86 [Eighty Six]

Volumen 8: Humo de Pistola en el Agua

Capítulo 5: La Torre (Al Revés)

Parte 1

 

 

“… Ah.”

Por un momento, Theo se quedó sin palabras. ¿Qué acababa de pasar? Una parte de él tenía que saberlo. Laughing Fox miró a Undertaker mientras todo ocurría, así que había presenciado todo lo que ocurrió.

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“… Shin.”

No hubo respuesta. El Para-RAID se había apagado. Igual que entonces. Cuando abandonaron al capitán a su muerte. Era el mismo silencio que se mantuvo después de haber cortado la radio.

Lo había olvidado. El capitán… El capitán que, a pesar de ser un Alba, volvió al campo de batalla por su propia voluntad. Dejando atrás a una amada esposa y un hijo recién nacido.

Que tenía gente que lloraría su muerte. Un hombre que tenía un futuro por delante, una alegría que podría reclamar si hubiera seguido viviendo…

Y a pesar de todo eso, murió. Sin dejar nada más que la marca personal de un zorro que ríe. Y en su lugar, sobrevivió Theo… Theo, que no tenía un futuro ni nadie con quien compartirlo. Nadie para llorar su muerte. No tenía ni una familia ni un hogar al que regresar. Eso no significaba que quisiera morir, pero… pensó que si sólo uno de ellos tenía que sobrevivir, debería haber sido el capitán.

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Y Shin era más de lo mismo. Por fin había encontrado a alguien con quien compartir su vida. Un futuro feliz al que aspirar. Y tenía camaradas que deseaban que él alcanzara esa alegría.

Theo se había vuelto a quedar atrás. Aun sin poder desear nada.

Era como si lo hubiera olvidado hasta este momento. Y fuese ahora cuando lo había recordado, de forma demasiado vívida. No importaba cuánto valía la vida de uno. El número de  personas  que  uno  dejaba  atrás,  el  volumen  de  lágrimas  que  se  derramaban  por  su fallecimiento… Nada de eso importaba. Una vida podía ser segada sin tener en cuenta nada de eso.

En todo caso, parecía que los que tenían más que vivir —los que serían más llorados— siempre eran los primeros en irse.

Así era el mundo.

“Ah…”

Al verlo, Lena también se congeló en su sitio. Undertaker se estrelló, esparciendo pequeños fragmentos al hacerlo. Ella pudo ver cómo caía a cámara lenta, pero sólo tardó un instante en terminar. Se estrelló contra el mar, levantando una columna de agua que salpico a su paso. Y, sin más, se hundió impotente en las sombrías profundidades.

“Aah… Aaaah…”

Pudo oír, como a distancia, el sonido de la silla de Frederica al caer y los pasos en retirada cuando la chica se puso en pie de un salto. Pudo oír cómo corría intencionadamente en pánico y, entre sus pasos, gritó: “¡Envíen un bote de rescate! ¡Mi poder puede ver a aquellos que están inconscientes, así que dense prisa en salvarlo! ¡Rápido!”

Pero incluso cuando la escuchó, Lena no pudo moverse. Undertaker… Shin había caído. Pero estaba bien. Tenía que estarlo.

Ella tenía que creerlo.

Había caído desde una altura considerable, pero cayó al agua. El Reginleif estaba construido para luchar a altas velocidades, y estaba equipado con potentes amortiguadores.

Además, Undertaker disparó su ancla de cable a mitad de la caída, enrollándose momentáneamente alrededor de una viga. Eso debería haber frenado su velocidad de caída y haberle permitido corregir su postura. No cayó de cabeza, así que estaba bien. Tenía que estarlo.

El Stella Maris había desplegado con antelación botes de rescate alrededor de la Torre Espejismo, previendo la posibilidad de que alguien cayera. Se trataba de pequeñas embarcaciones destinadas a recuperar los aviones de combate que se estrellaban antes de regresar a su portaaviones. El Juggernaut era incluso más ligero que eso, así que recogerlo no debería haber sido una tarea difícil.

Pero, ¿realmente el agua habría suavizado tanto su aterrizaje? ¿Y no falló su ancla antes de que pudiera reducir su velocidad de caída? Por muy potentes que fueran los amortiguadores, no podían anular  completamente el impacto. Y  antes de tener en  cuenta todo eso, ¿la autodestrucción del Phönix no llegó a dañar a Undertaker?

Y lo más importante, si estaba bien, ¿por qué? ¿Por qué el Para-RAID no se conectó con él? ¡Lena estaba allí mismo, así que ¿por qué no acudió a ella para que lo rescatara?!

“¡No…!”

Shin dijo que volvería. En aquel campo de batalla nevado, se prometieron que volverían vivos, y juntos. Él le había dicho que quería vivir junto a ella. La conversación que tuvieron justo antes de esta operación surgió en su mente. Esa vez, fue Shin quien le robó un beso. Un beso mordaz, enfurruñado… pero dulce.

Las palabras que le había dicho.

Cuando estés lista para darme tu respuesta… sólo házmelo saber.

 Lena aún no le había respondido. Todavía no le había devuelto los sentimientos que debería haber expresado hace eones. Y a pesar de eso…

Sintiendo que toda la energía abandonaba sus miembros, Lena se hundió en el suelo. Su presión sanguínea bajó, como si de repente le hubiera sobrevenido una anemia. Una espesa niebla blanca nubló su campo de visión.

Era una comandante en el puente del barco, delante de sus subordinados y de los soldados de otro país. La idea de que debería haber guardado las apariencias como Reina Sangrienta, algo parecido al orgullo, cruzó su mente.

Pero ahora mismo todo eso se sentía lejano. Sus rodillas no podían soportar su peso. Había pasado toda su vida de pie, pero ahora mismo, la memoria de cómo hacerlo se le escapaba tanto a su mente como a su cuerpo. Su esbelta figura se tambaleó. Marcel se puso de pie, sintiendo el peligro.

Pero entonces una voz que no había escuchado en lo que parecía una eternidad resonó a través de la Resonancia.

“¡Contrólese, Su Majestad!”

Lena volvió en sí. Fue como si aquella llamada le hubiera dado una bofetada en la cara.

De alguna manera, logró recuperar la fuerza en sus piernas. Esa voz…

“Shiden…” Murmuró Lena con cansancio para sí misma, como si acabara de salir de un sueño.

Shiden suspiró aliviada al escuchar esto. Dado que la Resonancia comunicaba los ruidos a medida que se producían en cada uno de sus respectivos sentidos, la tasa de sincronización estaba preconfigurada en su ajuste mínimo. Pero incluso con la Resonancia al mínimo, las emociones se expresaban como si estuvieran frente a frente, y Lena podía sentir la tensa inquietud y el pánico que Shiden apenas era capaz de reprimir.

Siempre que se enfrentaba a Shin, los dos se peleaban. Parecía que los dos eran incompatibles en el nivel más fundamental de sus personalidades. Pero Shiden reconocía a Shin a su manera, así que estaba preocupada por él.

“Estará bien. Dijo que volvería contigo, ¿no? Entonces es tu trabajo creer en él. Lo logrará. Sobrevivió a la misión de Reconocimiento Especial, ¿no?”

Lena jadeó. El campo de batalla del Sector Ochenta y Seis representada una muerte segura. El lugar de eliminación final de los Ochenta y Seis que habían sobrevivido a su período de servicio, como la primera unidad defensiva del frente oriental, el Escuadrón Spearhead. La marcha de la muerte a través del territorio enemigo. Una misión con una tasa de supervivencia del 0%.

Y a pesar de ser su último adiós, habían conseguido burlar a la muerte.

“Ya lo sabe. Nosotros, los Ochenta y Seis, somos testarudos y nos aferramos a la vida, sin importar lo turbios que sean los medios a los que tengamos que recurrir. Nos dieron de comer al Sector Ochenta y Seis y nos dijeron que muriéramos, y sin embargo aquí estamos. Y él es el más fuerte de todos nosotros. No hay manera de que no sea el más terco del grupo.”

Es imposible que no vuelva de esto. 

Lena asintió desesperadamente. Asintió una y otra vez. “Tienes razón. Tienes toda la razón…”

Ella fijó su postura y levantó la cabeza. Marcel la observó con preocupación en sus ojos, y desde donde estaba Lena, pudo ver a Ishmael, desviando la mirada para evitar verla en ese momento tan vergonzoso. Lena le asintió y levantó la voz.

“¡Vanadis a todas las unidades! El mando sobre del Escuadrón Spearhead queda relegado a Raiden. El objetivo de la operación será cambiado.”

El uniforme de la Federación ondea al moverse y ella aprieta los puños sin miramientos.

“La misión del Grupo de Ataque es eliminar la amenaza de la Legión de las costas de los Países de la Flota. El nuevo tipo de Legión que ha aparecido, la Noctiluca, es una amenaza que debe ser eliminada. Si se permite que los cañones de larga distancia de esta unidad se muevan libremente por el mar, pondría en peligro no sólo a los Países de la Flota, sino a todos los demás países. Por ello…”

Miró fijamente la enorme sombra que aparecía en su monitor.

“… nuestro nuevo objetivo prioritario es la eliminación de la Noctiluca. ¡Dirijan todos sus esfuerzos a aniquilar el objetivo!”

La aparición de un buque enemigo, con dos cañones de riel como armamento principal, fue increíblemente impactante para la tripulación de la Flota Huérfana.

Pero en comparación con los Ochenta y Seis, que fueron objeto de un ataque sorpresa con un proyectil de 800mm y perdieron a su comandante de operaciones, estaban mucho más tranquilos.

Otro factor que contribuyó a que permanecieran calmados fue que, como parte de su objetivo inicial, habían formado un perímetro circular alrededor de la Torre Espejismo, preparándose para reanudar el bombardeo al Morpho.

“¡Stella Maris a todas las naves! Nuestro objetivo es la Noctiluca. ¡Abran fuego tan pronto como realineen sus miras!”

Por eso, cuando se trataba de un combate naval, la Flota Huérfana era la que disparaba primero.

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Dos cruceros de larga distancia fijaron sus cañones en el objetivo, y el súper transporte fijó cuatro de sus propios cañones. En otras palabras, sus torretas principales, un par de cañones montados de 40cm, rugían mientras disparaban.

Los proyectiles, que pesaban una tonelada cada uno, cortaron la brisa oceánica mientras se precipitaban hacia la Noctiluca.

Sin embargo, los cañones de la Flota Huérfana estaban pensados normalmente para disparar y dispersar cargas de profundidad a larga distancia.

Ahora las lanzaban sobre el mar, donde eran menos eficaces, además de que sus cañones no eran precisos contra objetivos en movimiento. Las armas guiadas eran caras, y los Países de la Flota tenían muy pocas, por lo que sus proyectiles sólo caían exactamente en el lugar hacia el que se disparaban.

La Noctiluca, sin embargo, era mucho más rápida de lo que uno podría imaginar de una nave tan enorme. Con la agilidad y velocidad antinaturales propias de la Legión, cambiaba rápidamente de rumbo, moviéndose por el océano a la velocidad del rayo y aprovechando el tiempo que tardaban los proyectiles de 40cm en alcanzarla para esquivarlos con destreza.

La nave giró, los dos pares de alas de sus torretas principales se desplegaron mientras los sensores ópticos azules de su proa brillaban mirando al Stella Maris. No pasó ni un segundo cuando los dos cañones de riel de 800mm giraron para apuntar a la nave enemiga.

Los súper transportadores nunca se construyeron en previsión de un combate naval abierto entre ellos y otro buque, y no era capaz de evitar los disparos de un cañón enemigo con un radio de rotación tan amplio.

“¡No te dejaremos…!”

 Pero justo en ese momento, el Denebola terminó de disparar y comenzó a moverse a máxima velocidad hacia la Noctiluca, preparándose para embestir su flanco. Una maniobra de embestida parecida a la de los barcos de remos de antaño.

La proa del Denebola se estrelló contra el costado ancho fuertemente blindado de la Noctiluca. Saltaron chispas y el casco del crucero de larga distancia emitió un chirrido metálico al acercarse a la Noctiluca y disparar todos sus cables de amarre.

Cuando el ancla de sus extremos se clavó en el tipo Cañonera Electromagnética, el motor del Denebola rugió al tiempo que empezaba a moverse en sentido inverso. Intentaba remolcar a la Noctiluca —que pesaba más de cien mil toneladas— con toda su propulsión.

“¡Stella Maris, Hermano! Mientras tengas tiempo, tú—” 

Ishmael nunca escucharía el final de esa frase. Los dos cañones de riel se volvieron hacia el Denebola. Una electricidad crepitante corrió entre un juego de rieles, y luego… fuego.

La estruendosa explosión del cañón a corta distancia fue tan intensa que, en lugar de ruido, pareció silencio. El puente del Denebola recibió un impacto directo y salió volando por completo. El intenso sonido de esa explosión eclipsó todos los demás sonidos del campo de batalla.

Y sin embargo, el Denebola seguía avanzando. Su motor seguía en marcha, conduciendo la nave en dirección contraria, remolcando ferozmente a la Noctiluca. Por supuesto, era más del doble del peso del Denebola, por lo que la nave no podía apartarla. Pero la fuerza de su movimiento detuvo a la enorme nave… exponiendo su sensible flanco izquierdo a las otras tres naves restantes.

La posición del Denebola situaba a la Noctiluca en una posición desfavorable. Como era una nave enorme que empequeñecía incluso al Stella Maris, al estar directamente a su derecha, sus cañones de riel, incluso en su ángulo más bajo de depresión, sólo podían apuntar al puente.

El motor de la nave estaba acoplado a sus hélices, situándose en el fondo del casco, bajo el agua. El Denebola, al estar a tiro de piedra, impedía el acceso a los armamentos más potentes de la Noctiluca, convirtiéndolo en un impedimento del que no podía librarse fácilmente.

Todo eso se calculó en el momento en que el Denebola la embistió. En el momento anterior a la voladura del puente, se oyó por radio al capitán del Denebola.

“¡Gloria a la Flota Huérfana…!”

Esas palabras no iban dirigidas a nadie en particular. Fueron simplemente las últimas palabras del capitán. Podría haber expresado su rencor o su arrepentimiento, y nadie le juzgaría por ello. Pero en lugar de eso, alabó a su país, a su patria, a la historia que le llevó a ser quien era.

Ese valor hizo que Ishmael apretara los dientes. Esta era una operación que debían llevar a cabo, incluso si significaba perder toda su armada, incluso si la Flota Huérfana tenía que ser eliminada para hacerlo.

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Tragándose todo el dolor y la indignación, levantó la cabeza.

“¡Continúen el bombardeo! ¡Lo tenemos inmovilizado! ¡La próxima vez le daremos! ¡Derríbenlo al fondo del océano!”

“¡Escuadrón de artillería, prepárense para disparar! ¡Carguen bombas incendiarias! ¡Antes tenemos que desactivar el camuflaje óptico del enemigo!”

A la orden de Lena, se lanzaron líneas de fuego desde la cubierta del Stella Maris. El cielo azul, que acababa de iluminarse con el paso de la tormenta, volvió a oscurecerse cuando los misiles se abalanzaron sobre la Noctiluca.

Las bombas incendiarias no tardaron en llegar a la parte superior de la Noctiluca, rociando e incendiando el napalm que contenían. Un intenso bombardeo que no se privó de sobrecalentar el cañón hizo que una lluvia de oscuras llamas cayera sobre el acorazado metálico.

Las llamas danzaron sobre la cubierta blindada y se extendieron hasta las torretas de los cañones que parecían una fortaleza, deslizándose entre los cañones de los cañones de riel.

Las alas metálicas se incendiaron, convirtiéndose en ceniza gris plateada que el viento esparció sobre el mar. Esto dejó al descubierto un grupo de sombras argentinas y ondulantes.

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Lena le miró, con los ojos entrecerrados. Enemigo detectado. Realmente eran ellos.

Ella había predicho antes de que comenzara esta operación que la Legión podría tener la intención de producirlo en masa y que este podría ser el momento que eligieran para introducirlos. Por eso se aseguró de añadir bombas incendiarias a su arsenal y de aumentar el número de Juggernauts con armamento que los contrarrestara mejor.

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El repentino empeoramiento de la situación bélica de los Países de la Flota y de las demás naciones circundantes. El cambio de estrategia de la Legión tras el fracaso de la ofensiva a gran escala. El aumento de sus efectivos y su mayor rendimiento.

Cuando Vika vio a los Phönix en la Base de la Ciudadela de Revich, se preguntó para qué estaba hecha la unidad. Los héroes con espadas, que corrían por el campo de batalla como ejércitos de un solo hombre, eran ineficaces en la guerra moderna. Eso era cierto para la humanidad, pero esa idea era aún más inútil para la Legión.

Pero la Legión cambió su táctica. Su número aumentó, y su rendimiento se incrementó. Destruyeron la República, tomando a sus ciudadanos como botín de guerra. Cambiaron las Ovejas Negras, creadas con las redes neuronales dañadas de los muertos en la guerra, por los Perros Pastores, que conservaban su intelecto pero eliminaban la personalidad y los recuerdos.

Habían reunido muchas cabezas para utilizarlas en sus soldados ordinarios. Así que la progresión natural indicaba que su siguiente paso sería reunir las cabezas de la élite.

La guerra moderna no tiene lugar para los héroes.

Pero la Legión era diferente. Necesitaban “héroes”. Su cambio de estrategia lo requería. Y así lo hicieron. Uno que buscaría la estrella brillante entre los frágiles humanos, una cabeza de héroe ineficiente, pero poderosa. Hicieron una unidad que actuaría como un héroe para cazar las cabezas de los héroes.

Una unidad que abrumaría incluso al más hábil de los soldados humanos, pero que no dañaría sus restos —sus cerebros— con la fuerza de la artillería. Un soldado de combate cuerpo a cuerpo, con cuchillas. Una idea descartada por la guerra moderna.

“Para cazar cabezas, con el fin de ampliar la actuación de la Legión. Para ello, tendrían que producir en masa el Phönix.”

Y a pesar de haberlo predicho…


Estar en Resonancia con Shin y escuchar los innumerables lamentos también había puesto en tensión a Vika, y eso era excepcionalmente duro en el caso de la Noctiluca, ya que sus gritos eran una mezcla espeluznante de múltiples cerebros. Irónicamente, cuando Shin se desconectó y los gritos desaparecieron, Vika por fin se dio cuenta de que podía distinguir una parte de lo que los gritos intentaban transmitir.

Al principio, pensó que sólo eran lamentos. Pero ahora se dio cuenta de que parte de lo que decía formaba palabras significativas. Eran palabras que había escuchado en un ritual una vez cuando era pequeño, antes de que comenzara la Guerra de la Legión.

Esas palabras no estaban en el idioma principal del oeste del continente. Entre la Federación y los países del este del continente se extendía un desierto de hammada, cuyas rutas comerciales estaban gobernadas por la Federación de Comercio de Rin-Liu. Ese ritual y los lamentos de la Legión estaban en la lengua de ese país y de las naciones y tribus circundantes.

Los oficiales de esos países pronunciaron esas palabras, ofreciéndolas como una oración a su deidad de la guerra, una diosa de la guerra.

Vika entrecerró sus ojos violetas imperiales, pensativo.

“Así que uno de ellos era un general oriental… Ya veo. La Legión pretende mejorar sus características…”

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Los Perros Pastores se basaban en ciudadanos de la República que nunca conocieron la guerra y no tenían conocimientos de batalla, por lo que buscaban optimizarlos. Los Ochenta y Seis no tenían conocimientos de estrategia, por lo que buscaban mejorar a los Pastores para convertirlos en unidades de comandantes más eficientes y con habilidades de mando superiores.

Y para ello, la Legión buscaba intencionadamente soldados. Comandantes de alto rango, altamente educados y rigurosamente entrenados, del tipo que  estaban protegidos y que raramente se encontraban en el frente.

Y por eso elegían países pequeños, donde las líneas defensivas eran más fáciles de traspasar, como su coto de caza. Una vez que se han abierto paso, pueden recoger las cabezas de los oficiales de alto rango que dan órdenes desde el frente.





Como, por ejemplo, los Países de la Flota. Naciones que solicitaron que el Grupo de Ataque se desplegara allí. La Federación y el Reino Unido no podían saberlo debido a la interferencia electrónica de los Eintagsfliege, pero varios países probablemente ya habían sido eliminados por la Legión.

Los inquietantes gritos de la Noctiluca, los últimos gritos de docenas de personas, eran probablemente el resultado de muchas redes neuronales fusionadas. Probablemente se trataba de un Pastor que no podía funcionar como comandante y al que se le añadieron a posteriori las estructuras cerebrales de los generales y oficiales de campo.

“… Qué problemático.”

El Stella Maris entró en combate artillero con la Noctiluca, obligándola a realizar maniobras evasivas hasta que el Denebola lo embistió. Como resultado, se había alejado de la Torre Espejismo, dejando atrás la fortaleza marina en la que se habían infiltrado los Reginleif.

Sus torretas podían alcanzar a la Noctiluca, pero éste se había alejado lo suficiente como para que no pudieran esperar atacar en su dirección.

Mientras tanto, las unidades Phönix a bordo de la cubierta de la Noctiluca se sacudieron la ceniza del Eintagsfliege y comenzaron a subir a las torretas de su nave madre en grupos. Ascendieron hasta la parte superior de la nave, a decenas de metros sobre el nivel del mar, y se lanzaron, agarrándose a las paredes exteriores de la Torre Espejismo y ganando altura con una velocidad endiablada.

Raiden observó la escena desde el actual nivel superior de la Torre Espejismo, Carla Tres. Dejando la batalla naval a su nave nodriza, parecía que las unidades Phönix habían decidido organizar un desembarco. Su objetivo era retomar la fortaleza. O quizás cazar cabezas, como predijo Lena. De cualquier manera, no importaba.

“¡Yuuto! ¡Nos encargaremos de rechazar a los Phönix! ¡Préstame tus tropas en el Nivel Carla!”

Esto fue justo después de que todos se dispersaran para ponerse a cubierto, sin tener en cuenta el escuadrón o el pelotón, a través de seis pisos diferentes. No tuvieron tiempo para que todos se reagruparan en sus respectivas unidades.

Sentado dentro de su unidad, Verethragna, en el Nivel Bertha, Yuuto lo miró con ojos y un asentimiento cortante. El intercambio de miembros entre sus unidades no estaba fuera de lo habitual para ninguno de ellos.

En el Sector Ochenta y Seis, cualquiera podía morir en cualquier momento, por lo que había que reorganizar y reequilibrar las unidades. Como comandantes o vicecomandantes, a menudo debían dar cuenta de esos cambios.

“Adelante. Todas las unidades del Nivel Bertha, están bajo mi mando. Unidades de restricción de fuego y supresión de área, manténganse alerta ante los Phönix y cubran a las vanguardias equipadas con torretas de tanque y francotiradores. Vanguardias y francotiradores, céntrense en eliminar las torretas de la Noctiluca. Apoyaremos la batalla de la Flota Huérfana.”

Con la Noctiluca retenida por el Denebola, el Stella Maris y los dos cruceros restantes de larga distancia continuaron bombardeándolo. Giraron sus torretas para no golpear a sus unidades consorte ni a la Torre Espejismo y reanudaron sus disparos.

Por muy baja que fuera su precisión, seguían acertando en un tiro recto contra un objetivo inmóvil. Sus proyectiles de 40mm. se dirigieron a la Noctiluca en un curso lineal.

Sólo para que todos ellos fuesen efectivamente desviados.

“¡¿Qué…?! 

“¡Es tan voluminoso…!” 

Su armadura era gruesa. Como no necesitaba tener en cuenta la carga extra que suponía tener tripulantes, la Legión podía invertir todo su peso en un grueso blindaje.

Y dado que las naves de la Flota Huérfana debían permanecer atentas a los rápidos disparos de los cañones de riel, tenían que mantener la distancia. Esto significaba que sus disparos carecían de la fuerza necesaria para penetrar su blindaje.

El Basilicus giró el timón para disparar desde cerca, pero fue entonces cuando la Noctiluca devolvió el fuego. La enorme nave tenía su babor, con once de sus cañones de tiro rápido de 155mm, girado hacia la Flota Huérfana. Los cañones comenzaron a disparar.

Es cierto que tenía su punto más débil, la proa, expuesto a sus enemigos. Pero esto también significaba que muchos de sus cañones estaban ahora frente a la flota enemiga, lo que le permitía exhibir la máxima potencia de fuego. Una densa y rápida andanada de balas voló por el aire, disparada más rápido de lo que la artillería podría esperar. Esto obligó al Basilicus a girar el timón a toda prisa y huir.

Al igual que su armamento principal, los cañones de disparo rápido eran cañones de riel.

No podían acercarse de ese modo.

Observando la lucha desde el Nivel Bertha, Theo apretó los dientes.

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Ahora estaba bajo el mando de Yuuto. La Noctiluca era la única embarcación enemiga en el agua, y estaba fijada en su lugar. Pero la batalla entre la Noctiluca y la Flota Huérfana era demasiado unilateral. Era como una manada de ratas intentando cazar a un tigre.

Tenía más armas que todas las naves restantes de la Flota Huérfana juntas y era capaz de dispararles rápidamente con sus cañones de riel. Con veintidós cañones de tiro rápido de 155mm y dos torretas de 800mm trabajando en tándem, podía lanzar una barrera incesante de pesadilla.

El grupo de Theo se desplegó en el Nivel Bertha de la Torre Espejismo, donde los Juggernauts equipados con torretas de 88mm apuntaron a los cañones de tiro rápido. Intentaron dispararles repetidamente, pero la nave también estaba equipada con más de cincuenta cañones antiaéreos de 40mm.

Bajo ese bombardeo, apuntar a la Noctiluca era difícil, y mantenerlo inmovilizado era aún más difícil. Además, esos cañones antiaéreos se colocaron para defender los dos cañones de riel principales y los cañones de tiro rápido de 155mm.

No importaba la dirección desde la que apuntaran a los cañones de tiro rápido, siempre estarían en el fuego cruzado de los cañones antiaéreos. Algún que otro disparo conseguía llegar a los cañones de tiro rápido, pero las placas de blindaje dispuestas para defenderlos eran demasiado gruesas. No podían penetrarlos desde esta distancia.

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