Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 2
Capitulo 4: Fiesta Nocturna
Habiéndose cambiado a su ropa habitual, Leonis y su grupo se dirigieron al salón de fiestas, donde ya se habían reunido muchos invitados. Una serie de mesas habían sido colocadas, y cada una de ellas contaba con un surtido de bebidas alcohólicas. En el centro del salón, un gran número de cocineros trabajaban arduamente en la preparación de diversos platillos extravagantes.
“Son todos cocineros de primera categoría que trabajan para la Casa Real”. Lyseria le susurró a Leonis al oído. Como la hija de una familia noble, estaba informada de tales asuntos.
“… Esto es increíble. Es difícil de creer que se trate de un acorazado”. Leonis se maravilló.
“Ya que Su Alteza se encuentra a bordo, esto se preparó específicamente para su visita al Séptimo Assault Garden”. Explicó Lyseria. Cogiendo uno de los vasos de la mesa, preguntó: “¿Qué quieres beber, Leo-kun?”
“Mm, tal vez tomaré un poco de vino”. Respondió.
“Um, Leo-kun…”
“Estoy bromeando”.
Leonis tomó un vaso de jugo de uva.
(En verdad preferiría el vino). Pensó.
De todos modos, esperar que el vino que había aquí estuviera a la altura de la rica fragancia y el sabor del que había probado en el pasado, probablemente era pedir demasiado.
“E-Erm… ¿Realmente podemos comer todo esto…?” Preguntó Tessera tímidamente.
“Sí, por supuesto”. Lyseria asintió.
“¡Bien, Linze, a la carga!” Exclamó Millet como un pirata que se ha topado con un cofre del tesoro. Con un plato en su mano, se puso en marcha.
“¡E-Espera, Millet!” Linze corrió tras ella hacia el centro del salón.
“¡E-Espérenme!” Tessera, abandonando por un momento su papel de hermana mayor, les siguió tambaleándose.
“Te traeré tu parte también, Leo-kun. ¿Qué te gustaría comer?” Se ofreció Lyseria.
“Puedo servirme por mi cuenta”. Insistió Leonis.
“Si solo comes las cosas que te gustan, no crecerás grande y fuerte. También debes comer verduras”. Dijo Lyseria antes de dirigirse a la mesa.
(Que una no-muerta se preocupe por mi salud sigue sin gustarme).
Leonis miró alrededor del salón. Varios estudiantes de la Academia Excalibur estaban dispersos.
(Aunque no hay ninguno que conozca…)
“Oh, tú también estás aquí, chico”. Una voz familiar llegó a los oídos de Leonis.
Tenía ojos azules y claros y vestía un uniforme modificado para incluir la vestimenta tradicional de la Orquídea Sakura. Se trataba de Sakuya Sieglinde, el as del Decimoctavo Pelotón, el mismo escuadrón del que Leonis formaba parte.
“¿Qué haces aquí, Sakuya-san?”
“He venido por la comida gratis”. Declaró Sakuya, hinchando el pecho con orgullo.
“No, yo… No me refería a eso”. Murmuró Leonis, exasperado.
A pesar de parecer una joven y brillante belleza, Sakuya era una chica bastante deplorable por dentro.
“Bueno, ¿recuerdas cómo luché en el frente durante la Estampida? La noticia se difundió”.
“Oh, es por eso”.
Durante la última batalla, Sakuya se había enfrentado a un enjambre de Void mientras luchaba con valentía. Al parecer, incluso la llamaron para que revisara los datos del combate después del suceso.
“He oído que luchaste contra los Void cuando atacaron el puerto. Buen trabajo”. Sakuya le dio unas suaves palmaditas en la cabeza.
“No, no hice mucho”. Leonis negó su cabeza. “Regina-san fue quien abatió al enorme Void”.
“Si me preguntas, sólo el hecho de que no huyeras fue lo suficientemente valiente. Había otros estudiantes de la academia allí, pero todos huyeron cuando los Void aparecieron”.
(Ahora que lo menciona, los chicos que ligaron con Regina también eran alumnos de la academia).
Sin embargo, habían huido aterrorizados por el Aura de Muerte de Leonis.
“Huyeron, aunque huir cuando más importa sólo trae arrepentimiento. Ese es un sentimiento que te persigue por el resto de tu vida…” Dijo Sakuya, y Leonis notó una melancolía en sus ojos.
“Erm…” Separó los labios para decir algo.
“Bueno, voy a buscar algo de comida”. Sakuya dijo, interrumpiéndolo. Su expresión volvió a la normalidad, y Leonis perdió la oportunidad de preguntar lo que quería. Sakuya sacó una pequeña caja de bambú de la manga de su vestimenta de la Orquídea Sakura.
“¿Qué es eso?” preguntó Leonis.
“Una caja de almuerzo tradicional de la Orquídea Sakura”. Sakuya respondió, hinchando su pecho con orgullo de nuevo.
“No, no es eso a lo que me refería”. Murmuró Leonis, exasperado.
“Pensé que podría llevarle a Fluffymaru el Negro algo bueno para comer”.
“¿Fluffymaru el Negro?”
“Un perro con el que he entablado amistad recientemente”.
“Ya veo…” Leonis respondió sin mucho entusiasmo. “¿Estás segura de que tienes permiso para hacer eso?”
Puede que no fuera un asunto estricto y ceremonioso, pero incluso Leonis, con su comprensión bastante limitada de la sociedad humana, no podía evitar preguntarse si llevarse comida de la fiesta a casa era aceptable.
“No te preocupes, chico. Con mis habilidades, nadie lo notará”. Sakuya sonrió y se acercó sigilosamente a la mesa.
“No, eso no es lo que yo…” Leonis trató de repetirlo de nuevo, pero sus palabras se frenaron por completo.
“La forma en que se mueve… Es realmente hábil”. Leonis observó, medio impresionado y medio desconcertado. Enseguida se dirigió con un plato a buscar algo de comida para sí mismo.
En la mesa central, los invitados se reunían mientras los cocineros de primera clase preparaban la comida. Había carne de cervatillo asada con miel, ganso relleno de hojas verdes, una pierna entera de cordero salpicada con especias y condimentos, un guiso de pargo sazonado con sal y hierbas aromáticas, sopa de pollo con verduras, guiso de pescado blanco, una ensalada de ocho verduras de aspecto llamativo, una montaña de panecillos recién horneados y una gran selección de frutas y helados para el postre.
Mientras Leonis consideraba qué servirse, su estómago gruñó ligeramente con anticipación.
(… El cuerpo humano es tan terriblemente incómodo). Leonis se lamentó mientras empezaba a cargar alimentos en su plato para apaciguar las exigencias de su cuerpo de niño.
“Leo-kun, sólo estás tomando carne. Tienes que equilibrarlo con verduras también”. Lyseria no tardó en aparecer para reprenderle.
“Yo… lo sé”. Leonis procedió a poner la mínima cantidad de ensalada en su plato para satisfacerla. “¿Los ingredientes de esto se hicieron en la planta de cultivo del entorno artificial?”
“Algunos de ellos sí, pero creo que la carne de animales salvajes fue recolectada en el bosque”. Respondió Lyseria.
“¿Bosque…?”
“Sí, hay un gran bosque cerca de la Capital Imperial”.
La Capital Imperial, Camelot. Era el núcleo del Proyecto Assault Garden y estaba situado cerca de un vasto bosque en el que, curiosamente, los Void evitaban adentrarse. Las zonas menos densas de aquel lugar eran zonas de crianza de una gran variedad de especies animales.
(Si realmente es tan grande, quizás sea el Bosque del Origen). Especuló Leonis.
El Bosque del Origen había estado cerca del Reino de Rognas, el lugar donde el Héroe Leonis había nacido. Hace mil años, ese antiguo bosque había sido el dominio de los dioses y el hogar de muchos espíritus.
(Si estoy en lo cierto, entonces la capital debería estar cerca de donde estaba el Reino de Rognas…)
Durante unos instantes, Leonis consideró los mapas del mundo de su época, pero su corriente de pensamiento se vio interrumpida.
“Lyseria, ¿qué haces aquí?” Una voz ligeramente aguda pero clara hizo que Lyseria se diera la vuelta.
“… ¡Fenris Edelritz!”
De pie, con sus brazos cruzados, había una chica vestida con el uniforme de la Academia Excalibur. Su andar sugería la elegancia de una señorita noble, mientras que sus ojos azules miraban a Lyseria con cierta agudeza. Dio un paso hacia delante, apartando suavemente su cabello rubio platinado con una mano.
Ambas bellezas se miraron, cada una sosteniendo un plato.
“La princesa Altiria nos ha invitado”. Lyseria respondió con voz digna, cuya entonación era mucho más marcada de lo habitual. “¿Y qué haces tú aquí, Fenris?”
“He venido en representación del presidente del comité ejecutivo. En verdad, el trabajo en el comité ejecutivo se ha acumulado desde la Estampida. No he tenido ni un solo momento libre, a diferencia de ustedes, holgazanes…”
“¡¿D-Disculpa?!” Lyseria le dirigió una mirada indignada. A medida que sus emociones empezaban a agitarse, su cabello plateado empezó a brillar ligeramente con mana.
(¡¿Sus poderes de Reina Vampiro se están filtrando?!) Pensó Leonis mientras tiraba apresuradamente de la manga de Lyseria.
“Tranquilas, tranquilas, ustedes dos. No peleen”. Una voz serena llamó, mediando la creciente incomodidad entre ambas jóvenes.
“¡¿E-Elfine-senpai?!” Lyseria corrigió rápidamente su postura.
Elfine había aparecido por detrás de Fenris con una sonrisa irónica en sus labios.
“¿Elfine-san?” Dijo Leonis a modo de pregunta.
“Ah, hola, Leo”. Le sonrió al chico y le saludó con un pequeño gesto con la mano.
“L-Lo siento…” Lyseria se echó hacia atrás, avergonzada por cómo se había comportado frente a una chica mayor a la que admiraba.
“Así que tú también asistes a la fiesta, Elfine”. Dijo Fenris torpemente, desviando la mirada al igual que Lyseria.
“Sí, me pidieron que compartiera los datos que recopilé de la Estampida”.
Elfine se encogió de hombros.
Su Espada Sagrada… [Eye of the Witch]09… era un eficiente conjunto de terminales de sondeo de información que superaba incluso a la tecnología mágica más avanzada.
La información que reunía era de un valor incalculable cuando había que combatir a los Void.
Leonis entonces comprendió que si la Espada Sagrada de Elfine había registrado todo desde el día de la Estampida…
(Podría estar en problemas…) Comenzó a entrar en pánico internamente.
El [Eye of the Witch] de Elfine seguramente había registrado la forma en que arrasó con un grupo de Void con su hechicería.
“Tch…” Leonis apretó los dientes mientras pensaba en lo que significaría para él ser expuesto.
“No te preocupes. He borrado los datos del orbe que envié al orfanato de Phrenia”. Le aseguró Elfine a Leonis en voz baja, inclinándose y susurrándole al oído.
“… Gracias”. Respondió con una voz discreta.
“Pero a cambio…” Añadió Elfine. “Algún día tendrás que contarme la verdad sobre eso, Leo”.
“… Lo haré”. Leonis asintió, y Elfine volvió a enderezarse.
Fenris, la chica que había protagonizado un rápido enfrentamiento con Lyseria, miró entonces a Leonis con ojos dudosos.
“Hmm. Así que ese es el chico que se unió al decimoctavo pelotón, ¿no?” “Sí…”
“Mis disculpas por no presentarme”. Dijo, apartando unos mechones de su cabello rubio platinado con sus dedos. “Soy Fenris Edelritz, miembro del comité ejecutivo de la Academia Excalibur. Es un placer conocerte”.
“¿Comité ejecutivo?”
“Es una organización que gestiona a los estudiantes y que ayuda a dirigir la academia por separado de la oficina administrativa”. Explicó Elfine.
(Ya veo…)
“Soy Leonis Magnus, del decimoctavo pelotón”. Se presentó cortésmente.
Fenris, sin embargo, entrecerró los ojos.
“Leonis, ¿he oído que vives en el dormitorio de las chicas?”
“… Erm, sí” Admitió Leonis con sinceridad, asintiendo con la cabeza.
“Lyseria, debo cuestionar la legitimidad de dejarle vivir en el dormitorio de las chicas”.
“L-Leo-kun todavía es un niño”. Dijo Lyseria rápidamente con nerviosismo.
“Pero es un chico. Cuando sea mayor, bien podría convertirse en un rey demonio de la habitación”.
“… ¡L-Leo-kun no es así! Es un buen chico. ¿Verdad?”
“S-Sí…” Leonis asintió de nuevo, sintiendo que su corazón se aceleraba.
Poco antes había sentido que su pulso se aceleraba al ver a Lyseria en traje de baño.
“En cualquier caso, si el comité ejecutivo considera que de alguna manera estás incumpliendo la moral pública, actuaremos”. Declaró Fenris, dándose la vuelta.
Sin embargo, antes de irse…
“… Por cierto, he oído que has despertado tu Espada Sagrada”. Detuvo su paso y se giró hacia ellos. “Así que, por lo menos… supongo que debo felicitarte, Lyseria Christaria”.
“… ¿Huh? Ah, gracias…” Murmuró Lyseria, como si las palabras de Fenris hubieran sido de algún modo anticlimáticas.
Fenris resopló y se giró de nuevo, haciendo una rápida salida.
“¿Ustedes dos tienen algún tipo de historia?” Preguntó Leonis.
“Es una… amiga de la infancia. Aunque es más bien como un mal picor del que no me puedo librar…” Dijo Lyseria, frotándose las sienes.
La joven solía ser tan responsable y madura, que resultaba extraño verla actuar de forma tan infantil.
(Supongo que su relación es como mi camaradería con el rey demonio de los dragones…)
Algo de la breve confrontación de Lyseria con Fenris le recordó a Leonis su tumultuosa relación con su némesis de hace mil años. Por extraño que parezca, la rivalidad le resultaba nostálgica a Leonis en estos momentos.
“¡Hey chico, mira todos estos regalos que tengo para Fluffymaru el Negro!”
Dijo Sakuya alegremente, mostrando la comida que había escondido bajo su manga.
“¡Devuelve eso!” Exigieron Lyseria y Elfine al unísono.
(… ¿La princesa Altiria todavía no está en la fiesta…?)
Regina deambulaba sin rumbo por el pasillo fuera del salón de fiestas. Pese a tener una invitación falsificada, la joven había dudado a la hora de cruzar la puerta. Si no hubiese ido vestida con el uniforme de la Academia Excalibur, Regina habría parecido sumamente sospechosa.
(Incluso si voy a la fiesta, no seré capaz de hablar con ella.)
Un conjunto de circunstancias particulares había llevado a Regina a ser repudiada y enviada a vivir con la Familia Christaria antes de que la Princesa Altiria naciera. La hermana pequeña de Regina nunca supo el nombre de Regina ni su aspecto.
(N-No… Aunque no podamos hablar, aún puedo mirarla de cerca…)
Armándose de valor, Regina se paró frente a la entrada del salón de fiestas cuando una bolita de pelaje blanco pasó repentinamente por sus pies.
“¿Q-Qué?” Regina se detuvo.
La bolita afelpada dejó escapar un débil y parpadeante resplandor.
“¿Es eso un espíritu?” Regina frunció el ceño.
No era uno de los Elementales Artificiales de la Compañía Phillet. Se trataba de un Espíritu Original; del tipo que no podías encontrar en ningún lugar de la ciudad.
(… Espera, ¿no es ese el Carbuncle de la familia real?)
Regina ya había visto una vez un espíritu así en el archivo de datos. Tenía un pelaje brillante de color blanco y una gema roja incrustada en la frente. No había forma de confundirlo. Era un Carbuncle, uno de los tres grandes espíritus transmitidos de generación en generación en la Casa O’ltriese.
La pregunta era: ¿Qué estaba haciendo aquí un espíritu perteneciente a la Familia Real?
(¿Se ha escapado?) Se preguntó Regina.
Un Elemental Artificial de tipo instalación era incapaz de alejarse, pero era perfectamente posible para un Espíritu Original.
“Probablemente debería atraparlo, ¿no?” Susurró Regina a nadie en particular.
Si se había escapado, la princesa y sus asistentes seguramente se encontraban en pánico tratando de encontrarlo. Pocas personas podían ver a un espíritu cuando decidía enmascarar su presencia, así que los guardias del barco no podían atraparlo por su cuenta. Sólo una Princesa Sacerdotisa que poseyera la sangre de la Familia Real podría hacerlo.
(Si lo atrapo, podría convertirse en una excusa para hablar con la princesa Altiria…)
Tan pronto como se dio cuenta de esto, Regina se lanzó tras la pequeña criatura peluda.
“… E-Espera… ¡Espera!”
Regina enfocó su ojo interior, como si mirara a través de la mira de un rifle. Había seguido el entrenamiento de resistencia de la academia todos los días y confiaba en su resistencia. Siguiendo el débil rastro de mana que dejó tras de sí el espíritu, Regina se apresuró a subir una escalera hasta el piso superior.
Al final de los escalones había un pasillo recto. Regina divisó la forma parpadeante del Carbuncle en el extremo más alejado.
(… ¡Te tengo!)
Se impulsó hacia adelante pisando fuerte, mientras sus coletas se agitaban detrás de ella con la corriente de aire. Justo delante del lugar al que el espíritu había huido, una figura humanoide surgió de una esquina.
(…) Regina se paró de golpe, alarmada.
Era uno de los Guardias Reales uniformados de Altiria. El joven levantó sus cejas al ver a Regina.
“¿Qué es esto? Pensaba que todos los civiles estaban en la fiesta”. Dijo mientras sus labios se curvaban en una leve mueca.
Regina clavó su mirada en el guardia. Algo en su actitud parecía extraño; actuaba con demasiada frialdad para ser uno de los escoltas de la princesa.
“E-Erm…” Regina dio un paso atrás con precaución.
El joven guardia se acercó a ella, como si no hubiera notado su malestar.
“No podemos permitir que montes un escándalo, ¿verdad? Será mejor que acabemos contigo…” Una tangible sed de sangre comenzó a surgir dentro del joven.
“¡Activate!” Regina pronunció la palabra para manifestar su Espada Sagrada.
Sin embargo, al instante siguiente, aparecieron unas enormes garras en la mano derecha del guardia.
“… ¡¿?!”
“Espada Demoníaca, Activate… ¡Slash Fang!10”
Una sensación intensa recorrió el cuerpo de Regina.
(Estar en un lugar lleno de gente es realmente sofocante).
Leonis se escabulló del salón de fiestas y dejó escapar un suspiro que había estado conteniendo tras escapar finalmente al pasillo contiguo. No le gustaban los lugares tan animados. El Rey No Muerto prefería los lugares oscuros y silenciosos, como el Mausoleo subterráneo de Necrozoa.
(No, incluso cuando era humano, no disfrutaba de las multitudes).
El pasillo era silencioso. Leonis lo atravesó y entró en un ascensor, para subir a la cubierta de la nave y respirar un poco de aire fresco.
(Irse sin decir nada podría haber sido una mala idea). Pensó Leonis mientras ascendía.
Al darse cuenta de que podía causar preocupaciones innecesarias a su sirviente, el Rey Demonio invocó un sirviente esqueleto desde su sombra. Mientras sus huesos repiqueteaban y se ensamblaban para adquirir forma humana, Leonis le aplicó un hechizo de transformación de Segundo-Orden. El soldado no muerto adoptó una forma idéntica a la suya.
No era inusual que el Rey No Muerto necesitara aparecer en múltiples campos de batalla simultáneamente para confundir a las fuerzas enemigas.
El truco era, trivialmente, una habilidad de Leonis para crear duplicados de su cuerpo utilizando la hechicería. El único defecto del hechizo era que la personalidad del doble estaba influenciada por el propio carácter e idiosincrasia del esqueleto, pero como solución temporal e improvisada, apenas podía causar problemas.
“Vuelve a la fiesta en mi lugar”. Le ordenó Leonis. “Sin embargo, asegúrate de no hacer nada fuera de lugar”.
“Sí, mi señor”. Dijo la marioneta esquelética, bajando la cabeza respetuosamente.
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