doblamos la esquina en una calle ancha, aunque no era lo suficientemente espaciosa como para llamarla vía principal. Una manada de leones nos pisaba los talones.

El demonio finalmente se muestra, pensé. El Rey Bestia Liogel estaba entre nuestros perseguidores. Su presencia era tan intensa que casi se sentía abrumadora.

Las hembras ya eran grandes, pero él era un tamaño más grande. Todos los demonios con los que me había encontrado anteriormente eran humanoides, pero Liogel era mucho más animal. Poseía una melena dorada y un poderoso maná ardía dentro de él.

Tras una inspección minuciosa, lo vi reuniendo poder mágico natural de la atmósfera.

“¡Nos han alcanzado! ¡¿Deberíamos tratar de detenerlos?!” Tarte gritó de pánico.

Tal como ella dijo, los monstruos habían cerrado la brecha casi por completo, y todavía llegaban más.

Dia era la más lenta de nuestro equipo, y el resto de nosotros corríamos a su ritmo para que ella pudiera mantener el ritmo. Los monstruos estarían sobre nosotros en apenas diez segundos.

“No. Esto está bien” afirmé.

A este ritmo, nuestros enemigos se abalanzarían antes de que llegáramos a las trampas, pero si pudiéramos ganar unos segundos con un último esfuerzo, el momento sería perfecto.

“Dia, Nevan, procedan según lo planeado. Tarte, lleva a Nevan sobre tu espalda” ordené.

Asintiendo, Dia respondió: “Está bien, continuaré y comenzaré mi encantamiento”.

“Finalmente ha llegado mi hora”, declaró Nevan.

Dia y Nevan comenzaron a entonar mientras corrían. Ambas estaban lanzando poderosos hechizos que requerían casi todo su maná, lo que significaba que tenían que abandonar su fortalecimiento físico y desacelerar.

Yo recogí a Dia mientras Tarte tomaba a Nevan, y aumentamos nuestro ritmo del de una carrera de fondo al de una carrera de cien metros. Ninguno de nosotros aguantaría mucho mientras apoyaba a otra persona, pero una carrera completa debería ganarnos diez segundos extra antes de que el demonio y sus monstruos nos alcanzaran. Esa breve cantidad de tiempo fue todo lo que necesitábamos para llegar a las trampas y para que Dia y Nevan completaran sus encantamientos.

Efectivamente, nuestro empujón final nos llevó allí sin que nos atraparan.

El demonio Liogel estaba detrás de nosotros con veintisiete de sus subordinados a cuestas. Estaban alineados exactamente como yo quería, gracias a la calle espaciosa.

El momento y su posicionamiento no podrían haber sido más acertados.

“¡Día!”

“¡Muralla de Acero!”

Dia activó el hechizo que había estado preparando. Era uno original que ella había creado.

Una enorme pared de metal surgió del suelo.

Si hubiera sido poco profundo, los monstruos simplemente habrían saltado. Sin embargo, la Muralla de acero de Dia era ridículamente grande: cinco metros de espesor y quince metros de altura. Su increíble escala fue la razón por la que necesitó tanto tiempo para ejecutar el hechizo.

Esas leonas al frente de la manada chocaron espectacularmente contra la barrera. Los que estaban ligeramente detrás de ellos tomaron la decisión repentina de saltar, pero también chocaron con la pared después de no poder escalarla.

Las criaturas descendieron en una confusión masiva mientras se amontonaban frente a la obstrucción.

Aun así, necesitábamos mantener nuestro enfoque. Nuestros enemigos estaban desorganizados ahora, pero una vez que se calmaran, se darían cuenta de que podían saltar sobre las casas que flanqueaban la calle.

No podíamos permitirles suficiente tiempo para darse cuenta de eso.

“¡Llamarada Aturdidora!”

Nevan terminó su encantamiento a continuación.

Era un hechizo de luz que Dia había creado después de que Nevan explicara los conceptos básicos del elemento. Dia lo había terminado justo a tiempo, a pesar de que solo había comenzado sus estudios sobre magia de luz hace unos días.

Nevan arrojó esferas luminosas del tamaño de cabezas humanas sobre la pared, apuntando al embotellamiento de monstruos.

“¡Pongan sus espaldas contra la pared y cierren los ojos!” grité.

Un segundo después, un destello silencioso bañó el mundo con un resplandor blanco.

Llamarada Aturdidora no era un hechizo de ataque, estaba diseñado para la supresión. La magia produjo un destello intenso.

Sin embargo, cuando Nevan, uno de los cinco mejores magos del país, lo liberó con toda su fuerza, hizo mucho más que cegarlo temporalmente. Quemó las retinas de cualquiera que viera el hechizo, robándoles la vista para siempre.

Era una forma segura de destruir la visión de un objetivo. Como mínimo, quemaría los ojos de los leones y los agitaría aún más.

Dia detuvo a las criaturas en seco con Steel Rampart, y Nevan las clavó en su lugar usando Llamarada Aturdidora. Nuestra preparación ya estaba completa.

“¡Pónganse sus máscaras!” Ordené, cubriendo mi rostro con uno yo mismo. Luego presioné un interruptor que tenía guardado dentro de mi chaqueta.

Las casas que rodeaban a los ahora inmóviles leones explotaron. Eran edificios que habíamos comprado de antemano y estaban llenos de bombas.

Al igual que Llamarada Aturdidora, los explosivos no estaban destinados a matar a los monstruos. No fui tan tonto como para pensar que una explosión de esa escala fue suficiente para matar a un demonio y a todos sus subordinados.

En realidad eran bombas de sonido y olor.

Los explosivos emitieron un sonido lo suficientemente fuerte como para romper todos los cristales de los paneles cercanos.

El ruido podría romper los tímpanos, sacudir el cerebro y destruir por completo sus canales semicirculares. El hedor dejaría inconsciente a la gente más fuerte en un instante y destrozaría sus células olfativas.

Si no hubiéramos usado nuestras máscaras, habríamos perdido la audición y el sentido del olfato por el resto de nuestras vidas.

Corrí al otro lado de la muralla inmediatamente después de la explosión y comencé un encantamiento. Ninguna leona trató de detenerme.

Eso no fue una sorpresa. Llamarada Aturdidora los había cegado, y las trampas les habían roto los tímpanos y arruinado sus narices. Con esos tres sentidos desaparecidos, no pudieron percibir nada.

Debido a que estos monstruos se parecían a los gatos, poseían un olfato y un oído superiores. Encontré una manera de volver sus narices y oídos demasiado sensibles contra ellos e infligir un daño masivo.

Ese había sido mi objetivo todo el tiempo. Si no podía matarlos a todos, decidí que era óptimo priorizar dejarlos indefensos.

Ahora podía perseguir a Liogel sin temor a la interferencia de sus subordinados. Se estaba recuperando usando su poder como un demonio, pero aún no podía verme.

Saqué un cañón especialmente hecho instalado en un gran pedestal de mi Bolso de Cuero de Grifo. La bala era de 720 mm, seis veces más grande que la que usé para Cannon Strike. Los extremos eran planos y un gancho estaba unido al proyectil de tamaño considerable.

Esto era lo que tenía la intención de usar para golpear al demonio lo suficientemente lejos como para que no pudiera restaurar a los monstruos mientras los eliminamos. Diseñé la bala para que no penetrara el cuerpo de Liogel, sino que se clavara en su carne y lo enviara volando por la fuerza del impacto.

El cañón estaba cargado con Piedras Fahr, lo que me permitió disparar usando el maná que había vertido en el hechizo que estaba cantando.

“¡Cannon Strike!”

Lancé la ojiva desde su cañón.

Los ojos, los oídos y la nariz de Liogel estaban destrozados como los de las leonas, y aún no se había curado. El ataque estaba garantizado para golpearlo. Al menos, eso pensé.

Supongo que no debería haber esperado menos del Rey Bestia, reflexioné, impresionado.

Aunque Liogel no debería haber podido ver, usó su brazo derecho para apartar la bala, incluso mientras corría hacia él más rápido que la velocidad del sonido.

“¡¡¡PUEDO VERTE!!!”

El proyectil voló el brazo derecho de Liogel, pero lo desvió con éxito mientras permanecía clavado en el lugar.

Fue una hazaña asombrosa, sin duda. Afortunadamente, tenía un plan de respaldo que ya estaba trabajando para poner en práctica.

Corrí hacia adelante inmediatamente después del Cannon Strike, y en el momento en que terminé otro encantamiento, toqué el cuerpo de Liogel donde no podía alcanzar ahora que no tenía el brazo.

Era hora de mi as en la manga…

“¡Lanza de Dios, Gungnir!”

A juzgar solo por la potencia de fuego, este fue el hechizo más fuerte que tuve. Su mayor inconveniente fue que la lanza tardó diez minutos en volver a bajar. Esta vez, sin embargo, había ideado un truco para sortear eso.

Ese truco consistía en omitir la lanza y simplemente lanzar mi objetivo al cielo. Levantaría al enemigo en el aire hasta justo antes de que alcanzaran el espacio exterior y luego lo arrojaría al suelo. Ningún ser vivo podría soportar algo así. Era una maniobra que había ideado para matar al héroe.

Es cierto que usar Gungnir de esta manera no estuvo exento de inconvenientes. Necesitaba una gran cantidad de maná para usarlo, por lo que no podía dedicar nada al fortalecimiento físico. Todavía tomó mucho tiempo para lanzar, también.

Además, necesitaba tocar a mi oponente mientras solo tenía acceso a mi fuerza natural durante el largo proceso de encantamiento. Eso no parecía factible en una pelea contra el héroe. Sin embargo, si se tratara de un asesinato, y ella no estuviera al tanto de mí, me sería posible llegar a ella.

Esta era mi mejor opción actual para matar a Epona.

“Disfruta tu viaje por los cielos.”

“¡TÚ MOCOSOOOOOOO!” Liogel gritó mientras volaba por los aires, su cuerpo acelerando rápidamente. Iba a estrellarse contra el suelo fuera de la ciudad, morir y luego seguramente revivir.

Estaba bien con eso. Lo que quería era tiempo.

“Tarta, Dia, Nevan. Es hora de matar a los monstruos e incinerar los cadáveres. Luego nos dirigiremos a donde aterrizará el demonio”.

Los monstruos ahora no eran más que leones impotentes. Matarlos a todos sería pan comido. Liogel no podría restaurarlos una vez que se hubieran reducido a cenizas.

Había calculado dónde aterrizaría el demonio. Con su manada fuera de escena, seríamos capaces de derrotarlo.

“Cielos, se te ocurren los trucos más sucios”.

“Eres tan asombroso como siempre, mi señor”.

Dia y Tarte salieron de detrás de la pared e iniciaron una conversación mientras se ponían a trabajar para acabar con las leonas.

“Así es como pelea un asesino. Todo lo que haces es tan meticuloso y lógico. Tu preparación fue escrupulosa; impediste por completo que los monstruos ejercitaran sus fuerzas, y ahora están indefensos. Esto es maravilloso”, elogió Nevan.

Las leonas eran capaces como manada, así que evité que pelearan de esa manera. Poseían sentidos superiores, así que los sobrecargué y los destruí.

Las batallas frontales honestas eran para los caballeros.

“Tenía suficiente información esta vez y pude prepararme con anticipación.

Sentar una base antes de matar es clave para el asesinato”, respondí.

Empuñar una espada era simplemente el toque final. La verdadera fuerza de un asesino radica en el proceso que los llevó allí.

Del mismo modo, acabar con estos monstruos era solo una parte de la preparación para matar al verdadero objetivo, Liogel.

Así que no podía bajar la guardia. No hasta que Liogel respiró por última vez.