Slayers (NL)

Volumen 3

Epílogo: Posada

“Realmente hay muchos guardias por aquí”, dije, mordisqueando un cordero.

Estábamos en una posada cercana a la ciudad de Saillune, la capital del Santo Reino de Saillune (lo que lo hacía más sagrado estaba más allá de mí).

“Saillune es un lugar bastante tapado, ¿no?”, Le pregunté retóricamente.

“Bueno, si las cosas van bien, llegaremos mañana”, dijo Gourry. Tenía una baqueta en cada mano.

“Muchas gracias por todo”, intervino Sylphiel. Ella sonaba calmada.

“Lo siento por todos los problemas”

“Gourry-sama, gracias por acompañarme todo este camino”, dijo, y luego se giró hacia mí, agregó,
“Lina-san, gracias también”

“Oye, tú también nos ayudaste mucho, recuerda”, dijo Gourry, sonriendo. Bueno, eso era cierto.

Después de que pusimos en orden el incidente de Sairaag, Sylphiel, quien seguramente nos dio la peor paliza mental a cualquiera de nosotros, lo sacudió bastante bien. Por supuesto, ella había llorado y vomitado mucho. Luego viajó con nosotros a la siguiente ciudad y ayudó con las formalidades de que se levantara la recompensa.

Habiendo perdido su hogar, había decidido viajar a la ciudad de Saillune y confiar en los familiares allí. Como el pasaje era peligroso, ella pidió que actuáramos como sus guardaespaldas en el viaje.

No quise aceptar esa invitación, honestamente. He albergado un gran disgusto por el Primer Heredero Real al Trono de Saillune (no lo llames Príncipe, ni siquiera por error) desde que lo conocí.

Para cualquier otra persona, me hubiera negado, pero para Sylphiel …

Lantz se separó en el camino para viajar solo.

“No creo que vaya a vivir mucho tiempo con ustedes”, dijo.

“Sin ofender” Lo entiendo.
Zelgadiss informó que iba a “buscar los medios para volver su cuerpo humano”. Puede haber un método en Saillune para todo lo que sabía, pero cuando lo invité, Zel se negó. Pensó que era una mala idea por alguna razón u otra.

Me pregunto cómo van los dos.

Cuando lo recordé, había una escena del caso Sairaag que sobresalía en mi mente: Flagoon, agitando silenciosamente el viento en el centro del páramo. Y allí, en su base, el hombre sin nombre al que Rezo, el Sacerdote Rojo, le había dado vida y la carga de su retorcida existencia, durmió … con una espada rota y gastada en lugar de una lápida.

-FIN DEL VOLÚMEN 3-