Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 1

Capitulo 6: La Batalla De La Fortaleza Zaim

Parte 1

 

 

Después de eso, Mephius y Garbera, que siempre habían sido enemigos mutuos, estaban completamente fuera de sintonía y solo podían mirar a la fortaleza de Zaim ante ellos.

Cuando pasaron alrededor de cinco días después de establecer sus campamentos, la desconfianza en el Príncipe Gil finalmente también aumentó en el campamento Mephiano. Hubo rumores entre ellos de que no podía entrometerse con la causa de Ryucown porque quería atraer los sentimientos de su futura esposa, la princesa Vileena.

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Pero como no había absolutamente ningún desarrollo en el asunto, incluso Vileena se sentía como si estuviera en una cama de clavos.

Hablando de lo que Orba hacía en ese momento, se quedaba en el campamento cada vez que tenía la oportunidad. Aunque nunca dio las órdenes importantes para atacar, deambulaba haciendo extrañas solicitudes por todos lados, y todos en el campamento tenían problemas para lidiar con ellas. Se extendían desde la ubicación de los guardias, hasta el contenido de la cena.

— No debería alejarse demasiado de aquí, su alteza. ¡Nunca se sabe dónde se esconden los soldados de Garbera!

Los soldados Mephianos lo llamaban en voz alta mientras Orba se dirigía hacia las laderas de la zona de las colinas. Eran parte del mismo equipo, así que seguramente no era un milagro que hubiera soldados de Garbera acechando entre ellos.

Luego, galopando cuesta abajo, Gowen susurró al oído de Orba.


— Orba, sé un poco más cuidadoso.

Gowen y el resto, como su guardia personal, estaban siendo observados por los otros soldados con miradas vacías. Esos antiguos esclavos habían sido designados como guardias imperiales por el príncipe en un capricho. Dejando a un lado a los nobles, los gladiadores fueron naturalmente blanco de odio y celos por parte de los engreídos soldados que se jactaban de arriesgar sus vidas sirviendo a Mephius.

— ¿Al otro lado de estos bosques?— despreocupado, Orba preguntó a los aldeanos cercanos que había traído.

Eran Garberanos, por supuesto. Que el que les hablara fuera el príncipe Mephiano, les complicaba las cosas, pero estar rodeados por soldados armados con armas y espadas en este momento, comprensiblemente no los hizo querer intentar oponérsele o engañarlo.


— Ahí fluye un río. El lecho del río es ancho pero, aun así, si los soldados de Lord Ryucown se mueven allí, serían completamente visibles desde este campamento.

Orba se puso de puntillas. De hecho, al principio solo había visto el paisaje habitual de una ribera. Pero ahora se daba cuenta de que, si concentraban a sus soldados allí, probablemente serían detectados de inmediato.

— ¿Cuál es su orden?— Preguntó Gowen, manteniendo un tono respetuoso frente a los soldados—. Básicamente, será casi imposible para nosotros tender una emboscada a las fuerzas de Ryucown aquí.

Si es Ryucown.

Dando su enigmática respuesta, Orba se fue a otro lugar. Mientras pasaba, algunos soldados y oficiales comisionados inclinaban la cabeza, pero a pesar de que saludaban perfectamente en posición vertical, apenas tenían respeto cuando veían al ―Príncipe Gil‖. Incluso escuchó voces que cuchicheaban que preferirían colocar al Príncipe Gil en un confinamiento indulgente y convertir al General Oubary en su comandante, si eso significaba evitar que la victoria se les escapara de las manos.

Dejando que los soldados esperaran detrás, Orba se dirigió a los corrales donde se guardaban los dragones. Los dragones más pequeños utilizados para la guerra estaban todos juntos allí. Entre ellos, pudo ver las formas de los dragones grandes y medianos del grupo Tarkas. Había entrenadores de animales al servicio de los militares, pero en su lugar Orba llamó a Hou Ran, quien se convirtió en un miembro de la Guardia Imperial.

— Orba, ¿terminaste con la máscara?

— Ahh— una sonrisa forzada apareció en su rostro debido a las palabras directas de Ran—. ¿Cómo están los dragones?

— Los niños del ejército siempre están de mal humor. A Casi todos los están drogando. No puedo llegar a un acuerdo con ellos aquí, Orba. Haz algo con esos tipos si has llegado a ser tan importante.

Parecía que Ran también estaba de mal humor. Con ―esos tipos‖, probablemente se refería a los entrenadores de animales.

— Lo entiendo. Pero incluso como príncipe, es imposible hacerlo de inmediato. Por ahora me aseguraré de que los dragones del grupo no reciban más drogas. Me llevan a todos lados, pero si los dragones se irritan, también tendré problemas para ocuparme de ellos.

— Obviamente.

Con respecto al cambio repentino en el medio ambiente, podría haber sido ella quien se había integrado con mayor éxito. Estirando la mano entre los barrotes, acarició los hocicos de los dragones como siempre lo hacía, para sorpresa de los otros entrenadores de animales.

Luego, mientras Orba y los demás miraban el campamento de un lado a otro, tuvieron problemas para moverse al borde del campamento cuando el sol estaba a punto de ponerse. La persona en cuestión era la princesa Vileena del Reino de Garbera. La escotilla del hangar del buque de guerra estaba abierta. Había varias naves de alta velocidad utilizados para exploración alineados en una fila, pero Vileena estaba siendo interceptada por los soldados.

— ¡Déjame ir!— Dijo Vileena, tan valiente como siempre—. ¡Suéltame! ¡Es inútil intentar detenerme!

— Pero, alteza. Es una invitada aquí en Mephius. Además de protegerla, no podemos acompañarla a ningún lado sin recibir órdenes precisas.

— ¡Es por eso que dije que iría sola!— Dijo Vileena, exaltada, cuando sus ojos se encontraron con Orba que se acercaba—. Si quieres tus órdenes, ¿por qué no le preguntas al príncipe por allí?

— Está bien, retrocede— dijo Orba.

Después de que los soldados se retiraron con miradas insatisfechas, él y la princesa eran los únicos en el hangar. Aún con su mano en el asiento de la nave, Vileena le lanzó una fugaz mirada. Las aeronaves mephianas estaban principalmente modeladas en base a los wyverns, pero aparte de eso, apenas había diferencias con los modelos de Garbera.

— ¿Qué estás tratando de hacer?— Preguntó.

— ¿Qué?— La joven princesa levantó una ceja—. ¿Puedo hacerte una pregunta a cambio? ¿Qué quiere hacer, Su Alteza? Es porque no estás haciendo nada, que solo puedo recurrir a la acción.

— ¿Oh? ¿Me estás diciendo que vas a reunirte y derramar sangre con tus compatriotas?

— N-No es eso. Algo como eso…

A punto de enloquecer, Vileena respiró hondo, no queriendo irritarse con sus comentarios.

— Sin la ayuda de Mephius, las fuerzas de Garbera solo serán atravesadas. La sangre ya se ha derramado. No puedo soportar mirarlo.

— Incluso si lanzo el ataque, será inútil. Además, no puedo hacer nada de cualquier manera.

De repente, comenzó a tener una forma de hablar más descuidada Podía mantener un acto frente a otros nobles y generales, pero cuando estaba frente a ella, no era capaz de mantener las apariencias. Esta princesa era demasiado directa, y para él, ocultar su estatus social inconscientemente le daba una extraña sensación de culpa.

— ¿Qué quieres decir?

— Significa que Ryucown es más que consciente de que Mephius irá tras él.

— ¿Así que has establecido una especie de trampa? Pero aun así, ¿por qué manejas todo tan indiferentemente? ¿Qué pasa si tienen miedo y simplemente tiemblan y miran, sin hacer nada?

— Las cosas ya han sido puestas en movimiento. Los hemos rodeado con la ―Princesa Vileena‖ como nuestra abanderada. Estoy seguro de que en este momento las cosas ya han comenzado, incluso podría decir que las cosas pronto llegarán a su fin. Incluso si algo sigue sucediendo, no cambiará la situación actual.

— Eso es…

Al darse cuenta de lo que el príncipe señaló, Vileena bajó la cabeza. Con la puesta de sol al mismo tiempo, había un leve brillo rosado en sus mejillas. Como si una vez más se hubiera tragado todos esos sentimientos, la ira y la desgracia, levantó la cabeza.

— Ciertamente reconozco mis defectos. La verdad es que estaba a punto de reunirme con Ryucown por mi cuenta, aunque incluso no creo que pueda poner fin a esto yo sola. Sin embargo, por esa razón, debes apartarte de mi camino. Si solo pudiera hacerle llegar mi voz cuando hable con Ryucown en persona, ya que ambos nos consideramos Garberanos, debería ser posible abrir sus ojos a otra conclusión. Otra que una muerte honorable en la batalla.

— Pero por encima de eso, si por casualidad te perdemos, es probable que nos desmoronemos por completo. Las manos que acaban de unirse a Garbera se soltarán.

— Tienes toda la razón, lo admitiré— dijo hoscamente Vileena.

Su cara, bonita como flores en el alféizar de una ventana, pronto se distorsionó con el odio y se mordió los labios.

Caray… Orba murmuró en su cabeza. Esta princesa, ciertamente tiene orgullo y dignidad en lo que dice, entonces ¿por qué a veces siento que estoy intercambiando palabras con alguien de un pueblo?

Habiendo ganado la partida, Orba estaba a punto de ahuyentar a la princesa, cuando:

— Por qué estás tan tranquilo no es nada menos que un misterio para mí— dijo—. Mañana, las fuerzas de Ryucown y Garbera pueden enfrentarse de nuevo. Si eso sucede, esos soldados morirán en vano. ¿Eres capaz de llevar los sentimientos de todos esos hombres? ¿No eres tú el que odiaba perder sus vidas por el bien de la nación y su nobleza?

Sin duda había dicho esas palabras solo por ironía, pero apuñalaron el corazón de Orba como dagas. Jadeando por la sorpresa, esta vez fue él quien bajó la cabeza avergonzado.

Ella puede estar en lo cierto…

Orba no había considerado los sentimientos de los soldados con respecto a la batalla actual. Era más importante determinar el resultado de una batalla, que todos los sacrificios hechos. Era como el punto de vista en el juego de ajedrez. Sin embargo,

Ese es el pensamiento de los nobles que más odio.

Y al mismo tiempo.

Pero creo que, en este momento, esto es necesario.

Cuando solo era un chico normal de una aldea rural, cuando lo habían obligado a matar a otros como esclavo, tanto el odio albergado como la intención de matar habían sido reales, pero al mismo tiempo también era cierto que no podría obtener la victoria si quería proteger las vidas de todos y cada uno de los soldados alistados.

Bajo el cielo ardiente, como aceite en llamas, Orba estaba demasiado conmocionado para moverse, su corazón ardía con esa contradicción.

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— ¿Qué te molesta?

Como se mantenía en silencio, y era evidente para cualquier extraño que parecía estar en estado de shock, Vileena frunció ligeramente el ceño y cambió de tono.

— Nada— dijo.

— ¿Pero no has comenzado a verte peor?

Orba abrió distancia, mientras la princesa se acercaba.

— Eso no es todo— dijo—. Princesa, así como es ahora, si las tropas mephianas participan con Garbera, la batalla se volvería más intensa, lo que provocaría una gran cantidad de cadáveres. Todos los miembros del ejército de Ryucown luchan mientras están preparados para morir. Es por eso que tenemos que esperar por un tiempo. De esta manera, estoy pensando en los soldados. Espera… para ver si obtengo una victoria de la manera en que pienso…

El final de su oración pareció esfumarse con la brisa de la tarde y desapareció. Sin darse cuenta, Orba apretaba los puños con tanta fuerza que los músculos de sus brazos se hincharon.

Al día siguiente, la noche del sexto día desde que se estableció el campamento, la Princesa Vileena terminó su comida en su habitación a bordo de la nave. Aunque no era razonable pensarlo, considerando que era un campo de batalla, se sentía completamente inquieta desde el amanecer hasta el anochecer mientras pasaba los días mirando al exterior.

Era de esperar, pero básicamente no tenía a nadie con quien hablar porque no había sido capaz de traer a Theresia con ella. Había pajes Mephianos estacionados en el campamento, pero se mantenían bien lejos de Vileena a menos que fuera realmente necesario.

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Por lo general, Theresia siempre estaba a su lado para encargarse rápidamente de las cosas. Comenzaba la mañana de Vileena tomándose el tiempo de peinar el cabello de la princesa. Theresia siempre estaba molesta porque Vileena no podía ser tan diligente como ella y nunca podía quedarse quieta, pero era una rutina para ellas desde que Vileena era una niña. Ella creía que podía hacerlo sola por una vez, pero el trabajo tomaba mucho tiempo esa mañana y fue puro aburrimiento. Entonces, ahora que lo sabía, todas las mañanas Theresia, que tenía poco tiempo libre, se tomaba la molestia de reunir una gran cantidad de temas para que hablaran.

Aunque estaba en el suelo de su tierra natal Garbera, ahora que Theresia no estaba allí, era la primera vez que tenía una sensación de soledad, independientemente de que lo admitiera o no, como si la hubieran arrojado y dejado sola en tierras extranjeras.

Seis días…

Solo había pasado ese tiempo. Pero se sentía más como seis años, como si cada segundo le cortara. Ayer, las fuerzas de Garbera habían atacado la fortaleza de nuevo y, como siempre, Mephius solo les dio apoyo antipático por medio de bombardeos.

Por supuesto, no solo Garbera estaba insatisfecha, sino que las voces también se elevaron una detrás de otra en el lado Mephiano. Vileena sabía que no solo eran los oficiales, sino también algunos de los soldados comunes los que criticaban al príncipe.

Solo desperdiciando sus fuerzas, a este ritmo, Garbera tendría que renunciar al apoyo de Mephius y solicitar aún más refuerzos de la capital. Si las tropas mephianas se volvieran cada vez más numerosas, Ende probablemente no pensaría en invadir el territorio de Garbera. Habiendo tomado eso en cuenta, esta pareció ser la razón por la cual el bando de Garbera decidió no criticar públicamente a Mephius.

Porque, si eso sucediera, la situación de guerra se volvería más feroz. Como el príncipe había dicho, Ryucown no cedería ante un acercamiento con fuerza bruta. Sin embargo, también hubo soldados que se unieron a él. Y de acuerdo con las palabras de un oficial que tuvo una audiencia en este campamento el día antes de ayer,

— Los familiares de quienes siguen a Ryucown, los que eran demasiado viejos o estaban demasiado enfermos para ir a la fortaleza junto con él, se han suicidado.

O eso había escuchado.

Probablemente no podrían soportar estar en esa situación tan difícil después de haber sido expuestos como una familia traidora, y si se hubieran dejado atrapar, serían encadenados y utilizados como rehenes. Ella se preguntó cuál era realmente la verdad. Pero debido a esto, los soldados que siguieron a Ryucown probablemente también estaban preparados para cualquier cosa. En lo que a ellos respecta, simplemente hizo su vínculo mucho más fuerte. Probablemente continuarían luchando con cada gramo de fuerza hasta que el último de ellos sea derribado por una bala.

Vileena se puso de pie por enésima vez ese día. Caminó a lo largo de la pared de la habitación y miró las cuerdas que conectaban las aeronaves. Caminó varios pasos hacia adelante y luego, otra vez por enésima vez ese día, dio media vuelta.

Mordió su labio inferior. Era un mal hábito de ella que Theresia siempre consideraba señalar.

— Los de la realeza no deben revelar sus verdaderos sentimientos antes que los demás. Cuando todo el mundo la moleste, ría y cuando todos rían, muéstreles una mirada seria. Su alteza, su rostro es la cara de su país.

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Ella sabía lo que quería decir con eso. No podría ser una princesa poco femenina para siempre. Porque, esta vez, sus acciones temerarias podrían influir en el país. Sin más pausa, Vileena volvió a levantarse. Aunque su idea de tener una conversación directa con Ryucown había sido descartada, no podía contar con que ese fuera el caso. Ella decidió reunirse con Gil Mephius una vez más.

Aunque también hay rumores de que no quiere salir del campamento…

Se decía que Mephius, que había supuesto que tendrían una batalla más fácil, quería renunciar a esta batalla infructuosa lo más rápido posible. Y la fuente de estos rumores no provenía de Garbera, sino del campamento Mephiano. Varios soldados habían oído, filtrado por los guardias imperiales, que el temperamental príncipe ya se había cansado de jugar como soldado y quería apresurarse a regresar al palacio.

Vileena, como de costumbre con su rabia encendiéndose como el fuego, había estado a punto de asaltar sobre Gil e interrogarlo sobre el asunto en detalle. Sin embargo, Theresia había comentado anteriormente que aún no podía hacerse una impresión de él, y Vileena tenía los mismos pensamientos. Ella creía que la razón por la que no había dado órdenes de ataque no se debía a que fuera simplemente un cobarde o algo así, sino porque no se dio cuenta ni se preocupó por escuchar las críticas que lo rodeaban.

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Él está pensando en algo.

En la conversación de ayer, Gil hizo un comentario que insinuaba eso. Primero que nada, el problema era él. Al igual que con Ryucown, si ella quería sopesar sus verdaderas intenciones, tendría que acercarse para confirmar lo que estaba pasando dentro de su corazón. Si ella pudiera aprender sobre ese ―algo‖, y si pudieran unir sus ideas en el proceso, sería genial.

Está bien. ¡Lo olvide por completo!

Vileena repentinamente pensó en su propia determinación en este matrimonio. Investiga los asuntos internos de Mephius y manipula al príncipe ―tonto‖. Ella involuntariamente dejó escapar una sonrisa.

Así es, ¡está bien! El príncipe y yo podemos pensar en esto juntos, y si no le gusta, tendré que patearlo hasta que lo haga.

Casualmente, mientras sentía que se estaba ridiculizando a sí misma, llamaron a la puerta justo cuando estaba a punto de ponerse de pie.

— ¿Príncipe Gil?

Sintiéndose atrapada, como si sus verdaderas intenciones hubieran sido expuestas, Vileena pronunció su nombre en el fragor del momento. La puerta se abrió y ella se sonrojó. Parecía que era un paje que venía a recoger su comida. Vileena formó una sonrisa inusualmente rara, mientras sus mejillas estaban rojas por la vergüenza, y le entregó la bandeja ella misma.

Luego, mientras amablemente inclinaba la cabeza, notó que era diferente del paje habitual.

— Princesa…

Al escuchar la tensión en su voz, un mal presentimiento cruzó su corazón.

— Por favor escúcheme con calma, si lo desea— susurró—. Vengo del campamento de Garbera. Pero no es porque simplemente quiera una audiencia…

Fue esa noche.

Un hombre con aspecto descuidado había entrado en la habitación del Príncipe Gil. Él era de su guardia personal, pero, lamentablemente, se había introducido en el campamento de Garbera justo antes de conocer a la importante figura mephiana: el gladiador conocido como Iver.

Rápidamente convocó a Gowen y Shique, y se sorprendieron al ver que Orba llevaba armadura.

— ¿Qué está pasando, Orba?

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— ¿Has escuchado algo de Iver? ¡No me digas que el enemigo no es Ryucown, sino el ejército de Garbera!

Durante estos últimos días, fueron los dos los que más se sorprendieron por las acciones escandalosas de Orba. A pesar de las palabras que dijo a continuación, parecía que llevaba una mirada indiferente.

— Eso es correcto— dijo, y les mostró algo en la mano—. Tienen la intención de atacarnos en una sola operación. Date prisa con los preparativos. Tomaré nuestro regalo y correré hacia él.

Una máscara de hierro, imitando la cara de un tigre, brillaba débilmente bajo las luces de la habitación.

***

 

 

El sol estaba a punto de ponerse.

Un pequeño grupo de personas se acercó al pie de la colina donde Mephius había establecido su campamento. Había una estricta vigilancia en el lugar, por supuesto, pero atravesaron fácilmente la puerta que se había colocado allí. Vinieron como representantes del campamento de Garbera y dijeron que habían programado un consejo de guerra con los Mephianos.

Sin embargo… la hora acordada se suponía que sería una hora más tarde.

Habiendo atravesado la puerta, observaron cuidadosamente su entorno. Y luego, en el momento adecuado, uno de sus miembros prendió fuego a la edificación que guardaba la pólvora cerca del final de la colina.

En un suspiro, la noche de sueño del campamento se hizo trizas. Hubo una explosión rugiente y llamas extendiéndose por todas partes.

Aprovechando la enorme conmoción que seguramente tendría lugar, como después de hurgar en una colmena, el sonido de una estampida llegó desde el lado opuesto de la explosión. Uno de los centinelas, que notó por primera vez que se acercaba la unidad de jinetes dragón de Garbera, murió cuando las garras de un dragón lo atravesaron como si fuera papel.

Casi al mismo tiempo, las puertas de entrada de la fortaleza de Zaim emitieron un sonido chirriante y se abrieron. Un grupo de jinetes dragón de élite, soldados de caballería y aeronaves estallaron con la fuerza de un cañón.

Tenían un solo objetivo: el buque insignia del ejército mephiano, Dhum.

Debido al repentino ataque, Oubary no pudo dar una respuesta adecuada.

— ¡Libera la propulsión de éter hasta la palanca tres de inmediato y asciende! ¡Ordena a los jinetes dragón que protejan el buque insignia!

Tenía la sensación de que enviar un mensajero en una aeronave ya sería demasiado tarde.

Parecía que el príncipe ya se había recluido en su habitación en este momento de emergencia y no saldría. Sin darse cuenta él mismo, Oubary estaba rechinando sus muelas.

— Esos malditos Garberanos.

Golpeó con su puño los controles. Aquellos garberanos traicioneros y la carga del ejército de Ryucown podrían, por supuesto, estar relacionados. La idea de que podrían haber planeado todo esto desde el principio pasó por las mentes de los líderes mephianos. Podrían haber tratado de atraer al ejército Mephiano desde el principio, y organizaron todo el escenario del ejército rebelde de Ryucown.

— Reasigna las formaciones de batalla de inmediato. ¡Comienza a atacar al ejército de Ryucown por delante y a las fuerzas de Garbera en nuestro flanco!

— No podemos, general Oubary.

El comandante dragón alado Rogue expresó de inmediato su desacuerdo. Parecía que se había puesto su armadura apresuradamente, probablemente porque acababa de despertarse, después de haber estado dormido por la noche.

— Si nos mantenemos en posición, solo quedaremos atrapados en un ataque de pinza. Es mejor prepararse de inmediato para retroceder y salir de este campamento.

Oubary había estado a punto de gritarle, pero logró contenerse. Diez años mayor que él, este general había corrido por todo el campo de batalla. Y no esperaban que Oubary, quien era conocido por su enfoque de la fuerza bruta, pudiera enfrentar una situación como esta. Justo como esa vez con la Fortaleza Apta en el sur.

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— ¡Mierda!

Oubary mordió sus delgados labios, en contraste con su aspecto habitual. Este desarrollo poco probable llegó justo cuando pensó que esta sería la oportunidad perfecta para hacerse un nombre. Todo era culpa del príncipe y su enfoque optimista de ―esperemos y veamos‖. Parecía que tendrían que abandonar la fortaleza después de todo. Y si ese fuera el caso, sería casi imposible silenciar a la facción Garberana anti-realeza.

— ¿Todavía no ha salido el príncipe?— Simón vino gritando al puente desde otro corredor.

— Un paje y sus guardias personales están protegiendo la puerta. No permitirán que nadie atente contra la vida del príncipe.

— ¿¡Vino aquí, y esa es su orden!?— Simon gritó involuntariamente frente al soldado. Parecía un hombre que era tan diferente de su yo habitual, y al instante se arrepintió.

— ¿Qué pasa con la Princesa Vileena?

— Sí. Varios de los guardias personales del príncipe la están protegiendo también.

Había sido rápido en preparar todo eso. Mientras sus sospechas sobre el príncipe aumentaban aún más, esto todavía era un estado de emergencia. No importa qué, había otras cosas que necesitaba hacer.

— ¿No has podido contactar a los cuarteles de Garbera?

Más allá, en el puente, podía oír a Fedom gritar hasta el punto en que su voz se volvió ronca.

— Hace un tiempo enviamos una nave, pero aún no ha regresado. Woosh…

En ese momento, un fuerte viento sacudió la nave de dragonstone. Con todo esto, ni siquiera pudieron preparar formaciones de batalla. Una nave de tamaño pequeño necesitaba acumular solo una pequeña cantidad de éter, pero su área de actividad solo cubría unos pocos kilómetros en el mejor de los casos. Necesitaban aumentar la distancia de este lugar lo más rápido posible.

¿Pero será eso lo suficientemente rápido?

Con su fuerza principal ya fuera de la fortaleza, ya no podían responder a su ataque.

La nave, que aún estaba empezando a moverse, estaba siendo blanco de bombas que caían como lluvia. Dos veces, tres veces… y las piernas de Simon continuaron temblando.

Mientras tanto, en la Fortaleza Zaim.

Había un salón en la parte superior de la fortaleza. Rodeado por balcones por los cuatro lados, se podía ver el fuego de la guerra sobre los soldados. Detrás del balcón que daba al área, una sola aeronave estaba guardada fuera de la vista. Tenía la intención de evacuar al comandante si, por casualidad, la fortaleza caía.

Sin embargo, él, un hombre que se mantenía inmóvil y llevaba el color de las llamas lejanas en sus ojos, no tenía intención de usarlo en lo más mínimo. Estaba allí solo porque sus seguidores le habían suplicado que lo preparara a toda costa.

Estaba vestido con armadura y armado con una espada colgada de su espalda. Era alto, y aunque era joven, tenía la clase de grandeza que no permitía que otros se acercaran. No se movió ni una pulgada y se quedó allí parado con una mano sobre su barba recortada, pareciéndose mucho a uno de los héroes de las pinturas que decoraban los corredores del castillo.

Originalmente era un caballero del Reino de Garbera, el general de la Segunda Flota Aérea, Ryucown. Una vez anhelando la fama nacional, el hombre que había recibido el odio y el desdén de Mephius y que era objeto de miedo se quedó mirando los fuegos que mostraban las hazañas de su estrategia.

Fue un ataque sorpresa que había hecho en sincronía con el campamento de Garbera. Haber infiltrado agitadores había dado sus frutos. Según sus últimos informes, el número de generales y sus soldados que habían decidido rebelarse, no más de un centenar, comenzarían un ataque sorpresa en esta noche sin luna. También causaría confusión en los cuarteles de Garbera. Probablemente convencidos de que Mephius estaba rodeado de enemigos, es posible que no puedan acudir rápidamente en su ayuda.

Primero lees las pautas, luego viene la estrategia. Antes de dar un golpe, asegúrate de dar en el blanco. Posiblemente sea el último movimiento que hagas.

Entonces:

— Milord.

Un soldado apareció en el pasillo, juntó los talones y se inclinó. Ryucown todavía tenía el puesto de guardia militar, pero desde que lideró un ejército de mil seguidores, todos comenzaron a llamarlo ―Señor‖. Al final, todos eran camaradas que se habían agachado bajo muchas cuchillas y habían atravesado las lluvias de disparos juntos.

Había muchas personas entre ellos que habían perdido camaradas o miembros de la familia a causa de Mephius. Y, aunque era más probable debido a los talentos de Ryucown, apretaba sus vínculos como el hierro.

— Permítame felicitarlo. Los soldados han regresado de Dhum en este momento.

— ¿Ah, es así?

— Sí. La princesa Vileena también ha sido traída a salvo.

Hubo lágrimas en los ojos del soldado cuando anunció esto en voz alta. Esta era su gran esperanza. Por el momento, los seguidores de Ryucown no eran más que rebeldes, sin importar cuánto más sufrieran por su país o cuán puras fueran sus intenciones. Sin embargo, para anclar su nombre en el futuro, no, para cambiar el curso del futuro de Garbera, necesitaba tener a la Princesa Vileena.

Si solo pudiera conquistarla, podría hacerse cargo del movimiento político a través del linaje real de Garbera. Ella era muy popular y reverenciada como una ídolo, lo que le permitió obtener el apoyo de la nación. Además, Ryucown estaba convencido de que la princesa tenía el espíritu más fuerte entre los miembros de la familia real.

— No ha sido lastimada, ¿verdad?

— No.

— Bien. Tráela adentro.

Muy pronto, guiada por un soldado, Vileena salió al pasillo.

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Su rostro era tan blanco como el papel, pero al menos sus ojos estaban llenos de vida mientras miraba en su dirección.

Su corazón fue golpeado por un sentimiento nostálgico. Se habían conocido hace un año cuando se comprometieron, pero a Ryucown le recordó incluso un momento antes, cuando Vileena aún tenía nueve años.

Al acudir en su ayuda cuando la tomaron como rehén durante la rebelión causada por Bateaux, Ryucown se había infiltrado en el castillo con un grupo de exploración para derrotar a Bateaux. La que los había guiado no había sido otra que la princesa. Aunque todavía era una niña, había demostrado ser ingeniosa, y Ryucown había admirado sus valientes acciones.

Entonces, el héroe que había tomado la cabeza de Bateaux había sido invitado a arrodillarse ante la princesa y recibir un beso en la mejilla.

Habían pasado cuatro o cinco años desde entonces. Naturalmente, su cuerpo había madurado todo este tiempo. Todavía no había perdido su condición de niña, pero dentro de tres años, sería una belleza que probablemente causaría problemas no solo en Garbera o sus países vecinos, sino incluso en el mundo al otro lado del mar.

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