Tokyo Ravens (NL)

Volumen 1

Capitulo 4: La Descendencia de los Tsuchimikado

Parte 1

 

 

Harutora y Hokuto se habían encontrado en sus primeras vacaciones de verano después de entrar a la secundaria.

Fue en un pequeño parque cerca de la parada del tren, bajo un cielo azul, soleado y sin nubes, y las hojas verdes brillaban como esmeraldas a la luz del sol.


La primera vez que se encontró con Hokuto, fue incapaz de quitarle los ojos de encima. Parecía una idol que le gustaba por ese tiempo y era casi de la misma edad. La observó desde la distancia por un buen rato mientras se preguntaba a qué escuela iba.

Estaba sentada sola en un banca del parque y una vez que notó su mirada, su cuerpo repentinamente se levantó de un golpe, como si hubiera dado un salto. Sus ojos se abrieron hacia él y abrió su boca para hacer una reacción totalmente extraña. Después de todo, no conocía a esta chica.

Sentía que era muy extraño e intentó acercársele. Al notarlo, la chica rápidamente huyó del parque para desaparecer instantáneamente y sin dejar rastro, dejando estupefacto a Harutora, que se quedó parado inexpresivamente. Ese fue el primer encuentro entre Harutora y Hokuto.

Harutora la terminó “encontrando” de nuevo, en realidad “mirando” sería más apropiado, el segundo día después de su primer encuentro en el parque.

Desde entonces, siempre sentía que había una persona que lo espiaba. No tenía esa sensación cuando estaba en casa, pero una vez que salía a la calle, sentía que había alguien que lo miraba desde atrás. Pero cada vez que se daba la vuelta, no había nadie.

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Frecuentemente volteaba al preguntarse si había alguien que lo seguía. Pero no esperaba que en verdad fuera eso. Notó a la otra persona por pura casualidad. En ese momento, había estado caminando cerca un carro estacionado a un lado y vio la figura de su perseguidor desde el retrovisor.

Era esa chica que se había encontrado en el parque.

Por reflejo se dio la vuelta, para después encontrar sus ojos con Hokuto, que fue atrapada por sorpresa. Ella salió corriendo y él la siguió.


Por desgracia, su velocidad era impactante y su figura se desvaneció en unos instantes… Por ese entonces, una cosa parecida solía ocurrir cada tres días y no pasó mucho para que fuera cada dos, y al final, este drama se realizaba a diario. Era la relación humana más extraña que Harutora había tenido en su vida.

La perseguía, ella salía corriendo y estos días continuaron por un buen tiempo.

¿Por qué me está siguiendo? ¿Por qué corre? Harutora reflexionó pero no pudo entenderlo y solamente quedó confundido.

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Más sin en cambio, ese sentimiento de confusión inflamó su espíritu de pelea.

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Pensó en varios planes, pero Hokuto vio a través de ellos. Antes de que lo notara, ya había sido absorto profundamente en este juego de tira y afloja. Nunca había pasado unas vacaciones de verano donde se rompiera la cabeza, saliera corriendo y sudara tanto.

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Días sin sentido, calurosos, emocionantes y llenos de misterios. Se absortó en la persecución de esa nostálgica luz de verano.

Pero al final, no la pudo atrapar ni una sola vez.

En el último día de las vacaciones de verano, decidió cambiar sus métodos. Durante la mañana, vino al parque en el que se encontraron por primera vez y esperó ahí por todo el día. No hizo nada, sólo se quedó parado en el parque y esperó absurdamente.

Hacer eso lo hizo preguntarse si se había vuelto loco. Resistió la ola cálida mientras sudaba hasta casi deshidratarse, pero el pensamiento de ir a algún lugar más fresco nunca cruzó por su cabeza.

Hokuto apareció al anochecer.

En el instante en que el sol cayó bajo el horizonte, durante el pequeño momento en que la luz todavía no había desaparecido completamente, cuando el cielo estaba teñido de un color índigo mágico la figura determinada de Hokuto caminó directo hacia él, y abrió su boca como si fuera a lavarla. Pero Harutora habló antes de que dijera algo:

—No necesitas decir nada. Es tu victoria.

Cerró su boca con sus ojos mirándolo, como si estuviera especulando el significado de esas palabras.

—No te atrapé incluso al final, así que creo que probablemente no quieres que la gente conozca tu historia, ¿verdad?

Se quedó en silencio con una cara extraña, pero Harutora estaba sonriendo de oreja a oreja.

—Eres increíblemente rápida para ser una chica. Pero al menos déjame decirte mi nombre. Me llamo Harutora.

Se levantó de la banca diciendo esto mientras extendía su mano.

Hokuto miró fijamente su mano, así como un pequeño animal mira su comida, y luego sus ojos, sus ligeramente agachados y grandes ojos, gradualmente empezaron a brillar. Tranquilamente extendió su mano. Luego, con timidez, tocó la de Harutora y entonces la sacudió firmemente como si no la quisiera soltar.

Después de eso, una sonrisa torpe y radiante apareció en su rostro. Una que Harutora vería menudo en un futuro.

A duras penas y la entendía un poco. Una chica misteriosa. Touji la había llamado así, pero no le importaba, dado que en el fondo le gustaba que estuviera a su lado.

Ese día de verano terminó, dándole la bienvenida al otoño; éste le dio paso al invierno, y así pasó un año. Luego pasó el segundo y ambos se quedaron tal y como eran. Touji se unió durante el tercer año y su entorno se volvió aún más animado.

La chica reservada y el delincuente juvenil. Todos parecían llevarse muy bien y él se sentía satisfecho.

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Así que no quería destruir la relación entre ellos tres. Así que quería seguir así por siempre.

Eso sería demasiado bueno, pensó.

Harutora se fue corriendo derecho por la calle durante la noche.

La fuerte lluvia no paraba e inclusive los truenos empezaron a retumbar con relámpagos cortando a través de la noche.

Sin importar el espantoso clima, Harutora había corrido solo desde el sitio en construcción, que se había convertido en un campo mágico de batalla.

Corrió para seguir a Suzuka.

Al mismo tiempo, corría para detenerla.

Su mente estaba en blanco y no pensaba en nada, sólo seguía corriendo. Su respiración era irregular y su corazón parecía como si estuviera rasgado, con un dolor intenso que destrozaba todo su cuerpo.

Había aliviado el dolor con un amuleto de curación para tratar las heridas y la fatiga, y cada vez que fallaba, lo cambiaba por uno nuevo, sin parar de correr.

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Estaba todo oscuro alrededor, las lámparas a ambos lados de la calle brillaban débilmente. Casi no podía ver la calle bajo sus pies en este aguacero torrencial. El camino se extendía  hasta  adentro  de la  oscuridad y apenas podía ver vagamente  el camino enfrente de él.

Desde hace un buen rato había olvidado qué tanto tiempo había pasado, no sabía qué tan lejos había corrido y todo lo que escuchaba era el sonido de los truenos que retumbaban y el de sus jadeos sin aliento. Corría constantemente, a través de la lluvia, de la noche, de los relámpagos, mientras seguía adelante por un camino desconocido. No paró de correr.

Su mano agarró el amuleto que Hokuto había dejado después de desaparecer.

Hizo un esfuerzo para no pensar en ella y quizás se podría decir que estaba corriendo para alejar su mente de eso, para hacer que esos pensamientos se fueran.

Inadvertidamente, sus pensamientos se desvanecieron junto con su respiración caótica, pero cuando se tropezó, al caer sobre la calle, sus recuerdos explotaron uno por uno como geiseres, lo cual lo hizo incapaz de hacer nada más que recordar los viejos tiempos.

La apariencia de Hokuto no cambió desde la primera vez que se conocieron. Su cuerpo era delgado, pero era increíblemente fuerte y tenía una fuerza en los brazos que le hacía par. Era rápida con sus pies, e incluso podía atrapar a Touji corriendo tan rápido como pudiera. No le gustaba hablar de sí misma. Nunca la había escuchado mencionar a su familia o amigos.

Hace un momento, cuando fue herida pero no soltó ni una gota de sangre e incluso bloqueó la pata de una araña de acero mientras a la vez arrojaba magia, desapareció como el humo en cuanto cayó en sus brazos, dejando atrás esas palabras que le decían a Harutora que huyera. No se convirtió en un cuerpo, sino en un amuleto de shikigami.

Y pensar que podría haber tal cosa.

«Maldición…»

Harutora estaba sin aliento mientras pensaba «esa idiota» dentro de su corazón.

«¿Por qué era un shikigami

El pensamiento de «Una falsa Hokuto fue la que acaba de aparecer y la verdadera está en algún otro lugar» apareció de una vez, pero no podía engañarse a sí mismo de esa forma. “Te mentí, lamento haberte engañado siempre”. Hokuto había dicho eso.

«¿Podría ser que todo había sido falso? ¿Su existencia había sido falsa y sus recuerdos también?»

Todo el tiempo que estuvo con ella, cada palabras que dijo, todo había sido una mentira. «¿Me podrían haber engañado?»

«Si me hubieran engañado…»

«Si la existencia de Hokuto hubiera sido una mentira desde el principio, si nunca existió…»

«¿Podría ser que no estuviera muerta?»

… “Harutora, te amo.”

Cayó un rayo y un trueno retumbó.

Quería gritar tan fuerte como pudiera, pero así como estaba, sin aliento, ni siquiera podía gritar las palabras dentro de su corazón. Así que siguió corriendo, enfocándose en hacerlo y a toda velocidad. Mientras corría desesperadamente, pensaba en ir hasta los confines de la tierra.

La lluvia, la noche, los relámpagos y los truenos.

Su visión se volvió borrosa, su conciencia se desvaneció y ni siquiera podía sentir el movimiento de sus piernas, como si su cuerpo desde hace rato hubiera gastado su energía y dependiera de la existencia de su alma para seguir corriendo.

Dependiera de su alma…

«Cierto, ¿a dónde había ido el alma de Hokuto? También tenía un alma, ¿cierto? Si así fuera, si los shikigami también tenían alma, quería verla de nuevo, aún si fuese falsa. Todo estará bien si la veo, quiero preguntarle claramente para entenderlo. Si su alma estuviera vagando por ahí en algún lugar en este momento…»

Entonces.

Harutora se detuvo.

No sabía por cuánto tiempo había corrido. Cuando regresó en sus sentidos, no había visto las lámparas a los lados de la calle por un largo tiempo, mientras solamente la lluvia seguía cayendo sobre la tierra y parecía como si todas las luces hubieran desaparecido.

Al final de la oscuridad, del otro lado, había un punto de luz tenue y borrosa, que resplandecía levemente.

Parecía un alma.

—… ¿Hokuto?

Una voz ronca salió de su boca. Pero no era un alma.

Era la luz de una linterna. Harutora supo que había llegado a su destino.

Había un pequeño camino justo enfrente, el cual llevaba a una rampa un poco inclinada que daba acceso a la colina detrás de ella.

Había unos escalones de piedra que llevaban a la ladera junto al camino, y ahí estaba el tejado de un santuario de madera antiguo junto a los escalones, con una linterna que colgaba desde él y desprendía una misteriosa luz.

Los truenos destellaron mientras iluminaban la linterna bajo el tejado. El pentagrama del emblema de la familia estaba pintado en la linterna… Junto con la palabra «Tsuchimikado».

Harutora se quedó parado en la noche, contiendo su respiración y mirando la luz.

Entonces, se acercó como para alejar la oscuridad.

Se paró junto a la linterna mientras miraba los escalones de piedra. Los precipitosos escalones daban la impresión de un horizonte en la oscuridad, mezclándose con  los densos y oscuros árboles a ambos lados. Dos puntos de luz brillaban como un espejismo en la mera cima, la luz de las linternas.

Subió los escalones.

La fuerza de la lluvia se debilitó y en vez de eso, el sonido de las hojas de los árboles sacudiéndose se volvió más fuerte.

Subió los escalones de piedra uno después de otro, yendo paso a paso. Se acercaba al cielo nocturno con cada escalón que subía.

Las previstas nubes oscuras y los rayos cegadores. Llegó a la cima de la colina.

Había una puerta exterior al final de los escalones, con linternas parecidas a la de abajo a ambos lados de ella. Abrió la puerta desde afuera.

En el otro lado de la puerta estaba la mansión de la familia principal «Tsuchimikado», como si estuviera escondida de la oscuridad.


—…

No había venido aquí en un largo tiempo. No había luces eléctricas adentro y no parecía que hubiera alguien en casa, pero sí había una presencia viviente como si la mansión misma estuviera respirando calmadamente.

«¿Natsume habría llegado a salvo a casa?» Así como si una ligera ansiedad crecía en el corazón de Harutora…

Por un momento, pensó que había escuchado mal. Pero no se equivocó. Una mariposa voló sobre la nariz de Harutora, que estaba mirando alrededor de la mansión, y una voz pura dirigió a Harutora por la aterradora atmósfera.

La mariposa ante él era un shikigami y la de hace un momento, había sido la voz de Natsume. En serio la había hecho en casa.

Harutora sostuvo firmemente el amuleto de shikigami en su mano mientras seguía a la mariposa danzante dentro de la mansión.

***

 

 

Entró al recibidor y después pasó al corredor.

Estaba un poco consiente de que entraba a la mansión empapado, pero sus alrededores estaban oscuros y sería difícil para él encender una luz, y mucho menos encontrar una toalla para secarse.

Solamente la mariposa que dirigía a Harutora brillaba en la oscuridad. La siguió, estando en manos de su memoria mientras entraba a la mansión.

Después de caminar por un rato, vio una luz tenue brillando por la apertura de una puerta medio abierta en el corredor.

Era una habitación con piso de madera, llamada la «Habitación de las Campanillas» por la familia Tsuchimikado. La mariposa se posó enfrente de la puerta y ésta se abrió mientras Harutora se acercaba.

La luz esparciéndose desde la habitación era la luz de las velas.

La habitación era de casi doce tatamis y había un altar puesto adentro con un yorishiro, un sakaki y ofrendas para el ritual.

También había varios instrumentos expuesto en él, colgando pergaminos con hechizos escritos en ellos y varias velas en el altar con sus llamas meciéndose suavemente mientras iluminaban tenuemente  la habitación.

El interior de ésta desprendía un olor a humedad mezclado con el olor del calor y la lluvia, pero al mismo tiempo podía oler el elegante aroma del incienso flotando.

Natsume se sentó en el centro de la habitación.

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Tokyo Ravens Volumen 1 Capitulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 

Harutora estaba un poco sorprendido. Natsume se había quitado su ropa original y la cambió por el hakama blanco y rojo puro de una doncella del santuario, arrodillada y preparando un talismán que había sido puesto en el piso. La mariposa voló delante de Natsume, se detuvo en el piso y regresó a ser un amuleto de shikigami pequeño.

—… Natsume.

Ella levemente alzó su cabeza al escuchar a Harutora llamarla. Su pelo negro se deslizó sin hacer ruido en la luz de las velas de color naranja que parpadeaban.

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