Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 12

Capítulo 88: Una misión en el Imperio

Parte 2

 

 

La líder del grupo estaba confundida.

Por supuesto, no les pasaría nada. Se habían abierto paso hasta rango C, pronto a subir a rango B, y eran cinco. Aunque sustrajeran algunas heridas, serían más que capaces de proteger a sus empleadores, y al menos podrían luchar hasta matar o herir de gravedad a suficientes bandidos para que se retiraran. Seguramente, los bandidos no deseaban ver morir a muchos de sus hombres, así que era poco probable que continuaran luchando hasta el punto de destrucción mutua.

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Dicho eso, en primer lugar, era peculiar que un ataque sucediera aquí, donde había cosas de poco valor, y donde había guardias…

El problema principal aquí era la otra familia de comerciantes y sus guardias. Eran jóvenes, y desconocidas. Esas señoritas, quienes apenas habían subido a rango C por circunstancias especiales (es decir, la magia de almacenamiento de una miembro del grupo), se habían dejado llevar y partieron a un viaje que no podían manejar todavía, aceptando una misión de guardias que debería haber sido relativamente segura para ganar un poco de dinero. Sólo tenían cuatro miembros, probablemente con habilidades modestas. Sin importar lo desaliñados que pudieran verse estos bandidos, ellas no podrían hacer nada contra estos números.

Aun así, sería inapropiado ignorar la misión que habían aceptado y romper los términos de su contrato. No pasaría nada si esto sólo retrasara su promoción a rango B, pero si dejaban de lado sus obligaciones de proteger a su empleador frente al enemigo, probablemente habría consecuencias significativas. No sabían si el gremio de cazadores tomaría las circunstancias extenuantes en cuenta, y podrían incluso recibir un trato peor por parte del gremio de comerciantes. ¿Iban a arriesgar sus futuros por estas extrañas?

Todavía había otra forma de salvar al otro grupo. Sólo debían hacer que se acercaran y unieran fuerzas con ellas. Lo cual significaría tener a sus empleadores detrás…

O, podían rendirse. Era embarazoso que un cazador lo hiciera, pero frente a una abrumadora superioridad enemiga, el derecho del líder para rendirse siempre sería reconocido. Aunque hubiesen sido contratadas como guardias, era absurdo hacerlas luchar hasta la muerte con tal desventaja numérica.


No era como si los otros comerciantes fueran a perder sus vidas. Los bandidos probablemente sólo robarían cosas de valor, y quizás secuestrarían a las chicas. Estaban tan cerca de la capital que los guardias de la ciudad llegarían pronto, y sería imposible que los bandidos, tratando de arrastrar a las chicas a pie, pudieran escapar. Era también posible que simplemente tomaran las cosas de valor y huyeran. Todos estaban viendo lo que ocurría, así que no tenía caso asesinar a los comerciantes y arriesgarse a castigos más fuertes a manos de la ley.

Como líder de grupo, su trabajo era pensar no solo en sí misma, sino en cada miembro del grupo. Ella agonizó, incapaz de tomar la elección que deseaba, aun sabiendo las pocas opciones que tenía.

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“¡V-Vamos a priorizar la misión para la que nos contrataron!

¡Chicas, acérquense a los Dilabolts!”. “¿Qué…?”.

Por un momento, los ojos de las demás cazadoras se abrieron como platos, incrédulas, pero en momentos así las palabras de su líder eran absolutas. No había suficientes vidas para pagar lo que pasaría si se peleaban entre ellas ahora.

Por lo tanto, siguieron las órdenes sin rechistar.

Lo siento…

Aunque ellas deseaban luchar como aliadas, en este momento, no eran más que dos grupos separados trabajando para clientes distintos. Era tonto desde un punto de vista táctico, pero dado su contrato, las palabras del cliente eran sus órdenes. Eran un tipo de orden complicada que incluso el gremio encontraría difícil llamar errónea u horrenda. Además, la elección estaba entre su propio futuro y el de un grupo de extranjeras que jamás habían visto antes.

Quizás estaba equivocada—quizás lo lamentaría por el resto de su vida. Aun así, no podía tomar otra elección. Cargaría con este peso, y lo haría sola. El resto simplemente habría seguido órdenes. Después de todo, ese era su deber como líder…

“¿Eh?”.

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Las cazadoras veteranas se sorprendieron al ver a los bandidos ignorando por completo a los Dilabolts y yendo directo por la Compañía Worrell, protegida por las jóvenes chicas.

Tenía sentido, cuando el enemigo estaba dividido en dos, concentrar toda tu fuerza en el lado más débil y acabar con ellos primero. Sin embargo, por lo general, ¿no debían empezar con algún tipo de demanda amenazadora como “¡Entreguen sus pertenencias!” o “¡Dennos a las chicas!”? En este caso, los bandidos no dijeron nada, y simplemente se dirigieron hacia Pacto Carmesí y sus clientes con armas en mano.

Era como si estuvieran atacando con la intención de causar una masacre… No iban a poder ganar dinero de esa forma. Entonces, ¿por qué…?

Mientras las cazadoras veteranas palidecían, escucharon una voz tranquila, casi alegre.

“¡Bien! ¡Hagámoslo!”.

“¡Muy bien!”.

“¡Firebomb!”.

“¡Flame Rondo!”.

“¡Fire Shot!”.

¡Kaboom!

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¡Bwoom!

¡Fwoooo!

“¡¡¡Gyaaaaaah!!!”.

Watashi Nouryoku Volumen 12 Capitulo 88 Parte 2 Novela Ligera

 

No había problema con usar magia aquí, en la orilla rocosa de un río. Por ello, Reina, Pauline, y Mile habían escogido hechizos de fuego de larga distancia, del tipo en el que por lo general se especializaba Reina. Para cuando los tres hechizos acertaron al mismo tiempo, Mavis ya había cubierto más de la mitad de distancia hasta los hombres. Conforme corría…

“¡Wind Edge!”.

No había forma de que dejara pasar la oportunidad de presumir su habilidad especial en un escenario tan grande como este.

Mile llegó a su lado en un instante, con espada en mano.

“¡Imposible! ¿Las cuatro pueden usar hechizos ofensivos, incluyendo las espadachinas en la vanguardia?”, preguntó una de las cazadoras veteranas, sorprendida. Para cuando terminó de hablar, Mavis y Mie ya habían entrado en combate cuerpo a cuerpo.

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“¡Godspeed Blade!”. “¡Godshock Blade!”.

¡Shunk!

¡Shink!

¡Thwunk!

¡Crack!

Más hechizos del tipo proyectil fueron lanzados por Reina y Pauline.

Veinte segundos después, los veinte bandidos estaban retorciéndose en el suelo a la orilla del río. Alrededor de la mitad estaban cubiertos en quemaduras.

“Imposible… A pesar de que sólo eran bandidos, y no soldados o cazadores, ¡es extraordinario que lucharan contra esos números y salieran ilesas! Y sus oponentes sólo están heridos—nadie está muerto o sin alguna extremidad ni nada así… ¡¿Cuánta diferencia de fuerza hubo?!”. La líder del otro grupo estaba completamente atónita.

***

 

 

“¡Lo logramos! ¡Qué gran botín! ¡No solo nos pagarán por la misión, sino que habrá recompensa por estos bandidos, un bono del gremio de comerciantes, y una comisión por el trabajo forzado para estos sujetos! ¡Qué gran día!”, dijo Pauline, prácticamente embelesada, mientras Mavis sonreía conforme todos los civiles—mujeres incluidas—empezaban a hablar sobre lo galante que se vio. Estaba especialmente feliz de haber podido presumir su genialidad frente a unos niños.

Mile rápidamente empezó a sacar mesas y comida de nuevo, mientras Reina amenazaba a los bandidos.

“Entonces, no sólo atacaron a estos comerciantes, sino a un grupo que incluía niños, aquí, durante una salida familiar divertida, y además atacaron a su contingencia de guardias,

¿eh? Y por si fuera poco, trataron de matarnos sin pensarlo dos veces, sin demandar dinero o tratar de secuestrar a los niños… Cuando terminen de interrogar a su jefe y a todos los involucrados, no me sorprendería que los colgaran. A lo mejor, serán vendidos a las minas, donde pasarán el resto de sus vidas, o serán usados como sujetos humanos para probar hechizos curativos…”.

Todos los bandidos derrotados que todavía estaban conscientes gritaron.

“¡S-S-S-Se equivocan! ¡¡¡No somos bandidos!!!”.

“Eso es lo que diría un bandido”, intervino fríamente Mile conforme terminaba de colocar la mesa, mirando al grupo de niños por el rabillo del ojo.

“¡N-No, no es mentira! ¡Si investigan, lo entenderán! Sólo somos… supongo que podrías llamarnos matones o mafiosos, ¡pero sólo somos sujetos normales!”.

“¡¿Quieres decir que los matones y los mafiosos son ‘gente normal’?!”, Pacto Carmesí gritó como respuesta en perfecta armonía.

“Bueno, supongo que iremos a contactar a los guardias para que vengan por ustedes. Dejaremos que ellos decidan si son o no bandidos… Sin importar cómo se hagan llamar, eso no tiene nada que ver con los resultados de la investigación y sobre si sus acciones serán juzgadas como las de bandidos reales”, dijo Mavis.

Los comerciantes asintieron a esto… excepto por algunos de ellos.

En cuanto a los bandidos, estaban sin palabras, aunque no tenían derecho de estar tan sorprendidos. ¿Cuál pensaron que sería el resultado de cometer acciones criminales?

“N-No, ¡sobre eso—! Sólo estábamos haciendo un trabajo—”.

“¿Así que aceptaron un trabajo sobre atacar a una familia durante un picnic? Eso significaría que no son solo bandidos, sino asesinos en potencia”, contestó Mile.

“Y ahora confesaron que tienen un empleador. ¿Se dan cuenta que cualquier investigación que se haga no va a terminar hasta que den el nombre del empleador y el trabajo para el que fueron contratados? Puede que traigan a sus familias y amigos al interrogatorio también, hasta llegar al fondo de esto…”, agregó Pauline.

“¡¿Qué…?! ¡Nuestras familias no tienen nada que ver! M-Mi hermana menor, se acaba de casar—”.

Reina intervino. “Ese no es problema nuestro. Ustedes fueron los que empezaron, ¿no? Si no quieren causarle problemas a sus amigos y familia, supongo que no les queda de otra que soltar la sopa para dejar en claro que nadie más de sus conocidos está involucrado. Podrían empezar diciéndonos quién es la mente maestra—y sobre por qué los contrataron en primer lugar”.

Con esto, los bandidos empezaron a hablar de inmediato.

“Fuimos contratados por una agencia de empleo en el mercado negro. Así que no tenemos idea de quién es el cliente. Nos dijeron que nos vistiéramos con estos harapos, que actuáramos como bandidos, y que atacáramos a una de estas dos familias que se nos dijo que era el objetivo…”.

“¿Eh?”.

“¡¿Eh?!”.

“¡¿¡¿Eeeehhhh?!?!”.

Hubo un grito de confusión por parte de los comerciantes.

Era obvio cuál de los dos grupos era el “objetivo”. Y parecía relevante que estos “bandidos” habían sido ordenados atacar sólo a un grupo, dejando ileso al otro.

Los grupos reunidos en la orilla del río guardaron silencio conforme todos los ojos caían sobre Sir Galadle, líder de la Compañía Dilabolt—incluyendo aquellos de su esposa e hijos.

“Uh, mm…”.

Si su expresión hubiera sido de falta de palabras o confusión, podría haber tenido espacio para excusarse. Sin embargo, el hecho de que había palidecido y parecía a punto de desmoronarse lo favorecía muy poco. Todo estaba al descubierto. Habría sido una cosa si sólo los Worrells lo estuvieran viendo con sospechas, pero las miradas de horror de su propia familia y sirvientes claramente eran demasiado para él.

Reina lo ignoró todo, girándose de regreso a los bandidos y preguntando: “Díganlo, fuerte y claro, ¿qué fue lo que se les pidió hacer cuando atacaran al grupo?”.

Era demasiado tarde para escapar. Y por ello, esperando alivianar cualquier sentencia que fueran a darles, uno de los bandidos habló con honestidad.

“Se suponía que matáramos a toda la familia del comerciante, excepto por la hija más joven. Nos dijeron que matáramos a los hombres de mayor edad entre los sirvientes y dejáramos ir a las mujeres y hombres jóvenes. Y no debíamos lastimar a las cazadoras que los estarían protegiendo, con excepción de cualquiera que se resistiera”.

El silencio hizo presencia una vez más.

Era un rompecabezas demasiado sencillo el que tenían aquí.

Una joven chica, sola después de perder a su familia por un ataque de bandidos.

Una familia de comerciantes que había sido testigo, con el mismo negocio, y que eran viejos amigos con la familia de la chica.

Un negocio cayéndose a pedazos, sin su presidente y sin todos sus trabajadores veteranos, nada más que con una pequeña chica.

Y, además, un comerciante con varios hijos, de alrededor de la misma edad que la chica.

Las cazadoras que por casualidad habrían estado trabajando durante este ataque podrían dar testimonio de todo.

“………”.

El silencio continuó.

Los miembros de uno de los grupos de comerciantes habían enrojecido en sus rostros, mientras que el otro, palidecido. Un tercer grupo—los bandidos—se encontraban retorciéndose en el suelo, varios de ellos gimiendo.

Y entonces, Mile habló: “¡Bueno, que continúe el picnic!”.

“¡¿¡¿Cómo que continuar?!?!”.

No podía haber otra respuesta.

Los empleadores de Pacto Carmesí enviaron a uno de sus sirvientes a traer a la guardia de la ciudad. El resto de sirvientes ató a los bandidos mientras Reina y Mavis vigilaban, y Pauline curó a los más heridos para evitar que murieran.

Mile regresó los platos que los niños habían dejado limpios a su almacenamiento, colocando carne y vegetales sobre la parrilla para reemplazarlos con nuevos platillos.

Sólo los niños más jóvenes podían seguir comiendo. El más pequeño de todos no parecía entender lo que ocurría, pero los mayores presentían algo y tenían expresiones oscuras. Ellos veían a sus hermanos más jóvenes, mientras lamentaban que esta podría ser la última vez que pudieran pasar tiempo con sus amigos. Hasta que llegaron los guardias…





Era aparente que la esposa e hijos de Galadle no tenían conocimiento de su inescrupuloso plan, así que no habría problemas directos para ellos, al menos. Dicho eso, la compañía era un asunto completamente distinto. Si tenían suerte, los hijos podrían heredarla todavía. De lo contrario, su esposa probablemente tendría que llevarse a sus hijos y regresar a casa de su familia.

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Las otras cazadoras habían dado un giro de 180 grados—en lugar de concentrarse en proteger a su empleador, lo veían de cerca para asegurarse de que no escapara. Puede que él fuera el que les iba a pagar, pero habían sido contratadas como parte de una actividad criminal, así que ese contrato había perdido todo valor. Dicho eso, aun cobrarían su pago y bono por incumplimiento de contrato…

En algún punto, las miembros de Pacto Carmesí notaron que Sir Webdel, su cliente, estaba hablando directamente con Sir Galadle. Mile dejó que los niños mayores se encargaran de cuidar la barbacoa, y comenzó a caminar en la misma dirección, mientras las demás miembros del grupo dejaban la vigilancia de los bandidos a los sirvientes de la Compañía Worrell y se acercaban también.

“¡N-No sé nada de esto! ¡No tengo nada qué ver con esos bandidos!”, gritó Galadle, pálido, pero Sir Webdel simplemente sacudió su cabeza.

“Yo no estaré a cargo de la investigación, así que es inútil hablar conmigo. No voy a escuchar. Por favor dirija todas sus quejas de inocencia a los guardias que lo interrogarán. Simplemente vengo a informarle que nuestra amistad fue disuelta desde el momento en que insistió en que las cazadoras sólo lo protegieran a usted, en lugar de unir fuerzas en batalla, la cual claramente fue una pobre decisión táctica. Este día sí que fue uno desafortunado”, dijo, dando media vuelta y regresando con su familia y trabajadores.

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Galadle no pudo hacer más que hundirse en el suelo.

“Ahora que lo pienso, ¿por qué ese hombre insistió en contratar sólo cazadoras?”, se preguntó Mile. “Digo, escuchamos que era para que las mujeres y niños no se asustaran, pero ahora que lo pienso, me pregunto si habrá habido otra razón…”.

“Bueno”, respondió la líder del otro grupo, “probablemente fue porque nosotras éramos el único grupo veterano completamente femenino de rango C o superior con las manos libres en la capital. Todos los demás eran novatos de rango C, o menor. Galadle ya nos había contratado en ocasiones anteriores, así que eso restringía los grupos que su cliente podía contratar a aquellos con menor experiencia. Habría causado problemas a los planes de Galadle si el grupo de la Compañía Worrell contrataba escoltas más habilidosas. ¿Quién se habría imaginado que un grupo como ustedes aparecería en la capital y tomaría la misión?”.

Otra miembro del grupo habló: “Sólo aceptamos esta misión porque queríamos comer barbacoa junto a unos lindos niños, pero ustedes… ¿Son rango B? ¿O quizás A? ¿Acaso son en secreto mucho mayores, como mitad enanos? Quizás incluso mitad elfo, o— ¡eep!”. La mujer rápidamente se corrigió. “L-Lo siento. ¡Fui muy grosera!”.

Era verdad. Ignorando el tabú de entrometerse en el linaje de otro cazador—si las miembros de Pacto Carmesí eran lo que ella suponía, entonces había sido en extremo grosera frente a sus superiores tanto en edad como en rango. No era de sorprenderse que hubiera palidecido en el acto.

Sin embargo…

“En realidad, somos humanas de pura sangre—y novatas. Sólo hemos sido rango C alrededor de un año. Aunque supongo que ya va siendo hora que dejemos de referirnos a nosotras como novatas…”.

El grupo opuesto las miró en silencio, hasta que…

“¡¡¡Tienen que estar bromeando!!!”.

***

 

 

“…Entonces, en todo caso, completamos nuestro primer viaje real como grupo de rango C, descansamos un tiempo, ¡y ahora estamos en nuestra primera misión luego del descanso!”. Mile terminó su explicación, pero el otro grupo seguía guardando silencio.

Era más que incredulidad. No querían creerlo. Reconocer que era posible que un grupo “novato” de rango C así existiera, sacudiría su fe en el orden natural de las cosas hasta los cimientos.

No querían reconocer este hecho. ¡Simplemente no podían! “Pero aquí estamos, frente a ustedes, como pueden ver…”. Las cazadoras entristecieron, bajando sus cabezas.

“Oh, eso me recuerda, nunca nos presentamos. Mil disculpas. En retrospectiva, fue bastante grosero de nuestra parte. Somos el grupo de rango C Blue Gale. La mayoría dice que pronto seremos de rango B”.

“Nosotras somos Pacto Carmesí, también de rango C. Como Mile explicó, ha pasado alrededor de un año desde que nos promovieron”. Mile ya había dado su nombre durante la explicación pasada, pero como líder de grupo, Mavis bajó su cabeza como saludo oficial y dio su nombre una vez más.

La discusión de los dos grupos continuó hasta que los guardias llegaron desde la capital. Dada su proximidad con las puertas de la ciudad, y el número de personas que iban a ser arrestadas, había bastantes guardias. Sin duda, no sólo había guardias, sino quienes parecían ser cazadores y soldados también.

Mientras los guardias pasaban a aprehender a los bandidos, el resto se acercó a Pacto Carmesí y compañía.

“Soy Orvin, asistente del maestro gremial. Debo disculparme, pues parece que cayeron en una trampa disfrazada como misión. Nos encargaremos del resto, así que pido su paciencia, y espero que no se enojen demasiado por la forma en que se desarrollaron los eventos”.

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Aparentemente, Sir Webdel había llamado no sólo a los guardias, sino al gremio también… Esto probablemente fue de gran ayuda para Blue Gale, quienes recibirían no sólo su pago que ya había sido depositado en el gremio, sino un extra por incumplimiento del contrato. Incluso podrían sacarle una tarifa de disculpa al gremio en sí. Sir Webdel era un comerciante muy prudente, ya que intentaba complacer a un grupo de cazadoras que ni siquiera había contratado.

Pacto Carmesí, por otro lado, estaba bien así. No se habían hecho ilusiones sobre su empleador o la misión para la que habían sido contratadas, y a pesar de que unos asaltantes y su mente maestra habían estado presentes, todo había transcurrido conforme sus deberes como escolta. Por supuesto, probablemente recibirían alguna compensación adicional del gremio. Se habían visto atrapadas en un horrendo crimen, durante una misión que el gremio había negociado, así que sería malo para la reputación de la rama gremial no hacer nada para arreglar las cosas.

Por órdenes de los guardias, los bandidos capturados, Galadle, y sus sirvientes, comenzaron a caminar en dirección a la capital. Aunque los sirvientes no habían sido formalmente capturados, estaban rodeados de guardias, quienes evitarían cualquier intento de escape. La esposa e hijos de Galadle, quienes no parecían haber estado relacionados con el plan, caminaban con más libertad.

Pacto Carmesí—junto a su empleador, sus sirvientes de rango alto, y Blue Gale—iban atrás, para poder dar su testimonio. Mientras tanto, el resto de trabajadores de la Compañía Worrell se quedarían para comenzar a empajar todo.

Los hijos de Webdel veían con tristeza desde lejos cómo sus amigos se volvían más y más distantes. Con suerte, quizás un día se volverían a encontrar en el mundo comercial…

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