Wortenia Senki (NL)

Volumen 11

Capítulo 1: Se Acerca una Nueva Guerra

Parte 4

Debido a esto, se había establecido que para asediar con éxito una fortaleza, el atacante necesitaba una fuerza tres veces mayor que la de la guarnición. Pero la cuestión de si tres veces era la cantidad correcta estaba sujeta a debate.

El arte de la guerra de Sun Tzu afirmaba que se necesitaban diez veces más enemigos para rodearlos y cinco veces más para lanzar un ataque. Si uno solo tenía el mismo número de tropas o menos, debían retirarse.

Por supuesto, la sociedad y el medio ambiente de la época de Sun Tzu eran tremendamente diferentes de la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, y el consejo de Sun Tzu se aplicaba más a la guerra de campo.

De cualquier manera, era bastante evidente que el lado que se escondía dentro de la fortaleza tenía la ventaja, incluso si no estaba garantizado que ganarían la guerra.

Con eso en mente, Ryoma tuvo que considerar el tamaño de sus fuerzas en comparación con las del Conde Salzberg. En la actualidad, Ryoma tenía tres mil soldados dentro de la ciudad de Sirius.

Este número se debe a que Simone adquirió más esclavos durante la ausencia de Ryoma y el entrenamiento de Boltz.

Además de su número, las fuerzas de Ryoma eran todos guerreros entrenados que podían usar la taumaturgia marcial. Esto lo colocó en pie de igualdad con el ex duque Gelhart.

El conde Salzberg tenía a Epirus, la ciudad ciudadela más grande del norte de Rhoadseria, bajo su mando, pero no era posible que poseyera más tropas de las que tenía el duque Gelhart en su mejor momento. Sin embargo, eso por sí solo no significaba que Ryoma pudiera vencer a las fuerzas del Conde Salzberg.

“El primer problema es que si atacamos Epirus, el Conde Salzberg llamará a las otras diez casas del norte en busca de refuerzos”.

Un barón en Rhoadseria típicamente sólo controlaba una sola aldea. Dependiendo del tamaño de su dominio, tendrían entre cien y ciento cincuenta caballeros a su servicio. En caso de guerra, podrían reclutar a los plebeyos para formar un ejército de aproximadamente seiscientos hombres.

Los vizcondes controlaban múltiples aldeas y un mayor número de caballeros en comparación con un barón. Tenían doscientos a trescientos caballeros bajo su servicio, y con sus reclutas, podían reunir un ejército de mil hombres.

Esta vez, sin embargo, Ryoma se enfrentaba a un conde, que tenía quinientos caballeros a su servicio. Si el conde Salzberg reuniera reclutas de todas las aldeas de su dominio, podría reunir un ejército de varios miles de hombres. Pero el verdadero problema era que él también era el líder de las diez casas del norte y tenía seis barones y tres vizcondes bajo su bandera.

Comparado con cada noble individual, Ryoma tenía la fuerza armada más grande del área.

También tenía más caballeros. Pero si las diez casas del norte se reunieran dentro de los muros de Epirus, su ejército no tendría el poder para derrotarlos. Y si Ryoma rodeara Epirus y tratara de matarlos de hambre, entonces otros nobles fuera de las diez casas podrían convertirse en un problema.

La Casa Salzberg era una casa guerrera que había apoyado a la familia real Rhoadseriana desde la fundación del país, por lo que no estaba exenta de aliados.

En la actualidad, la Casa Salzberg estaba separada de la familia real, pero tenían una larga historia de proteger el norte de Rhoadseria. También tenían una serie de conexiones dentro de la aristocracia. Así que aunque era poco probable que los nobles del sur enviaran tropas, debido a la distancia, los nobles del este y del oeste podían enviar sus ejércitos para ayudar al Conde Salzberg. “Y hay otras preocupaciones en juego”, agregó Laura.

Sacó un libro de uno de los estantes detrás de ella y lo abrió junto al mapa. Era un tomo de cuero grueso hecho de papel, un material caro. El libro también era bastante voluminoso. Laura, sin embargo, hojeó las páginas con movimientos practicados y rápidamente encontró el pasaje que estaba buscando. Luego deslizó el libro hacia Kevin y el resto, para que pudieran verlo más fácilmente.

“Este libro enumera las leyes de Rhoadseria”, explicó Laura. “Y si miras este artículo…”

“Una prohibición de librar guerras privadas…” gimió Kevin, mirando la línea que señalaba Laura. “Ya veo. Así que eso es lo que quieres decir”.

Cuando las facciones que no se consideraban países se involucraban en la guerra por razones personales, se consideraba una guerra privada.

En Japón, Hideyoshi Toyotomi había prohibido las batallas entre señores de la guerra. Nobunaga Oda planeaba poner fin al período de los Estados Combatientes de Japón. Su protegido Toyotomi ayudó a allanar el camino para eso. Fue sucedido por Ieyasu Tokugawa, quien finalmente logró unificar a Japón.

La causa inicial de ese período fue la Guerra de Onin, una lucha de poder entre dos señores de la guerra con los nombres de Katsumoto Hosokawa y Sozen Yamana sobre la sucesión del título de Shogun del shogunato de Muromachi.

Esta vez la historia japonesa demostró por qué las guerras privadas estaban prohibidas, un país no puede funcionar cuando los que están en el poder pelean por el territorio.

En este mundo, todos los países adecuados prohibieron estrictamente a sus nobles llevar a cabo guerras privadas. Esto no fue solo una recomendación; era una ley vinculante y punible. Si uno rompiera esa ley en el Reino de Rhoadseria, el reino pondría todo su poder para ejercer y exigir justicia al culpable. Ambas

casas nobles serían despojadas de su poder y sus clanes enteros y sus vasallos serían ejecutados. Romper esta ley era lo mismo que negarse a obedecer las leyes de Rhoadseria.

“Sí, tenemos que hacer algo al respecto o seremos calificados públicamente como traidores que se oponen a Rhoadseria”, dijo Ryoma.

Un fuerte escalofrío se apoderó de la oficina. Todos consideraron esa única oración como un gran obstáculo que se interponía en el camino del futuro de la baronía de Mikoshiba.

Sin embargo, Annette pareció considerarlo de otra manera. “Pero, mi señor, no va a estar de acuerdo con lo que dice la ley, ¿verdad?”

“¿Qué te hace decir eso?” Ryoma preguntó con una sonrisa. Annette sonrió alegremente. “No nos habrías llamado aquí si hubieras renunciado a luchar”.

Ryoma estalló en una carcajada que llenó la oficina.

“Sí, supongo que tiene sentido”, dijo, riéndose mientras Kevin y los otros tres lo miraban con curiosidad. “Tienes razón, esa ley no va a impedir que vaya a la guerra. Después de todo, estamos hablando de luchar contra la gente que se aprovechó del hecho de que yo estaba en Xarooda para molestarnos.”

La sonrisa en los labios de Ryoma se volvió viciosa. Las diez casas del norte no habían causado ningún daño enviando espías. Ryoma había predicho que el conde Salzberg podría hacer precisamente eso y había tomado medidas para evitar que tuviera éxito. Y los espías sirvieron como maniquíes de buenas prácticas para que los niños se entrenaran para convertirse en ninjas. Pero eso no significaba que Ryoma estuviera feliz de que espías hubieran estado tratando de colarse en su dominio y husmear en sus asuntos durante su ausencia.

“Pero… ¿qué vas a hacer entonces, mi señor?” Preguntó Kevin. Sara, que estaba detrás de Ryoma, dijo: “Primero, vamos a aprovechar el mal orden público de Rhoadseria y provocar un levantamiento dentro del reino”.

Los niños soldados tragaron nerviosamente. Desde el momento en que fueron llamados aquí en secreto, sabían que estarían asumiendo una tarea cuestionable. Pero esto fue más peligroso de lo que esperaban. Si este asunto fuera expuesto, la baronía de Mikoshiba sería aplastada.

De los cinco, solo uno no se sorprendió.

Rina, la chica que hasta ahora había escuchado sin decir palabra, preguntó: “¿Quieres decir que quieres incitar a los plebeyos a rebelarse?” Su expresión estaba completamente en blanco.

“Así es”, respondió Ryoma. “En la actualidad, el régimen de la reina Lupis se encuentra en un estado de caos. Los nobles están atentos a la situación y están formando sus ejércitos para prepararse para lo que venga. Eso incluye las diez casas del norte”.

Ryoma continuó explicando, reemplazando a Sara.

“Así que lo usamos a nuestro favor. Primero, incitamos a que estalle una rebelión cuando sea mejor para nosotros. Luego, levantamos nuestro ejército bajo la bandera de restaurar el orden público. Una vez que lo hacemos, revelamos que enviaron espías varias veces a la península de Wortenia y formaron sus ejércitos para rebelarse contra la casa real. Entonces podremos aplastar las diez casas con esos pretextos”.

El plan no estuvo exento de reproches. Definitivamente fue un complot malvado. Pero la realidad era que a veces las falsas pretensiones podían considerarse justicia. Sin embargo, una cosa estaba clara. Si Ryoma iba a proteger a los subordinados que confiaban en él, tenía que eliminar al Conde Salzberg.

Entonces, como para animarse a sí mismo, Ryoma hizo su declaración.

“Tenemos que reducir la fuerza del Conde Salzberg, así que vamos a apuntar a tres personas. El primero es el padre de Lady Yulia Salzberg, Zack Mistel. Los otros dos son conocidos como las espadas gemelas de la Casa Salzberg, Robert Bertrand y Signus Galveria!”

Mientras la declaración de Ryoma llenaba la habitación, Kevin sintió que algo como una ola de calor emanaba del cuerpo de Ryoma y pasaba por el suyo. Era resolución, la voluntad de hierro de un hombre que se había enfrentado a innumerables enemigos y siempre se mantuvo firme. Y en ese momento, Kevin podía escuchar el sonido de los engranajes de la historia mientras se ponían en marcha.