Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 5

Capítulo 10: He Visto Que Esto Pasa Todo el Tiempo en la Vida Real, Así Que Ustedes, los Editores, Deben Tener Más Cuidado. Lo Digo en Serio

Parte 2

Había un continuo dolor en los gritos del padre. No cabía duda de sus sentimientos por Kaiko. Pero el absoluto desprecio que mostró por todos los esfuerzos de Kaiko, por la profesión de artista de manga, y por todos los editores y otras personas que dieron vida a esta revista fue más de lo que Miyako pudo perdonar.

“¡Señor, no puede decir eso a menos que se dé cuenta de  cuánta  sangre,  sudor  y  lágrimas  puso  Kaiko  para dibujar esto! Claro, es un poco… bueno, muy vulgar, y admitiré que ni siquiera me gusta mucho la historia, así que puedo entender totalmente que no sea de su agrado… pero…”.

“…”, el padre de Kaiko se quedó escuchando en silencio.

“¡Pero ella es una joven que se juega su futuro por lo que sabe que quiere hacer! Creo que encontrar algo que realmente, realmente quieres hacer en la vida es una de las experiencias más hermosas que alguien puede tener. Y seguir adelante con ello, perseguirlo, requiere de una gran cantidad de coraje. ¡Y sea usted o no su padre, no tiene derecho a decir que no a eso!”.

Él esperó un momento, asegurándose de que Miyako hubiera terminado.

“…Entonces, ¿eso es todo? Andando, Kinue”.

“¡…!”.

Los hombros de Miyako cayeron. Sus palabras no llegaron ni remotamente a tocar su corazón.

“…No estoy diciendo que te equivoques. Pero no sabes nada de nosotros. Y no quiero oír tus opiniones sobre cómo manejar mi casa”.

“¡Espere un minuto! Kaiko es…”.

“Está bien, Myaa”, dijo Kaiko, su voz serena. “Gracias por defenderme”.

La vista de la suave sonrisa de Kaiko hizo que Miyako

quisiera llorar. “¡Pero todo esto es culpa mía…!”.

“No, Myaa, no tienes que sentirte así. Con todo lo que los editores envían a la gente, mis padres se habrían enterado tarde o temprano. De verdad, quiero darte las gracias, Myaa”.

“¿Eh?”.

“…Gracias a ti, he tomado una decisión”. Ella miró a su padre, con determinación. “Esto estaba destinado a suceder en el momento en que decidiera seguir una carrera en el manga. Como dijo mi padre, es mi responsabilidad resolver mis propios problemas”.

“¿No me estás escuchando, Kinue?”.

“Te escucho”, Kaiko asintió. “No importa cuanta oposición demuestres, padre, voy a vivir mi vida como una artista profesional de manga. Y si eso significa cortar los lazos con mis padres, que así sea”.

Su  padre  estaba  claramente  conmocionado.  “…Pfft ¿Cómo puede una chica tan amparada como tú avanzar sola?”.

“¡No estoy amparada! ¡Puedo aprender a cocinar y lavar

la ropa por mí misma!”.

“¡Aprender a hacer algunas tareas del hogar no es el punto! ¿Cómo te vas a mantener con vida? Sabes muy bien lo difícil que es para una nueva artista de manga el ganarse el pan de cada día. No puedes vivir sólo de lo que te pagan aquí. Esta es una revista mensual de manga, así que va a pasar un tiempo antes de que saquen el primer volumen recopilatorio—y si el volumen 1 no se vende en números exorbitantes, te van a despedir”.

“Sí  que sabe mucho, señor”,   susurró   Miyako inconscientemente.

Hizo que las mejillas del padre se enrojecieran.

“Es… ¡Es sólo sentido común!”.

Él debe haber investigado un poco la profesión, pensó Miyako. No fueron puros prejuicios los que le hicieron mostrar oposición a esto.

“¡Bueno, trabajaré a medio tiempo hasta que pueda vivir sólo del manga! ¡Puedo hacer que funcione!”, Kaiko respondió.

“No has trabajado un solo día de tu vida hasta ahora. No creo que te las arregles para mantenerte a flote, Kinue. Especialmente mientras dibujas manga”.

“¡Puedo—Puedo hacerlo! Puedo trabajar como asistente de otros artistas de manga…”.

“¿Tú? ¿Una chica tan tímida como tú? ¿Realmente crees que puedes?”.

“¡Claro que puedo! ¡Puedo hacer cualquier cosa por el bien del manga!”, gritó ella.

Padre e hija se miraron fijamente durante unos momentos. Y entonces:

“…Uf”.

Fue su padre el primero en apartar la mirada. Había perdido.

“¿…Por qué quieres tanto ser artista de manga?”, su voz era más suave ahora, más desolada. “Podrías haberte convertido en una gran diseñadora de lencería. Cuando eras niña, dijiste que soñabas con usar nuestra tela de seda para hacer la mejor ropa interior que el mundo haya conocido. ¿Era mentira?”.

“No”, respondió Kaiko desafiantemente. “Simplemente encontré algo que quiero hacer aún más”.

“¿…Y eso es dibujar un manga? ¿No puedes dibujar eso como pasatiempo?”.

“No”.

“¿Qué?”, respondió el desconcertado padre.

“Mi sueño es usar el manga japonés, un formato conocido y amado en todo el mundo, para mostrar a todos lo maravillosa que puede ser la ropa interior. Y si quiero hacer eso, tengo que estar en la vanguardia del negocio. ¡Como una profesional!”.

“Kaiko…”

Esas palabras conmovieron el corazón de Miyako, a pesar de hacerle querer alejarse un poco de Kaiko. Aquí estaba una mujer, casi de su misma edad, hablando con valentía de sus sueños y dando pasos concretos hacia ellos. Eso hizo que Miyako sintiera lastima de sí misma.

Es algo tan hermoso. Y mírenme a mí…

“Kinue”, le habló su padre con una voz llena de emoción. Kaiko respondió quitándose su diadema, quitando el listón (o lo que parecía ser un listón), desatándolo y presentándole el par de panties a su padre.

“¡¿K-Kaiko,  qué  estás  haciendo?!”,  preguntó  una frenética Miyako.

“¿E-Esto es…?”.

El padre agarró las panties con una mirada de shock en su cara. Kaiko le dio una sonrisa, rememorando sus recuerdos pasados con él.

“¿Te acuerdas, padre? ¿De estas panties…?”.

“Por… Por supuesto que sí…”.

Él las miraba con amor, pasándolas entre sus manos para sentir la tela.

“Estas son las panties de alta gama que te compré para tu décimo cumpleaños… Pensé que el patrón me resultaba familiar, pero no pensé que fuera el mismo par…”.

“Cada página de manga en la que he trabajado fue dibujada con estas panties sobre mi cara. No importa lo duro y doloroso que haya sido, he superado todos los obstáculos que he enfrentado gracias a las panties que me diste. Y quiero seguir persiguiendo mis sueños, padre, junto a las panties en las que vertiste tanto amor”.

“Kinue…”.

De los ojos de su padre, lágrimas comenzaron a brotar. Se llevó las panties a la cara, absorbiendo el aroma. “…Mmm…fffuuu…hah… Huele maravilloso. Están llenas del aroma de años de trabajo duro. Has trabajado duro… Kinue…”.

Las panties fueron amorosamente colocadas en la mesa.

“Creo que ahora entiendo cómo te sientes. Está bien.

Estaré feliz de apoyar tus sueños”.

“¡Padre…!”, Kaiko sonrió de oreja a oreja.

“…Pero primero, tendremos que ir a casa y explicarle las cosas a tu madre. Ella va a ser mucho más terca de lo que yo fui”.

“Lo sé”.

“Pero con esa pasión que sientes, estoy seguro de que podemos hacer que vea las cosas a nuestra manera. Sigue trabajando duro, Kinue… o supongo que debería decir, Kaiko Mikuniyama”.

“¡Claro!”.

“Ah, te has convertido en una buena mujer… Kinue…”.

“Bueno, soy la hija de mi padre”.

Se sonrieron el uno al otro, ambos derramando lágrimas.

“…Disculpen, ¿esto es realmente algo que merezca lágrimas…?”.

Miyako no estaba muy convencida, pero se obligó a aceptarlo.

Problema resuelto, supongo.