Wortenia Senki (NL)

Volumen 12

Capítulo 2: Kikoku

Parte 2

Ryoma sacó suavemente la espada de su vaina y le susurró a la hoja desafilada. En el momento en que lo hizo, Ryoma pensó que podía escuchar un chillido en el viento, como el demente lamento de un demonio.

Ya veo. Así que tú…

Esta fue la primera conversación verdadera de Ryoma con Kikoku.

***

La ciudad de Sirius fue construida dentro de un área boscosa en el interior de la península de Wortenia. Los caminos de losa que se extendían entre los edificios de piedra eran verdaderamente una vista asombrosa.

“Así que esta es su ciudad. No, no es solo una ciudad…”

El conde Zeleph suspiró admirado mientras miraba por la ventana de su habitación en la posada. Había caminado por sus calles esta tarde, acompañado por un vigía.

Sirius no estaba ni cerca del tamaño de capitales como O’ltormea o Pireas. Su población tampoco era impresionante. Si esas capitales tenían medio millón de personas cada una, Sirius ni siquiera componía una décima parte de eso. Sin embargo, para el territorio de un barón, tenía una población bastante grande.

Rhoadseria tenía más de cien barones, y sus territorios eran en su mayoría aldeas con unos pocos cientos de plebeyos. Sólo un puñado de barones tenían ciudades desarrolladas lo suficiente para tener una población de miles. Y una vez que la población alcanzó cinco cifras, ya no era una aldea o un pueblo.

Era una ciudad. Muchas de las ciudades de Rhoadseria estaban más pobladas que Sirius, como la capital o Heraklion, la ciudad más grande de la ciudadela en el sur de Rhoadseria. También estaba la fortaleza del conde Salzberg, Epirus. Hay ciudades más grandes que Sirius, pero considerando lo que hay en esta ciudad…

La península de Wortenia era originalmente una franja de tierra sin población real. Era una tierra infestada y plagada de monstruos peligrosos, y las únicas personas que se aventuraron allí eran criminales exiliados y sus familias.

La casa real rhoadseriana la mantuvo bajo su control directo, pero la habían descuidado y la habían dejado sin desarrollar desde la fundación del país. Que una ciudad como Sirius existiera en la península era inusual en sí misma.

¿Quién es él? ¿Qué está pensando?

Habían pasado varias semanas desde el atentado contra la vida del Conde Zeleph, y desde entonces luchaba todos los días con sus dudas sobre Ryoma. La reunión que tuvieron el otro día sólo reforzó esas dudas.

Era bueno que un noble construyera su territorio, convirtiendo aldeas en pueblos y pueblos en ciudades. También hizo que la vida de las personas fuera más segura y próspera. Así debería ser.

Era el deber de un noble supervisar el crecimiento de su tierra, al igual que un padre que ve madurar a su hijo. En ese sentido, Sirius era típico. Al menos, fue un testimonio de la destreza política de Ryoma Mikoshiba. Nadie se lo reprocharía.

Sin embargo, sólo habían pasado un par de años desde que Ryoma fue puesto a cargo de la península. Y durante este último año, tuvo que abandonar su territorio durante aproximadamente un año debido a la guerra en Xarooda.

Ni siquiera el conde Bergstone, que fue elogiado por su habilidad en asuntos internos, habría sido capaz de desarrollar la península de Wortenia hasta tal punto en un período de tiempo tan corto. Además de eso, Ryoma era considerado igual a Helena, la legendaria Diosa de la Guerra del Marfil de Rhoadseria, en asuntos militares.

Realmente es un monstruo.

Al conde Zeleph no le desagradaba Ryoma. Durante la guerra civil anterior, Ryoma había guiado al Conde Bergstone de vuelta a la vanguardia del mundo político, lo que había ayudado al Conde Zeleph a mejorar su propia posición también. Estaba agradecido por eso.

Ryoma era un plebeyo y no estaba familiarizado con la etiqueta del palacio, lo que era un problema, pero el conde Zeleph prefería su actitud franca a los nobles que insistían en el decoro. Su actitud no era más que una fachada.

Pero aunque al conde Zeleph le gustaba Ryoma, no podía evitar temer a esta ciudad. Y después de enterarse de la trama detrás de la rebelión plebeya actual, ni siquiera un zorro astuto como Zeleph podría mantener su compostura.

No puedo creer que fueron sus hombres los que dispararon a ese noble tonto muerto. ¿Quién habría adivinado que todo fue obra del Lord Ryoma?

El momento en que estalló la rebelión fue algo que había desconcertado al Conde Zeleph. Pero una vez que se enteró del truco detrás de ella, todo parecía simple. Un tercero había desencadenado la rebelión, pero otro cerebro lo había planeado. Un único factor incierto se añadió a la ecuación, y había cambiado el resultado por completo.

Se podría decir fácilmente que Ryoma Mikoshiba desencadenó la rebelión.

El plan de Ryoma incluía al Conde Zeleph reuniendo pruebas de la corrupción de los otros nobles y al Conde Bergstone dando la espalda a la Reina Lupis.

Pero otro grupo desconocido se había organizado y puesto en marcha la rebelión. Ryoma era el fósforo perfecto para encender el barril de pólvora que habían instalado.

Si todo lo que dice Lord Ryoma es cierto, entonces no puedo culparlo.

El conde Zeleph estaba disgustado por haber sido usado, pero uno tenía que tomar la iniciativa para sobrevivir en este mundo.

Considerando esto, las acciones de Ryoma no estaban equivocadas. Pero eso plantea la pregunta… ¿Hay realmente un grupo manipulando el continente desde las sombras, como dice Ryoma?

Ryoma había hablado de un grupo que influyó en todo el continente. Si tal grupo realmente existiera, respondería bastantes preguntas.

Pero admitir eso significaba reconocer la existencia de una red que excedía el alcance de múltiples naciones.

Ryoma dijo que lo había oído de Julianus I, rey de Xarooda.

El rey mediocre de Xarooda afirmó que una misteriosa organización manipuló todo el continente desde detrás de las escenas.

Honestamente sonaba descabellado. Pero Zeleph estaba familiarizado con fingir ser mediocre y ocultar su verdadera fuerza del mundo. No podía negar que Julianus podría estar haciendo lo mismo.

No importa. Dada la situación en la que estamos ahora, no hay nada más que hacer.

No se podía deshacer el hecho de que una rebelión plebeya había estallado, y la decisión del conde Bergstone ya no podía ser revocada.

“Veamos qué puede hacer por ahora,” se susurró el Conde Zeleph mientras sacaba una botella de alcohol de un estante en la pared. Vertió el líquido de color ámbar en un vaso y tomó un trago.

***

Ese día, un hombre apareció en la fortaleza en la frontera entre los territorios del Barón Mikoshiba y el Conde Salzberg.

“Así que finalmente lo logramos.”

Mirando a los soldados vestidos de negro alineados debajo de él, Ryoma asintió con satisfacción. Habían pasado unos años desde que la diosa del destino lo trajo, un estudiante de secundaria común, a este mundo. Llegar a este momento había requerido mucha sangre y esfuerzo.

Había fuerza en los números. Esto era cierto tanto en el mundo natal de Ryoma como en éste. Y ahora, Ryoma exhibiría su fuerza para que el mundo lo viera. Era una fuerza que había mantenido en secreto durante años.

Aun así, Ryoma no pudo evitar sentirse un poco ansioso.

Una vez que comience esto, no habrá vuelta atrás. Así que no importa qué, tengo que ganar esto.

Ryoma sabía que otros lo habían rechazado. Para los nobles, no era más que un plebeyo que había tropezado con el éxito. Los caballeros lo envidiaban por sus logros militares y su noble título.

Muy pocas personas podían mirar más allá de todo eso y tratar a Ryoma como un aliado. La mayoría de Rhoadseria lo veía como un hereje. Y la sociedad odiaba y expulsaba a los herejes, sin importar el mundo que pudiera ser.

La razón por la que nada de esto había logrado detener a Ryoma era porque sabía esconder su poder y permanecer tan discreto como podía.

Estará bien. Ya hablé con Helena. Y todavía estamos hablando con esa mujer, pero según cómo vayan las cosas con su padre, es solo cuestión de tiempo hasta que se rompa. Todo va según el plan, así que todo lo que queda es…

Él mismo había formado este ejército, y estaba seguro de su poder. Pero con la excepción del pequeño grupo que había llevado con él a Xarooda, la mayoría de ellos carecían de experiencia de combate real. Habían cazado continuamente a los monstruos que infestaban Wortenia. Podían igualar a caballeros de rango medio de cualquiera

de los países circundantes, si no superarlos. Eran hábiles por derecho propio. Pero luchar contra monstruos no era lo mismo que luchar contra otra persona.

No se garantizaba que la persona más fuerte ganara. La sed de sangre podría atrapar a la gente, y el anhelo de vivir podría llevar a la gente a realizar hazañas asombrosas. Y una batalla en la que esas emociones se mezclaban y chocaban tenía sus propias condiciones únicas.

“Estará bien,” le aseguró Laura mientras agarraba los dedos de Ryoma con la mano. “Tendremos éxito.”

Ryoma tenía nervios de acero, pero su futuro dependía de esta batalla. Era difícil permanecer compuesto en un momento como este. No solo estaba en riesgo el futuro de Ryoma.

Una voz detrás de Ryoma dijo de repente: “Finalmente estás dando tu primer paso para hacer realidad tus ambiciones, Sir Mikoshiba.”

Ryoma se sorprendió al oír a esta persona en un lugar como este. Se giró y sonrió torpemente.

“No me asustes así, Nelcius.”

El elfo de pelo plateado sonrió y se encogió de hombros. “Mis disculpas. Nuestro estilo de vida implica la caza, y hemos desarrollado un mal hábito de enmascarar nuestras presencias, ya ves.” Varias figuras encapuchadas estaban detrás de él como guardias.

“Gracias por venir a despedirnos hoy,” dijo Ryoma.

La posición de Nelcius dentro del régimen de Ryoma era todavía algo confusa. A menudo visitaba la finca de Ryoma en Sirius, y frecuentemente asistía a reuniones importantes. Pero aún no era vasallo de la baronía Mikoshiba. En el mejor de los casos era un aliado casual.

“Oh vamos. Eres un socio comercial importante para nosotros, Sir Mikoshiba. No hay mucho que podamos hacer para ayudarlos, pero ofreceremos la poca ayuda que podamos.”

Nelcius metió la mano en su bolsillo y sacó un cigarrillo. Lo enrolló con sus dedos y lo colocó entre sus labios.

“Mis disculpas,” murmuró mientras lo encendía con taumaturgia. “Recientemente no puedo relajarme sin uno.”

“Me alegra que disfrutes de nuestra mercancía,” contestó Ryoma con una sonrisa.

Los semihumanos que vivían en la península, es decir, los elfos, mantenían un cierto nivel de vida utilizando sus habilidades físicas únicas. Habían pasado muchos años adaptándose a la vida en esta tierra inhóspita. Sin embargo, sus vidas no eran en absoluto opulentas.

Tenían que vivir de la carne de los monstruos y las setas y frutas que crecían en los bosques a su alrededor. Si bien se trata de fuentes de alimentos sostenibles, son totalmente poco apetecibles.

Además, no tenían manera de conseguir misceláneas variadas o pequeños lujos. Lo mejor que tenían era vino destilado de fruta local, pero la cantidad que podían producir era limitada.

Sus vidas habían sido bastante tensas, y todos sus esfuerzos se dedicaron a permanecer con vida. Tal era la vida dentro de la península de Wortenia. Podían producir poderosas armas taumaturgicas, pero les costaba su calidad de vida. Por eso Ryoma les había dado astutamente esos artículos de lujo. Les enseñó una vez más cómo disfrutar de la vida.

“Ver tantos soldados alineados aquí es todo un espectáculo”, comentó Nelcius. “Parecen las heroicas legiones de leyendas”. Ryoma sintió que había algo un poco raro con el cumplido de Nelcius. Nelcius había llamado a este ejército el material de las leyendas de una manera más bien casual, sabiendo muy bien que el hombre que había construido ese ejército estaba escuchando. No fue desagradable oírlo, pero resultó ser un halago desesperado.

No puedo culparlo, dada su posición. No pueden volver a ser aislados del mundo exterior ahora.

Una vez que la calidad de vida de uno aumenta, toma una gran cantidad de esfuerzo y diligencia mental vivir con menos.

“Bueno, estamos tan bien equipados como lo estamos gracias a ti y a tu clan, Nelcius. Te estamos muy agradecidos. Es raro que los seres humanos tengan tantas armas taumatúrgicas, y su conocimiento sobre taumaturgia es mucho más avanzado que lo que los seres humanos poseen.”

Nelcius asintió. Si algún soldado de otro país viese el equipo que llevaban los soldados de Ryoma, estaría fuera de sí por la conmoción. Los maestros de la taumaturgia dotados eran incluso más raros que los taumaturgos verbales, y los comerciantes de todas partes monopolizaban a muchos de ellos.

Las armas y armaduras que les habían dotado de taumaturgia eran bienes preciosos. Los únicos países del continente que podían permitirse el lujo de equipar a sus caballeros con equipos dotados eran las tres grandes potencias. Incluso entonces, solo unidades selectas, como la guardia real, recibieron ese tratamiento.

Era impensable que un gobernador provincial como Ryoma pudiera obtener tal equipo en tales cantidades. Solo fue posible gracias a los semihumanos que habitan en la península de Wortenia.

“Nos alegra oírte decir eso,” contestó Nelcius. “Espero que nuestras relaciones comerciales continúen en el futuro. Y así…” Nelcius ordenó a los soldados arrodillados detrás de él que se pusieran de pie. “He venido aquí para profundizar aún más nuestra relación.”

“¿Qué significa?” preguntó Ryoma.

“Quítense las capuchas” ordenó Nelcius. Sonrió cuando sus soldados revelaron sus rostros como joyas vivientes, a Ryoma.

“Esto es…” dijo Ryoma.

“He elegido a los guerreros más hermosos y hábiles. Úselos como mejor le parezca, Sir Mikoshiba. Como guardias y taumaturgos, su habilidad está garantizada. Incluso producir descendencia con ellas, si lo desea. Ya lo aceptaron”.

La risa de Nelcius fue fuerte y caprichosa, pero Ryoma estaba muy desconcertado.

Bueno, eh, estoy perplejo. Así que ese es su punto de vista. La mente de Ryoma trabajó rápidamente, captando el significado detrás de este ataque sorpresa.

Probablemente asumió que Dilphina no era suficiente por sí misma. Rechazar su buena voluntad no iría bien. No sé si dormiré con ellas, pero supongo que serán buenos guardias.

Los artículos que Ryoma dio a los elfos, ya sea alcohol y cigarrillos o más artículos esenciales como medicinas y verduras, eran todas cosas producidas fuera de la península de Wortenia. Estas relaciones comerciales eran su única conexión con el mundo exterior. Y la única persona que comerciaba con ellos era Ryoma Mikoshiba, nadie más. Nelcius probablemente no podría encontrar otro socio de negocios aunque lo intentara.

Mientras que la influencia de la Iglesia de Meneos difería de país en país, su doctrina de la supremacía humana y el rechazo de los semihumanos fue generalmente aceptada en todo el continente occidental.

Por eso los semihumanos se habían visto obligados a construir su enclave en una región peligrosa como Wortenia. Ningún otro gobernador en el continente permitiría que una población semihumana viviera dentro de su territorio. E incluso si hubiera un gobernador como ese, no era probable que Nelcius alguna vez se encontraría con un hombre así.

Debido a esto, Nelcius veía a Ryoma como un aliado indispensable. Mientras Ryoma no hiciera ninguna demanda absurda, Nelcius no se arriesgaría a traicionarlo.

Debe ser por eso que está tan ansioso. Tal vez debería aumentar la tasa que estamos negociando con ellos un poco.

Hasta donde Ryoma podía ver, Nelcius ya había demostrado ser un aliado digno. Pero Nelcius era el líder de un pueblo exiliado. Tenía sentido que estuviera desesperado por fortalecer su vínculo con el único aliado que tenía.

“Entonces, como agradecimiento, aumentaré la cantidad de cigarrillos y alcohol que hemos estado negociando contigo”, dijo Ryoma después de un momento.

“Oooh, eso sería muy apreciado”. Nelcius asintió con satisfacción, feliz de que Ryoma hubiera adivinado correctamente su intención. “Todo el mundo está bastante cautivado con ambos”.

Nelcius sólo había ofrecido su apoyo porque esperaba ser recompensado por ello. Pero hablar de su deseo directamente en un momento como este podría ser una amenaza bastante arriesgada. Si exigiera gratitud, podría rebajar la opinión de Ryoma sobre él. Sin embargo, sería problemático a su manera si él no diera a conocer sus demandas. Esto significaba que tenía que mantener un delicado equilibrio y mantener sus expectativas implícitas, pero también claras. “Bueno, es hora,” susurró Ryoma al oído de Laura. Luego se volvió hacia Nelcius. “Eso es todo por hoy, me temo. Si tienes algún problema en mi ausencia, pídele ayuda a Simone.”

“Muy bien,” dijo Nelcio, inclinando la cabeza. Vio a Ryoma dar la vuelta con un florecimiento de su manto y caminar para hablar con sus tropas. “Que tus luchas te traigan gloria y victoria.” Sus palabras fueron un gesto vasallo de honor y dignidad hacia su señor.

Ese día, una serpiente de dos cabezas con una cabeza dorada y una plateada mostró sus colmillos en un intento de consumir el continente. Por supuesto, poca gente sabía de esto, ni siquiera la primera víctima de su mordida venenosa.