Slayers (NL)

Volumen 2

Capitulo 5: ¡Problemón! La Batalla Final

Parte 1

 

 

“Bueno, supongo que ha sido una noche bastante misteriosa.”

Normalmente habría hecho un comentario mucho más ingenioso que ese, pero seré honesta contigo: en ese momento estaba completamente confundida. Incluso teniendo en cuenta todos los lugares en los que he estado en mi vida, y todas las cosas que he visto, me estaba costando bastante adivinar qué estaba ocurriendo de verdad.

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¡Por si solo el duelo a muerte entre Rod y Gourry había sido lo bastante intenso como para que necesitase un momento para procesarlo! Encima hay que añadir que, de alguna manera, conseguí llevar a Lantz al sanador mágico más cercano para que tratasen sus heridas, y al volver tuve que encargarme del brazo de Gourry. Cuando me encargué de todo, decidimos regresar a la mansión de Tarim una vez más.

Mientras caminábamos de habitación en habitación buscando pistas, repasé lo que sabíamos… o lo que pensábamos que sabíamos.

Mi teoría de que Tarim había sido el que estaba detrás de todo ya no era muy sólida. Seguía repitiendo en mi cabeza las palabras de Rod una y otra vez: ‘He cambiado de jefe para poder enfrentarme a ti. Ahora trabajo para Halcyform’. No tenía ningún sentido.

Y ahora la última pieza del puzle se haya ante nosotros…

– ¿Qué crees que significa esto, Lina? – Preguntó Gourry señalando con la mano.

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Negué con la cabeza. Estábamos ante el cadáver de un hombre rollizo amortajado con una túnica púrpura, desplomado sobre los muebles rotos esparcidos por la habitación. Seguramente era Tarim el Púrpura. ¡Y digo ‘seguramente’ porque los cadáveres son Difíciles de identificar cuando no tienen cabeza!

– ¿Qué significa esto? ¿Qué puñetas está pasando aquí? – Repitió Gourry.





– No lo sé. – Podía repetirme la pregunta todas las veces que quisiera, pero mi respuesta no iba a cambiar. No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Sólo podía especular.

Y eso es lo que hice. Mientras dejábamos la mansión de Tarim en dirección a la residencia de Halcyform, me puse a considerar las posibilidades. Halcyform podría haber sido quien enviase los asesinos a por Tarim después de que nosotros entrásemos en escena.

Aunque el cadáver sin cabeza podría ser un doble, y Tarim podría seguir vivo. Rod podría haber mencionado el nombre de Halcyform para engañarnos… y la lista de posibilidades seguía y seguía. No tenía pruebas que apoyasen ninguna de ellas.

– ¿Cuál es tu plan para cuando lleguemos a casa de Halcyform? – Preguntó Gourry.

– No lo sé. – Respondí, encogiéndome de hombros.

– ¡¿No lo sabes?! – Preguntó, incrédulo.

– No, no lo sé, ¿vale? No sé ni entiendo la mayor parte de lo que está ocurriendo. Puede que no entienda nada de lo que ocurre, la verdad, pero ya sólo podemos buscar respuestas en casa de Halcyform. – Expliqué.

– Pues no tiene mucha pinta de plan. – Dijo Gourry, suspirando.

– Puede que no, pero tenemos que llegar al fondo de esto. – Declaré. Tras una breve pausa continué –. Creo que es mejor si nos colamos sin ser vistos. ¿Te parece eso un plan?

– ¿Desde cuándo somos de los que se cuelan? – Preguntó, sorprendido.

Me di en la frente con la palma de la mano, aunque tendría que haberle dado a él.

– Mira, si lo que dijo Rod es verdad, y Halcyform es quien envió a esos asesinos, no sería buena idea entrar tan tranquilamente y ponernos en plan ‘entonces, señor Halcyform, ¿es usted quién ha estado detrás de todas esas mutaciones todo el tiempo? No se preocupe, puede confiar en nosotros’. ¿O te parece buena idea?

– Probablemente no.

“¡¿Probablemente?!”

Decidí no continuar con la conversación. Hablar con Gourry me estaba agotando y, además, acabábamos de llegar a nuestro destino.

No había guardias en la entrada así que rodeamos el edificio buscando por donde colarnos. El jardín estaba en perfecto estado de revista, y las aves nocturnas canturreaban en voz baja.

– ¿Qué tal por aquí? – Pregunté, señalando una ventana que daba al sótano. No era muy grande, pero lo bastante para que yo entrase por ella. Gourry, por otro lado, no iba a caber.

– Voy a entrar. – Dije –. Volveré en seguida, así que espera aquí como un buen chico, ¿vale? – Me sentía algo coqueta en ese momento, así que añadí un guiño.

– ¡E-espera un momento! – Exclamó Gourry –. ¿Vas a entrar sola?

– ¿Cuál es el problema? ¿Te da miedo de quedarte solo cinco minutos en el jardín?

– ¡No es eso! Es que creo que no deberías entrar sola… – La voz le falló al final
de la frase, como si se sintiera avergonzado.

– No pasa nada. Te prometo que no voy a lanzar un Drag Slave ni nada por el estilo. – Dije mientras me frotaba las manos suavemente, intentando parecer amenazadora.

– No es lo que quería decir, es que… – dijo en un murmullo.

“Oye, no querrá decir que…”

– ¿Estás preocupado por mí? – Pregunté, riéndome. Él giró la cabeza hacia un lado y se puso a rascarse la nariz.

– ¿Está mal que me preocupe?

– ¿Te has enamorado de mí? – Pregunté con la cara muy seria, y se puso muy nervioso.

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“Jijijiji.”

– ¡¿Enamorado?! Soy tu guardián… ¡pues claro que estoy preocupado!

¿Alguna vez has oído a alguien intentar gritar y susurrar a la vez? Pues así sonaba Gourry en ese momento.

– Puedes decir lo que quieras, pero tienes escrita la palabra ‘amor’ por toda la
cara…

– ¡Oye! ¡Corta ya, ¿quieres?! – Dijo, zanjando el asunto –. Sólo creo que no es
buena idea que entres sola.

– Bueno, yo quepo por esa ventana, y tú no. – Expliqué. Es difícil discutir lo que es obvio.

– No es cierto. – Dijo Gourry mientras desenvainaba la espada. Un flash plateado brilló en la oscuridad.

¡Cling!

Envainó de nuevo la espada antes de que me diese cuenta de lo que había hecho.

– ¿Qué has hecho? – Pregunté. Él sonrió, cogió el marco de la ventana con las dos manos y tiró de él ligeramente. Con un leve sonido, tanto el marco como el cristal se separaron de la pared. Había cortado la ventana entera.

– Huh.

¿Qué podía decir? No sólo había cortado el marco separándolo de la pared, sino que además lo había hecho sin que se rompiese el cristal, y sin que se cayese hacia el sótano. Encima casi no había hecho ningún cuido. Ese nivel de habilidad es comparable al de los verdugos que dicen que pueden cortar la cabeza de sus víctimas de un solo golpe, y la mayoría de ellos mienten así que…

Aunque, ahora que lo pienso… no me parece un buen ejemplo.

– ¿Crees que deberíamos dejar nuestras armaduras aquí? – Dijo mientras soltaba una risilla. Yo intenté no parecer impresionada mientras gateaba por la ventana.

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Estaba oscuro en el interior, excepto por algo de luz de la luna aquí y allá. Nos detuvimos un momento para dejar que nuestros ojos se acostumbrasen a la oscuridad, porque si lanzaba un hechizo Lighting podrían localizarnos con facilidad. Aunque la mayoría de la gente estaría en un sueño profundo a esas horas, Halcyform había demostrado no ser precisamente como la mayoría. Y si había enviado a Rod a casa de Tarim, el hecho de que no hubiese regresado significaba que Halcyform no estaría durmiendo tan tranquilamente.

Continuamos caminando en silencio porque… bueno, no hay mucho de lo que hablar cuando no puedes ver nada. Cuando nuestros ojos empezaron a acostumbrarse surgieron frases del tipo ‘eso es una mesa, ¿verdad?’ o ‘creo que esos son cajones’. Una conversación de lo más estimulante, ¿a que sí?

– Vaya mierda. – Me quejé –. No puedo ver nada. ¿Y tú, Gourry? Tú tienes buena vista, ¿ves algo extraño?

– ¿No lo ves? – Preguntó con cierta preocupación en la voz –. Hay un montón de cosas con pinta de mágicas por todas partes, pero no creo que cuenten como ‘algo extraño’.

Forzando la vista y mirando a mi alrededor pude ver varios objetos o muebles alineados en un fila, que proyectaban sombras contra la pared.

“¿Eh?”

Incluso en la oscuridad, esas sombras parecían… extrañas. Me acerqué a ellas con cuidado. En cualquier otro lugar no les habría hecho caso, pero allí… cualquier detalle merecía ser investigado. Al acercarme vi que un enorme tapiz cubría la pared, probablemente el culpable de que las sombras pareciesen extrañas, casi ondulantes. Había una mesa delante del tapiz, pero no había nada encima. De hecho, cuanto más miraba, más ordenado parecía todo. Alguien se había tomado muchas molestias para desviar la atención de esa pared.

Tan silenciosamente como pude, moví la mesa hacia un lado y descolgué el tapiz. Palpando suavemente con las yemas de los dedos, exploré las piedras que formaban la pared, buscando algo similar a una puerta o trampilla.

“¡Premio!”
¿Soy buena o qué? (No respondas.)


Vale, ya sé lo que estás pensando: pues claro que había una puerta secreta. Al fin y al cabo era la casa de un hechicero, y esas casas suelen tener, al menos, una cámara secreta. Y donde hay una cámara secreta, tiene que haber una puerta igual de secreta.
Pues bien, ¿alguna vez te has preguntado el por qué? La razón de tanto secretismo, teniendo en cuenta que la mayoría de los hechiceros suelen obedecer las leyes.

Bueno, me alegro de que lo preguntes. La respuesta es simple: la investigación. Los hechiceros siempre están investigando e innovando. Tarim investigaba la lingüística (porque le gustaba oírse a si mismo hablar, en mi opinión), mientras que Halcyform estaba investigando… um… algo relacionado con la vida. Da igual, no importa qué tipo de investigación esté haciendo un hechicero, siempre hay alguien que intentará robársela y quedarse con el mérito. ¡Es verdad! Sé que puede ser una revelación un poco chocante, pero hay hechiceros que roban a otros hechiceros. (Por no mencionar a algún malvado genérico que roba la investigación de un hechicero para vendérsela a otro, o para usarla para sus propios fines malignos.)

El caso es que los hechiceros se toman muy en serio el construir habitaciones secretas que no aparecen en ningún plano y que puedan ser utilizadas como laboratorios para proteger sus investigaciones contra los ladrones. La habitación tras la puerta que acababa de encontrar bien podría ser uno de esos laboratorios. Pero no había manera de saberlo sin echar un vistazo dentro.

– ¡Gourry! ¡Por aquí! – Exclamé susurrando con fuerza.

Él acudió caminando como si estuviera tan pancho caminando por mitad de la calle principal. Su vista le permitía moverse con naturalidad, incluso en mitad de aquella oscuridad.

– Parece que hemos encontrado una puerta secreta. Seguramente hay algún tipo de pestillo en alguna parte, pero no voy a poder encontrarlo en la oscuridad. No quiero causar demasiados daños pero…

– ¡Espera un momento! – Interrumpió Gourry.

– ¡Sssh! ¡Baja la voz! – Le recordé.

– ¡Lo siento! Pero, ¿estás segura, Lina? No sabemos seguro si fue Halcyform quien envió a Rod a por Tarim.

– Quizás no, pero hemos venido a averiguarlo, y esta habitación es muy sospechosa. Si nos esquivamos ya nos disculparemos más tarde. Estoy segura de que Halcyform lo entenderá.

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– Eso espero…

– ¡Además! Ya hemos llegado muy lejos. ¡Tenemos que continuar si queremos llegar al fondo de todo este asunto!

– Sí, vale, supongo que tienes razón. – Dijo suspirando mientras preparaba la espada –. Yo me encargo.


– Ah, espera un momento. – Dije, deteniéndole un instante para lanzar un hechizo a su alrededor. Elegí una barrera de viento, similar al Ray Wing, pero más poderosa. Esa barrera evita que los sonidos que se producen en su interior se puedan escuchar desde fuera. Podrías tirar al suelo una estantería llena de porcelana, que nadie escucharía el más mínimo ruido desde fuera.

– Vale, adelante. – Dije cuando terminé.

La espada de Gourry resplandeció, y un instante después el bloque de pared que había cortado cayó hacia dentro.

¡KA-THUD!

El ruido fue tremendo, pero yo tenía confianza en mi barrera de viento. Además, estábamos en el sótano. A no ser que hubiese alguien justo al otro lado, nadie se iba a enterar.

– Oh, sí… – Gourry y yo exclamamos sendas muestras de admiración antes de pasar por la improvisada entrada.

Lo más extraño acerca del pasillo por el que estábamos caminando no era su longitud (aunque era bastante largo), si sus muchos giros y curvas (aunque también había muchas). No, lo más extraño del pasillo era que la piedra de la que estaba hecho parecía brillar. Por un momento consideré la idea de que estuviera viva, o al menos cubierta de algún tipo de… mmm… forma de vida vegetal que brillaba. Pero cuando me paré a investigarlo, me di cuenta de que la superficie parecía ser roca normal y corriente.

¿A lo mejor hay un tipo de roca que brilla de forma natural? ¿O la habían embadurnado con algo especial? Daba igual. Mientras avanzábamos por el pasillo intentamos silenciar nuestras pisadas. Existían muchas posibilidades de que encontrásemos a Halcyform allí.

Seguimos caminando durante una hora más o menos. Al fin, tras unos cuantos giros, el pasillo terminó. Y allí, menos mal, había una puerta. No estaba cerrada con llave, y yo podía sentir una presencia al otro lado.

– Voy a abrirla. – Dijo Gourry mientras su mano tocaba el picaporte y empujaba para abrirla. Yo simplemente asentí en silencio.

– ¡Qué…! – Los dos nos quedamos allí de pie, en shock.

Era una habitación enorme… no, gigantesca… Ya sé que te dije que la habitación de Daymia era grande, pero esta superaba en mucho la que contenía aquella barrera mágica. Créeme. Esta habitación era ultra-gigante. En su interior había fila tras fila de tanques de cristal que llegaban hasta el techo.

Pero eso no fue lo que nos sorprendió… lo que nos dejó en shock es lo que había… en su interior.

– ¿Q-qué puñetas están haciendo aquí? – Preguntó Gourry en voz alta.

– Ni idea. – Respondí, acostumbrándome a que no tenía respuestas para nada.


Dentro de uno de los tanques de la fila inferior había un lobo, cubierto de escamas y con una cantidad innumerable de púas creciéndole por todo el cuerpo. Por encima había varias filas con gigantes, todos calvos y con la misma cara. Dormían pacíficamente, acurrucados en el Agua de la Vida… el extraño mejunje que contiene los ingredientes esenciales para las funciones biológicas. Eran las mismas criaturas que asaltaron la mansión de Tarim bajo las órdenes de Seigram.

Miramos hacia el centro de la habitación donde filas de tanques se superponían unos a otros. Era como un bazar de quimeras: serpientes venenosas con alas, peces carnívoros con patas de insecto, híbridos de dragón y trol, y un montón de combinaciones más, a cada cual más rara. Los monstruos de la parte central eran tan horripilantes que hacían que los lobos con púas y los gigantes homúnculos parecieran hasta normales. No tenían nada en común, salvo que todos parecían diseñados para el combate.

Lo que nos llevaba a otra pregunta.

“¿Quién los diseñó?”

Tenía que haber sido el propio Halcyform. No se me ocurría como alguien más podría haberlos transportado hasta allí. Eso significaba que Halcyform era el que había enviado a esas criaturas a la residencia de Tarim. Pero… ¿cómo? Todo se estaba complicando más y más.

– Vaya, si es la joven señorita, ¿verdad?

“¿Qué puñetas?”

Me giré rápidamente para buscar a quien acababa de hablar, pero no vi a nadie.

– ¿Qué hacéis en un sitio como este?

“¿De dónde viene esa voz? Suena como… pero no puede ser…”

Había oído antes esa voz. Y la había reconocido, pero no era posible. Entonces… le encontré.

Hay un par de formas diferentes en las que podría describir lo que ocurrió a continuación. Pero lo que seguro que no ocurrió es que me… desmayase. Tampoco me sentí mareada ni que me fallasen las fuerzas. Simplemente decidí que era un momento perfecto para sentarme. Inmediatamente. En el suelo.

– ¿Qué te ocurre, Lina? – Gourry empezó a buscar el motivo por el que había decidido sentarme un rato.

Era la cabeza de Tarim el Púrpura, y aún estaba vivo.

– Supongo que la impresión era inevitable. – Dijo la cabeza. Estaba dentro de un tanque lleno de líquido del tamaño de un acuario de peces de colores. El Agua de la Vida entraba y salía del tanque a través de una serie de largos tubos interconectados.

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– ¿Q…? ¡¿Q…?! – Aún en el suelo, era incapaz de decir nada. Me había quedado sin palabras. Por algún motivo la cabeza hacía el mismo guiño torpe que Tarim cuando aún la tenía pegada al cuerpo.

– No, no te has vuelto loca. Aunque mi forma haya sido alterada, soy Tarim el Púrpura, sin lugar a dudas.

– ¡P…! ¡P…! – Gourry tampoco conseguía decir nada.

– Ah, sí, ya veo. Imagino que quieres preguntar ‘Pero, ¿qué te ha pasado?’ – Dijo Tarim –. Os preguntáis cómo he llegado a esta situación.

Gourry asintió con fuerza. Tres veces.

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