Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 12

Capítulo 88: Una misión en el Imperio

Parte 3

 

 

“Muchas gracias por todo. Si hubiéramos contratado un grupo diferente como nuestras guardias, entonces ahora podríamos estar…”.

La voz de Sir Webdel se fue apagando, no queriendo comentar lo obvio. Estaba claro que sus agradecimientos eran de corazón, así que Pacto Carmesí simplemente aceptó sus amables palabras, sin molestarse en objetar por humildad. Dejando de lado los modales japoneses, en otros países (mundos de fantasía incluidos), se consideraba tonto menospreciar tus propios logros, así que incluso Mile se comportó como debía. Sería hasta problemático para otros cazadores si Pacto Carmesí menospreciara el valor de un trabajo bien hecho. Era importante mantener estándares de mercado.

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Además, aun si su empleador estaba muy agradecido, eso no significaba que pretendiera darles un bono. Los agradecimientos eran gratis, sin importar cuán generosos fueran… En ese sentido, Sir Webdel era un comerciante muy habilidoso.

Aun así, les había dado una A en su reporte de misión completada, así que las miembros de Pacto Carmesí estabas satisfechas. Incluso Pauline parecía bastante contenta con los fondos extra que ganarían como recompensa por entregar a los bandidos—y la comisión por entregarlos a trabajo forzado.

Y así, el incidente llegó a su fin. El maestro gremial asistente ya había estado presente cuando dieron su testimonio en los cuarteles generales de la guardia, así que todo lo que restaba hacer era entregar su reporte de misión completada y recibir su paga. La única pregunta que quedaba era simplemente cuánto recibirían del gremio como tarifa de disculpa…

“Bueno…”, dijo Mavis.

“¡Gracias por contratarnos!”, las cuatro dijeron como su ritual de siempre.

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Justo cuando empezaron a retirarse, Sir Webdel las llamó:

“¡Por favor, esperen!”.

Se detuvieron, preguntándose qué querría ahora.


“¿Podría convencerlas de aceptar otra misión? Me gustaría que pudieran usar su magia de almacenamiento para transportar algunas cosas a un sitio a cuatro días en carruaje desde aquí, y—”.

“No, gracias”. Mavis respondió antes de que el hombre pudiera terminar de hablar.

“¿Qué…?”.

Sir Webdel quedó desconcertado cuando su solicitud fue rechazada de inmediato.

“Hay dos razones para nuestro rechazo”, explicó Mavis. “Primero, sólo estaremos libres hasta mañana. Y, además, somos cazadoras de rango C. Un cazador de rango C puede tomar misiones como escolta, pero simplemente ser mulas de carga no lo aceptaremos. Si desea contratar transportistas, debería buscar grupos de rango E o menor—o quizás ir a una de las compañías de transporte en el gremio de comerciantes, o contactar una agencia de empleos. Ahora, si nos disculpan…”.

Como implicó, los cazadores de rango E o menor harían lo que sea, desde trabajar como maleteros hasta cargar el equipaje de un grupo, trabajos extraños, actuar como subordinados, y demás. Si querían comer, no podían permitirse elegir su trabajo. Sin embargo, ningún cazador haría algo tan insignificante cuando llegaba a rango C o mayor.

Que un cazador hecho y derecho tomara misiones así sería igual a robarle la comida a los nuevos reclutas del gremio, a menudo con edades menores a los diez años. Sin importar cuánto dinero les faltase, ningún cazador podría aguantar tal vergüenza.

Por lo tanto, este tipo de misiones eran mejor para cazadores de rango bajo, o para aquellos sin habilidades de combate fuera del gremio de cazadores.

Por supuesto, habría sido otra historia si se les hubiera pedido proteger una caravana, y el cliente hubiera pedido que Mile llevara algunos objetos extra en su almacenamiento. De hecho, Mile había hecho esto múltiples veces en el pasado. Sin embargo, si la misión era sólo de transporte, entonces Pacto Carmesí, un grupo de rango C, no podía aceptarla—en especial considerando a Mavis y a Reina, quienes valoraban mucho su reputación y orgullo.

“Ah…”.

Sir Webdel notó su error, pero ya era demasiado tarde. Aunque tratara de convertir la misión en una misión de escolta, Pacto Carmesí jamás aceptaría. Y, sin embargo, mientras ellas trataban de retirarse, las llamó una vez más: “¡E-Esperen, por favor!”.

“Puede llamarnos cuantas veces quiera, pero no aceptaremos su misión. Como dijimos, ya tenemos un asunto que comienza después de mañana”, dijo Mavis. Sin embargo, Sir Webdel no estaba listo para rendirse.

“N-No, ¡ya no me preocupa eso! Tengo una nueva solicitud”. “¿Una nueva solicitud…?”.

No pudieron evitar querer escuchar. Aunque no hubiera propuesto la misión a través del gremio, se vería mal para las cazadoras si no escuchaban al menos la propuesta. Además, no tenían nada que perder. Si las condiciones no les agradaban, podían rechazarlo de nuevo. Además, su horario estaba tan lleno que probablemente no podrían ayudar, aunque quisieran.

Y así…

“Adelante. Escucharemos su solicitud”, dijo Mavis.

Sir Webdel se giró hacia Mile. “Me gustaría que proveyeran algunas comidas para mi familia mañana, junto con sus recetas, de ser posible. Gracias a cómo terminó nuestra cuidadosamente planeada salida familiar, un buen día para mis hijos fue arruinado. Ahora, estarán separados de los hijos de Sir Galadle, a quienes querían mucho… Así que, mañana, me gustaría volverlo a intentar… Por suerte, la familia de Sir Galadle no tuvo nada que ver con todo esto, y no han sido tomados bajo custodia. Aun así, no cabe duda que tienen un largo y duro camino por delante, y me gustaría darles al menos un último recuerdo agradable antes de que empiece la mudanza, reorganización y reconstrucción”.

“………”.

Una solicitud así era difícil de rechazar. No presentaba conflicto con su horario, y la misión en sí no era un problema, ya que era una solicitud directa basada en una habilidad especial de Mile.

En realidad, la solicitud anterior de Sir Webdel—la cual también había sido hecha por una habilidad especial de Mile— no había sido muy diferente de esta. Sin embargo, de haber aceptado una misión como la anterior, habría corrido el rumor de que un grupo de rango C había tomado una misión de transporte, en lugar de una de escolta. Una misión como esta no era tan mala para el orgullo y dignidad de Pacto Carmesí.

Sin embargo, esta solicitud era una misión menos para Pacto Carmesí, y más para la misma Mile. Lo cual significaba que no era el tipo de cosa sobre la que Mavis podía decidir sola, como líder de grupo. Pensando esto, Mavis buscó una respuesta.

Hasta que…

“¡Aceptamos!”, gritó una alegre Mile. “Estaremos felices de hacerlo por el bien de los niños”.

“En realidad sólo quieres jugar con los niños, ¿no?”. “¿No tuviste suficiente con todo lo que pasó?”.

“Quieres volverlo a hacer, sólo porque no tuviste suficiente…”.

Las otras tres miembros de Pacto Carmesí podían entender muy bien el entusiasmo de Mile. Pero en realidad, tampoco tenían quejas al respecto. Por lo tanto, la misión fue aceptada.

“Bueno, dados los detalles, no parece que vayamos a conseguir muchos puntos de contribución por parte del gremio por esta tarea. Podemos dejarlo como una misión independiente. Sin embargo, a cambio, nos gustaría un pago por adelantado”.

Por lo general, un pago por adelantado consistía en no más que la mitad del total, pero Reina, sabiendo que tenían la ventaja, propuso que Sir Webdel ofreciera la suma completa. El hombre aceptó sin pensarlo mucho, creando un contrato en el acto. Después de todo, esto era algo que el hombre quería de todo corazón que pasara, y no solo confiaba ciegamente en Pacto Carmesí, sino que ellas habían salvado su vida y la de su familia.

***

 

 

“Mile, ¿tienes suficiente comida guardada? Si no necesitas preparación extra…”.

De camino a las oficinas de la Compañía Worrell, las miembros de Pacto Carmesí estaban hablando entre ellas, cuando de repente fueron saludadas por la líder de Blue Gale.

“¿Eh? ¿Necesitan algo de nosotras?”.

La interrogación de las cazadoras sobre el incidente ya había sido completada. Después, ambos grupos se habían separado tras compartir algo de información y rumores. Entonces, ¿qué querría la líder de grupo ahora—y por qué estaba sola?

“Me disculpo. Hay algo que quería decirles a todas…”, dijo, girándose hacia Mavis. “Primero, quiero agradecerles por todo. Casi hice algo que lamentaría por el resto de mi vida, pero ustedes me salvaron. En verdad se los agradezco…”.





Ella ya había agradecido más que suficiente antes, en el gremio. Sin embargo, probablemente fue difícil expresar sus verdaderos sentimientos frente al resto de su grupo, sabiendo que, de hacerlo, sería como si toda la culpa recayera en ella.

La líder hizo una reverencia, pero Mavis frenéticamente evitó que continuara. No era correcto que bajara su cabeza frente a un grupo mucho más joven y menos experimentado.

“En todo caso”, continuó la líder, “dejando de lado mis agradecimientos, les tengo una pregunta, chicas. Sobre la orden que recibimos de nuestro empleador en aquel momento—si ustedes hubieran estado en nuestros zapatos, ¿qué habrían hecho? Me carcome la curiosidad”.

A esto, Mavis respondió sin dudarlo ni un segundo.

“Obviamente, habríamos protegido a nuestro cliente. Ese sería nuestro trabajo, según lo estipulado en el contrato”. “Ya veo…”.

La líder de Blue Gale pareció aliviada, aunque había otra emoción en su rostro que era más difícil de distinguir.

“Por supuesto, dejaríamos a Reina y a Pauline como guardaespaldas de nuestro cliente, y Mile y yo atacaríamos al enemigo, contando con que ellas fortificaran el área desde la distancia. Nos moveríamos en línea recta, desde el cliente hacia el enemigo—lo cual no contradeciría la orden de sólo proteger al cliente, ¿verdad?”.

“¿Eh?”.

La líder se quedó sin palabras.

“Luego, eliminaríamos al enemigo—sin dejar que le tocaran ni un solo cabello a la cabeza de nuestro cliente. Y si aun así nuestro cliente pensaba quejarse, podía ir a hacerlo con el gremio”, agregó Mavis, sonriendo.

De hecho, esto fue exactamente lo que Pacto Carmesí había hecho durante el incidente. Mavis no estaba presumiendo algo que estaba más allá de sus habilidades, sino comentando de forma casual lo que en verdad harían, como si no fuese la gran cosa.

La líder de Blue Gale no sabía qué decir, pero no tuvo más elección que aceptar la explicación de Pacto Carmesí.

Watashi Nouryoku Volumen 12 Capitulo 88 Parte 3 Novela Ligera

 

“Pero, ¡¿y qué tal si hubieran sido cincuenta bandidos?!”.

“Dejaríamos a Reina y a Pauline como guardaespaldas de nuestro cliente, y Mile y yo atacaríamos al enemigo, contando con que ellas fortificaran el área desde la distancia—”.

“Disculpen por haber preguntado”.

Sintiendo que no podría conseguir información útil de estas chicas, la líder se retiró a su hogar, arrastrando sus pies todo el camino.

“¡Por fin! ¡Pude hablar por mí misma y dar consejos como toda una líder, en lugar de Reina! Soné genial, ¿no creen?”, se regocijó Mavis con inocencia.

Las otras tres, en silencio, la recibieron con expresiones indiferentes.


***

 

 

A la mañana siguiente, otra merienda fue llevada a cabo, esta vez en el patio del hogar de la Compañía Worrell. Con la preocupación de que los niños podrían seguir asustados por el ataque de hace poco, habían decidido hacer un evento más reservado, con seguridad dentro de las murallas de la ciudad. El escenario no era llamativo, pero el área al menos era espaciosa.

Los participantes de esta vez, aparte de los hijos de ambas familias, fueron Sir Webdel, su esposa, la esposa de Galadle, Pacto Carmesí, y tres chefs. El resto de trabajadores de la familia no estaban presentes.

Por supuesto, la comida fue toda proveída por Pacto Carmesí, así que los chefs no cocinarían nada. En su lugar, estaban presentes para observar cuidadosamente la técnica de cocina de Mile, y tomar notas para el futuro.

Daba la casualidad que, el día anterior, los chefs se habían sentido deprimidos al ver toda la comida que había regresado a casa. Los adultos habían tratado de consolarlos, diciéndoles que el evento simplemente había acabado antes de que todos pudieran comer, pero los niños fueron mucho más brutales. No podían dejar de hablar sobre la deliciosa comida que probaron… y que fue preparada por Mile.

Aunque Sir Webdel le había pedido a Mile sus recetas, ella trabajaba de forma más intuitiva, lo cual significaba que muy pocas veces confiaba en su memoria para cada uno de los pasos de su proceso de cocina, y encontraba molesto tener que escribir cosas así. Por lo tanto, el contrato había incluido la cláusula de que los chefs de Webdel verían y aprenderían conforme Mile cocinaba.

A como Mile lo veía, cocinar era algo que difería siempre según las circunstancias. En particular, en este mundo, cosas como fuego “rápido” y “lento” variaba según el tamaño y eficiencia de la estufa, la leña, y el propio juicio del chef. Por lo tanto, era imposible escribir una receta perfecta.

Además, aunque Mile no tenía dudas en compartir sus recetas sin cobrar—con la idea de que, si comida deliciosa comenzaba a esparcirse por el mundo, entonces ella también sería beneficiada algún día—sus compañeras de grupo le habían prohibido darle sus recetas a cualquiera. Pauline la había regañado, pidiéndole que considerara la seguridad de la comida, por ejemplo, en el caso de platillos hechos con huevos crudos—como la mayonesa, arroz con huevo, sukiyaki, y demás. “Para ti están bien, Mile, por tu magia de almacenamiento y la magia que usas para procesar las cosas cuando cocinas, pero si personas normales tratan de imitarte,

¡terminarán enfermas!”.

En este caso, Mile consideró que nadie podría culparla por recetas que hubieran escrito ellos mismos—así que decidió dejarlos verla en acción sin reparos. Si trataban de replicar sus resultados, lo que sea que pasase, sería su culpa.

La merienda ahora estaba siendo llevada a cabo. Sin embargo, las circunstancias le pesaban mucho a los corazones de los niños más grandes como para poder divertirse—aun con el delicioso menú frente a ellos. Sin embargo, al ver a los niños más pequeños, alegres e ignorantes, divirtiéndose como nunca, sonrisas empezaron a aparecer en los rostros de los niños más grandes también, y parecieron percatarse de que debían disfrutar estos últimos momentos junto a sus amigos mientras tenían la oportunidad.

Sabiendo que su cocina había jugado un pequeño rol en todo esto, una pequeña sonrisa llegó a la cara de Mile…

“¡Señorita! ¡Un poco de karaage! ¡Haz un poco de karaage!”. “¡Ya voy! ¡Chicos, hagamos algo de karaage! ¡Ah, chefs de Sir Webdel, por favor vengan y vean esto para que lo puedan recordar después!”, dijo Mile, comenzando a explicar el proceso.

Ella sacó un poco de carne de su inventario. “Tomamos un corte fresco de carne de lagarto rocoso, lo picamos…”. Ella en un instante picó la carne y la colocó en un plato. “Hagan la salsa secreta, y apliquen un poco de presión mágica para meterla en la carne…”. Ella sacó el líquido de una botella y murmuró una especie de hechizo. “Mezclen las especias que he recogido de distintos países para hacer el polvo de especias secreto del karaage…”. Ella sacó un polvo extraño de su inventario y lo espolvoreó sobre la carne. “¡Luego yo uso magia de protección y circulo aire caliente a una temperatura de 180 gratos alrededor de la carne durante exactamente doce minutos y medio! Ahora, sé que es aburrido esperar, así que aquí hay un poco que preparé antes…”.

Con eso dicho, ella sacó un plato de recién hecho karaage. El que estaba cocinando en estos momentos podía guardarse y sacarse cuando todos lo quisieran, en cuestión de segundos.

“¡Whoa, es asombroso!”.

“¡Eres muy buena en esto! ¡Lo sabía!”.

Mile parecía como si fuera a derretirse por los honestos elogios de los niños.

“¡Ha!”.

“¡¿A dónde se fue la melancolía que tenía cuando vio lo tristes que estaban los niños más grandes?!”.

“Bueno, no esperaba menos viniendo de Mile…”.

Por otro lado, los tres chefs que habían estado esperando lograr dominar la cocina de Mile veían en silencio, sus ojos como aquellos de un pez muerto.

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“¡Es imposible que podamos hacer algo así!”, gritó uno de los chefs.

“Qué sorpresa”, se hundieron de hombros las otras miembros de Pacto Carmesí.

Fue ahí cuando el más joven de los chefs habló. “Digo, probablemente sea posible replicar las técnicas de cocina con otros métodos. No creo que haya problema con el marinado, pero ella dijo que su mezcla de especias es un secreto, así que no estoy muy seguro…”.

Este chef, al menos, parecía seguro que no era algo imposible, o algo que sólo pudiera lograrse por métodos mágicos.

¡Sí, así deben ser los chefs! Aunque enfrenten dificultades, ¡siguen luchando, decididos! Quizás todavía hay esperanza.

¡Hora de hacerles un pequeño favor con la esperanza de que descubran más platillos gourmet! Pensó Mile.

Ella decidió compartir su secreto, y decirles a los chefs los ingredientes de su polvo de especias. No usaba nada que fuera fácilmente perecedero, así que no debía preocuparse porque eso causara envenenamiento por comida.

“Bueno, miren, para el polvo de especias, es una mezcla de harina de trigo, almidón, sal, ajo en polvo, cebolla en polvo, paprika para el color, levadura, un poco de condimento experimental del tipo aminoácido, polvo de hornear, emulsionante, salsa de soya en polvo (también experimental), dextrosa, azúcar, pimienta negra…”.

Cuando iba a la mitad de su lista, incluso el chef joven puso una cara amarga, y cuando terminó, los tres se encontraban en el suelo, abrazando sus rodillas.

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“Ingredientes que no conozco, ingredientes raros y costosos, y pimienta negra… ¡Sería difícil encontrarla incluso en la mesa de un rey! Es imposible…”.

Después del karaage, Mile hizo helado usando hechizos refrigerantes y de batido, junto con otros varios postres que sería imposible recrear con métodos normales. Usó su magia para derretir azúcar granulada, la rodeo con una barrera mágica llena de minúsculos agujeros, y la giró para crear delgados hilos y así hacer algodón de azúcar.

“Por lo general sólo hay que rotar esto, y es expulsado por la fuerza centrífuga, pero usar ambos tipos de magia al mismo tiempo es molesto, así que esta vez usé pura presión”.

¡(Romperse)!

Mile había roto a los chefs.

Las otras tres miembros de Pacto Carmesí veían, con lastima, al joven chef, cuya cordura parecía haberse caído a pedazos.

Incluso los hombros de Sir Webdel estaban caídos, viendo todos los platillos que sus chefs jamás podrían replicar.

Obviamente, la intención de Mile no había sido atormentar o romper el corazón de nadie, así que después les enseñó unos platillos que podrían replicar sin magia. Después de todo, esto había sido parte de su descripción de trabajo, así que no podía obviarlo por completo.

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Después de terminar de cocinar, y cuando las miembros de Pacto Carmesí estaban tomándose un descanso de los niños, Sir Webdel se les acercó, una mirada triste en su cara.

“¿Cómo pudo ser tan tonto Galadle?”, se preguntó en voz alta. “Si sentía que no tenía otra opción, él debería haberme consultado… aunque supongo que, como dice el dicho, después de la batalla todos somos generales”.

Webdel suspiró, prosiguiendo: “Supongo que creyó que era mejor deshacerse de la familia de un amigo desde una posición segura y no apostar la seguridad de su propia familia y empleados. Cualquiera creería que un comerciante de suministros militares podría ganar mucho dinero con la guerra en el horizonte, pero todos los contratos de bienes han sido monopolizados por compañías grandes, relegando nuestras operaciones medianas a un estatus de subcontratistas. Y cuando son esas mismas compañías medianas las que se vuelven en tu contra sin dudarlo tan pronto como las cosas se ponen difíciles… Aun así, Galadle probablemente estaba bajo presión de los altos mandos. Esa presión debe haberlo hecho sentir como si no hubiera tenido más elección que destruir o absorber la Compañía Worrell”.

De hecho, durante el interrogatorio del día anterior, se le había preguntado a Galadle por qué había pensado en tal artimaña. (En serio, ¿qué otra cosa podrían haber estado investigando aparte de eso?). Obviamente, tanto Sir Webdel como Pacto Carmesí habían estado presentes.

De acuerdo a Galadle, había sido algo así:

Tanto la Compañía Dilabolt, manejada por Galadle, como la Compañía Worrell, manejada por Sir Webdel, comerciaban con la misma variedad de bienes: en su mayoría suministros comestibles fáciles de preservar, sazonadores, y demás comestibles indispensables para la vida diaria. Estos eran los muy conocidos suministros militares, o munición—el tipo de suministros que era transportado a las líneas del frente durante campañas militares.

En la Tierra, en la era presente, “suministros militares” y “municiones” se referían por lo general a cosas como armas, blindaje, y balas, pero en un mundo sin armas de fuego o cañones, estos términos no significaban más que provisiones— cosas como trigo, sal, azúcar, alcohol, dulces, productos sazonados, etc.

Cuando las tropas eran despachadas a otros países, la importancia de estos bienes se alzaba, su escasez y valor volando por los cielos. Por lo tanto, algunas de las más grandes compañías habían empezado a confabular con políticos y la milicia, esperando monopolizar estos tratos para su propio beneficio.

Para ciertas personas, esto tenía sus méritos. Méritos como inmensas ganancias para una porción de los ciudadanos, a cambio de llevar a la gran mayoría a la pobreza y arriesgar el bienestar del país completo. Otros, por otro lado, estaban completamente en contra. Sería una cosa si la necesidad obligara al gobierno a tomar control temporal de una de estas industrias por el bien de los esfuerzos de guerra. Sin embargo, usar la guerra como excusa para controlar un amplio rango de cadenas de suministro por un periodo indeterminado tendría repercusiones negativas en el futuro económico del país, lo cual, como resultado, causaría que las personas sufrieran.

Y por eso, mientras ciertos grandes comerciantes, mentes maestras políticas, y sus subordinados comenzaban a jalar los hilos, otros se esforzaban para hacer notar sus objeciones. A como estaba todo, la compañía de Galadle, Dilabolt, tenía vínculos con la primera facción, mientras que la compañía de Sir Webdel, Worrell, tenía vínculos con la segunda.

Ni siquiera las facciones monopolísticas y controladoras eran injuriadas por todos. La primera facción tenía sus simpatizantes, en particular entre los altos mandos de la milicia y el gobierno nacional. Estas personas no eran traidores. Muchos eran patriotas de cierto modo, luchando por la existencia continua y desarrollo de su nación, junto con la prosperidad de su propia carne y sangre. Y aunque algunos de los más audaces advocados de tales monopolios mercantiles habían sido conocidos por apoderarse de los recursos de la gente común y ganar dinero a sus expensas, había muchos plebeyos que apoyaban esta monopolización de suministros, pensando que sería bueno para el país y para los esfuerzos de guerra.

Dicho eso, parecía que había una pequeña porción de esta facción que cruzó líneas que nadie debería cruzar jamás. No se trató de corporaciones hambrientas de dinero que cometerían cualquier atrocidad para mejorar sus libros de contabilidad, sino de comerciantes medianos, a cargo de distribuir suministros a las líneas del frente. Usando varias maquinaciones, estos comerciantes empezaron a crecer al eliminar a cualquiera que no estuviera de acuerdo con ellos.

Galadle probablemente había sido arrinconado. Era fácil imaginarlo viéndose envuelto en algo fuera de su liga. O quizás, topándose con información que se suponía fuera secreta…


Habría estado en grandes problemas en todo caso.

Si había estado dispuesto a llegar a tales extremos, no debe haber tenido otra opción para protegerse a él, a su familia, y a sus empleados. Sin importar cuánto tiempo hubiera sido amigo

de Sir Webdel, si el bienestar de su familia estaba en juego…

Incluso Sir Webdel aceptaba que, si su esposa e hijos tuvieran cuchillos contra sus gargantas, no sabría si se habría negado a traicionar a Galadle para salvarlos.

“No puedo considerarlo una mala persona. Todos tenemos creencias, lealtades, obligaciones, e incluso personas por quienes daríamos todo. A pesar de todo lo que ocurrió, no puedo olvidar nuestros primeros días—cuando heredamos nuestras compañías de nuestros padres, cuando compartimos preocupaciones y hablamos, y bebimos juntos…”. Sir Webdel fue guardando silencio poco a poco, bajando su cabeza.

Galadle había confesado todo con franqueza durante la interrogación del día anterior. Callarse habría causado más problemas para su familia y empleados a largo plazo, dejándolo sin más opción que contar la verdad. Y sin duda, parecía que toda la culpa había recaído sobre Galadle, dejando a su negocio, familia y empleados ilesos… aunque todavía era muy pronto para saber el veredicto final del gobierno.

Era posible que los detalles de este incidente llegaran a otros niveles y otras personas fueran llevadas ante la justicia, pero en todo caso, eso no tenía nada qué ver con Pacto Carmesí. Al fin y al cabo, no sabían si esto tendría algún impacto en su hogar, el Reino de Tils, y aunque así fuera, no tenían intención de meterse en tales asuntos.

Por ahora, todo lo que podían hacer era rezar para que los hijos de Galadle no tuvieran que enfrentar muchas dificultades en el futuro.

Sir Webdel probablemente estaba esperando que la esposa e hijos de Galadle pudieran quedarse con la Compañía Dilabolt. Como ocurrió con Reina y Pauline, quienes habían perdido a sus padres comerciantes…

Pacto Carmesí, por supuesto, no estaba bajo ninguna obligación de recolectar información. Después de todo, no era parte de su descripción de trabajo. Sin embargo, creían que, si tenían la oportunidad de aprender algo que pudiera ser útil para sus empleadores, lo correcto sería hacer lo que pudieran. Por lo tanto, escucharon en silencio a Sir Webdel hablar.

En realidad, probablemente Sir Webdel no debería estar hablando de estas cosas. Era sólo por consideración hacia su frágil estado emocional que ellas le estaban permitiendo continuar.

Aunque esta no fuera información clasificada de ningún tipo,

¿realmente era buena idea charlar sobre tales temas frente a unas extranjeras? Aunque, él todavía no había compartido nada que se saliera de los límites del sentido común…

Como si leyera las mentes del grupo, Sir Webdel mostró una sonrisa amarga. “Por supuesto, aunque hable de conflictos y una guerra inminente, no creo que haya planes en este momento de invadir otros países”.

“¡¿Qué?!”.

Esto era información muy importante.

¡Y pensar que ellas obtendrían información tan valiosa en un lugar como este! Las miembros de Pacto Carmesí no sabían qué decir.

“S-Si no planean ninguna invasión, ¿eso significa que esto se trata de una guerra civil? ¿Algo así como una batalla por la sucesión del trono, o una usurpación, o un líder regional rebelándose y tratando de independizarse?”.

El Imperio era increíblemente vasto, y las montañas eran tanto altas como extensas. No sería sorpresa que algún conde en las afueras, lejos de la capital, montara una revolución. En territorios como estos, aquellos con títulos como conde podían tener en realidad la influencia de un marques o incluso la de rangos mayores. Por lo tanto, era muy posible que una guerra naciera de esta forma, sin necesidad de otro país interviniendo.

La pregunta de Pauline había sido razonable. Sin embargo… “¡¿Qué—?! Qu-Qu-Qu…”.

Sir Webdel de repente empezó a verse exhausto. Miró rápidamente sus alrededores. Al ver que no había nadie más escuchando, soltó un suspiro de alivio y siseó: “¡No digan esas cosas!”.

Las miembros de Pacto Carmesí se quedaron de piedra por la repentina protesta de Sir Webdel. Después de todo, él había sido el que había sacado el tema en primer lugar. Dicho eso, al pensarlo bien, no sería bueno si alguien se enteraba que él estaba hablando de cosas como guerras por la sucesión con unas extranjeras y con la familia de un criminal presente. De otro modo, significaría arriesgarse a sufrir una tragedia incluso mayor que la ejecución que le aguardaba a Galadle.

¡¡¡Si no querías que habláramos de eso, no debiste haber sacado el tema en primer lugar!!! Pensó Pacto Carmesí para ellas mismas. Sin embargo, dejaron fuera esta objeción puramente por los buenos modales que tendría cualquier señorita respetable, y en su lugar, continuaron la conversación con la esperanza de descubrir algo más.

“¿Y bien, de qué tipo de enemigo estamos hablando?”.

Pacto Carmesí pensaba poder creer en sus palabras. Después de todo, él no parecía tener razones para ocultar la verdad—aparte de, quizás, miedo a que alguien estuviera escuchando en secreto.

“N-No es un secreto ni nada así”, empezó Sir Webdel. “Dicho eso, no lo mencionan muy a menudo, y no es el tipo de información que se esparciría por cuenta propia, ya que no muchas personas lo saben, y muy rara vez surge el tema entre los plebeyos…”.

Y así, comenzó a explicar.

“¿Una guerra contra los demi-humanos?”, gritaron las chicas

al unísono.

Demi-humanos.

Estos, por supuesto, eran la gente bestia y los demonios, quienes, a pesar de compartir una apariencia similar y de tener la habilidad de conversar fácilmente con humanoides— humanos, enanos, y elfos—eran tratados como una especie totalmente distinta. Como resultado, llevaban mucho tiempo siendo sujetos a significativa discriminación, persecución e incluso asesinato. Sin embargo, la mayoría no lo consideraba en esos términos. Para ellos, matar demi-humanos era lo mismo que matar monstruos o bestias salvajes.

Cuando un humano patea a un perro callejero, ¿podría considerarse discriminación? Los activistas de los derechos de los animales probablemente tendrían una o dos cosas qué decir al respecto, pero la gran mayoría de nosotros no usaría esa palabra. Aunque alguien pateara a un perro hasta matarlo, no lo llamarían asesinato

Dicho eso, aunque hubo un tiempo en que los demi- humanos eran cazados, asesinados, y esclavizados con frecuencia, en estos momentos compartían los mismos derechos que los humanoides y se encontraban en relativamente iguales términos. En la mayor parte del mundo, sus relaciones eran un poco tensas, pero en su mayoría eran amigables… siempre y cuando ningún bando dejara que los profundos prejuicios que yacían durmiendo en sus corazones llegaran a la superficie.

“Pero la gente bestia y los demonios viven todos en tribus individuales, ¿verdad?”, preguntó Mile. “No han establecido una nación ni nada así…”.

Sir Webdel asintió. “Como dije antes, no hay planes de invadir otro país. Nuestros enemigos son los demi-humanos asentados en nuestras tierras. Más específicamente, los demonios y gente bestia—al igual que cualquier mestizo o con una cuarta parte de parentesco que opere junto a ellos. Como dijo usted, señorita Mile, estos demi-humanos sólo se congregan en asentamientos de tribus individuales, así que nuestras batallas actuales sólo son contra una pequeña porción de los demi-humanos que se han asentado en colonias dentro de nuestras tierras.. de momento”.

“¿De momento?”, preguntó Pauline.

Mile, quien parecía haber comprendido la situación, respondió. “En otras palabras, ese es el caso por ahora. Pero según cómo resulte esta batalla, podría llevar a un totalitarismo demi-humano, y la guerra podría esparcirse por todo el país—e incluso por todo el continente. Justo como esas Grandes Guerras Demi-Humanas de las que aprendimos en la escuela de preparación…”.

Las Grandes Guerras Demi-Humanas habían llenado el continente, enfrentando a las razas humanoides—humanos, elfos y enanos—contra demonios, gente bestia, y sus aliados, quienes incluían a las hadas y varios otros que presaron sus fuerzas a la causa demi-humana.

Cuando se trató de batallas frente a frente, las fuerzas humanoides lucharon con valentía, pero los demonios y gente bestia tenían abrumadora ventaja en términos de fuerza individual. Además, era imposible que los humanoides pudieran ponerse al nivel de sus oponentes en ataques sorpresa o escaramuzas pequeñas en bosques y montañas— donde los demi-humanos tenían la ventaja de una aguda visión nocturna y una abrumadora fuerza física.

Por lo tanto, los humanoides fueron incapaces de entrar a las montañas o bosques, y no pudieron asegurar su seguridad en planicies sin un vasto número de soldados.

En otras palabras, quedaron atrapados dentro de sus propias ciudadelas. Los granjeros, cazadores, herreros… e incluso los comerciantes.

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Aparte, los intentos de la alianza humanoide de tratar de quemar las fortalezas boscosas demi-humanas habían enojado a los dragones antiguos, quienes se terminaron aliando con los demi-humanos, resultando en la destrucción de varias ciudades humanoides.

En ese punto, fue jaque mate para los humanoides.

A pesar de su ventaja en términos numéricos, los humanoides fueron obligados a conceder un gran compromiso. Los demi-humanos serían aceptados en la sociedad con términos iguales y se reconocería que tenían los mismos derechos que los humanoides. Aunque un poco de enemistad quedó, ambos bandos deseaban evitar más conflictos, lo cual significaba que cualquier acción que pudiera servir para avivar las llamas de la guerra sería castigada con severidad. De esta forma, la actual paz tentativa se mantuvo. Sin embargo, era una falsa paz que podría romperse con el más leve de los vientos…

“¿Soy yo, o este es un gran problema?”. “Creo que es un gran problema…”. “Parece un gran problema”.

“¡Por supuesto que lo es!”.

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