Tokyo Ravens (NL)

Volumen 2

Capitulo 2: Orejas y Cola

Parte 3

 

 

Hablando de notas, Harutora había sido originalmente el preeminente rey del fracaso, y en su previa secundaria, había tenido que tomar clases de recuperación a menudo.

No es de extrañar que se encontrara con contratiempos tras entrar en la academia y repentinamente tener que estudiar un campo específico como el Onmyoudou.

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—¿Han leído y memorizado estos libros todos los estudiantes?

—Los estudiantes que pasaron el examen para entrar a la Academia Onmyou deberían más o menos haberlos leído.

—¿Serán así todas las clases desde ahora?

—Como Tenma dijo: “Las clases de los de primer año están centradas en sermones”.

Harutora colapsó de nuevo en la mesa, y Touji miró a lo lejos mientras se acariciaba la barbilla. Las pupilas de sus ojos estaban confusas, y desde hace bastante habían perdido la energía para enojarse.

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—Me siento como si apenas aguantara…

—Las clases aquí son más agotadoras de lo que pensé.

—¿Hay alguna magia para mejorar el cerebro?

—Qué clase de magia idiota es esa.

Abrieron sus pesados ojos, hablando de tontos temas. Tras hablar, los dos se silenciaron, mirando aturdidos hacia el podio en el frente.

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Los estudiantes parecían muy ocupados para hablar, y sólo dos de ellos quedaban en el salón.

No mucho después, Harutora comenzó a doblar el papel sin apuro.

Lo dobló en dos lados, haciendo un avión de papel. Luego, ligeramente balanceó su brazo. Él y Touji silenciosamente miraron el avión de papel dejar su mano y lentamente volar a través del salón, golpear el pizarrón, y caer una corta distancia en el podio.

—Estoy hambriento…

—Yo también.

—Vamos.

—De acuerdo.

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Harutora lo había predicho bien, sin duda, el futuro sería difícil.

La «Academia Onmyou» había preparado específicamente un dormitorio estudiantil para permitir que los estudiantes de alrededor de la nación se juntaran aquí a vivir.

El dormitorio estaba dividido en los dormitorios femeninos y masculinos, y el primero se encontraba a diez minutos de la academia. Era diferente del nuevo edificio construido de la academia, e incluso las edades de Harutora y Touji juntas eran mucho menos que la historia de este dormitorio.

La fachada estaba construida de ladrillos rojos. Luego de pasar la entrada, en un lado estaba el área para comer y la sala de estar, y derecho hacia adelante estaban las duchas modificadas y el área de baño. Harutora había sido asignado con la segunda habitación del segundo piso, y Touji una habitación abajo.

Aún había algo de tiempo hasta la cena.

Harutora caminó hacia el segundo piso con pasos pesados, separándose de Touji en el corredor.

La habitación era de seis tatamis de largo, y los tatami dejados por el estudiante anterior aún estaban en la habitación de Harutora, no habiéndose cambiado nunca.

Tras volver a su habitación, Harutora suspiró profundamente con un “Ahhh…”, rodando por el piso sin quitarse su uniforme.

Había llegado a los dormitorios la tarde de ayer y primero había organizado su equipaje, pero la única cosa ahí además de los cambios de ropa metidos es su bolso era la ropa de cama. Además, el único mueble de la habitación era una mesa plegable, por lo que no parecía habitada en lo absoluto.

La habitación estaba justo como el actual Harutora, el Harutora que quería convertirse en Onmyouji.

—Estoy agotado…

Miró con vacía expresión al techo mientras murmuraba. Éste era completamente diferente al que tenía en casa, su ambiente indudablemente había cambiado.

—Soy demasiado inútil…

Las caras sorprendidas de los profesores no fueron mucho. Sus actitudes, como si Harutora no existiera, habían sido lo más duro de aguantar. Además, no sintió profundamente  las  miradas  frías  y  las  sonrisas  de  complicidad  de  sus  no  familiares compañeros durante la clase, él sólo hubo reconocido cuánto había excedido ese golpe a su imaginación cuando dejó la academia y se encontró por su cuenta.

Se sentía como si hubiese sido dejado de lado.

Pero, esta situación era mucho mejor comparada con la situación que Touji había predicho al comienzo.

Hasta aquí, Kurahashi Kyouko fue la única agitada por el hecho de que Harutora es un Tsuchimikado, por lo que esto no tenía mucho que ver con el sentimiento de angustia y enajenación que lo llenaba.

El problema era con Harutora mismo.

—Maldición…

Había estudiado antes para el examen de ingreso de la «Academia Onmyou», creía que era en serio. Pero sólo ahora se percató que estaba realmente aquí, cuan inocentes habían sido sus pensamientos en ese entonces. Había estudiado al máximo por medio año, y temía que los “dieciséis años perdidos de su vida” sobre los que Natsume había hablado no fueran una exageración.

Incluso…

«Es una orden»

—Tch… —no podía evitar chasquear la lengua—. Vine como un fracasado…

Había sido su propia decisión transferirse, por lo que no podía esperar ser tratado de forma especial.

Pero el pensamiento, «vine aquí especialmente por ti» se negaba a salir de su cabeza.

Había abandonado su vida pasada para venir al lado de Natsume; sin embargo, ella había estado feliz solo al comienzo, y tras notar la ignorancia de Harutora, de hecho, debería haber tenido sospechas tiempo atrás, inmediatamente lo había traicionado, gritando: “Eres la mayor humillación que he experimentado en mi vida”.

Qué clase de broma era esa, él era el que se había humillado, Natsume sólo se había avergonzado por sí misma.

—Ahora que lo pienso, ¿podría esa chica estar tratando a sus shikigami como una mascota que crio?

Él nunca había estado en contacto con el mundo Onmyouji en su vida, por lo que de forma natural era increíblemente ignorante. Ella debería haber querido consolarlo tras ver a su amigo de la infancia así de dolido, tranquilizándolo, mostrándole una tierna voz y mirada… No te preocupes Harutora, estoy aquí.

—Imposible…

Trató de imaginarlo, pero no podía juntar esa escena sin importar cuanto tratara. Si Natsume era así  de  linda  de chica,  no  se debió  haber permitido distanciarse  de  ella durante la secundaria.

—Hokuto…

Recordaba los tiempos felices en que él, Touji y Hokuto se divertían juntos. Incluso ahora, su corazón dolía una vez que pensaba que esos tiempos no volverían.

No, aunque el shikigami que era una chica en el exterior, Hokuto, había desaparecido, el practicante que la controlaba aún debía estar en algún lugar del mundo, y no era imposible recuperar aquellos nostálgicos tiempos. Quizás podría ver a la verdadera Hokuto, la persona que controlaba a Hokuto, una de las razones por las que Harutora se había metido en este mundo.

Quería ver a Hokuto.

Quería verla y hablar libremente con ella un día. ¿Qué pensaría Hokuto si supiera que había entrado a la «Academia Onmyou» y que estaba sufriendo en ella? ¿Estaría feliz por él, o lo apoyaría?

Quizás también estaría sorprendida con su inutilidad, pero incluso si se sorprendía, aún se reiría y le animaría después de ello. Tenía una lengua afilada, pero definitivamente no era lo mismo que Natsume, quien pensaba que tal demostración se reflejaba en su propio ser.

—Ah, Hokuto me dijo hace tiempo que debía preguntar a mi padre lo básico del Onmyoudou —Harutora torció su cuerpo en el suelo mientras balbuceaba.

Entonces, repentinamente se paró.

—Cierto… —recordó que su padre le había dado un regalo de despedida antes de irse de casa.

Era un shikigami, eso era, un talismán de shikigami. Rápidamente se apuró hacia su bolso lleno de ropas.

—¡Lo olvidé porque estuve muy ocupado ayer!

“Ya que tu objetivo es convertirte en Onmyouji, eres un miembro de los Tsuchimikado”. Su padre dijo aquello entonces y le dio el talismán a Harutora mientras dejaba su hogar. Recordó que fue la primera vez que su padre mencionaba el nombre Tsuchimikado frente a él.

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Harutora no sabía qué tipo de shikigami era, y ni si quiera había pensado en preguntar para clarificar las cosas.

Pero, su padre le había dado este shikigami mientras mencionaba especialmente el nombre Tsuchimikado, por lo que si no esperaba un tremendo shikigami sirviente como el dragón Hokuto de Natsume, no podía evitar esperar un shikigami útil y prestigioso, quizás como el caballo blanco Yukikaze.

Además, ya que la familia principal tenía un dragón, la rama de la familia, naturalmente, tenía un tigre. Podría ser incluso uno fuerte para hacer que los profesores y estudiantes lo admiraran, un temeroso, extraordinariamente fuerte shikigami…

—¡Lo encontré!

Sacó el envoltorio de papel del tamaño de un naipe. El papel era delgado, como un amuleto de protección que vendería un templo, y la parte trasera estaba sellada con cera, con la palabra «Tsuchimikado» escrita en el frente con tinta junto con la marca del pentagrama familiar.

Dentro estaba ubicado el talismán del shikigami, el talismán que el shikigami usaba como recipiente. Pero…

—Rayos, ¿cómo uso esto? —había usado talismanes de curación y también talismanes de protección como reflejo en los incidentes previos. Fuera de esos talismanes, también había usado una vez, aunque sólo la había agitado al azar, la poderosa «Espada Protectora».

Pero, era su primera vez tocando un talismán de shikigami.

Quizás Natsume sabría cómo usarlo, pero tras encontrarse con esa actitud, quería sorprenderla si podía.

—¿Podría tener un manual de instrucciones?

Con débiles esperanzas, Harutora planeó abrir el sello por detrás.

En ese momento, un zumbido abruptamente recorrió el pentagrama en su mejilla.

***

 

 

Más certeramente, era la sensación de un aura. Y se sentía justo detrás de él.

Harutora se volteó reflexivamente, notando una pequeña niña arrodillada en el piso, con ambas manos sobre el suelo mientras se inclinaba hacia adelante.

—¿Qué?

No podría evitar dudar de sus propios ojos.

No podía ver claramente su rostro porque su cabeza estaba gacha, pero podía verla bien peinada, aunque habían dos protrusiones a los lados de su cabeza, su pequeña cabeza.

La niña estaba vestida similar como el uniforme de la «Academia Onmyou», pero era más como un estilo original del uniforme, vestimenta imperial de la era Heian con un hakama en la mitad inferior.

Las ropas estaban claramente sueltas, y su cuerpo parecía más el de una estudiante de primaria, no, quizás más joven.

—… —se quedó sin palabras por un rato tras este repentino evento.

¿Cuándo había entrado esta niña en la habitación? Harutora vagaba en un rincón de su mente, pero en otro rincón calmadamente pensaba que no podría haber fallado al notar a alguien entrar en tan pequeña habitación. Al final, no tenía idea de donde había salido la niña, por qué estaba allí, o por qué estaba postrada ante él.

—Uh, oye… —Harutora cuidadosamente abrió su boca.

Justo cuando había hablado, la espalda de la niña tembló como si hubiese sido rociada con agua caliente. Harutora no pudo evitar temblar también, tragándose las palabras que no había dicho.

Sin embargo, justo entonces, algo más captó los ojos de Harutora. Cuando la niña tembló, parecía como que algo girara alrededor de detrás de su cuerpo postrado, en otras palabras, cerca de su trasero. Cuando notó esa cosa, Harutora abrió aún más sus ojos de sorpresa.

Era una cola.


Era una cola cubierta de pelo liso y suave, una pomposa cola con forma de hoja. Harutora casi saltó de sorpresa, moviendo su mirada de vuelta a la cabeza de la niña. Esas cosas en su cabeza no podían ser formaciones naturales de cabello, sino que las ligeras y temblorosas cosas en su cabeza eran montones de pelo similares a su cola, puntiagudas orejas triangulares.

—¡T-Tus orejas… y tu cola…! —el momento que Harutora abrió su boca sorprendido, la niña levantó su gacha cabeza.

Era pequeña.

La chica tenía una cabeza de flequillos ordenados, su piel era blanca como si hubiese sido empolvada. Su mirada mostraba una juventud acorde a su edad, y parecía  una muñeca viviente, con finos detalles que le brindaban un aire refinado.

La cosa que más lo impresionó fue la profundidad de los claros ojos que lo miraban. Un momento después, ambos se miraron entre ellos.





De pronto…

Lágrimas como perlas brotaron de los azules ojos de la chica, y sólo ahí Harutora volvió en sí, entrando en pánico por un momento.

—¡Qué! ¡Oye! ¡Por qué estás repentinamente llorando! Pensándolo bien, ¿quién eres tú? Ahh, lo que sea, no importa quién eres, ¡por favor no llores!

Harutora acercó sus brazos pero no se atrevió a tocar el cuerpo de la niña, sólo siendo capaz de agitarlos ajetreadamente en el aire. La chica miró la apariencia frenética de Harutora sin parpadear, abriendo más sus llorosos ojos.

No mucho después, la chica se mordió el labio, rápidamente secándose sus lágrimas con las mangas. Entonces, bajó su cabeza de nuevo, levantando su voz:

—E-e-e-e-es un placer conocerle…

Incluso cuando estaba levantando su voz, sólo reunía su fuerza para dejar salir su genuinamente débil voz. Una voz tan infantil como su apariencia externa. El cerebro de Harutora estaba simplemente en blanco.

—¿Eh? ¿Q-Qué dijiste? ¿Qué está pasando?

—M-m-m-mi nombre es Kon, una descendiente del ancestral zorro Kuzunoha, sirviente de Tsuchimikado Harutora-sama como fue asignado, s-s-si te complace…

Se  inclinó  en  el  suelo  mientras  decía  esto.  Por  supuesto,  Harutora  aún  estaba demasiado sorprendido para hablar.

«¿Q-Qué dijo? ¿Zorro ancestral? ¿Descendiente? Complacer… ¿En qué se suponía que lo complaciera?»

“Estupefacto” representaba perfectamente este tipo de situación. La mente de Harutora era un caos, sus pensamientos daban vueltas agitadamente, y al final volvió de nuevo a la conmoción visual.

En otras palabras, esas orejas y cola. No eran accesorios, ya que podía moverlos, y además se veían bastante reales. Más importante, el cuerpo de una chica no podía tener orejas o cola reales.

No era una chica humana. En otras palabras, era…

—¡Ah! ¡Sh-Shikigami! ¿Podrías ser un shikigami?

Como Harutora había confirmado, la chica, Kon, rápidamente asintió.

A ese punto, Harutora finalmente entendió. Ella era un shikigami, un shikigami que se veía como una niña pequeña, entonces…

—¿Podría ser esto…? Este talismán, ¡¿el shikigami que me dio mi padre?!

Kon asintió de nuevo, una mirada extremadamente precavida salió de su delicado rostro.

—P-Pero, ¿hice algo? ¿Cómo saliste repentinamente?

—C-Como soy una sirviente, debo cuidar a mi maestro todo el tiempo, he escuchado tus invocaciones mientras te cuidaba desde las sombras…

Harutora preguntó con la mirada vacía, y Kon explicó en una vocecita mientras sus miembros temblaban de la sorpresa.

—¿Eh?  ¿Q-quieres  decir,  que  has  estado  conmigo  desde  que  mi  padre  me  dio  el talismán? ¡Pero no estabas ahí! No te vi en lo absoluto.

—C-Como mi maestro no me llamó, me escondí cerca.

—¿Esconder? ¿Te escondiste? ¿Siempre estabas allí, aunque no podía verte?

—S-Sí.

Harutora lo confirmó una tercera vez, y Kon sólo inclinó su cabeza, achatando su cola.

Parecía tensa, y extremadamente asustada, y Harutora recuperó un poco de su calma tras notar su anormal rigidez.

—Ya veo… en-entiendo. De todos modos, primero levanta tu cabeza que ya has estado postrada mucho rato y no sé qué hacer, además, es difícil hablar.


Kon inmediatamente levantó su cabeza una vez que Harutora dijo esto. Su rostro de niña aún estaba tensado, su precaución no había cambiado, y sus orejas ocasionalmente se movían como si no pudiera ocultar su tensión.

—Ahora que lo pienso, Alfa también dijo unas extrañas palabras esta mañana como que mi familiar había sido registrado… Así que se estaba refiriendo a ti.

Harutora se sentó con las piernas cruzadas mirando hacia Kon mientras medía de nuevo al shikigami frente a él. Kon se puso más tensa al estar bajo la mirada de su amo mientras se encogía y miraba de reojo a Harutora, con sus manos todavía sobre el piso.

Si se ignoraba las orejas y las colas, parecía una chica normal, pero a decir verdad, parecía más madura que las otras chicas -en realidad, ¿sería mejor decir “niñas”?- de una edad similar.

A excepción de eso, no era muy diferente a un verdadero humano. Sus rasgos eran demasiado perfectos, pero sus ojos que miraban hacia el frente, el suave contorno de su rostro y sus delgados labios, eran completamente “normales”, casi iguales a los de una linda niña “normal”.

¿De verdad era un shikigami? ¿Era posible que una niña tan chiquita fuera un shikigami?

Si Natsume estuviera aquí, quizás hubiese explicado que los shikigamis estaban acostumbrados a aparecer en forma de “niños”, pero Harutora, el cual no conocía tales cosas, de verdad no sabía qué tipo de actitud tomar hacia esta reverente y respetuosa niña.

—¿Papá te entregó a mí? Kon asintió con fuerza.

—A-Además de que he servido por generaciones a la familia secundaria de los Tsuchimikado. —quizás al notar que con sólo haber asentido no se resolvió la confusión en el corazón de Harutora, abrió su boca para agregar algo más.

—¿Qué? ¿Cuándo fue eso? ¿Podría haber sido mi papá?


—M-Mis recuerdos del pasado ya no existen, pero, si no me equivoco, no fue sólo una generación.

—¿Entonces quieres decir que has servido a la familia secundaria por varias generaciones? Ya veo.

Tal y como Yukikaze de la familia principal, Harutora aceptó esa explicación. En otras palabras, la familia secundaria tenía un shikigami, como Yukikaze que servía a la familia principal, y su padre le había dado uno de esos shikigamis a él. En ese caso, no era de extrañar que su padre hiciera mención especial del apellido “Tsuchimikado”.

—Ah, entonces tú…

Harutora la llamó, a lo que Kon gritó inmediatamente con miedo y duda.

—A-Amo, por favor, llámeme directamente por mi nombre.

—Amo… E-Entiendo, entonces, ¿qué tal si no me llamas “amo”? Está bien con que me llames Harutora.

—H-H-H-H-Ha-Ha-Haru-t-t-tora… ¡sama!

—No necesitas estar tan nerviosa.

—….


—¡Ahh, en serio! ¡No me importa lo más mínimo, de verdad no me importa, así que no pongas esa cara por favor!

Sus ojos redondos empezaron a humedecerse de nuevo y Harutora rápidamente habló para tranquilizarla.

—¡Primero, cálmate un poco! ¡Relájate! ¡Respira hondo! ¿Estás bien?

Harutora hizo su mayor esfuerzo en convencerla. Kon enderezó su espalda y abrió su pequeña boca para respirar profundamente de acuerdo a lo que le habían indicado. Su naturaleza era muy simple, pero era bastante problemático entender cómo lidiar con ella.

Sin embargo, esto iba más allá de sus expectativas. Sentía que esto era más parecido a una relación entre un niño y su niñero que una relación entre un shikigami y su maestro.

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