Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)

Volumen 2

Capitulo 6: Lost Queen

 

 

“¿Se está moviendo la nave?” Leonis frunció el ceño.

El suelo bajo ellos se sacudió y tembló. No había ventanas en el pasillo donde se encontraba, así que la única pista era el balanceo bajo sus pies. No obstante, parecía que el Hyperion se alejaba del Séptimo Assault Garden a una velocidad vertiginosa.

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“Probablemente se han apoderado del núcleo de control de la nave”. Dijo Regina mostrando una expresión de pánico. “Tienen a Su Alteza, y probablemente la están obligando a obedecer…”

“¿La princesa?” Preguntó Leonis en respuesta.

(¿Tener a la princesa bajo su custodia tiene algo que ver con el desplazamiento de la nave?).

“Los miembros de la familia real tienen el poder de la Princesa Sacerdotisa. Pueden usar el poder de los espíritus. El sistema central de esta nave hace uso de eso, permitiéndoles manipular a los Elementales Artificiales que controlan la nave”.

“Ya veo. Entonces, en cierta forma, la princesa es el propio Hyperion…”

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Las armas con hechiceros vivos como núcleo también habían existido en la época de Leonis. Eran una especie de fortalezas móviles. Recordar eso ayudó a Leonis a comprender la situación con bastante rapidez.

Es probable que el Hiperión se construyera de manera que pudiera funcionar incluso sin alguien que operara el núcleo, pero sólo mostraba su verdadero valor como arma cuando era controlado por un miembro de la Familia Real. Leonis se preguntó si tal vez la visita al Séptimo Assault Garden había servido también para evaluar a la princesa.

“Sí, excepto…” Regina miró a la pequeña criatura acurrucada en su pecho.

Era una bolita con pelaje blanco y suave, con una gema roja incrustada en su frente… el Espíritu Original de la princesa.

“Ni siquiera la princesa debería ser capaz de controlar directamente la nave sin usar este Carbuncle, un espíritu de la casa real, como medio…” Explicó Regina.

“Eres sorprendentemente conocedora de los espíritus de la familia real, Regina-san”. Señaló Leonis.

“E-Eso no es cierto. Esto es… uh, conocimiento común. ¡Todo el mundo sabe eso!” Dijo Regina, evitando descaradamente la mirada de Leonis. “Uhh… ¿quieres un caramelo, chico?”

“…”

Leonis observó a Regina con sus ojos entrecerrados con sospecha mientras sacaba un caramelo de uno de los bolsillos de su uniforme.

“Regina-san, por casualidad, ¿eres mala para mentir?”

“Uhhh…” Regina emitió un pequeño suspiro resignado y se inclinó hacia Leonis. “… Bien. Dado el caso, probablemente debería decírtelo… Pero es un secreto. No puedes decírselo a nadie”.

Leonis asintió.

“La princesa Altiria es mi hermana menor”. Dijo Regina.

“… ¿Tu hermana? ¿No significa eso…?”

“Sí. Mi verdadero nombre es Regina Ray O’ltriese. La antigua cuarta princesa de la Casa O’ltriese”.

Hace quince años, el día en que nació Regina, una estrella siniestra se hizo visible en los cielos. Su brillo rojizo había sido visto como un mal presagio desde la antigüedad. Una regla de la Iglesia Humana establecía que los niños nacidos en la Casa Real en los días en que aparecía esa estrella debían ser asesinados o enviados a un convento en las montañas por el resto de sus vidas.

Sin embargo, los abuelos de Lyseria estaban en contra de esa regla, y el Duque Christaria hizo uso de la autoridad de su casa noble para llevarse a Regina.

(Una estrella de mal agüero. Parece que tales supersticiones han sobrevivido también en esta nueva era…) Pensó Leonis sintiéndose ligeramente irritado. Después de una inspección más detallada, se dio cuenta rápidamente de cuán parecida era la princesa a Regina.

Ambas tenían un hermoso cabello dorado y grandes ojos verdes. El parecido era realmente asombroso.

“¿Así que has venido a este barco para conocer a tu hermana?” Regina asintió.

“Supuse que si iba al muelle, al menos podría verla de lejos”. Regina admitió con una sonrisa triste. “Por eso también pude controlar el espíritu de la biblioteca. Pero como nunca me entrenaron, no soy tan buena como mi hermana”.

Ella había heredado el poder de un usuario de espíritus de la línea de sangre de la Familia Real. Leonis asintió en señal de comprensión mientras Regina le devolvía la mirada, con sus brillantes ojos verdes parpadeando con sorpresa.

“… ¿No estás sorprendido?” Preguntó.

“¿Sobre que tengas una hermana menor?”

“No. Sobre que pertenezca a la familia real”.

“Oh”.

La mayoría de la gente desde luego lo habría encontrado sorprendente. Leonis, sin embargo, había conocido a muchas personas de linaje real, tanto durante su época como uno de los Seis Héroes y después de convertirse en el Rey No Muerto. A pesar de parecer un lobo negro, su amigo de toda la vida, Blackas, era el príncipe del Reino de las Sombras.

“De todos modos, creo que ahora lo entiendo, Regina-san”. Dijo Leonis, volviendo a mirar al hombre bestia atado. “Entonces, ¿qué quiere esta gente?”

“No lo sé con seguridad, pero supongo que quieren negociar algo con el imperio reteniendo la nave y la gente a bordo para pedir un rescate”.

Leonis dejó escapar un suspiro.

(Qué razón tan tediosa).

También había habido gente que hacía esas cosas hace mil años. Incluso con la amenaza de los Ejércitos de los Reyes Demonio acercándose a ellos, los humanos eran presa de muchas luchas internas.

(Gracias a todas esas luchas internas, nos hicimos con el control de lo que de otro modo habría sido un reino impenetrable).

Regina tocó uno de sus pendientes, encendiendo su dispositivo de comunicación.

“No puedo comunicarme con Seria ojou-sama. Creo que es seguro asumir que han tomado el control del salón de fiestas”.

“Yo también lo supongo”. Leonis estuvo de acuerdo.

Había varios estudiantes de la academia en la fiesta, pero si los terroristas habían tomado rehenes, serían incapaces de defenderse.


“No creo que la Oficina Administrativa esté al tanto de esto todavía”. Añadió Regina.

“Así que somos los únicos agentes libres en este momento”. Concluyó Leonis.

Dado que el enemigo había secuestrado a la princesa, la guardia real y la tripulación del barco habían sido asesinados o estaban siendo retenidos en algún lugar. Leonis y Regina, sin embargo, habían eludido la detección del enemigo hasta el momento. Regina había abordado el barco ilegalmente, y el doble de Leonis seguía en el salón. Parecía poco probable que el enemigo estuviera al tanto de que ambos vagaban por el Hyperion.

(Aun así, esos terroristas han hecho una jugada bastante atrevida). Leonis esbozó una sonrisa indomable. (Aprenderán de primera mano lo que les ocurre a aquellos que se atreven a poner un dedo en el reino de un Rey Demonio).

Sin embargo, más que los secuestradores, había algo más que le preocupaba a Leonis.

(… Una Espada Demoníaca, ¿eh?)

El mayor misterio con el que Leonis se había encontrado desde su reencarnación era el poder de las Espadas Sagradas. Si había alguien que poseía una forma de otorgar ese poder a los no humanos…

(Entonces tendré que capturarlos y hacerme con su secreto). Leonis se puso de pie con su báculo en la mano.

“Regina-san, tenemos que salvar a Su Alteza”.

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“Correcto”. Dijo Regina con seriedad, asintiendo. “Pero el salón…”

Se mordió el labio. Sin duda estaba preocupada por Lyseria y sus otros amigos. Podrían separarse o quizás retomar el salón primero para poder unir fuerzas con Lyseria y los demás para asaltar el puente.

(Aunque ninguna de las dos cosas sería prudente, pensó Leonis).

“Nuestro curso de acción más seguro sería lanzar un ataque sorpresa al puente y recuperar el control de la nave”. Afirmó. Leonis continuó explicando que había dos razones para ello. La primera era que los asaltantes probablemente tenían más gente estacionada en el salón, ya que necesitarían mantener suprimidos a múltiples objetivos. La segunda era que recuperar el control de la nave facilitaría sin duda la seguridad del salón de fiestas. Incluso existía la posibilidad de que los terroristas pudieran rendirse en esa situación.

“Dicho de otro modo, atacar el salón primero permitiría a quienes se hicieran con el control de la nave contar con las ventajas de la información y el tiempo”.

“… Entendido”. Regina asintió, satisfecha con su razonamiento.

Sin embargo, la explicación era sólo superficial. Leonis no compartió su verdadero propósito con ella. Tomar el control del salón sería fácil con su abrumador poder, pero no podía arriesgarse a exponer toda su fuerza como Rey Demonio.

“Entonces, apresurémonos”. Regina se levantó, con su Espada Sagrada en la mano.

“¿Sabes en qué dirección está el puente?”. Preguntó Leonis.

“Este pequeño nos mostrará el camino”. Dijo Regina, mirando al Carbuncle que aún seguía a sus pies.

“Está bastante apegado a ti, Regina-san”. Observó Leonis. “A pesar de ser un espíritu de la casa real”.

“Es igual a ti en ese sentido, chico”. Respondió Regina juguetonamente.

“No te tengo mucho cariño, para ser honesto”. Leonis replicó, encogiéndose de hombros.

“Wow. Estoy sorprendida”. Las coletas de Regina cayeron un poco por la decepción.

“Sólo estoy bromeando”. Añadió Leonis disculpándose al ver que realmente se lo había tomado mal.

Encogiéndose de hombros una vez más, Leonis entonó un hechizo de telepatía.

(Shirley).

(¿Sí, Leonis-sama?)

(Dirígete al salón de fiestas del piso inferior. En caso de que el peligro caiga sobre mi sirviente o los súbditos de mi reino, tienes permiso para matar al enemigo).

(Entendido, Leonis-sama). Dijo con una voz calmada y fría.

A pesar de lo torpe que era como sirvienta, Leonis confiaba en las habilidades de Shirley como asesina. También le hubiera gustado llamar a Blackas como ayuda, pero como el barco había zarpado rumbo al mar, no podría utilizar los corredores de las sombras para llegar a ellos.

(Supongo que soy realmente sobreprotector con mi sirviente). Pensó Leonis, considerándose a sí mismo con una sonrisa sarcástica.

(¿La nave va a alguna parte?) Lyseria miró a su alrededor preocupada.

El suelo de la sala había empezado a balancearse de un lado a otro, implicando que la nave se movía a una velocidad considerable. Ambas manos de Lyseria estaban fuertemente atadas detrás de ella, y la manifestación de su Espada Sagrada detonaría la Bomb Apple situada en medio del círculo de rehenes.

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Lyseria no sabía cuán poderosa sería la explosión, pero si se imaginaba que los estudiantes sentados a su alrededor morirían.

(Leo-kun…)

Lyseria dirigió su mirada hacia el lugar donde los niños habían sido apartados. Millet y Linze estaban llorando, y Tessera les daba palmaditas en la espalda para animarlos, mientras ella contenía sus propias lágrimas. Seguramente Tessera sentía cierta responsabilidad con los otros dos, ya que era mayor que ellos.

Curiosamente, Leonis seguía pareciendo totalmente imperturbable… Notando que Lyseria le miraba, se encontró con sus ojos y la miró con una leve y confiada sonrisa.

(… ¡Y yo aquí sentada preocupada por él!) Lyseria hinchó sus mejillas malhumorada.

Dejando de lado a Leonis, Tessera y los niños estaban claramente al límite.

“¡Hey, dejen de llorar! ¡Silencio!” Uno de los hombres bestia agarró violentamente a Millet por el cabello.

“… ¡Deja de hacer eso!” Lyseria no pudo evitar ponerse de pie.

“¿Qué fue eso?”

“Por favor. Deja a los niños…”

“Como si fuera a escucharte”. Dijo el hombre lobo Gethor, sonriendo.

Caminó hacia Lyseria y deslizó la hoja de su Espada Demoníaca a lo largo de su nuca.

“… ¡!”

Unos cuantos mechones de cabello plateado cayeron al suelo.

“¡D-Detente!” Gritó Fenris con fuerza.

“En realidad no me opongo a las hembras humanas, ¿sabes? Sólo necesito adiestrarte un poco, ¿no te parece, preciosa?”

Puso las puntas de sus garras en los botones del uniforme de Lyseria, con la intención de arrancarlos. Justo en ese momento, el sonido de algo rompiendose resonó en todo el salon.

“¿Qué fue eso?” Exclamó Gethor ante la interrupción.

Lyseria se dio la vuelta, sólo para ver…

“Oh, hey. Lo siento. He roto un plato por accidente”. Sakuya estaba sentada en una de las sillas, comiendo un plato de pescado con un tenedor.

“¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Se suponía que estabas atada!” Gritó Gethor.

“Corte las ataduras con un cuchillo. No podía comer de esa forma”. Dijo Sakuya con frialdad, llevándose otro trozo de pescado a la boca.

Era la comida que había ocultado antes en su manga.

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“¡¿Nos estás tomando el pelo?!” Uno de los hombres bestia de la guardia agarró a Sakuya por el brazo, pero en el momento en que lo hizo, se puso rígido, se estremeció y dio un paso atrás.

“¡¿Qué te ocurre?!” Le gritó Gethor.

“¡E-Esta chica, es de la Orquídea Sakura…!”

“¿Huh? ¿Y qué?”

“Son un grupo de maestros de la espada cuya tierra natal fue destruida en una Estampida del Vacío. Los supervivientes se convirtieron en un grupo de lunáticos que van de un lado a otro cazando Void con el objetivo de vengarse del Lord del Vacío que comandó ese ataque”.

“…” Sakuya terminó su comida y presentó obedientemente ambas manos al hombre bestia. “¿Qué? ¿No vas a atarme?”

“… ¡S-Sin movimientos sorpresivos, me oyes!” El hombre bestia ató tímidamente las muñecas de Sakuya.

“Tch, qué aguafiestas…” Dijo Gethor, apartando a Lyseria y dirigiéndose de nuevo a los niños.

“Gracias, Sakuya…” Lyseria miró a su Kouhai con una silenciosa reverencia de gratitud, pero Sakuya sacudió su cabeza como si dijera: Ni lo menciones. Entonces Lyseria volvió a sentarse.

“Voy a desactivar la bomba”. Elfine le susurró al oído.

“… ¡¿?!”

Lyseria lanzó una mirada interrogativa a la otra chica. Elfine dirigió su mirada hacia un punto específico del techo. Lyseria siguió sus ojos y vio un orbe que brillaba débilmente escondido dentro de una de las lámparas mágicas del salón.

(¡¿Cuándo se las arregló para hacer eso?!)

Tal vez había sido en el momento en que los terroristas se habían introducido en el salón. En el mismo instante en que se apagaron las luces, Elfine activó por reflejo su [Eye of the Witch] y envió un único orbe.

(No puedo creer que lo hiciera todo tan rápido).

Por suerte, ninguno de sus captores semi-humanos lo había notado todavía.

“Ahora mismo estoy analizando la capacidad de la bomba”. Murmuró Elfine.

Su experiencia no solo se centraba en el análisis táctico de los Void, sino también en el análisis del poder de las diferentes Espadas Sagradas. Normalmente, la utilizaba para dar consejos sobre cómo aprovechar mejor la fuerza de las armas, pero también le permitía encontrar puntos débiles en las Espadas Sagradas de otros.

(Si Elfine-senpai puede neutralizar la bomba…)

Entonces Lyseria y los demás podrían lanzar un ataque sorpresa contra los terroristas y dominarlos.

(¿Pero qué hacemos…?)

Con la mayor calma posible, Lyseria trató de idear un plan que permitiese superar el punto muerto. Si mostraba algún signo de usar su Espada Sagrada, el enemigo activaría la bomba.

(¿Y si utilizara un poder que no estuviera ligado a la Espada Sagrada?) Un rayo de inspiración la golpeó de repente.

En un pasillo oscuro, iluminado únicamente por las luces de emergencia, se encontraba una chica vestida de sirvienta. Tenía una expresión angustiada.

“… ¿Dónde estoy?” Susurró, ladeando la cabeza con confusión.

Desgraciadamente, no había nadie que pudiera responder a su pregunta. A pesar de ser una asesina del Reino de las Sombras, lo suficientemente hábil como para ser considerada una confidente del Rey No Muerto, Shirley no tenía en absoluto ningún sentido de la orientación.

Si bien se las había arreglado para orientarse en la ciudad, una nave con sectores y pasillos de aspecto idéntico como ésta, bien podría haber sido un laberinto encantado que se movía mientras uno deambulaba por él. Los numerosos mamparos obstaculizando su camino no facilitaban las cosas.

En verdad, Shirley no tenía ni idea de qué camino tomar.

(¡A este paso, Leonis-sama me reprenderá)

Utilizando un látigo formado de oscuridad, Shirley cortó limpiamente uno de los mamparos metálicos. Le habían dicho que no dañara demasiado la nave, pero no había otra opción dadas las circunstancias.

“D-De todos modos, tengo que encontrar ese gran lugar abierto del que me habló Leonis-sama…”

Así, Shirley salió corriendo en dirección opuesta al salón de fiestas.

Lyseria se mordió el labio, dejando que la sangre corriera y goteara en el suelo bajo ella. Sin embargo, las pequeñas gotas carmesí no se filtraron en la alfombra. En cambio, simplemente se quedaron allí, vibrando.

(La imagen de una hoja, fina y afilada…)

Lyseria cerró sus ojos, concentrándose en el mana que corría por su cuerpo. La sangre se alargó y estiró, formando una hoja más fina que la cuerda de un piano. La espada carmesí se desplazó silenciosamente por la alfombra, arrastrándose hacia el anciano que había colocado la Bomb Apple.

Nadie se dio cuenta. Ninguno de ellos podría haber sospechado que un vampiro capaz de manipular el mana estaba en esa misma habitación.

“… Análisis completo. No es una bomba de respuesta. Es detonada por el envío de mana hacia ella”. El susurro de Elfine cosquilleó en el oído de Lyseria. “No puedo desactivarla por completo con un solo orbe, pero puedo usar uno solo para liberar un pulso que interfiera con la onda de mana direccional y retrase la detonación. En el mejor de los casos, sólo conseguiríamos un segundo”.

Ese breve instante iba a ser la única oportunidad de Lyseria para derrotar al elfo antes de que pudiera detonar la bomba. Si ella lograba romper su concentración, su Espada Sagrada debería desvanecerse.

(Y si fallo, varios estudiantes de la academia morirán…)

Mientras Lyseria seguía concentrándose con los ojos cerrados, un sudor frío descendió por su frente. No podía permitirse cometer ningún error ni que nadie se diera cuenta de lo que estaba haciendo si quería tener éxito.

“Hey, ¿qué estás haciendo?” El hombre lobo, Gethor, gritó bruscamente.

(¡¿Me ha notado?!) Escalofríos recorrieron el cuerpo de Lyseria.

Sin embargo, no era a Lyseria a quien el hombre lobo había gritado. Más bien era a Leonis, quien se había puesto de pie abruptamente.

(¡¿Leo-kun?!) Los ojos de Lyseria se abrieron de golpe.

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Con la concentración de su mana ligeramente interrumpida, la hoja de sangre tembló ligeramente. Lyseria se apresuró a concentrarse de nuevo en ella, obligándola a recuperar su forma.

(¡¿Q-Qué está haciendo…?!)

“¡¿A dónde crees que vas, mocoso?! ¡Te hemos dicho que te quedes quieto!” Gruñó Gethor.

“Estoy aburrido. Además, el mana de mi maestro está a punto de agotarse”.

Leonis respondió con calma.

“… ¡Deja de decir tonterías, mocoso!” Gethor levantó a Leonis por el cuello.

“… L-Leoooo!” Gritó Tessera.

Leonis simplemente se encogió de hombros con una expresión compuesta.

“No te pongas tan engreído, chico”. Gethor acercó el filo de su Espada Demoníaca al cuello de Leonis. “Heh, heh, no es que quiera tu lamentable rostro”.

“Gethor, esa mujer… dijo que no matáramos a los rehenes que fueran Espadachines Sagrados… innecesariamente…” Advirtió el viejo elfo que había producido la Bomb Apple en un tono bajo.

“Como si me importara una mierda. A quién le importa si desmembró un niño o dos, ¿huh?”

El hombre lobo abrió sus fauces y se lamió los labios. Sin embargo, en ese preciso momento, el aspecto de Leonis se contorsionó y se retorció, transformándose en un esqueleto que cacareaba y traqueteaba.

“… ¡¿Q-Qué demonios?!” Exclamó Gethor, soltando involuntariamente lo que antes parecía ser un simple niño. Esta vez, fue Leonis quien lo sujetó… o más bien, la cosa que solía ser Leonis se aferró al sorprendido hombre lobo.

Un brillo de mana azul comenzó a emanar de los huesos del esqueleto.

“… ¡¿?!”

“Eliminaré a los enemigos de mi maestro. Melgest”.

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*¡Boooooooom!*

Una explosión sacudió el aire, enviando por los aires el cuerpo de Gethor.

“… ¡¿L-Leo-kun?!”

Lyseria no tenía ni idea de lo que acababa de suceder. Un humo negro empezó a llenar el aire, nublando la visión de todos en el salón.

“¡Seria!” Gritó Elfine.

Lyseria hizo correr su mana a través de la sangre que había enviado por el suelo.

“¡Maldita!” El viejo elfo disparó una descarga de mana desde la punta de su dedo para detonar la Bomb Apple, pero para su sorpresa, no explotó de inmediato. La potente interferencia de [Eye of the Witch] había retrasado la descarga por un momento.

Ese breve instante resultó ser todo lo que necesitaba.

*¡Vwooooosh!*

La hoja de sangre de Lyseria salió disparada como un látigo, clavándose en el brazo derecho del elfo.

“¡¿Aaah, aaaaaaah?!” La sangre voló por el aire.

Habiendo perdido el poder de su usuario, la Bomb Apple se desintegró en partículas de luz.

“¡M-Maldita sea! ¡Mátenlos a todos!”

Los numerosos hombres bestia se movieron para cumplir la orden y se prepararon para clavar sus garras en los rehenes más cercanos.

*¡Shing!*

Un relámpago destelló en el aire.

“… Demasiado lento”.

Sakuya estaba de pie con su Espada Sagrada en forma de katana, Raikirimaru, en sus manos. En un abrir y cerrar de ojos, había dejado inconscientes a dos semi-humanos. De alguna manera, había cortado la cuerda que unía sus manos en el momento en que activó su Espada Sagrada.

“¡R-Retirada!”

Habiéndose dado cuenta de que la situación se había vuelto contra ellos, los terroristas corrieron hacia las puertas del salón.

“¡Activate… Frost Wolf13”. Gritó Fenris.

Una manada de siete lobos hechos de hielo cargó hacia los hombres bestia que huían. Uno a uno, los captores fueron congelados en su lugar. Al cabo de unos instantes, el salón de fiestas había sido recuperado.

“… ¿Leo-kun?”

Lyseria se acercó a lo que creía que eran los restos aplastados y destrozados de Leonis. Los huesos estaban esparcidos, y su cráneo agrietado repiqueteaba en el suelo.

“L-Leo-kun… No, no…” Frente a los restos esqueléticos del chico, Lyseria cayó de rodillas.

“Cálmate, Seria. Ese no era Leo-kun”. Dijo Elfine, poniendo una mano en el hombro de su amiga.

“… ¿Qué?”

“Tiempo atrás tomé muestras de los datos del mana de Leo, y la longitud de onda era diferente a la de él. Era una lectura enteramente no humana”.

“¿Q-Qué significa eso?” Preguntó Lyseria, mirando el cráneo roto.

Aquella cosa fracturada le hizo recordar. Era muy similar a los muchos esqueletos que Lyseria había destruido mientras entrenaba esa mañana.

“¿Un doble?” Lyseria finalmente se dio cuenta.

“Asumo que sí”. Dijo Elfine encogiéndose de hombros. “Sabía que su Espada Sagrada era de tipo polivalente, pero realmente es muy versátil”.

“¿Así que sabías desde el principio que Leo-kun era un impostor?” “Sí. Aunque admito que no esperaba que explotara”.

“No me extraña que estuvieras tan tranquila…” Lyseria infló sus mejillas y le dio un golpecito al cráneo con un dedo. “Ese Leo-kun y sus travesuras…”

Si esta pila de huesos no era el verdadero, entonces Lyseria tenía que preguntarse a dónde había ido el verdadero Leo.

Con la nave en tan mal estado, le preocupaba que los terroristas lo hubieran capturado. Sus especulaciones terminaron cuando el casco del Hyperion se agitó y tembló.

“Debemos escapar mientras podamos”. Dijo Elfine en un tono grave.

“Mis Frost Wolves pueden ayudar a guiar y proteger a los civiles hasta que se pongan a salvo”. Fenris chasqueó sus dedos y ordenó a los Frost Wolves que desgarraran las cuerdas de los rehenes con sus colmillos.

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Al mismo tiempo, Elfine desplegó los ocho orbes de [Eye of the Witch]. Las esferas flotantes se conectaron al terminal de la nave. Acto seguido, Elfine las utilizó para descargar un mapa de la estructura de la nave y buscó los botes salvavidas.

“Espera, Lyseria, ¿a dónde vas?” Preguntó Fenris cuando la chica de cabello plateado se puso de pie.

“Voy a buscar a Leo-kun”. Ella respondió.

“Seria, eso es peligroso”.

“¡Es demasiado peligroso!”

Tanto Elfine como Fenris intentaron detenerla al mismo tiempo.

“Estaré bien. ¡Ustedes concéntrense en evacuar a todos!” Declaró Lyseria, abriendo de una patada la puerta del salón y saliendo a toda prisa.

“Seria…” Elfine intentó llamarla por última vez.

“Yo también iré con ella. Ustedes deben concentrarse en garantizar que todos los presentes se pongan a salvo”. Dijo Sakuya.

“De acuerdo, Sakuya. Cuento contigo”. Elfine aceptó.

Asintiendo con la cabeza, Sakuya se puso en marcha tras Lyseria.

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Elfine miró su terminal, ya que su Espada Sagrada había terminado de recopilar todos los datos de la nave. Sin embargo, lo que vio hizo que su rostro perdiera el color.

“¡No, esto no puede ser…!” Exclamó.

“¿Qué sucede?” Fenris miró la pantalla y se puso igual de pálida que Elfine.

El Hyperion se movía a máxima velocidad hacia innumerables puntos rojos parpadeantes.

“… ¡¿Es eso un arrecife del vacío?!”

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