Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 15: Un Efímero Nuevo Juego Plus

Capítulo 2: Rapsodia de la Luna Roja

Parte 1

Hizo que todos se alejaran cerca de la escalera por seguridad, y luego Haruhiro fue a pararse solo frente a la palanca.

Kuzaku se había ofrecido a hacerlo, pero Haruhiro lo rechazó. No era que no confiara en Kuzaku para manejar las cosas, era solo que esto era algo que debería hacer él mismo. No pudo evitar sentirse así.

Haruhiro permaneció alerta e intentó prepararse emocionalmente, pero probablemente no había una trampa. No era probable que hubiera una explosión cuando tirara de la palanca, o gas venenoso o algo peligroso por el estilo. Cuando miró la palanca, la base y la pared que la rodeaba, Haruhiro tuvo la sensación de que estaría a salvo. Tasukete parecía estar de acuerdo.

Esto era algo que le decía su experiencia como ladrón. No recordaba nada de eso, pero claramente esos recuerdos no se habían ido por completo.

Laruhiro agarró la palanca. Su agarre no estaba exactamente relajado, pero sus dedos tampoco estaban demasiado tensos.

La bajó suavemente. Hubo un clic, como si algo cayera en su lugar. Luego, poco después de eso, una parte de la pared comenzó a hundirse con un chirrido sordo.

—… Así es como funciona.

Aunque no había anticipado ningún peligro, todavía estaba un poco aliviado.

Era una puerta oculta. ¿A dónde conducía?

Había una corriente algo fría entrando en la habitación. Viento. Se sentía una ligera brisa.

Kuzaku y los demás se acercaron.

—… ¿Afuera? —Kuzaku puso una mano sobre el hombro de Haruhiro—. Conduce afuera de aquí, ¿no? ¡Afuera! ¡Podemos salir!

Afuera, afuera. ¿Podrías callarte?

Haruhiro sonrió un poco.

—Eso parece.

Sutilmente miró al rostro de Hiyo. Ella estaba inexpresiva. Era como si no estuviera pensando o sintiendo nada mientras miraba más allá de la puerta oculta.

Mary intentó salir al exterior. Haruhiro la detuvo.

—Espera.

Mary pareció recobrar el sentido cuando se volvió hacia Haruhiro y luego asintió.

Esperaron a que la puerta oculta se abriera por completo, luego Haruhiro siguió adelante solo.

No estaba oscuro como boca de lobo. El horizonte distante todavía estaba brillante, así que tal vez se acercaba el amanecer. O el sol acababa de ponerse.

Se volvió para mirar detrás de él y una torre se cernía sobre él. Habían estado ahí dentro.

Haruhiro estaba, por razones obvias, confundido. Pero considerando que era capaz de reconocer su propia confusión, pensó que todavía estaba logrando mantener la calma.

Había un ligero tono naranja en el horizonte, pero ¿en qué dirección? Si estaba al oeste, era el atardecer. Si estaba en el este, estaba amaneciendo.

La luna pendía en el cielo.

Desde donde estaba Haruhiro, el lado derecho estaba ocluido, pero ¿era una luna creciente o una luna creciente menguante?

—Es roja…

Algo en eso le molestaba.

La luna. La luna roja.

Espera… ¿La luna era roja?

Por supuesto que era roja. Si no era roja, ¿qué era?

Kuzaku y los demás salieron de la torre.

—Esta es… —Mary se volvió para mirar hacia la torre—. La Torre Prohibida…

La torre estaba sobre una colina. Era una pendiente cubierta de hierba, salpicada de piedras blancas.

Eran como tumbas. Tal vez esta colina era un cementerio, y la Torre Prohibida que se encontraba en su cima era una enorme lápida.

—Una ciudad, ¿eh? —dijo Setora, y Kiichi maulló.

Setora miraba más allá de la colina. ¿Era una ciudad?

Probablemente lo era.

Había decenas, o cientos, o tal vez incluso más edificios rodeados por altos muros. Aunque bastante escasas, también había luces ahí, lo que tranquilizó a Haruhiro por alguna razón.

No, no había necesidad de preguntarse por el motivo. Era porque había un ciudad ahí mismo.

—Altana. —Mary pronunció una palabra desconocida.

No lo sabía, pero no podía decir con certeza que nunca la había escuchado antes.

Altana.

Probablemente no era completamente ajeno asa ciudad. Tenía que ser el nombre de la ciudad.

Haruhiro trató de decirlo por sí mismo.

—Altana.

¿Le brotaría un sentimiento de nostalgia en su interior? Él había estado esperando eso.

Lamentablemente, no sintió nada. La falta de emoción lo dejó algo abatido.

—Aquí es donde todo comenzó —dijo Mary a nadie en particular—. Finalmente estamos de regreso. Aunque nos desviamos un poco.

Haruhiro miró a Altana una vez más. Sí, realmente no sentía nada.

Kuzaku, Shihoru, Io, Gomi, Tasukete y Setora también miraban hacia Altana.

—Suspiro…

Hiyo estaba sola mirando hacia la luna roja, con el ceño fruncido.

—Bueeeeno, ahí va ese plan. Hrmm. ¿Saben? A veces las cosas no salen como esperas, ¿eh? En serio. No sé qué hacer. ¿Debo informar al Amo? ¿Se va a enojar conmigo por esto? Pero no es culpa de Hiyomu. Hiyomu no lo arruinó, ¿de acuerdo? En todo caso, Hiyomu es la víctima aquí…

En este punto, nadie estaba mirando a Altana. Todos, incluso Kiichi, miraban a Hiyo con asombro.

—Hahh… —Hiyo dejó escapar otro gran suspiro. Entonces sus ojos recorrieron a Haruhiro y al resto.

Su personalidad parecía haber cambiado por completo. Había algo agudo y tóxico en la mirada que les daba.

—Está bien, está bien, está bieeeen. —Hiyo aplaudió dos veces—. ¿Están todos listos? Incluso si no es así, deberían escuchar muuuuy bien. Hiyomu está a punto de decirles algo importante. Si se lo pierden, se arrepentirán, como, sería terrimal.

Su tono era diferente. Era la misma voz de antes, obviamente, pero más baja. Este tono, aunque lleno de amenaza, podría ser más natural para ella.

—Todos ustedes tienen una eleccioooón que hacer. Dos opciones. La primera. —Hiyo llevó su mano derecha hacia adelante, levantando su dedo índice—. Pueden escuchar a Hiyomu. No estoy diciendo que tengan que ser esclavos de Hiyomu ni nada. Peeeero, tienen que seguir las órdenes del amo de Hiyomu, ¿de acuerdo? En realidad, todo es una ventaja. Es un gran amo para servir. Quiero decir, Hiyomu le juró lealtad, así que eso debería decirles el gran amo que es, ¿verdad?

—De qué estás hablando… —comenzó a decir Io, luego se apagó y se quedó en silencio.

—¿Y? —Setora preguntó con una voz completamente tranquila—. ¿Cuál es la segunda opción?

—Seguuunda. —Hiyomu levantó el dedo índice de su mano izquierda—. Si no hacen lo que Hiyomu dice, entonces pueden ir a hacer lo que quieran. Aunque, a cambio, no les diré ni una sola cosa sobre el misterio de este mundo y la verdad detrás de él, ¿de acuerdo? Volverán al principio, arrojados a Grimgar sin nada más que ustedes mismos en quienes confiar.

—¿El… misterio de este mundo? —La voz de Mary sonaba ronca—. ¿La… verdad?  ¿Tú la sabes?

—¿Pensaste que respondería si me preguntabas, hmmmm? —Hiyo resopló—. No lo malinterpretes. No me gusta tu actitud. Es una mierda. Mierda total. Algo apesta en ti. Tal vez porque eres un pedazo de mierda, perra.

—Alguien tiene una boca sucia… —Kuzaku sonaba un poco triste.

—¿Ah, sí? —Hiyo lo ignoró y continuó—. El amo de Hiyomu posee un conocimiento increíble y casi la inmortalidad. Tiene incontables tesoros en su colección. Es un gran sabio que ha aprendido todos los misterios de este mundo y, con su sabiduría acumulada, obviamente sabe todo lo que puedan querer saber. No es que ustedes lo supieran, porque ustedes ni siquiera recuerdan nada. ¡Se supone que no deben recordar!

—Lo que estás diciendo es que que la razón por la que perdimos nuestros recuerdos —señaló Setora claramente— es porque tú, no, tu amo, nos hizo algo.

Hiyo no confirmó ni negó. Ella sonrió levemente mientras juntaba sus dos dedos índices. Luego, cambiando en un instante, miró a Mary y exigió—: No deberías recordar, entonces, ¿qué pasa contigo?

Mary retrocedió.

—… ¿Qué pasa conmigo? Yo…

Su voz temblaba. No, no solo su voz. Su cuerpo también.

Mary negó repetidamente con la cabeza. Una y otra y otra vez.

—Yo… yo…

—Esto no va a ninguna parte. —Hiyo sonaba irritada y chasqueaba la lengua repetidamente—. Cualquiera que sea el caso, todos deben tomar una decisión. Quiero decir, deberían estar agradecidos porque incluso les estoy dando una opción.

Haruhiro estaba desconcertado. El cambio fue muy repentino y completo. No, no tuvo tiempo de sorprenderse.

Fueron empujados a tomar una decisión. Tenían que elegir aquí y ahora.

Había dos opciones. Obedecer a Hiyo, también conocida como Hiyomu, o no hacerlo. ¿Realmente tenían que elegir?

Como esperaba, Hiyomu era alguien sospechosa. No tenía idea de cómo pudieron haberlo hecho, pero era posible que ella, o su amo, quienquiera que fuera, pudieran haber sido los que les robaron los recuerdos. ¿Que significaba?

Ellos eran las víctimas y Hiyomu era el victimario. ¿Por qué las víctimas tenían que hacer lo que decía la persona que les había hecho daño?

Se estaba enojando un poco. ¿Hiyomu tenía algún derecho a exigirles algo? No era así, ¿verdad?

Kuzaku también parecía que se estaba poniendo enojado. —¡Escúchame! —gritó, acercándose a Hiyomu. Ese fue el momento en que sucedió.

Hiyomu se quitó el  artículo para la cabeza, o el artículo para el cabello, o lo que fuera, de su cabeza y se lo lanzó a Kuzaku.

—¡No te muevas, imbécil!

Era una cosa pequeña, del tamaño de un puño, que parecía un animal de peluche. Probablemente no le haría nada si lo golpeaba.

Pero cuando golpeó a Kuzaku en el pecho—: ¡Gweh! —dejó escapar un gemido y luego cayó de espaldas tan rápido que parecía que iba a dar una vuelta.