Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 5

Capítulo 1: Cadenas Del Pasado

Parte: 1

 

 

Megami no Yuusha Volumen 5 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 


Campos de pastoreo. Bosques frondosos. Hileras de rocas grises apiñadas en una cordillera. El agua clara de un río reflejando la luz.

Nada parecía diferenciar esta tierra del mundo de arriba.

Nada… excepto el conejo del tamaño de una vaca con cuernos de unicornio que mordisqueaba la hierba, cazado por un león de dos cabezas con cuatro ojos fijos.

En lugar de animales normales, sólo las bestias más grotescas parecían vagar por el subsuelo.

Los rayos del sol azul caían sobre el mundo de los demonios. El héroe medio dragón Arian lo asimiló todo, maravillada por las vistas.

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“Su sol no parece moverse”, observó.

Había pasado casi una hora desde que el Rey Demonio los teletransportó lejos de un ataque mortal perpetrado por la Diosa Elazonia. El sol no se había movido en el cielo desde que habían llegado.

“¿Tal vez la noche nunca cae en este mundo?”

Si el sol nunca se pone, ¿cómo marcan el final del día? se preguntó Arian.

Caminando a su lado, Celes, la doncella elfa oscura, le dio una respuesta: “El sol azul se desvanece al mismo tiempo en que la luna aparece en la superficie”.

“¡¿Qué?! ¡¿El sol se apaga?!”

“Sí. Es casi de noche”.

“Vaya. Eso es muy extraño”.

Arian no podía entender cómo podía ocurrir eso.

“Como demonio, me alarmé al ver que el sol se movía en el cielo”.

Celes entrecerró los ojos, recordando con cariño su primera vez en la superficie.

“Su cielo cambia de colores: del blanco al azul y al rojo, antes de desvanecerse al negro. Por la noche, el tenue resplandor de la luna y las estrellas rompen la oscuridad… Nunca olvidaré cuando lo vi por primera vez”.

“Eso fue inesperadamente poético”.

“¡Que grosera! Es como si esperaras menos”, espetó Celes, mirando por encima del hombro.

Shinichi Sotoyama solía aprovechar cualquier oportunidad para hacer un chiste.

Sin embargo, el astuto Consejero del Rey Demonio estaba cabizbajo, acunando a una joven en sus brazos. No parecía que hubiera procesado una sola palabra de su conversación.

“……”

Celes optó por permanecer en silencio, porque sabía de esa niña creada por la Diosa Elazonia.

“Shinichi……”

Arian no tenía ni idea de quién era. Se moría por averiguarlo, pero la expresión solemne de los ojos de Shinichi le decía lo suficiente: Esta persona significaba el mundo para él.

Estaba demasiado asustada para saber la respuesta.

Encabezando el grupo estaba la esposa del Rey Demonio, Regina, llevando a Rino, que había llorado hasta quedarse dormida. Un silencio incómodo se apoderó de ellos.

“Ahí está mi casa”, anunció ella.

Arian miró hacia arriba y vio un castillo del tamaño de una montaña que se alzaba sobre ellos.

Al mirarlo más de cerca, parecía estar tallado en una sierra1 rocosa ── era una fortaleza de montaña en todo el sentido de la palabra. En comparación, hacía que el castillo familiar del Señor de los Demonios pareciera una choza.

“Vaya…”, susurró Arian con asombro.

“Mi marido insistió en hacer ‘el mejor hogar para nuestro hijo’ cuando se enteró de mi embarazo. No me escuchó cuando le dije que no lo necesitábamos, e hizo esta cosa”, explicó, agotada.

El tamaño del castillo parecía simbolizar el amor del Rey Demonio por su hija.

Regina debía de saberlo, porque no parecía demasiado molesta.

“Creo que nos hemos relajado lo suficiente. Volemos el resto del camino”, sugirió, lanzando un hechizo para flotar en el cielo.

Celes la siguió, lanzando Fly sobre ella misma, Arian y Shinichi, que seguía aferrándose a la niña.

“Nos adelantaremos. Nos vemos allí”, dijo Regina al resto de los demonios.

“Entendido, oink”, gruñó Sirloin, viéndola volar hacia el castillo.

  • SB: Una región llena de montañas ya depende de que tipo de montañas si llenas de plantas o solo son como el desierto xD

Al emprender el vuelo, Arian miró hacia las colinas, donde la ciudad del castillo se extendía frente a ellos.

“No puedo creer que haya tantos demonios…”

Orcos y Minotauros familiares circulaban por las calles. Hombres lagarto y lamias se bañaban en el río. Goblins y Kobolds discutían frente a los puestos del mercado.

Repletas de demonios, las calles parecían estar pavimentadas al azar, a diferencia del entramado urbano de la Ciudad Santa, sede de la Catedral de la Diosa Elazonia. Eran casi caóticas pero rebosaban de vida, lo que hizo sonreír a Arian.

Un grupo de niños arpía se fijó en ellos y se acercó al cielo.

“¡Lady Regina!”

Sus gritos de felicidad atrajeron la atención de los demonios de las calles. Cuando vieron que el sol azul bailaba sobre su pelo azul, soltaron una fuerte ovación.

“¡Bienvenida a casa, Lady Regina!”

“¿A quién ha golpeado esta vez?”

“¡Lucha contra mí la próxima vez!”

“No lo hagas. Te matará con su meñique otra vez”.

La saludaron, rugiendo de risa. Sus ojos comunicaban su respeto por su fuerza y ardían en deseos de superarla algún día.

“Te veneran”, comentó Arian.

“Porque soy fuerte”, respondió Regina, devolviendo el saludo.

Aterrizaron en la cima, que estaba convertido en el piso más alto del castillo.

“Rino. Estamos en casa”. Despertó suavemente a su hija en brazos.

Rino se frotó los ojos, pegajosos por las lágrimas secas.

“Hmm… ¿Mamá?… ¡Ah! ¿Papá──?”

“Lo sé. Cálmate. Puedes ponerme al corriente”. Regina le acarició el pelo para evitar que rompiera a llorar de nuevo.

Invitó a los demás a entrar en el salón. Sólo Shinichi no intentó entrar, deteniéndose frente a la puerta.

“…Lady Regina, lo siento. Vayan sin mí”.

“¿Hmm?”

“…Necesito un tiempo para pensar a solas”, admitió débilmente, contemplando el rostro de su amiga de la infancia dormida en sus brazos.

Al ver su expresión, Regina no le presionó al respecto, sino que le señaló el pasillo.

“Puedes usar la habitación de invitados de allí”.

“Lo siento……” Shinichi se disculpó de nuevo antes de desaparecer por el pasillo.

Suspiró al cerrar la puerta del salón. “No sé qué ha pasado, pero es una pobre excusa para un hombre”.

Los demonios valoraban la fuerza por encima de todo, por lo que no podía evitar sentirse molesta por su estado actual.

Sin embargo, las tres doncellas salieron inmediatamente en su defensa.

“¡Shinichi no es patético!” gritó Arian.

“¡Ah, s-sí! ¡Él es realmente genial y amable!” añadió Rino.

“Insisto en que se abstenga de descartarlo sin conocer sus circunstancias”, advirtió Celes.

Amonestada tanto por su gentil hija como por su obediente alumna, Regina abrió los ojos. No tardó en leer entre líneas. Las comisuras de sus hermosos labios se curvaron.

“Oh-ho. Ya veo. Parece que ha habido algunas… novedades durante mi ausencia”.

“…¿Mi Señora?”

Celes se dio cuenta de su error un momento demasiado tarde.

Regina liberó a su taciturna alumna de su mirada, inclinando la cabeza hacia todos ellos.

“Tienen  razón.   Fue   descortés   hablar   a   sus   espaldas  sin   saberlo   todo.

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Perdónenme”.

“Deberíamos disculparnos por levantar la voz”, replicó Arian.

“No quiero que digas nada malo sobre Shinichi, mamá…”

“Lo sé. Lo entiendo”. Regina pasó los dedos por el pelo de su hija.

Hablando del diablo, dejó que sus labios se extendieran en una sonrisa malvada como la sonrisa característica de Shinichi.

“¿Qué tal si me pones al día sobre él?”

“¡Por supuesto!”

“…¿Erm?” Arian no parecía estar del todo contenta.

Revelar todo sobre Shinichi daría una prueba verbal de los acontecimientos que habían ocurrido entre ellos. Podría incluir la vergonzosa forma en que se habían conocido: Él había presenciado su cuerpo desnudo atacado por una baba y había lamido las escamas de su garganta. No pudo evitar preocuparse de que cada pequeño secreto saliera a la luz.

“…¿Celes?” Arian miró a la doncella en busca de ayuda.

“…Ahórratelo”. Ella parecía impotente, negando con la cabeza.

Puede que Celes fuera uno de los demonios más inteligentes, uno que intentaba resolver todo con el poder bruto, pero estaban tratando con Regina ── su maestra.

En intelecto, retórica y fuerza física, Regina estaba por encima de todos ellos.

“Continúa. Cuéntame todo”.

“Eh, n-necesito ir al baño…”

Al ver el brillo del interés en los ojos de Regina, Arian intentó escabullirse del salón. Sin embargo, la puerta estaba cerrada con Hard Lock, que la sellaba con fuerza. No se movía ni siquiera cuando ella empujaba y tiraba.

“¿Qué está pasando?”, gritó, empezando a sentir pánico.

Regina se rió bajo su pelo azul. “¿No lo sabes? Es inútil huir de la esposa del Rey Demonio”.

“¡Eek──!”

“¿Qué pasa?”, preguntó Rino.

A diferencia de las otras dos, ella no tenía nada de qué avergonzarse.

Bajo la apariencia de una total transparencia, comenzaron a divulgar sus más profundos y oscuros secretos.

***

 

 

Después de una hora, su discusión llegó a su fin, terminando con una desagradable taza de té del mundo de los demonios preparada por Celes. Regina se lo bebió sin levantar una ceja.

“Ya veo. Mi marido fue derrotado”.

En su rostro no se reflejaba ni la ira ni la angustia, a pesar de que su otra mitad había sido capturada por el enemigo. De hecho, parecía emocionada por la perspectiva de un poderoso oponente. Sus ojos brillaban como cuchillos afilados.


“Excepto que la Diosa utilizó un método deshonesto──”, comenzó a protestar Arian.

“Eres muy ingenua. Una derrota es una derrota. La culpa es suya por no leer sus astutos planes”.

Regina suspiró, cortando a Arian a mitad de la frase. “Ha perdido su chispa desde que nació Rino. No es nada comparado con sus días de juventud, cuando brillaba como el sol azul, cuando intentábamos matarnos el uno al otro. Estoy segura de que en ese entonces nunca le habrían hecho prisionero”.

En otras palabras, si su cuerpo y su mente no se hubieran ablandado en ausencia de Rino, habría notado el círculo mágico en el estómago de Fey en cuanto la hubiera visto y la habría eliminado antes de hacer cualquier pregunta.

Los ojos de Rino volvieron a llenarse de lágrimas.

“Lo siento mucho…”

“No llores. No has hecho nada malo. Todo es culpa de El-algo-u-otro”, dijo suavemente inmediatamente Regina, dándole la razón al Rey Demonio sobre quién era el padre más autoritario.

Cuando la Princesa Azul de la Guerra observó que Arian le sonreía secamente, se aclaró la garganta, cambiando al instante de tema.

“De todos modos, no puedo aceptar que perdiera contra otra mujer. No me sentiré mejor hasta que le dé una buena paliza”.

Sus burdas palabras no ocultaban su genuina preocupación por él. Regina parecía gotear intención asesina y magia, lo que hizo que Arian rompiera a sudar frío.

“Pero no sabemos dónde está, y…”

Decidió no terminar su frase y miró en dirección a Shinichi, mirando fijamente la habitación de invitados.

Era difícil imaginar ganar contra la Diosa con la fuerza bruta. Después de todo, había conseguido convertir en arma a Fey, una inocente exploradora, para capturar a Rino, demostrando que no se lo pensaría dos veces a la hora de utilizar trucos desagradables.

Su única apuesta era exprimir el cerebro del astuto Consejero del Rey Demonio. Hasta ahora, todas sus estrategias para derrotar a los héroes se habían basado en sus ideas.

Sin embargo, su MVP2 parecía haber sido aplastado desde que puso los ojos en esa chica y se había encerrado en otra habitación.

“Shinichi…”, gimió Rino, mirando en su dirección.

“……” Celes miraba al suelo en silencio.

Regina había captado que la actitud de su alumna era distinta a la de las demás.

“Celes, háblame de la Bella Durmiente”, dijo, refiriéndose a la niña que estaba en brazos de Shinichi.

“¡¿──?!” La doncella prácticamente se sobresaltó.

Su reacción hizo evidente que tenía alguna idea de su relación.

“Tú sabes de ella…”, dijo Arian. Shinichi debía de haberle confiado su historia a Celes; su pecho se sentía como si hubiera sido apuñalado.

No era el momento de ponerse celosa.

“¡Dinos! ¿Quién es esa chica? ¡¿Por qué le resulta tan doloroso a Shinichi?!”, exigió, agarrando los hombros de Celes.

“Bueno…” Ella desvió la mirada, guardando silencio.

Regina dejó escapar un suspiro frustrado. “Entiendo que no puedes hablar de ello a la ligera. Siempre has sido muy testaruda. Incluso cuando eras una niña”.

“¿Podemos no hablar del pasado?” espetó Celes, aunque cayó en los oídos sordos de la mujer que la había acogido.

“¿O quieres mantener este pequeño secreto entre los dos?”

“¡Mi señora!”

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“Je-je-je. Eres demasiado mayor para sonrojarte por nada”.

“¡Cambiemos el enfoque de mi edad! ¡Tú eres la que me ha lavado el cerebro para que piense que ‘a todos los hombres les gustan las chicas más jóvenes’ y que ‘se burlan de las mujeres mayores’!”

“Esa fue mi forma de cuidarte. Me preocupaba que perdieras la oportunidad de casarte, ya que siempre tenías en mente cuidarnos a mí y a Rino. Sólo tenía que darte un empujón en la dirección correcta”.

“¡No te metas en mis asuntos!” Con la cara enrojecida, Celes levanto la nariz.

Arian se quedó helada al ver a la serena doncella hacer un berrinche infantil.


“Nunca soñé con verte tan alterada…”.

“Siempre es así con mamá”, explicó Rino.

  • SB: Most valuable player en otras palabras el jugador mas valioso

“Uh, s-si”, afirmó Regina. “Hasta que un día… empezó a actuar de forma demasiado fría hacia nosotros…”

“¡Porque tú y Ribido se burlan de mí por todo!”.

Megami no Yuusha Volumen 5 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 

Celes la miró, con la vena palpitante en la sien, pero la Princesa Azul de la Guerra se encogió de hombros.

“Piensa en ello como un amor maternal. Para repartir un poco de alegría, ya que de pequeña eras demasiado cínica para mostrar tu sonrisa a todos”.

“¿Desde cuándo es cínica Celes?” preguntó Rino.

“¡¿Podemos dejar atrás el pasado, por favor?!” Celes trató de colocar su mano sobre la boca de Regina para evitar que revelara detalles sobre su época de esclava a Rino.

La Princesa Azul de la Guerra la esquivó, poniéndose seria de nuevo.

“De todos modos. Necesitas su opinión, ¿verdad? No podremos ayudarle a sanar si no dejas que sus heridas salgan a la luz”.

“…”

Celes mantuvo los labios cerrados, incluso cuando la conversación dio un giro completo.

Regina volvió a suspirar.

“Según nuestra conversación, posee intelecto y valor, pero se ha quedado tan vacío como un espantapájaros al ver a la joven. ¿Estoy en lo cierto al suponer que es una pariente o novia muerta?”

“…Sí”. Celes asintió, incapaz de eludirlo por más tiempo.

“La novia de Shinichi, eh… ”

“Bueno, supongo que más bien es una buena amiga. Ya que parece demasiado joven para salir con alguien”. añadió Regina al ver que su hija se sujetaba el pecho.

Arian miró directamente a los ojos de Celes. “Cuéntanos más”.

En realidad, no era ético husmear en el pasado de alguien a través de un tercero. Arian tendría que lidiar con las consecuencias de que Shinichi la despreciara si se enteraba. Pero ella esperaba que algunos de sus muros se derrumbaran.

Celes no podía decir que no a esos ojos ardientes.

“Esa es Nozomi. La amiga de la infancia de Shinichi de su mundo anterior, la Tierra. Se ahogó en el océano hace ocho años”.

No omitió nada, revelando todo sobre la identidad de la chica y su impacto en Shinichi.

Era imposible que entendieran todo el peso que tenía la muerte en Japón, ya que vivían en un mundo donde la guerra era una realidad cotidiana y los muertos podían resucitar con magia. Pero todos habían experimentado la pérdida de un ser querido que les dejaba cicatrices emocionales.

“Perder a alguien apesta, especialmente cuando no puedes hacer nada para evitarlo”.

Arian había visto a su madre marchitarse durante su largo viaje, negándose a ser curada o resucitada por la iglesia. Con la cabeza baja, recordó su propia impotencia, el saber que no podía hacer nada más que ver morir a su madre.

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“……”

Rino había sido testigo de los últimos momentos de la pobre exploradora ── la sonrisa llorosa de Fey pasó por su mente.

Se secó sus propias lágrimas con la mano. “Entiendo que estaba herido. Pero Nozomi está bien ahora. ¿Verdad?”

Ella no podía imaginar un hechizo para resucitar a los muertos de otro mundo, pero la diosa Elazonia había logrado hacerlo.

¿No significaba eso que Shinichi ya no tenía motivos para estar triste?

Arian se puso en pie de un salto, corriendo hacia la puerta, donde el hechizo de Hard Lock de Regina había sido eliminado. Irrumpió en el pasillo y atravesó la puerta de la habitación de invitados en la que estaba Shinichi.

“¡Shinichi!”


“…¿Arian?”

Shinichi se dio la vuelta sin animo hacia ella.

Sus ojos se fijaron en la mano de él que descansaba sobre la frente de la chica la misma mano que había acunado su propia cabeza, sin rechazar su sangre de medio dragón. Algo feo se filtró en su corazón.

“Shinichi. Um…”

¿Aún la ama? ¿Ya no me necesita?

Arian puso una sonrisa en la cara, ocultando sus crecientes celos.

“¡Estoy tan feliz de que te hayas reunido con Nozomi!”

Sus palabras eran propias de una verdadera heroína, que rezaba por la felicidad de los demás por encima de la suya propia.

“¿Cómo…?”

“Lo siento mucho. He obligado a Celes a decírmelo. Pero no podría estar más contenta de cómo han salido las cosas”.

“……”

“No te preocupes por el Rey Demonio. Te prometo que lo salvaremos…”, comenzó Arian, tomando su mano entre las suyas.

Ella gritaba por dentro mientras ofrecía su mayor sonrisa.

“Vuelve a la Tierra con Nozomi, Shinichi”.

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Así estaría fuera del alcance de Elazonia.

Incluso podría vivir una vida feliz con esta chica.

Ella no podía soportar la idea de verlos juntos. La haría volverse hacia el lado oscuro.

“No naciste en este mundo; sólo estás aquí porque él te convocó. Esto no es algo de lo que debas preocuparte”.

Si tan sólo pudiera permanecer a su lado. Si sólo tuviera ojos para ella.

Pero ella no quería que la odiara. Ella quería ser su héroe de confianza──para siempre y por siempre.

“Vuelve a la Tierra, Shinichi”.

Iba en contra de cada fibra de su ser.

“……”

Se miraron durante un momento.

Entonces él le dirigió una sonrisa irónica y se acercó a ella para limpiarle una lágrima que no se había dado cuenta de que estaba allí.

“Puedes ser difícil. ¿Lo sabías?”

“Um… ¡Esto no es lo que crees que es!” Arian trató desesperadamente de ocultar las lágrimas.

Shinichi la atrajo por sus delgados hombros, dándole un fuerte abrazo. “No pasa nada. No voy a ir a ninguna parte”. “Pero…”

¡Podría haber saltado de alegría! Shinichi le puso un dedo en los labios para silenciarla antes de que pudiera insinuar lo contrario.

“¿Irme? ¿Después de abrir la caja de pandora? Eso sería demasiado irresponsable, incluso para mí. Además, no volveré a dormir si no le doy a esa Diosa impía su merecido”.

“Estás empezando a sonar como tú mismo de nuevo”.

Cuando vio que sus labios se curvaban en una astuta sonrisa, Arian le devolvió la sonrisa antes de enterrar su cara en su pecho.

Alguien silbó desde atrás mientras seguían abrazados en silencio.

“¡Qué pasión! ¿Vas a besarla? Me apartaré si vas a intentar tener bebés”.

“…Suenas como un viejo verde”. Shinichi dejó escapar un suspiro de frustración.

Regina había estado espiando a través de la puerta, obviamente curiosa sobre su intercambio.

“Ya sabes lo que dicen. ‘La vida es corta, haz bebés, chica’. Súbete a él, hermana”.

“¡No es así!”3

“¿Mmm? ¿Dicen algo similar en tu mundo? De todos modos, es posible que deseen poner cierta distancia entre ustedes. De lo contrario, mi hija y estudiante podrían atacarte”.

Regina se rió, arrastrando a Rino y Celes desde el pasillo. “¡Hmph! ¡Qué injusto! Arian es la única que recibe un abrazo…!”

“Debería haber sabido que la heroína de la Diosa inmunda tomaría toda la ventaja”.

“¡¿Q-Qué?! ¡Eso no es lo que está pasando aquí!”

Cuando sus frías miradas la atravesaron, Arian prácticamente se apartó de un salto.

Fue el turno de Regina de suspirar. “Deberías haber aprovechado esa oportunidad para mostrar tu vínculo. Si no, nunca se aseguraran de su relación”.

“Tengo la impresión de que hablas por experiencia”, observó Shinichi.

“Porque así es. Aunque tuvimos un matrimonio feliz, hubo muchas mujeres que intentaron interponerse entre nosotros y dar a luz a sus hijos.” Regina se encogió de hombros.

“Entendido”. Shinichi parecía satisfecho con su respuesta.

Cualquier hijo del Rey Demonio Azul poseería una magia superior a la de cualquier demonio normal.

Tenía que haber mujeres que se murieran por tener sus bebés, aunque no se casara con ellas.

“Supongo que el amor maternal podría ser querer hijos fuertes, si la fuerza es la moneda común entre los demonios”.

  • SB: Por si no entendieron es un dicho similar a uno que hay en Japón por eso Shinichi niega que sea asi el dicho

“Bueno, pensé que eran una molestia”.

“¿Qué hiciste con ellas?”

“No las maté. No del todo”.

” Uh-huh”. Shinichi no la presionó.

Basándose en su sonrisa, tenía que ser algo atroz.

“Bien. Suficiente de charla, futuro yerno”.

“¿Estás hablando a mí?”

“¿A quién más? De todos modos, ¿estás al tanto de eso?”

“……”

Con una expresión dolorosa, Shinichi permaneció en silencio mientras Regina, con los ojos muy centrados en él, señalaba la cara dormida de Nozomi.

“Basándome en esa reacción, supongo que lo sabes”.

“¿Hmm? ¿Le pasa algo a Nozomi?” preguntó Rino.

“……”

Pero Regina se negó a decir más, Rino no continuo, una expresión agria se instaló en su rostro. Después de un insoportable momento de silencio, Shinichi pidió un favor.

“¿Podrías echarle un vistazo? Mi magia podría haber pasado por alto algo”.

“Por supuesto”. Regina se acercó a la cama.

Shinichi se aferraba a la última pizca de esperanza, sabiendo que era imposible.

Colocó la palma de la mano en la frente de la chica, concentrándose en sus emociones internas. “Revela tus pensamientos secretos. Mind Reading “.

El hechizo épico le permitía leer los pensamientos, sondeando los más profundos recovecos de la psique de alguien. Existía el riesgo de que su propia mente se fusionara con el cerebro del objetivo. En el peor de los casos, su propia mente sería destruida.





Aun así, lanzó el hechizo sin dudarlo, no porque fuera fuerte, sino porque no había nada con lo que su mente pudiera fusionarse.

“Está completamente en blanco. Nada”.

“Lo sabía…” La cabeza de Shinichi colgaba con decepción.

“¿Qué significa eso?”

Regina respondió a Arian. “No hay recuerdos. Sin personalidad. Sin cerebro. Es una muñeca vacía”.

“¿Qué? ¡Pero Nozomi está viva!” gritó Rino conmocionada, tocando a la chica.

Su piel estaba caliente por la sangre. Su pecho se elevaba con cada respiración.

Pero estar biológicamente viva y estar consciente eran muy diferentes.

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“Si no me crees, lanza tú misma Mind Reading. Lo entenderás cuando no encuentres nada”.

“Lo haré”, se ofreció Celes, poniendo la mano en la frente de la chica.

Su expresión comenzó a endurecerse mientras escudriñaba el cerebro.

“…Tienes razón. No hay recuerdos ni emociones”.

“¿Ves? Eso no es un humano vivo. Es una muñeca hueca hecha de carne”.

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